Como vino sucediendo con la casi totalidad de los estrenos de las series de T.V. de Marvel Studios que se han ido acumulando en la plataforma Netflix, a excepción de la 2da temporada de Luke Cage, la cual no pude reseñar en su momento por no contar con el servicio de internet para acceder a ella (lo que no quita que en algún momento lo haga), a una semana del arribo de la segunda entrega de Iron Fist, hoy en Tierra Freak voy a dedicarle unas líneas, pero de movida pueden estar seguro que el balance de este retorno da positivo, por varios motivos. Uno de los principales, creo yo, es la acertada decisión de los productores y guionistas de armar este nuevo “paquete” en un arco argumental que se desarrolla en solo 10 capítulos, a diferencia de lo que nos entregaron en las dos temporadas de Daredevil, en las dos previas de Jessica Jones, en la de Punisher, en la anterior aventura de Iron Fist y en ambas entregas del ya mencionado Luquitas Cage. Esto, a mi entender, favorece en todos los aspectos el ritmo de la saga, mejora mucho el valor agregado de cada episodio y permite que ningún capítulo se sienta como algo de relleno. Es una lástima que, a excepción de lo que hicieron con The Defenders, esto al parecer no se va a volver a repetir, ya que la próxima temporada a estrenarse será el regreso del Diablo de Hell’s Kitchen, y dicha entrega volverá al eterno número 13.
Cuando pase el temblor
Tras los eventos ocurridos en el esperado (y decepcionante) crossover de estos personajes, la desaparición física de Matt Murdock dejó a nuestro rubio héroe protagonista con un dilema: la protección de New York será de ahora en adelante responsabilidad suya. Y esto se podría entender como parte de la premisa inicial sobre la cual se comienza a desarrollar esta nueva temporada.
Con la organización conocida como The Hand completamente eliminada, el vacío de poder dejado por estos delincuentes será ocupado por las bandas de los Golden Tigers y la Hatchet Gang (los loquitos de las hachas), y en menor escala por un grupo de adolescentes descarriados y marginados que, ante la imposibilidad de poder encontrar un camino “legal” que les permita vivir dignamente, ven en la delincuencia una oportunidad para hacer algo con sus vidas. La misión de Danny Rand estará enfocada, al comienzo de esta nueva entrega, en combatir el delito como Iron Fist de forma física e intentar lograr que las dos agrupaciones de criminales mencionadas al comienzo del párrafo puedan entenderse de forma diplomática y acuerden un “cese el fuego” que, de no concretarse, arrastraría a parte de la ciudad (más precisamente, a la zona conocida como Chinatown) a una nueva guerra de tríadas con las fatales consecuencias para centenares de civiles inocentes.
Para esto, Danny cuenta con la inigualable ayuda de su compañera y amante, la genial Colleen Wing, nuevamente caracterizada de forma magistral por una Jessica Henwick que ya se está convirtiendo en una de mis actrices de televisión favoritas. Colleen quedó muy dolida y apenada por las consecuencias de lo que sucedió al final de The Defenders, y las mismas la llevaron a abandonar sus laboras como profesora de artes marciales en su Doyo, transformar el mismo en un cálido departamento para la convivencia con su amante, y concentrar sus fuerzas en colaborar con el Bayard Community Center, un centro de contención social ubicado también en Chinatown en el cual se le asilo y comida a niños y adolescentes en situaciones complicadas.
Paralelo a esto, Joy Meachum, la media-hermana de Danny, en busca de una venganza contra quienes considera la han traicionado, forja una alianza con el mismísimo Davos, el que se terminará posicionando como villano de esta temporada, en la piel de un correcto Sacha Dhawan, y juntos llevarán adelante un plan para lograr sus objetivos en común y también conseguir cada uno ciertos beneficios particulares en el camino. Davos, para los desmemoriados, es un hermano de alma de Danny que creció codo a codo con él en el templo de K'un-Lun, y supo batirse a duelo contra nuestro protagonista por la obtención del título de Iron Fist… algo que ya todos sabemos cómo terminó, ¿no? Ah, bueno, pero quizás no sabemos los detalles. Ojota.
Siguiendo con la enumeración de los personajes relevantes de esta temporada tenemos a Ward Meachum, una vez más interpretado por Tom Pelphrey, el otro medio hermano de Danny que escondió terribles secretos familiares a su hermana, Joy, lo cual le costó la relación que tenía con ella. Ward ahora se encuentra en la senda de la recuperación y redención: asiste a algunas reuniones de “Narcóticos Anónimos” donde se coge a su “madrina”, Bethany, e intenta de mil formas distintas lograr reconciliarse con su hermana, a la vez que vuelve a forjar lazos de confianza con Danny e inclusive colabora con él y sus compañeros cada vez que puede utilizando sus recursos.
El último personaje digno de mencionar en esta extensa introducción a lo que será la nueva temporada de este show es la temprana intervención de la Detective Misty Knight, llevada dignamente por una muy carismática Simone Missick. Knight se unirá a Danny y Colleen cuando estos dos llamen demasiado la atención en sus negociaciones y combates callejeros contra las tríadas, e intentará persuadirlos a ambos, al menos al comienzo, de que se hagan a un lado y dejen este trabajo para la policía local, que también cuenta con recursos para poder avanzar sobre una potencial guerra de bandas en Chinatown.
Las cuentas del pasado
Se hace evidente apenas comenzamos a ver los primeros episodios de esta nueva temporada que el enroque de showrunners entre Scott Buck y Raven Metzner le hizo muy bien a la franquicia. Buck, que estuvo a cargo de la primer temporada, tenía como grandes logros en su haber la alguna vez fresca, novedosa y exitosa Dexter, un show que se terminó transformando en una mala parodia de sí mismo, y más recientemente fue el showrunner de la fatídica Inhumans, razón por la cual festejo enormemente que se haya alejado de esta franquicia. Su participación quizás terminaría siendo el último clavo en el ataúd que necesitaba el amigo Danny para no volver a tener otra oportunidad en solitario, teniendo en cuenta la floja recepción que tuvo la primer temporada. Pero por suerte esta vez se hizo cargo del asunto Metzner, el genio detrás del guión de la película Elektra (2005) y que colaboró con guiones para la reciente Heroes Reborn .
Ok, hay que admitir que su currículum claramente no es muy tentador, pero más allá de este detalle insignificante, tomó muchas decisiones acertadas y enderezó bastante el bote para entregar una temporada muchísimo más solida que la anterior en muchos aspectos.
El arco argumental que enmarca toda la serie está muy bien trabajado y, una vez más, como sucediera en la temporada pasada, puede que haya capítulos con más o menos que acción, y con mayor o menor ritmo, pero uno siente que la historia avanza episodio tras episodio. La dirección de arte también tuvo unas palmaditas en la espalda, tanto como la dirección general, porque los capítulos se sienten mucho más cinematográficos en sus puestas en escena y su narrativa. Y en este apartado entra también en juego las coreografías, las cuales no son excepcionales pero definitivamente están mucho mejor que las del año pasado. Mucho mejor. Hay 3 o 4 escenas de pelea que son francamente inolvidables, tanto por lo que se logra con las tomas y movimientos como por su cinematografía y el uso del entorno que rodea a los personajes que llevan adelante la escena, aunque, vale aclararlo, una vez más la imbatible Jessica Henwick se luce muchísimo más que el rubio Finn Jones, el cual, de todos modos, al parecer se dedicó bastante más en todo este tiempo a verse mucho más sólido y verosímil en sus movimientos.
Fuera de todo esto, esta segunda entrega de Iron Fist tiene una conexión muy fuerte con el resto del Marvel Studios televisivo, pero además tiene constantes referencias a los cómics, como ya sucediera en la temporada pasada. Cuando aparece Misty Knight con su brazo biónico uno no puede más que aplaudir, y luego cuando las vemos trabajas juntas varias veces a la Detective codo a codo con Colleen… y bueno, son las “Daughters of the Dragon”, casi consolidadas. Y así y todo la serie está tan bien escrita que meten estos guiños y a la vez manejan un sarcasmo evidente hacia los títulos rayadamente orientales y exóticos con los que tenían que cargar estos personajes en el papel, producto de un estereotipo muy cerrado sesgado por la pobre observación occidental de culturas que nos resultan exóticas, como mínimo.
Lo bueno de esta entrega es que no baja un segundo, a medida que la trama avanza los peligros aumentan de forma escalonada, y la situación se torna cada vez más infranqueable, y la misma no tiene contemplación ni siquiera por cuestiones místicas que considerábamos sagradas e inamovibles dentro de la mitología que fue armando el show. Todo lo que conocíamos hasta ahora se va a volver a poner en tela de juicio, y no podremos dar nada por sentado. Y entre las sorpresas que nos tienen reservadas está el hecho de un personaje clásico de Marvel Comics que hasta el momento nunca había tenido una versión live-action, y tiene un peso enorme en la trama de esta temporada.