Hay cosas en la vida que no podemos controlar. Cientos de ellas. Mal que nos pese. Creo que no es la primera vez que comienzo una reseña mencionando esto, pero estas últimas semanas, poco a poco, estoy haciendo un esfuerzo enorme por conciliar mi “yo interior” con esa idea, e intentar vivir tranquilo con la misma. A mí me gusta planificar las cosas, buscar tiempo para poder elaborar las ideas tranquilo, sin apuro, y así poder abordar los temas como más me gusta, para poder entregar un texto a la altura de mi tibia trayectoria y sobre todo de la impronta de este sitio. Pero la mayoría de las veces las circunstancias aleatorias se posicionan casi sin control sobre tu vida, una y otra y otra vez, y las complicaciones se van acumulando y se van concatenando como si se trataran de fichas de dominó que van cayendo una detrás de otra. En algún punto pensás: no pueden seguir cayendo fichas eternamente, en algún momento esto tiene que parar… pero ese momento nunca llega, y mientras las fichas caen tu vida tienen que seguir, a la par de ellas, o debajo de las mismas.
Fíjense como serán las cosas que originalmente quise escribir una reseña doble y matar dos pájaros de un tiro cuando comencé a abordar la serie Inhumans, a finales del año pasado, y el tiempo fue pasando y tuve que postergar una entrada sobre Runaways recién al día de hoy. También quise comenzar a entregar dos reseñas por semana, entre otras cosas porque vengo acumulando un montón de series que ya han culminado sobre las que me gustaría explayarme, a la par de un montón de películas sobre las que quiero escribir y también toneladas de historietas, del país del norte y del nuestro… y aquí estamos, a duras penas estoy pudiendo cumplir con una reseña por semana, y ni siquiera todos los jueves.