Hace Más de un año, en una reseña en la cual recuperé ciertas series de televisión cortas que podían ser consumidas en poco tiempo, me explayé sobre Black Mirror, esta pretenciosa producción de Charlie Brooker que nos entretuvo con polémicos guiones fuertemente vinculados a nuestra relación con la tecnología, show que justamente dejé para el final de dicha entrada porque me pareció una verdadera joya. Este fin de semana la señal Netflix puso “al aire” la 3er temporada de dicho show, la cual consta de 6 capítulos –el doble de los que tenía cada temporada previa-, y que, además, forma parte de una primera tanda para corresponder con el contrato de esta señal, que encargó 12 capítulos en total.
Cuando hace meses se anunció este contrato, para muchos no fue una sorpresa la cantidad de episodios dado que Netflix difícilmente produce algo que no supere los 8 o 10 capítulos por temporada, pero no fuimos pocos los que, aún a sabiendas de que Brooker se iba a mantener como showrunner y guionista de cada capítulo, temíamos una pérdida en la calidad de esta nueva entrega dado el elevado número de episodios. Vistos los 6 capítulos iniciales, esta es mi conclusión.