Regresa Frank, regresa la alegría. El villano creado por Gerry Conway y John Romita Sr. para la Amazing Spider-Man #129 de 1974 vuelve a tener un protagónico live-action, pero esta vez gracias a la señal de streaming Netflix y su contrato exclusivo con Marvel Studios, en el formato ya clásico de una temporada de 13 capítulos. Esta versión del personaje es una prolongación de la que ya vimos en la 2da temporada de Daredevil, la cual está magistralmente caracterizada por Jon Bernthal, un tipo que realmente se puso en la piel del personaje como pocas veces ha sucedido y más allá de las discrepancias que su caracterización pueda tener con la versión más cabeza y popular del personaje, creo vamos a coincidir todos en que esta es la versión definitiva del personaje en carne y hueso, o al menos la que mas sustancia tiene. Esta semana en Tierra Freak te cuento porqué deberías darle una oportunidad a este show, aun cuando cabe la posibilidad de que hayas salido bastante decepcionado de la última producción de esta “saga”, The Defenders.
Una historia de venganza
Revisando la reseña que había escrito el año pasado para el estreno de la 2da temporada de Daredevil descubrí algo llamativo: una semana después de que Netflix pusiera al aire la misma se estrenaba en U.S.A. Batman v Superman: Dawn of Justice (2016), y ahora, este último viernes tuvimos, por el lado del cine, el estreno de Justice League (2017), y por el lado de la popular cadena de servicio streaming, nuevamente un lanzamiento de otra serie de Marvel Studios, y nuevamente con Punisher involucrado. ¿Hay que hacer alguna lectura ahí, hay alguna intención, esto estuvo premeditado, es Punisher el verdugo de Warner en el cine, puntualmente de Superman y Batman…? No se, lo dejo a criterio de cada uno.
Mientras tanto, nosotros –los que vimos la serie- realmente la pasamos de puta madre. Y quiero hacerles saber que para mí esto era casi una misión suicida: más allá de que realmente me cayó muy bien la versión humanizada pero casi igual de psicótica del Punisher de Bernthal en Daredevil, estaba satisfecho con lo que había visto del personaje. Me parecía una decisión muy sabia por parte del showrunner ponerlo para articular el 1er acto de la serie, y luego utilizarlo casi a cuenta gotas para usar su última carta en el clímax. Cuando apenas unos días después de este estreno leí el anuncio de una temporada completa de Punisher para el siguiente año lo primero que pensé fue “leeeesto, Marvel, tomatelas”.
¿Y porqué pensé esto? Bueno, a diferencia de lo que sucede con casi el 100% de los personajes de Marvel excepto por Spider-Man, Frank Castle tuvo no una, ni dos, sino tres intentos de poder conectar con su público con actores de carne y hueso en el cine. Tres. ¡TRES, AMIGO LECTOR! Ni que fuera Superman o Batman, papá… es de los personajes más cuadrados y duros que salieron de la casa de las ideas, pero así y todo se las ingenió para tener una prematura primera versión en la piel de Dolph Lundgren en 1989, luego una reboot donde lo caracterizó Thomas Jane en 2004 con Travolta como villano, y no conformes con eso el amigo Frank regresó a las pantallas de los cines en el 2008 con Punisher: War Zone, esta vez de la mano de Ray Stevenson. Alguien podría opinar, y tendríamos que darle toda la puta razón, que ya se ha intentado todo con Punisher, de todas las maneras posibles, y que si ninguna de esas película tuvo una secuela… por algo será, ¿no? Quizás estás queriendo sacar agua de una piedra, ponele.
Pero no, Marvel no piensa lo mismo. Y Frank, todo hay que decirlo, es material idóneo para este universo urbano y controlado que manejan en Netflix, es ideal. Y la versión de Bernthal funcionó, los guiones y la dirección creativa de Marco Ramirez y Douglas Petrie evidentemente dieron en el clavo en esta época, con una leves modificaciones de contexto lograron ubicar al personaje de manera que calce como anillo al dedo para un comienzo de temporada demoledor en donde pudimos revivir algunos de los mejores momentos de estos dos personajes –Daredevil y Punisher- en el papel.
Quien tomará las riendas de este nuevo desafío con Punisher será entonces nada más y nada menos que Steve Lightfoot, uno de los responsables de la aclamada serie Hannibal, y no solo obrará como showrunner sino que, además, firmará los guiones de los 3 primeros capítulos y del episodio final, "Memento Mori". Lightfoot nos muestra al comienzo del show a un Frank Castle “retirado” de su vida de anti-héroe. Con su identidad cambiada y bajo el nombre de Pete Castiglione (un guiño a los comics, en el papel el nombre real del personaje es Francis Castiglione, pero se cambió el apellido por “Castle” para poder alistarse en el ejército ilegalmente y así poder participar de una 3er gira hacia la guerra de Vietnam), pasa sus días en un pequeño mono-ambiente en New York reviviendo los mejores momentos de su vida familiar a la par de las pesadillas de la pérdida de la misma mientras se desempeña como un empleado en el área de la construcción destrozando paredes con una maza. Para el mundo entero, Frank Castle, el psicópata que mató a sangre fría a más de 35 personas está muerto, pero hay algunos que conocen su secreto. Uno de ellos es Curtis Hoyle (Jason R. Moore), uno de sus mejores amigos, un ex-combatiente que perdió una pierna en un operativo y que maneja un grupo de terapia grupal para apoyar a los veteranos y encarar el síndrome post-traumático, mejor conocido como T.E.P.T. (trastorno por estrés post-traumático). Frank no formas parte de dichas reuniones pero cada tanto se pega una vuelta para conversar un poco con Curtis.
Paralelo a esto, por un lado, Frank descubre que lo están espiando, y se pone en alerta para desenmascarar a quién lo hace, y por el otro en las oficinas de New York del Department of Homeland Security (Departamento de Seguridad Nacional, un ministerio del gobierno encargado de tratar el terrorismo doméstico) llega la complicada agente Dinah Madani, en la piel de la exótica Amber Rose Revah, un personaje obsesionado con un caso de tortura y muerte de un testigo que se dio en un operativo en Afghanistan, y por el cual le terminó costando su puesto allá. Más temprano que tarde, Frank terminará descubriendo que la persona que lo espiaba lo hacía porque tenía un objetivo en común con él, y entre las revelaciones que le acerca una lo descoloca: puede que los verdaderos responsables del crimen que dejó sin vida a su familia aún no hayan recibido su castigo.
Sin ir más lejos, las ramificaciones del caso de Afghanistan que investiga la agente Dinah podrían tener una conexión con un pequeño grupo de soldados compañeros de Frank cuando estuvo sirviendo en dicho país, y quien te dice no son sus ex-camaradas los responsables de los cuestionables hechos que movilizan a Madani en su cruzada.
El macro del Micro
La primer sorpresa que me llevé al finalizar los 13 episodios de The Punisher es que me quedé con la extraña sensación de que ningún capítulo estaba demás. No hay segmentos puestos claramente para estirar la trama, el balance entre el drama y la acción está muy bien manejado, y al menos desde mi lado no he detectado que el ritmo de la historia se ponga en jaque en algún momento. The Punisher tiene un montón de elementos que explora y explota, desde las consecuencias del T.E.P.T. en jóvenes y adultos hasta lo que significa haber formado parte de esa hermandad y haber sido testigos de los horrores de la guerra. Pero además no se priva de hacer una bajada de línea acerca de la sociedad norteamericana en su conjunto, dando lugar a un pequeño pero necesario debate sobre el derecho a la posesión de armas por parte de la población civil, sobre la forma en la que son percibidos los ex–combatientes por el resto de la sociedad, sobre la falta de sentido de pertenencia que tienen estas personas cuando regresan a su “hogar”, sobre la siempre polémica participación de los bien llamados “mercenarios” en operativos dentro y fuera del país –grupos de paramilitares privados que buscan contratos en el gobierno y generalmente tienen como mano de obra a ex-combatientes, pero no los soldados rasos sino nivel Special Ops-, y también, cómo no, sobre la ética que circunda la justifica que aplica el Punisher a la hora de resolver sus problemas.
No es el propio Frank Castle el que se cuestiona sus métodos, por supuesto, para eso estarán su nuevo aliado Micro –que responde al nombre de David Lieberman y está caracterizado por Ebon Moss-Bachrach, un ex-agente de la N.S.A. (National Security Agency, organismo de inteligencia del gobierno norteamericano) que tuvo que fingir su muerte para proteger a su familia- y también su “amiga” Karen Page –nuevamente interpretada por la preciosa Deborah Ann Woll-, quién supo ayudarlo cuando se conocieron oficiando como asistente de Matt Murdock para defender su caso y ahora trabaja como periodista en el New York Bulletin.
La segunda sorpresa que me deparó este drama es la caracterización de Jon Bernthal. Convengamos que un personaje como Punisher, tal y como lo plantea el comic, e incluso en sus mejores épocas –podría citar algunas, mis favorita son aquellas escritas por Garth Ennis-, no tiene demasiados matices sobre los que trabajar. Es un personaje bastante cuadrado que está golpeado y dolido por la pérdida de su familia y entiende que hay una sola única manera de solucionar esta problemática y es eliminando la escoria de la faz de la tierra de la forma más rápida posible, y si para conseguir ese objetivo tiene que mutilar, torturar o herir de la forma que sea a quien sea, lo hace. Tiene un código de conducta único y monotemático y un proceder eficaz y efectivo, y a lo sumo se le puede rescatar que por supuesto no quiere que ninguna otra persona “inocente” viva el infierno en vida que él está viviendo, razón por la cual no es amigo del daño colateral cuando se trata de personas. No le tiene un particular respeto a la vida humana pero tampoco se cree Dios: muere quien merece morir, y su lista de “merecimientos” es significativa, pero todos los que están fuera de la misma merecen vivir, no necesariamente en una pieza pero… vivos, sí.
Planteado de esta manera Punisher solo puede funcionar en el comic –y no por mucho tiempo, debo admitir-, pero Lightfoot y Bernthal se propusieron llevarlo un poco más allá, hacer al personaje un poco más interesante, agregarle algunos matices para que genere algo de empatía con el público. Esta versión del personaje es menos sanguinaria, menos psicópata y menos cabeza, y encima comienza a tener cierto apego por la familia de Micro, a la cual llegado cierto momento va a proteger incluso con su vida si fuera necesario, pero además es un personaje que comparte otros códigos, que aprecia la amistad, que tenía sus dudas acerca de su matrimonio, que sentía que en Afganistán él estaba “en familia”, y lo sentía su hogar…
Pero sobre todo, y acá está lo interesante del asunto, Bernthal nos hace entender, gracias a su caracterización, que su pérdida es terrible, tremenda, y que nunca te recuperas de algo así. Nunca. Jamás. Perdió a su mujer –de la cual aún estaba enamorado- y a sus dos hijos pequeños… nunca jamás va a volver a ser la misma persona que era antes de esa pérdida. Nunca más va a estar completo. Jamás volverá a estar en una pieza. No va a recuperarse de esa tragedia, y por supuesto tampoco lo va a hacer durante estos 13 capítulos. Y si creés que algo de todo esto se va a poner más liviano a medida que avanza el show… no podes estar más equivocado, se va a poner peor. El dolor va a ser cada vez más grande, más intenso, y Frank va a transitar un sendero elíptico descendente hacia el centro más recóndito y oscuro de su puta alma, lo quiera o no. Y nosotros con él. Ver The Punisher de Netflix es, anímicamente hablando, sacar un boleto de ida hacia un rincón muy oscuro y denso donde nos van a meter una patada en las bolas y un buen gancho de derecha en la boca del estómago, y cuando estemos en el suelo sin aire retorciéndonos del dolor nos van a reventar la cabeza con un puntapié, y cuando estemos por perder el conocimiento nos van a moler la espalda a batazos limpios. Todo el morbo que podemos llegar a disfrutar de la violencia gratuita que la serie tiene que, llegado cierto punto, funciona como una descarga de tanta bronca, dolor y resignación, no va a ser suficiente para que podamos recuperarnos de la tristeza que transmite todo el cuadro general.
Todas estas facetas el actor las desempeña de forma ejemplar, pero además, cuando es necesario sacar el Berserker de adentro Bernthal da justo en el clavo y mete miedo, se transforma, se desfigura, su Punisher es una fuerza de la naturaleza violenta e imbatible que no necesita de máscaras o mitos por encima de sus espaldas para hacerte cagar y mear en las patas, pega gritos guturales, salta, golpea, actúa con rapidez y precisión, y nunca afloja, nunca descansa, nunca te suelta. Nada de todo esto sería verosímil o causaría el impacto que causa si no tuviera detrás una dirección impecable y una puesta en escena que termina entregando prácticamente viñetas del comic en movimiento, acompañado siempre por una banda de sonido acorde a lo que sucede en pantalla, compuesta por el cada día más groso Tyler Bates, el mismo que escribió las partituras de Guardians of the Galaxy 1 y 2.
Desde la intro hasta el último minuto de cada capítulo, The Punisher es una producción intensa, emotiva, impactante y repleta de golpes bajos bien elegidos, muy dura y difícil de digerir por momentos pero con una calidad envidiable. Cuando gran parte del fandom estaba dando por muerto este universo, Steve Lightfoot y Jon Bernthal nos entregan otra temporada sólida y memorable que más de uno querrá recorrer una y otra vez. Hemos recorrido un largo camino para llegar hasta acá, como lectores de historieta, y sobre todo de comics books americanos, y tengo que confesar que, desde lo más profundo de mi corazón, me emociona hasta la maldita médula que un show como The Punisher esté inspirado en un personaje que nació en este medio, porque la madurez con la que han abordado este proyecto los productores, guionistas, directores y actores resignifica la lectura de la historieta en general. Y ni siquiera estoy hablando de los mejores comics de este personaje, que dudo mucho entren en la lista de los mejores 20 comics de lo que carajo sea, hablo en términos generales. Siempre que un producto audiovisual que tuvo como disparador un comic levante la vara de esta forma, en retrospectiva termina beneficiando a la historieta, mal que les pese a muchos. Y eso, para mí, no tiene precio.
Nos volvemos a leer la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.