Siguiendo las directrices que en el 2008 impusieran Kevin Feige y su tropa para los héroes más grandes de la tierra, el pasado viernes finalmente se puso on-line en Netflix la mini-serie The Defenders, una saga televisiva de 8 capítulos que reunirá por fin a Daredevil con Jessica Jones, Luke Cage e Iron Fist, en lo que podría haber sido el evento televisivo del año si no fuera porque las expectativas estuvieron muy por encima de los resultados entregados. Hay que tener una muñeca muy particular para poder escribir, dirigir y producir un show con estas características, máxime teniendo en cuenta el nivel de calidad que supo tener aquella primer temporada de nuestro abogado favorito en esta misma señal streaming, y a medida que los episodios fueron avanzando se hizo notorio que a los showrunners Douglas Petrie y Marco Ramirez el desafío les quedó grande. Vamos a intentar explicar el porqué procurando no spoilear demasiado.
La mano que mece New York
Son muchos los motivos por los cuales The Defenders no cumplió con lo prometido, y no estoy del todo convencido de que la culpa recaiga exclusivamente en los realizadores de esta producción. Netflix no sólo es una plataforma de contenido digital streaming (quizás la más importante de estos últimos años), es además una empresa que toma decisiones muy afiladas, la mayoría de ellas muy inteligentes, apoyadas muchas veces por estudios de mercado que le proporcionan los mismos subscriptores con sus selecciones de contenido. Siendo así, hace un tiempo dieron a conocer las conexiones que existen entre los gustos de los usuarios que se han acercado a cada una de las 4 producciones televisivas de la sociedad Marvel-Netflix que funcionaron como órgano conector para poder desarrollar The Defenders, y en la misma pueden entrar series tan disímiles entre sí como Breaking Bad, House of Cards, Black Mirror, Shameless y hasta la clásica sitcom de los ’90, Friends.
Aunar todas esas preferencias en un solo producto que pueda satisfacer las necesidades de todos los televidentes era, desde el vamos, un desafío imposible. No somos pocos los que hubiéramos preferido que The Defenders fuera ni más ni menos que una 3er temporada de Daredevil “maquillada” como un show televisivo super-heróico, y punto. Sobre todo porque, amén de la disparidad de tonos –y sobre todo de calidad- entre las distintas propuestas, todos podemos convenir que ese arranque inicial de esta sociedad entre Netflix y Marvel Studios no solo terminó siendo la mejor propuesta de todo lo visto, la más sólida y coherente, fue además un producto único dentro del género para este medio. Al día de la fecha no ha aparecido, ni por parte de esta productora ni en la competencia, un show televisivo que nos deje más conformes a los lectores como adaptación y como entretenimiento, uno que sea tan cerrado y cuidado en cada uno de los aspectos que lo componen. Un guión muy pulido que prácticamente parecía un largometraje de 13 capítulos, un casting idóneo, diálogos muy bien trabajados que colaboraron para darnos un creíble desarrollo de personajes, frescura en el armado de la trama -intercalando flashbacks sólo cuando el capítulo lo requería-, todo esto acompañado de una producción soñada que pudo concretar una puesta en escena idílica, una fotografía muy cuidada y unas coreografías que siguen siendo referentes para los shows de acción de este medio.
Para que The Defenders consiguiera siquiera arañar este cúmulo de méritos era necesario tomar ciertas decisiones que podían llegar a comprometer, quizás, la legitimidad del pacto tácito a la hora de desarrollar esta aventura, el cual dicta que los 4 héroes protagonistas deberán tener el mismo peso en el desarrollo de la trama, algo que va a contramano de un show que presente un plot que bien podíamos resumir como “la gran aventura de Daredevil y sus amiguitos contra La Mano”. Si los realizadores de esta nueva entrega de Marvel Studios prestaban atención a lo que funcionó y lo que no en la previa, haciendo uso de las críticas y la devolución de los mismos televidentes, y dejaban de lado la imperiosa necesidad de querer conformar a todos, se casaban con esta idea y le daban para adelante. No tomaron ese camino pero de todos modos sí hicieron algunos ajustes.
Para comenzar, a diferencia de las 5 temporadas anteriores, The Defenders es la primer mini-serie de este proyecto que sólo tiene 8 capítulos, y así hay menos espacio para estirar innecesariamente una trama que en muchos casos sólo requiere de 5, 6 capítulos con toda la furia para poder ser desarrollada con solidez, como sucedió con Luke Cage. Las coreografías volvieron a ser protagonistas de muchos momentos muy excitantes dentro del show, sobre todo en la reunión inicial de nuestros 4 héroes, la cual se prolongó durante un capítulo y medio (desde casi el final del 3ero hasta el inicio del 5to), pero las mismas no lograron tener el impacto que en aquella magnífica primer temporada del cieguito. Acá el nivel de complejidad que se requería cuando tenías no menos de 4 héroes de un lado y múltiples oponentes del otro es inaudito, me cuesta creer que en corte final no haya quedado algún reflejo de alguna cámara o la punta de un micrófono en algún ángulo de alguna toma, pero al menos yo en esta primer mirada no pude detectar nada parecido. De todos modos, al doble de Madame Gao ya casi lo considero un hermano de tantas veces que lo vi.
Lo otro que encuentro como meritorio de este show es el reconocimiento del trabajo previo en la búsqueda de un lenguaje único para cada uno de los personajes, algo que los productores de The Defenders hicieron notar de forma muy pronunciada sobre todo en los dos primeros capítulos, mostrando una edición, una dirección, una fotografía y una musicalización distinta dependiendo del personaje que protagonizaba la escena. Entiendo el llanto y la crítica de parte del fandom en este arranque, muchos de los cuales sostuvieron que era posible contar lo mismo pero tirando toda la carne al asador ya en el comienzo, y luego ir narrando el camino que condujo a cada “Defender” a encontrarse con el resto de sus colegas en retrospectiva. A mí particularmente no me molestó la forma lineal y ortodoxa en que decidieron presentar esta primer reunión, me gusta cuando los shows como estos se toman su tiempo para desarrollar las relaciones y presentar los casos individuales, siempre que no se sienta forzado o estirado, y en los episodios iniciales no tuve ninguna de esas sensaciones.
Terremotos y Black Sky
Vamos a recuperar un poco de la trama del show para establecer cuales fueron las cosas que realmente funcionaron, para luego rematar con lo que definitivamente terminó tirando un poco abajo lo que podría haber sido una gran serie.
Los eventos acontecidos en The Defenders se desarrollan un par de meses después del final de Iron Fist, y así nos encontramos con un Danny Rand/Iron Fist acompañado por su noviecita Colleen Wing en Camboya a la caza de agentes de The Hand, y luego de un fugaz cruce con una misteriosa asesina caen en la cuenta de que tienen que regresar a New York porque la rosca grande nuevamente está ahí. Paralelo a eso, Luke Cage sale finalmente de prisión y tras un fugaz pero intenso encuentro con Claire (Rosario Dawson, el único personaje que funciona como nexo entre los 4 shows) y una charla con Misty Knight, decide que las calles de Harlem lo necesitan y se pone a investigar una serie de delitos posiblemente relacionados con narcotráfico. Jessica Jones es, para variar, un desastre, ha perdido nuevamente el control de su vida –si es que alguna vez lo tuvo-, ha vuelto a caer en el alcohol, pero así y todo le cae un caso por la cabeza, el cual poco a poco la termina depositando en el epicentro de una investigación de un potencial terrorista que tenía guardado kilos y kilos del explosivo plástico C4 y que podría estar conectado con una organización enorme (lease, The Hand). Matt Murdock ha abandonado definitivamente el traje de Daredevil, y con él sus escapadas nocturnas para ajusticiar a los malechores, y pasa sus días intentando cerrar el duelo por su amada Elektra Natchios, quien supuestamente murió a manos de The Hand, y mata su tiempo trabajando como abogado por chauchas y palitos, cuando no gratarola.
Por detrás de todos ellos aparece Alexandra, el personaje de Sigourney Weaver, la líder de The Hand que utilizó los últimos recursos sagrados de la organización para resucitar a Elektra y convertirla en “Black Sky”, ya que está convencida de que su uso es indispensable para llevar adelante el plan. Para recuperar estos recursos que han agotado, los miembros elite de The Hand necesitan volver a conectarse con K'un-Lun, la ciudad/templo que Iron Fist juró proteger, y siendo así, requieren de la presencia del defensor del puño invencible para realizar algún tipo de místico ritual. No conforme con ello, al menos al comienzo de la serie, también están dispuestos a hacer mierda New York en el camino, y es así como poco a poco las piezas se irán acomodando para, por un lado, proteger a Iron Fist y alejarlo de las garras de The Hand, y por el otro impedir que estos poderosos criminales hundan a los Neoyorkinos en la era de piedra socabando los cimientos de casi toda la ciudad a base de explosiones subterráneas y cuasi-movimientos tectónicos.
Detalles más, detalles menos, estos son los disparadores del arco argumental que va a manejar el show durante estos 8 capítulos, con los Defenders investigando, juntos o por separado, juntando pistas para poder ir armando el intrincado rompecabezas del plan definitivo de los villanos, y cruzándose cada tanto con algunos de ellos, con dispares resultados. Y por otro lado iremos conociendo poco a poco la elite de The Hand, compuesta por 5 miembros que no pretendo spoilear, pero queda claro que Alexandra y Madame Gao son dos de ellos. Alexandra está casi obsesionada con Elektra, y tiene para con ella una afectuosa relación que nos entrega más de un momento polémico en donde no sabemos si le está por dar un abrazo o romperle la trompa de un beso, pero a sus espaldas el resto de la tropa elite parece confabular todo el tiempo para hacerla mierda a ella y a su Ninja mimada, la cual comienza siendo casi un zombie sin voluntad ni habla pero completamente consciente de sus habilidades para el combate y el camuflaje.
Por suerte hubo muchas cosas que funcionaron muy bien y una de ellas fue la química entre los actores protagonistas, algo que era un requisito sine qua non para dotar al show de identidad… lástima que los diálogos escritos fueron durísimos en la mayoría de los casos. La falta de un tipo como Drew Goddard (el showrunner de la 1er temporada de Daredevil) en la escritura de los guiones se hizo notar, y para muestra basta un botón: el 6º episodio de The Defenders es el único que está escrito por Goddard y Ramirez, y, oh casualidad, tiene un piola monólogo de Alexandra, lindos momentos de diálogos entre Matt y Jessica y situaciones de mucha complicidad entre Luke y Danny, donde casi se puede respirar el espíritu del “Heroes For Hire” de Ostrander de mediados de los ’90.
La puesta en escena, la dirección en términos generales, la edición, la corrección de colores, prácticamente todos los aspectos técnicos del show son impecables y acordes a la calidad que Netflix nos tiene acostumbrados en sus producciones propias. El único punto poco destacable en este aspecto es el apartado musical. Y no me malinterpreten: yo soy un fan de la 1er hora del hip-hop y de muchas de las corrientes alternativas que derivan de ese sub-género musical, pero realmente acá tuvieron muy poco tacto para la selección de temas para ciertos momentos de acción, algo que no deja de sorprenderme porque, en contraste con esto, un show como Luke Cage, el año pasado, supo destacarse puntualmente en este campo.
La Mano mística… NOT!
Hay dos cuestiones muy puntuales que definitivamente no terminaron de convencerme de cómo fueron manejadas en The Defenders, una que abarca términos generales del arco argumental y otra que referencia a un personaje en particular, el cual articula parte de la trama. Todo lo relacionado a The Hand me pareció pobre, muy falto de magia y misticismo y muy alejado del ideal que me había armado conforme íbamos accediendo a pequeñas puntas de esta organización. Pero mi malestar con el trasfondo de The Hand dentro del micro-universo de Marvel/Netflix se remonta a la serie previa, Iron Fist. Ya ahí, si bien me convenció y me pareció coherente, en su momento, esa facción alternativa de The Hand de la cual formaba parte Colleen Wing, que al comienzo parecía una cosa y luego descubrimos que no es más que una tapadera, a medida que ese show avanza, poco a poco vamos cayendo en la cuenta de que tanto el accionar de estos villanos como sus convicciones y sus objetivos no se alejan demasiado de un grupo de fanáticos terroristas árabes medio pelo. Y la figura de Madame Gao, que supo tener una chapa infinita en entregas previas, ya en esa serie queda bastante despintada y vapuleada. De hecho, si uno hace las conexiones pertinentes, ahora que la vimos en acción más que nunca –bueno, a ella y a su doble, claramente-, y entendemos su potencial, es difícil imaginarse los motivos por los cuales no utilizó el mismo nivel de poder para liberarse ella misma cuando la tuvieron presa.
Pero más allá de esos detalles, el único momento donde sentí que esta organización estaba evocando el clan que he leído incontables veces en los comics es cuando nos muestran la retrospectiva del ritual de resurrección de Elektra y su nacimiento como “Black Sky”. Luego, a menos que mi memoria me esté fallando de forma estrepitosa, nunca más volvimos a tener acceso a componentes místicos de esa índole, ya sea de forma sutil o explícita, dentro del accionar interno del clan. Y con lo mucho que me pudo haber convencido la caracterización de Sigourney Weaver como Alexandra, la misma pasa a un rotundo segundo plano cuando recordamos lo que hizo Vincent D'Onofrio como Wilson Fisk. Aquel Kingpin se comía a esta Alexandra en el desayuno con las dos manos atadas a la espalda, sin duda alguna, y uno intentó ser el Rey criminal de New York, la otra maneja una organización milenaria de alcance mundial, maestro.
Así y todo, no es Alexandra el personaje que realmente me hizo ruido durante todo el show, sino su discípula, Elektra Natchios. Como lo comentaba hace unos días en un grupo de wasap con unos amigos, estoy convencido de que Élodie Yung hace un muy buen trabajo, porque realmente me creo que el personaje está enojado, me creo que es una bestia salvaje a punto de cagar a patadas a todos los que tiene alrededor, me parecen muy verosímiles sus golpes de puño, sus patadas y su desenvoltura física en acción, y hasta me convence cuando se muestra sorprendida o afligida, pero el personaje de todos modos está muy mal escrito, y peor utilizado. Elektra es una asesina que Miller nos enseñó a querer, a respetar y a amar, es un personaje traumatizado pero sensible, es infalible pero tiene puntos débiles, y es tan letal y afilada con sus sais como con su lengua, si lo necesita. En su primer aparición en la 2da temporada de Daredevil creo que tuvimos una Elektra bastante decente que, de todos modos, no reflejaba de forma fidedigna su paralelo en el papel, pero allí estaba la confabuladora, manipuladora, mentirosa, paranoica y un poco psicópata que todos esperábamos, con algunas de estas características quizás un poco más subrayadas y acentuadas para que sean funcionales a la trama de esa temporada.
La Elektra que nos entrega The Defenders es una sombra pálida y angustiosa de aquella versión. Un personaje deslucido, poco atractivo, demasiado soberbio por momentos, sin un objetivo claro, sin motivaciones convincentes, y muchos me retrucarán que bueno, que ya no es el mismo personaje, que murió y resucitó como esta arma de The Hand, como el Black Sky, y a comerla, ahora es así… no me interesa, de hecho como argumento para sostener un personaje de cuarta me parece pobre. Con la Elektra de este show uno no puede empatizar, no puede crear un vínculo, no puede ponerse en su lugar ni encontrar ningún tipo de identificación. Escrito como está, el televidente lo único que quiere es que le rompan bien el orto a patadas y la maten lo antes posible, porque cada vez que aparece te hace calentar, y no en el buen sentido. Usar a Elektra de esa forma fue un despropósito, y un error.
En toda serie coral de este tipo hay un problema enorme, y el mismo consiste en darle peso a los personajes secundarios para que los mismos redefinan a los héroes. The Defenders también falla en ese punto, pero en este caso puntual es por una zarta de diálogos mediocres y acartonados salidos del episodio más berreta del policial semanal más barato de la televisión yanquie. Porque oportunidades para explorar dichos personajes hubo, decenas de veces por capítulo, ya que tuvieron un espacio enorme para tal fin… pero la mayoría de las veces en las que se intentaba profundizar en el conflicto o el trauma de alguno de estos personajes aparecían líneas de diálogos tan toscas y acartonadas que mataban toda posibilidad de credibilidad e identificación con la escena en cuestión. Y como también sucedió con Luke Cage, me cansé de ver situaciones que se repetían una y otra y otra vez con los mismos personajes, con mínimos cambios en las palabras. El mejor ejemplo de lo que digo fue Misty Knight, una mujer inteligente, audaz, muy cerebral y temeraria, con un carácter muy particular, según lo visto en su primer aparición el año pasado, y aquí en Defenders es una rompe-pelotas que cada vez que aparece es o para apretar a algún testigo de forma burda o para comerse una llamada de atención de su jefe. Patético. Incluso Claire tiene momentos en los que está completamente desdibujadas, diciendo burradas que jamás le hemos escuchado en apariciones previas.
Con todo esto en contra, The Defenders de todos modos sigue siendo un producto entretenido y llevadero, pero no tan sólido y coherente como me hubiera gustado, y sin duda alguna muy por debajo de lo que todos esperábamos. Era quizás el show más complicado de escribir y filmar de todos, por obvias razones, y los realizadores apenas si pasaron la prueba, aprobaron con lo justo, casi arañando. Para el fan de estas franquicias presentadas por Netflix es indispensable y tiene que ser consumido sí o sí, no hay otra, pero para el fan del género de paladar exquisito es un show que se puede dar el gusto de obviar, y nadie puede acusarlo de nada.
Nos volvemos a leer, si el viento sopla a favor, la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.