Bueno, queridos lectores, metidos ya de lleno en el 2do año de estas reseñas semanales pretendo abordar perfiles de autores célebres de la historieta, el cine y la t.v. pero dándole una vuelta de tuerca a los ya presentados, para que el tópico no aburra ni repita. Es así como hoy vamos a indagar un poco en la vida artística de este oriundo de Cleveland, Ohio que tiene apenas un año más que yo y que ha logrado posicionarse en la última década y media en cualquier Top 10 de buenos guionistas yanquies de comics, y que forma parte de una camada de guionistas que vino a darle un poco de aire fresco a este medio. Estoy hablando, como no, del señor Brian K. Vaughan, del cual hoy, estrenando formato, vamos a reseñar 4 obras, 4 razones por las cuales este tipo es sencillamente un genio, 4 historias en las que solo puso la mano en los guiones él, 4 historietas que no podes dejar de leer, cuatro. Si, amigos, esa es la idea, introducirlos en el mundo de Vaughan a través de 4 de sus obras terminadas. Sin más, vayamos entonces a las mismas:
Ex Machina
Un llamado a la solidaridad: si sos de esas personas que públicamente enuncia que es apolítico, cabe la posibilidad de que este comic no sea para vos. Hay muchos, y algunos con un registro histórico muy interesante, pero es probable que Ex Machina sea uno de los comics políticos más interesantes y entretenidos que haya salido del país del norte. Si en cambio te entusiasma la rosca política, acá tenés, vieja, dale duro y parejo. Conozcamos entonces a Mitchel Hundred, un ingeniero civil neoyorquino que llegó a ser Jefe de Gobierno (Alcalde para los yanquies) de la ciudad que lo vio nacer gracias a su pasado como super-héroe bajo la identidad de Great Machine, pero más que nada debido al hecho de haber podido evitar que el 2do avión piloteado por terroristas se estrolara contra una de las Torres Gemelas en aquel fatídico 11-S, salvando la misma y provocando entonces una ucronía en relación con la historia real tal cual la conocemos. Este comic, entonces, nos va narrando el pasado de nuestro héroe –ahora retirado y devenido en político- en muchas de sus aventuras como Great Machine, e incluso poco a poco vamos descubriendo como obtuvo sus facultades sobrenaturales que le permiten comunicarse y tener cierto control sobre las máquinas, paralelo a su gestión como Alcalde de una de las metrópolis más grandes, complicadas y peligrosas del mundo. Acá Vaughan puede dar rienda suelta a su extraordinaria capacidad para escribir diálogos muy afilados, muchas veces repletos de ironía y sarcasmos pero sobre todo inteligentes, frescos y coherentes. Y lo mejor de todo es que los mismos se dan entre personajes de lo más variopintos (acabo de constatar que hacía 35 años, 2 meses y 43 días que nadie usaba esa palabra en un medio de comunicación escrito), muchos de ellos corruptos y hábiles jugadores de la política, que tienen la capacidad verbal para dejar al pobre Hundred contra las cuerdas, dado que él no tiene en su haber esa experiencia… es un ingeniero devenido en super-héroe que un día se dio cuenta que podía aspirar a más, y ya. Pero Hundred no está solo en esto, tiene un grupo de amigos que lo fueron acompañando en su carrera como Héroe y que siguen estando, de una u otra forma, cerca de él para aconsejarlo o ponerle un hombro, y ha sabido rodearse de un equipo (su gabinete) a la altura de las circunstancias.
Ex Machina es un comic inteligente, enroscado y por momentos denso, pero nunca deja de ser entretenido. No tiene toneladas de acción e incluso muchos de los conflictos que nacen con una confrontación contra un villano de turno se terminan resolviendo con diálogo, pero eso no solo no le quita mérito, lo enaltece. Para hacer este recorrido mucho más llevadero contamos, para colmo, con una bestia, un titán de los lápices como el buenazo de Tony Harris, que tuvo la delicadeza de dibujar los 50 números de la serie (no así los 4 especiales, Chris Sprouse dibujó los 2 1ros y John Paul Leon los otros dos) y que la tiene clarísima con las expresiones en los rostros, algo fundamental para narrar una historia como esta. Pero la capacidad de Harris no se queda solo en esa: amén de lo buen narrador que es y lo fluida que va la historia gracias a su puesta en página, cuando aparece la acción se va al re carajo, mal, y las viñetas estallan gracias al movimiento, la energía y el vértigo que destilan. Si tengo que tirarles algún link de referencia a esta obra la que se me ocurre en este momento es Transmetropolitan, otra gran serie que comenzó en Helix y culminó en Vertigo y que estuvo guionizada por Warren Ellis y dibujada por Darick Robertson… la diferencia entre esta y Ex Machina es que acá el componente super-heróico está muy presente, todo el tiempo.
Pride of Baghdad
A diferencia de las otras 3 historias que reseño en esta entrada, Pride… es un solo tomito, una novela gráfica (agh… como odio ese término, pero se aplica en este caso) de 128 páginas que salió publicado bajo el sello de Vertigo el 13 de septiembre del 2006.
Cuando tenés la sensibilidad que Vaughan tiene, llega un momento en tu carrera como artista en donde no podes quedarte ajeno al flagelo de la guerra en el mundo. Y así como Art Spiegelman en su momento hizo catarsis sobre el holocausto nazi en Maus, Brian reflexiona sobre el conflicto en Irak a su manera con una fábula para adultos, utilizando como punto de partida un hecho real que ocurrió en un zoológico de Bagdad en el 2003. Para llevar adelante tamaña tarea su editor le recomendó prestarle atención a un artista canadiense de nombre Niko Henrichon que ya había trabajado en otra novela gráfica, Barnum!, escrita por Howard Chaykin, y convocarlo para esta tarea. La elección no podía ser más acertada. Qué lindo cuando un plan se concreta, diría John Hannibal Smith.
Pride of Baghdad Pride of Baghdad nos narra la aventura de 4 leones en
cautiverio viviendo en un zoológico donde, de la noche a la mañana y
producto de un bombardeo, descubren que sus captores han desaparecido. Es ahí entonces cuando se genera el conflicto: de repente son libres, pero sin esfuerzo alguno, sin haberse ganado esa libertad. Y cada uno de ellos hace distintos planteos sobre la situación, y con dudas y resquemores de todos modos deciden hacerse cargo de la misma y comenzar a recorrer una ciudad en llamas atravesada visceralmente por la guerra y matizada con los vestigios de la misma, ofreciendo peligros variados en cada lúgubre rincón. Esta errática aventura los llevará a reflexionar sobre la importancia de la libertad, sobre la dicotomía que plantea el saberse más seguros cautivos y sobre el significado de este bien tan preciado que casi nadie valora... salvo que lo conquiste con sudor y sangre.
Vaughan no trata al lector como un imbécil, mucho menos como un ignorante, y tampoco pretende darnos una lección de vida, apenas hacernos reflexionar desde una óptica que quizás nunca habíamos adoptado, y para eso recurre a un artista que, ni lerdo ni perezoso, hizo uso de una paleta de colores y un diseño de personajes que referencia de forma directa a The Lion King (1994), el famosísimo film animado en 2D de Disney, una producción claramente norteamericana, sinónimo del cine infantil de exportación y un exponente duro de la imposición de la cultura norteamericana en el mundo. Y es que si bien la base de la bajada que hace Vaughan no está directamente relacionada con este tema, una de sus 3 patas seguro que sí: ¿Quiénes son dueños de la libertad en el mundo, quienes advocan por ella, quienes la protegen, con que costos, buscando que beneficios? Pride… puede ser tan pequeña e íntima como quiera el lector, pero podemos ampliar el espectro, salirnos del cuadro y encontrarnos con otras lecturas y matices. Esta es definitivamente una novela gráfica para adquirir y dedicarle un tiempo, porque por sobre todas las cosas es una historia entretenida con un clima muy particular y muy poco común para el mercado yanquie, pero que carece de esos diálogos afilados a los que Brian K. nos tiene acostumbrados, y sin embargo cuando llegamos al final del recorrido nos damos cuenta que los mismos no eran necesarios.
Y: The Last Man
2002. Pumba. Finalmente el Apocalipsis llegó. Mueren todos los seres vivos con cromosomas Y, o sea, todos los que tienen pitulín y un par de testículos. ¿Todos? No, señor, no todos. Sobreviven Yorick Brown, un joven universitario aficionado al escapismo, y su pequeño mono Ampersand. Imaginen las consecuencias de esto, ¿no? Un mundo manejado por mujeres. Qué bueno que solo sobrevivió Yorick Brown, no sé si quiero vivir en un mundo así. xD
Dejando de lado el chiste machista que me hizo perder el 99% de las mujeres que me léen, la idea de Vaughan con este tremendo, impresionante e increíble comic de Vertigo es recorrer este mundo en una especie de road movie comiquera de la mano de Yorick, su mono, la agente 355 y la Dra. Mann, para descubrir que… no somos tan diferentes a las mujeres después de todo: el planeta sigue siendo un lugar violento, jodido, corrupto, misógino y racista y por supuesto que sigue habiendo mujeres poderosas con su propia agenda –secreta o pública-, fanáticas religiosas, cruzadas, y cada grupo o cada mujer relevante en esta saga tiene su propia idea de qué es lo que se debería hacer con el único hombre que ha sobrevivido a esta crisis, y que podría significar la posibilidad de prolonga la existencia de la raza humana, como mínimo.
Y: The Last Man es una de esas piezas de la historieta que no podes evitar por mucho tiempo. Su fama la precede pero a diferencia de lo que podría suceder con otras historietas, las expectativas que tienen casi todos los que se acercan a esta obra serán debidamente saciadas, y sumado a eso se encontrarán con sorpresas a lo largo de esta épica aventura. La trama no para un segundo, el ritmo que tiene es vertiginoso y equilibrado, casi no hay historias de descanso o relleno, todo esto sustentado por una galería de personajes secundarios tremendos, muy bien escritos y muy disímiles unos con otros. El final es, como dicta toda buena obra, un digno cierre para esta travesía enorme, y es imposible que decepcione… en todo caso es muy probable que a más de uno le haga caer alguna lágrima. Si en algo falla Y es, quizás, en la elección que se hizo del artista que se encargó de dibujar la casi totalidad de los 60 números que salieron entre septiembre del 2002 y marzo del 2008: Pia Guerra. ¡¿De dónde sacaron a la mina esta?! Todo bien, pero cuando uno comienza a leer Y, lo 1ro que piensa es “bueh, esta va a ser como Steve Dillon en Preacher, que empieza medio verde pero le va agarrando la mano y termina estallando”… y no… Pia no estalla nunca. Una lástima, porque si este comic hubiera tenido un mejor dibujante, tranquilamente podríamos ponerlo entra las 3 mejores series ongoing que publicó la editorial Vertigo, sin problemas. De todos modos, no se priven de leer esta belleza si aún no lo han hecho, es un viaje de ida.
Logan
Y si, k-po, era obvio que iba a reseñar esta miniserie. ¿Prestaste atención al nickname con el cual firmo estas notas, maestro? ¡Toda esta reseña es una excusa para divagar sobre este comic, papá!
Vamos a la misma. Logan, también conocida como Wolverine: Logan (el hardcover que recopila la saga se llama así) fue una miniserie de 3 números que salió allá por el 2008 y fue luego recopilada en un hc ese mismo año y un tpb al año siguiente, con guión de, obviamente, Brian K., y dibujos de nuestro querido Eduardo Risso. Siempre que Wolverine toca Japón la historia tiene un gustito especial, mucho más cuando la misma está orquestada por dos terremotos de la historieta como estos artistas (que encima acá tienen como co-equiper en los colores a Dean White, que acompañó los claroscuros de nuestro compatriota como pocos en el mercado yanquie), pero en este caso la trama toca un par de fibras sensibles sobre el pasado de nuestro canadiense favorito, lo que pone esta crónica en un podio sin discusión. Logan podría ser la mejor narración de Wolverine jamás escrita y tiene madera para eso, no lo es porque por suerte existen un puñado más de sagas o miniseries que están un pelín más arriba, y porque el bueno de Vaughan la estiró un poco, pero de forma deliciosa.
Gracias a haber recuperado gran parte de su memoria, Logan comienza a atar cabos sueltos de su pasado, y en este caso uno de los mismos lo lleva a viajar a Hiroshima. Si, leyeron bien: Hiroshima. A menos que sean oriundos de Japón y tengan una historia personal con ese país, ese nombre para cualquiera que sepa un poco de historia mundial solo puede significar algo: atomic bomb, baby. Yeah!!! El relato entonces se divide y mientras seguimos a Wolverine con su clásico traje amarillo persiguiendo a un enemigo flamígero en el presente, somos testigos de un fragmento de su pasado cuando fue prisionero de guerra de los ponjas y compartió la celda con un tal teniente Warren, mismo que le dio una mano para poder huir y lo acompañó por un bosque nevado hasta que se topan con una preciosa mujer nativa de nombre Atsuko, que termina provocando un distanciamiento entre nuestro héroe y el tal Warren (Yoko style), y se transforma en su amante asiática. Por supuesto que esta es una historia salvaje, brutal, violenta y dramática, así que la tragedia no va a tardar en aparecer, pero no es necesario spoilear más allá de la premisa.
Logan es una historia sólida, emotiva y magistralmente narrada por un Risso en crack, que aprovecha al mango la oportunidad de dibujar a un Wolverine muy encabronado y que demuestra que está más que preparado para afrontar historias con toneladas de acción. Es un deleite para un fan como yo tanto del personaje como del arte de Eduardo haber podido asistir a una aventura de estas características… ¡Y encima en Japón! ¡¡¡En Japón!!! No puedo sacarme el fan de encima, mil disculpas, pero cuando me enteré que Risso iba a dibujar a Wolverine en una miniserie guionizada por Vaughan creí que iba a tocar el cielo con las manos… cuando finalmente la tuve en mis manos y descubrí que estaba ambientada en Japón… chau, me fui en seco. No pueden perderse esta historia.
Reflexión final