Cuando comenzó el nuevo siglo para quien escribe estas líneas los cambios bruscos se fueron acumulando unos detrás de otros: el negocio que tenía en ese momento se estaba viniendo a pique, había decidido cambiar de carrera, cambiar de pareja (?), y hasta hubo un amague de irme a vivir con un amigo, lejos del núcleo familiar por 1ta vez en mi vida… fallido. En medio de esa vorágine de emociones cayó en mis manos una serie regular firmada por un guionista que ya tenía bien valuado, Kurt Busiek, con dibujos de un tal Pat Olliffe que al menos yo tenía identificado como “medio perro”. La serie en cuestión se llamaba Untold Tales of Spider-Man y la premisa era tan jugada como innovadora: narrar “nuevas” aventuras de Spidey pero cronológicamente ubicadas en sus primeros días como héroe, pero no a manera de reboot sino todo lo contrario, respetando a rajatabla las aventuras iniciáticas escritas por Stan Lee y dibujadas primero por Steve Ditko y luego por John Romita Sr.
