Si vienen siguiendo mis columnas en TierraFreak podrán notar que ciertos temas son recurrentes. Y no hablo de la temática (que obviamente son nerdeadas, pero principalmente de cine y televisión), sino de que hay cuestiones de las cuales me apasiona ser testigo contemporáneo.
No por nada muchas veces comenté sobre sagas inexplicables o cambios en el negocio de la televisión o de cuando la pantalla grande queda chica.
Y esta vez vengo a comentarles un producto audiovisual que cumple con las tres premisas nombradas anteriormente, pero que principalmente necesita que hagamos algunas cuantas concesiones para lograr disfrutarlo.