
En la primera parte hemos hecho referencia al carácter mitológico de los comics de superhéroes al identificar en estos un valor simbólico que se muestra como la actualización de un motivo mítico siempre renovado y siempre presente: el arquetipo del héroe. Pero, ¿qué es exactamente un arquetipo?
Para hablar de arquetipo, debemos hablar de Carl Gustav Jung. Jung se dedicó al estudio y la investigación profunda de las estructuras del inconsciente durante la casi totalidad de su vida, siendo junto con Freud unas de las principales figuras fundadoras de la psicología del inconsciente. El gran descubrimiento de Freud fue que nuestro inconsciente, en los sueños, se expresa en símbolos que pueden ser interpretados y que poseen un significado para nosotros. El modelo de Jung supuso la ampliación de esta idea a todas las producciones culturales de la humanidad.

Los arquetipos existirían conceptualmente en un nivel psíquico inconsciente común a todos los hombres que Jung denominó “inconsciente colectivo”, diferenciándolo del “inconsciente personal”, propio y particular de cada individuo. Debajo del inconsciente personal, el inconsciente colectivo constituiría un estrato común que conserva, como la memoria genética de los instintos animales, una memoria heredada de toda la raza y una estructura básica formada por los arquetipos, los cuales serían decisivos para la configuración de la consciencia humana. Los arquetipos de la Gran Madre, de La Unidad, del Anciano Sabio y del Paraíso Perdido son algunos de los principales motivos recurrentes identificados por Jung.
Suele interpretarse erróneamente el concepto de arquetipo como una imagen o un símbolo particular, e incluso se utiliza indistintamente la palabra "arquetipo" para referirse a estereotipos culturales. Sin embargo, en la teoría jungiana, los arquetipos no tienen una forma definida o concreta, más bien son como un molde o patrón subyacente del inconsciente colectivo que, al llenarse con los contenidos del inconsciente personal o cultural, se expresa en una forma concreta. Esto parece algo complejo o una diferencia superflua, pero es fundamental captarlo para comprender qué es realmente un arquetipo y qué lo hace universal y, en términos junguianos, "numinoso " (dotado de un poder para fascinar o conmover).
Si los arquetipos son los moldes básicos de representación, los símbolos son el contenido que llena esos moldes. En tanto que el arquetipo como tal carece de forma concreta, su medio de manifestación en la psique es el símbolo. De esta forma, los símbolos, entendidos de manera junguiana, no son meramente imágenes creadas por la cultura de manera deliberada y consciente, manejadas por convención social (la paloma de la paz o la cruz cristiana, por ej.), sino la genuina forma en que el inconsciente expresa sus contenidos arquetípicos. Los símbolos aparecen en los sueños, en las creaciones mitológicas y artísticas, y están atravesados por la cultura y por todas las anteriores representaciones simbólicas con las que esa cultura se ha ido enriqueciendo (consciente e inconscientemente) a lo largo del tiempo. Por esta razón, a diferencia del arquetipo, los símbolos no son inmutables. Los símbolos que expresan un arquetipo pueden transformarse indefinidamente junto con la cultura que los produce, pero el arquetipo que los hace existir permanece siempre, como un núcleo último de sentido inmutable. De la

Vistos bajo esta luz, los superhéroes, cargados, podríamos decir, con una subjetividad cultural en parte norteamericana y en parte intrínsecamente posmoderna y transcultural, se presentan actualmente como el símbolo más fuerte del arquetipo del héroe.
Las formas más antiguas del arquetipo del héroe se remontan a la mitología de los pueblos y están presentes en todas las culturas conocidas. Las historias de individuos valerosos, poseedores de poderes y virtudes divinas o sobrehumanas, que llevan a cabo extraordinarias hazañas, son tan viejas como la memoria de los hombres. Zeus, Heracles, Sanson, Aquiles y Lancelot son algunos de los nombres más conocidos que este arquetipo ha llevado desde la lejana era del mito y la leyenda.

Los personajes heroicos forman parte de nuestra cultura, de nuestro mundo cotidiano, de nuestras idealizaciones, nuestras ficciones y nuestros sueños. Ellos son nuestras guías, nuestros faros y ejemplos en la gigantesca, desafiante, terrible y maravillosa aventura de la vida. Porque un relato heroico no pide ser contemplado, sino vivenciado. No existe un solo relato heroico, por

La próxima vez que abras un comic de superhéroes, intenta reconocer el poder que detrás de esos iconos populares, tan familiares ya para nosotros, resplandece con una luz prístina: es la fuerza del arquetipo del héroe.
En la tercera parte de este artículo nos introduciremos de lleno en el análisis de estos símbolos que hemos venido vislumbrando en su dimensión arquetípica, partiendo del primero de todos ellos, padre y modelo de la extensa cadena de héroes y heroínas que vendrían detrás de él: Superman, el Hombre de Acero.
Lecturas Recomendadas:
Robin Robertson - Introducción a la Psicología Junguiana.
Carl Gustav Jung - El Hombre y sus Símbolos.