Si vienen siguiendo mis columnas en TierraFreak podrán notar que ciertos temas son recurrentes. Y no hablo de la temática (que obviamente son nerdeadas, pero principalmente de cine y televisión), sino de que hay cuestiones de las cuales me apasiona ser testigo contemporáneo.
No por nada muchas veces comenté sobre sagas inexplicables o cambios en el negocio de la televisión o de cuando la pantalla grande queda chica.
Y esta vez vengo a comentarles un producto audiovisual que cumple con las tres premisas nombradas anteriormente, pero que principalmente necesita que hagamos algunas cuantas concesiones para lograr disfrutarlo.
Y no es que normalmente no lo hagamos. Porque cualquiera que lea una historia de Sherlock Holmes concede que el tipo tiene un poder de deducción sobrehumano para poder disfrutar de una buena historia, así como cuando vemos una película de Rambo concedemos que los cargadores de las pistolas tengan 150 balas cada uno para disfrutar de una buena película de acción.
Y ni hablar cuando vemos alguna película clase B, donde las concesiones son mucho más referidas al presupuesto, pero las hacemos sin ningún problema con tal de ver una historia divertida y pasar un buen rato.
Pues en el caso de la saga de “The Librarian” (y su serie derivada “The Librarians”) estamos concediendo todo el tiempo y se disfruta.
Pero primero un poco de historia, porque todo empieza en 2004 cuando David Titcher escribe una película y se la vende al canal TNT para que la produzca y la estrene. Porque sí, de primera se sabía que iba a ser un telefilm, por lo que a nivel presupuestario ya tenemos que hacer unas cuantas concesiones al ver “The Librarian: Quest for the Spear”.
La película está protagonizada por Noah Wyle (el mismo de “ER” y “Falling Skies”) y por la bella Sonya Walger (Penny, la que no era dueña del barco en “Lost”) que interpreta a la Guardiana, el músculo que protege al Bibliotecario en los momentos de riesgo físico. El trabajo de Walger demuestra que puede tener buenas coreografías de acción y seguir teniendo una sensualidad impresionante.
Lo que nos cuenta esta primera entrega de “El Bibliotecario” (como se tradujo por estas costas) es que existe un lugar con siglos de antigüedad, que se encarga de guardar y resguardar objetos históricos y mágicos tales como la Caja de Pandora, el Santo Grial, la espada Excalibur, el Rayo de la Muerte diseñado por Nikola Tesla o el original de la Gioconda (porque parece que el que está en el Louvre es una copia), por solo nombrar algunos de los tantos ítems archivados en la Biblioteca.
Y es que el principal trabajo del Bibliotecario no es catalogar estos objetos, sino salir a buscarlos, salir de aventuras en búsqueda de “los resabios de la magia” que quedan dando vueltas por el mundo. Un mundo cada vez más tecnificado y tecnócrata que “no está preparado para aceptar que la magia existe y no puede lidiar con ella”, como le dice el personaje interpretado por Bob Newhart (reconocido últimamente como el profesor Protón de “The Big Bang Theory”) al incrédulo Flynn Carsen (Noah Wyle).
Es entonces que, planteado este universo donde la magia existe (y es mostrada con pobres efectos de CGI) nos enteramos que la Biblioteca no es tan segura como parece y que la malvada “Hermandad Serpiente” logró robar de ella nada más ni anda menos que un fragmento de la Lanza Del Destino. Un objeto que, en las manos equivocadas tiene el poder para lograr que la magia vuelva al mundo.
Obviamente esta es la idea de la malvada Hermandad Serpiente y su malvado líder interpretado por nada más ni nada menos que Kyle “Soy Paul Muad´Dib y el agente Cooper” MacLachlan.
¡Momento!… ¿por qué era malo que la magia vuelva al mundo? ¿Si el Bibliotecario la usa, se la guarda y está rodeado de artefactos mágicos? ¡Ah! ¡Cierto! ¡Porque “la humanidad tecnificada no está preparada para aceptar que existe lo mágico y porque no puede lidiar con ella” y porque “la Malvada Hermandad Serpiente la quiere sólo para ellos”!.... bueno, una concesión más.
Y es que si tenemos en cuenta que la película es para un público infanto-juvenil realmente es entretenida. Y eso es lo que importa.
Porque como escribí antes, uno no le pide a DC la explicación científica de cómo Superman tira rayos por los ojos y entonces no debería pedirle mucha coherencia a la historia de “The Librarian: Quest for the Spear” porque lo importante es la aventura, simple, llana, pero principalmente entretenida.
Y como adelanté en los primeros párrafos “The Librarian” también es una saga inexplicable, porque para el 2006 se estrena “The Librarian: Return to King Solomon's Mines” dirigida por Jonathan Frakes (sep, el mismísimo Comandante Riker de “Star Trek: TNG”) que tiene una interesante carrera detrás de las cámaras y logra una mejora enorme con respecto al trabajo que había realizado el ignoto Peter Winther en la anterior entrega. Pero claro, a nivel guión, actuaciones y efectos especiales tenemos que seguir concediendo.
En esta continuación vemos que Flynn Carsen se acostumbró más al trabajo de Bibliotecario y que, por esas cosas del guion que no nos dijeron antes, tiene un legado importante que lo hace ser mejor Bibliotecario que los anteriores. Es así que termina buscando las minas del Rey Salomón donde se encuentra el libro mágico con que este antiguo rey podía llegar a controlar el tiempo y el espacio, obviamente para llevarlo a la Biblioteca.
El interés romántico del protagonista esta vez es una arqueóloga interpretada por Gabrielle Anwar (la misma de “Burn Notice”, gran serie coprotagonizada por el gran Bruce Campbell) que a pesar de un reflejo femenino (y bonito) del Bibliotecario, no logra suplir el personaje que Sonya Walger interpretó en la anterior película.
Como pasa siempre con estos productos, los protagonistas se los cargan a los hombros y terminan apareciendo como “Productores”. Y porque Wyle aparece en este rol es que quizás se entienda la tercera parte de esta saga “The Librarian: The Curse of the Judas Chalice” del año 2008.
En esta tercera parte (también dirigida por Frakes) el Bibliotecario ya está bastante cansado de no poder tener una relación estable y que toda su vida gire en torno a su trabajo en la Biblioteca. Entonces se va de “vacaciones” a New Orleans y termina enredado en una estratagema de ex agentes de la KGB que buscan la tumba de Vlad Tepes para, obviamente, resucitarlo.
Con una rara mezcla de magia voodoo, mitología vampírica y la leyenda del Cáliz hecho con las 30 monedas de plata que le pagan a Judas Iscariote para que traicione a Jesús, la película de nuevo es una aventura entretenida que nos obliga a hacer muchas concesiones para poder disfrutarla. El interés romántico esta vez corre por parte de Stana Katic (la protagonista junto al gran Nathan Fillion de la serie “Castle”) y si hay algo que tiene esta entrega de la saga es que profundiza en la mitología propia de su universo, demostrando que mucho de lo que se daba por sentado, tiene un por qué.
Y las otras premisas que también cumple esta saga son las de los cambios actuales de negocio en la televisión y que muchas veces las películas quedan chicas para contar ciertas historias que se pueden terminar serializando.
Y las otras premisas que también cumple esta saga son las de los cambios actuales de negocio en la televisión y que muchas veces las películas quedan chicas para contar ciertas historias que se pueden terminar serializando.
Es así que en diciembre del año pasado se estrenó “The Librarians” (sep, en plural). Una serie también producida por TNT, canal que también la emite, y que tiene una temporada de 10 episodios y ya se confirmó la segunda con 10 más.
La premisa de esta serie es que la malvada Hermandad Serpiente logra entrar (otra vez) a la Biblioteca para saquearla, es entonces que se activa un protocolo especial de seguridad y la Biblioteca y todo su contenido es transportado a una especie de universo de bolsillo, inalcanzable desde nuestro tiempo-espacio.
Para intentar recuperar lo que la Hermandad Serpiente se llevó, Flynn se apoyará en una nueva Guardiana (Rebecca Romijn) y 3 aplicantes al trabajo de Bibliotecario que nunca respondieron al llamado que Flynn sí aceptó tiempo atrás. Estos tres cuasi-bibliotecarios están protagonizados por Christian Kane (conocido por su trabajo en “Angel” y en “Leverage”), Lindy Booth (Night Bitch de “Kick Ass 2”) y el ignoto John Kim.
Al equipo se suma el archiconocido John Larroquette, con un personaje misterioso que es el encargado del “anexo”, una especie de ancla en este mundo que tiene La Biblioteca, a través de la cual los Bibliotecarios pueden tener acceso a cierta información y, principalmente, a una puerta dimensional que los puede transportar a cualquier parte del mundo que tenga una puerta… algo así como las puertas de “Monsters Inc.”, digamos.
Lo interesante de la serie es que el personaje de Noah Wyle no es protagonista, sino uno que aparece de vez en cuando, porque en realidad él sigue buscando la manera de traer de vuelta a la Biblioteca a nuestro espacio-tiempo.
Mientras tanto vemos distintas aventuras de este grupo de 3 aspirantes a Bibliotecarios y la Guardiana intentando recuperar objetos mágicos o ayudando a personas en peligro por alguna forma de magia.
Cabe destacar que tanto la producción como las actuaciones son mucho más interesantes que las de las películas (incluida la de Wyle, que logra un registro bastante parecido al de David Tennant y su 10º “Doctor Who”), que los capítulos siguen siendo historias unitarias como las películas (pero que al final de temporada todos tienen una razón de ser) y que los efectos están un poco más logrados. Eso sí, ver las coreografías de pelea de Rebecca Romijn da dolor de ojos. Pero es tan bella que ¿adivinen qué? ¡Sí! ¡Concedemos!.
La serie es entretenida, expande muchísimo el universo de las películas y logra explicar un poco más la idea de por qué y para qué existen los Bibliotecarios.
Cada capítulo tiene una estética y dinámica distinta. Se nota que están mostrando varios registros, por lo que tenemos el capítulo de terror, el que es más de acción, el que es de amor adolescente, el que tiene más comedia que de costumbre, etc.
A cualquiera que le interesen las aventuras inocentes, sin dobles lecturas, sin antihéroes, simples y con el toque de fantasía que caracteriza a otros productos (por ejemplo el antes mencionado “Doctor Who”), cualquiera que tenga todavía un niño interno vivo, va a disfrutar del universo de “The Librarian” sin ninguna duda.
Porque como dice el maestro Grant Morrison “Los niños entienden que los cangrejos de verdad no cantan como el de La Sirenita. Pero le das una ficción a un adulto y empezará a preguntar cosas estúpidas como “¿cómo vuela Superman?” o “¿Cómo funcionan los rayos que tira por los ojos?” o “¿Quién infla los neumáticos del Batimovil?”… ¡Es una maldita historia inventada, estúpido! ¡Nadie infla los neumáticos!”
A cualquiera que le interesen las aventuras inocentes, sin dobles lecturas, sin antihéroes, simples y con el toque de fantasía que caracteriza a otros productos (por ejemplo el antes mencionado “Doctor Who”), cualquiera que tenga todavía un niño interno vivo, va a disfrutar del universo de “The Librarian” sin ninguna duda.
Porque como dice el maestro Grant Morrison “Los niños entienden que los cangrejos de verdad no cantan como el de La Sirenita. Pero le das una ficción a un adulto y empezará a preguntar cosas estúpidas como “¿cómo vuela Superman?” o “¿Cómo funcionan los rayos que tira por los ojos?” o “¿Quién infla los neumáticos del Batimovil?”… ¡Es una maldita historia inventada, estúpido! ¡Nadie infla los neumáticos!”