Para cualquiera que haya visto más de una película de Alex de la Iglesia sabrá que es un cine complicado, pero a la vez entretenido.
Complicado porque toca temas que nos molestan, temas que nos movilizan, temas para nada triviales. Desde las miserias de cada uno de los integrantes de un grupo guerrillero hasta el fondo del alma humana para mostrarnos dónde puede llegar una persona al despreciar a otra, pasando por las falsedades y el desconocimiento de los vecinos que viven en tu mismo edificio.
Pero claro, también lo hace entretenido, con humor, con acción y con todos esos condimentos que muchos creen que es “su estilo” para poder enmascarar ese mensaje que quiere transmitir, esa semilla en nuestro cerebro que, como buen filósofo que es, quiere plantar para que crezca la duda.