Antes de Facebook, antes de Twitter, antes de Instagram, antes de Youtube, antes de Internet masivo, antes de la proliferación de los Sex Tapes, antes de Paranormal Activity y [Rec], antes de Matrix y de The Lord of the Rings: The Fellowship of the Ring, antes de un montón de fenómenos culturales trascendentes que nacieron de las pantallas del cine, pero no tan antes como para que suene prehistórico, estuvo The Blair Witch Project. Un grupo de aficionados al cine construyó un mito, una leyenda, alrededor de un falso documental que narraba las peripecias de 3 cineastas yanquies investigando fenómenos paranormales, y en base a una delicada y depurada campaña de promoción terminaron creando un monstruo que los devoró incluso a ellos, y se transformó en la película más taquillera de la historia del cine si tomamos en cuenta la relación que hay entre la inversión y la taquilla: por cada mil dólares invertidos se llevaron 10 millones de la misma moneda de ganancia. Esta es mi reseña dedicada a una película y un proyecto que merecen ser recordados como una muestra de que la inteligencia y el buen gusto por un cine poco convencional pueden dar excelentes resultados… pero hay que saber qué hacer con tanto éxito.
El Inicio
“En octubre de 1994 tres estudiantes de cine desaparecieron en los bosques de Burkittsville mientras grababan un documental. Un año más tarde esta cinta fue encontrada.”
Así comenzaba la experiencia, y ya desde sus inicios todo lo expuesto, palabra por palabra, era mentira, salvando la mención de Burkittsville, un remoto pueblo que realmente existe en el estado de Maryland y que está habitado por 151 personas según un censo del 2010, mismo que ofició de locación para gran parte de la película. La elección de esta población, pequeña, desconocida y con una fuerte presencia del catolicismo, no solo no es azarosa, es absolutamente intencional y va de la mano con la idea de disponer de una localidad real, creíble y de difícil acceso para los medios una vez la pelota esté echada a rodar. Podemos ver, entonces, que los productores de la película estuvieron en todos los detalles, y el proyecto fue planificado desde las raíces con la precisión de un gran cirujano.
Hay un antecedente a esta producción que, si no fuera por la cercanía con el estreno del film al que estoy dedicando esta reseña, uno podría pensar que sirvió como disparador o motivador para que los realizadores de The Blair Witch Project se inspiraran y llevaran adelante su aventura: Alien Abduction: Incident in Lake County (1998), una producción para T.V. de la difunta cadena UPN que retrataba una abducción alienígena en Lake Country, Montana, en tono documental. Las similitudes entre una y otra producción no terminan ahí: la cadena UPN transmitió este telefilm justo después de un programa especial altamente sensacionalista que investigaba el mito de los Vampiros Verdaderos, y no se dio ninguna pista sobre el origen del film salvo lo que se mostraba dentro de la misma, en la cual se hacía alusión a que eran cintas que capturaban una experiencia real de una familia durante una cena de acción de gracias. En su momento el telefilm logró provocar cierto nivel de controversia, sobre todo en U.S.A., donde tanto investigadores expertos del fenómeno UFO como miembros relacionados con organismos encargados de regularizar y regentear el contenido para televisión acusaron a la cadena de irresponsable, y tacharon al producto como un fraude. Lo cierto es que la campaña de promoción detrás de esta película, a diferencia de lo sucedido con la cinta de la Bruja maldita, fue nula, y el telefilm pasó rápidamente al olvido.
The Blair Witch Experience
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Aunque a primera vista parezca que no, The Blair Witch Project cumplió con todos los pasos correspondientes a la realización de una producción independiente en U.S.A., con algunas peculiaridades: el guión, mismo que fue escrito en 1994 por los realizadores del film (que además oficiarían como directores del mismo), Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, no era tal, eran bocetos e ideas desarrollados en 68 páginas con mucho espacio para la improvisación. Se hicieron las audiciones correspondientes para encontrar los actores adecuados para esta película enfatizando, entonces, la capacidad de improvisación que deberían tener los postulantes, y por las mismas desfilaron casi 2.000 personas, para que finalmente los directores se decantaran por Heather Donahue, Michael C. Williams y Joshua "Josh" Leonard, quienes usaron sus nombres reales en el film. El rodaje de The Blair Witch Project comenzó los 1ros días de un frío octubre de 1998 y tomó solo 8 días, pero acumuló 19 horas de cinta que los realizadores tuvieron que reducir a solo 90 minutos, lo que les llevó unos considerables 8 meses de post-producción. Los actores recibieron un rápido entrenamiento sobre como filmar, ya que serían los que llevarían adelante dicha proeza. La totalidad de la película fue capturada con una única cámara en 16 mm en blanco y negro, con algunos filtros de color utilizados en ciertas escenas, pero durante la producción del film el pelotudo de Josh se cayó por una colina con la cámara sobre sus hombros e hizo cagar las lentes de la misma, las cuales tuvieron que ser reemplazadas y encarecieron bastante el film, por lo cual se rumorea que apenas finalizada la filmación, terminaron vendiendo dicha cámara para solventar el resto de los gastos que eran necesarios en la post-producción.
La casi totalidad de los rumores que en su momento se dijeron sobra la realización del film se pudieron verificar en posteriores entrevistas a los realizadores del mismo. Para lograr el mayor impacto posible, los directores “abandonaron” a los actores a su suerte: si bien existía una sinopsis inicial que todos conocían y debían seguir a rajatabla, la resolución de la premisa la fueron desarrollando durante el rodaje, o al menos los actores tenían esa impresión. Para esto redujeron la interacción entre el equipo de producción y los actores a lo mínimo posible, y los realizadores se comunicaban con los actores a través de un sistema de notas que intercambiaban en una zona específica.
La comida y otros suministros eran provistos por la producción, y para enfatizar el sentimiento de desahucio que los tres actores iban sintiendo mientras la historia avanzaba, dichos suministros iban disminuyendo a medida que pasaban los días. Paralelo a esto, el frío fue aumentando de forma leve pero perceptible durante esos 8 días, acompañando la desesperación y la sensación de desarraigo que experimentaron los actores.
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Repercusiones
Aunque parezca mentira, en una web novata y alejada aún de las bondades de la banda ancha, ya se podían recoger comentarios sobre la experiencia de ver este film. Un gran número de personas daban acuso de que se descomponían durante la proyección de la cinta, y no necesariamente por el contenido –muchas veces explícito- de la misma: el constante y continuo movimiento de la cámara en mano terminaba provocando ese efecto. Esto da cuenta de dos cosas: por un lado, la repercusión que tuvo el film fue tan grande que personas poco acostumbradas a ver películas de bajo presupuesto con características similares se acercaban al cine con ánimos de querer formar parte de esta experiencia, y por el otro esto es una muestra de cómo la película, a los productores y directores, se les fue de la mano, en el sentido de que incluso logró impactar de maneras que ni los mismos realizadores habían planificado. Parecía entonces que The Blair Witch Project lograba afectarte de una u otra forma, casi sin excepciones. Llegado cierto punto, la cinta recogía una crítica mayormente positiva, ya sea por el gran y efectivo truco llevado adelante por parte de los realizadores o por el verdadero valor como film de suspenso que muchos le daban. La casi totalidad de los críticos alentaban al espectador a ver el film, por ambos motivos, y sin necesidad de que una distribuidora les pase un billetín para que tuerzan unos grados sus reseñas hacia un ángulo positivo. En poco tiempo The Blair Witch Project se transformó en un fenómeno de masas, con una inversión insignificante en comparación con las ganancias que estaba dando. La Brujita sin prisa pero sin pausa comenzaba a transformarse en una nueva leyenda urbana del cine de principios del nuevo siglo, y demostraba que la astucia y la creatividad podían penetrar un mercado con un circuito cerrado y blindado, con una eficacia que no se volvería a repetir al menos hasta el presente.
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