Hace unos cuantos Gabinetes empecé hablando de este término muchas veces mal utilizado que es la distopía. Y principalmente mal utilizado porque sea en las sobrevaloradas “The Hunger Games” o “Divergente” o en la cancelada (para mi injustamente) “Dominion” lo importante de la historia que se nos cuenta es el romper con esa sociedad disfuncional en donde el espectador no le gustaría vivir y demostrar que los valores actuales (los de ese espectador) son la manera de arreglar ese futuro imperfecto.
Y en realidad lo más interesante de las distopías es intentar disfrutar ese ambiente normalmente opresivo, o por lo menos indeseado, sin necesidad de mostrar que se puede arreglar (y ahí es donde está lo maravilloso de “1984”, la obra de Orwell, por ejemplo).
Moviéndonos a lugares totalmente distintos, en una película de “artes marciales” (género conocido como cine de acción de Hong Kong) lo más interesante no es que el protagonista haga movimientos que cualquier estudiante de esas artes pueda realizar, sino que el disfrute como espectador consiste en ver maniobras, volteretas, piñas y patadas humanamente imposibles. Sin olvidar, por supuesto, que la idea de estos productos es hacernos creer que cualquiera con el suficiente entrenamiento lo podría hacer.
De ahí lo maravilloso de actores/acróbatas/artistas marciales como el magnífico Jackie Chan, Jet Li o Donnie Yen (por sólo nombrar a los que el público occidental pudimos conocer mejor) sin olvidar, por supuesto, al más grande de todos, el maestro Bruce Lee.
Pero claro, también tenemos en este género el abuso de cables, pantallas verdes y dobles que no se parecen en nada a los protagonistas por lo que el objetivo principal muchas veces deja de ser el antes dicho y pasa a ser solamente mostrar una nueva y más desafiante (y más increíble) coreografía.
Quizás por todo lo anterior “Into The Badlands” funcione tan bien como producto televisivo.
Porque cumple con una distopía como las que están tan de moda (adolescentes que no entienden el mundo ni los desencuentros amorosos incluidos) y tiene al gran Daniel Wu para repartir sopapos y patadas, mientras maneja la espada cómo sólo él puede hacer.
Aunque, claro, también puede ser que funcione porque es un producto de Miles Millar, creador de la defenestrada por muchos (pero tan exitosa como para tener 10 temporadas) “Smallville” y que también tiene en su currículum haber escrito grandes historias como “Lethal Weapon 4” (sí, la que tiene de malo a Jet Li), las dos “Shanghai Kid” (las que protagoniza Jackie Chan) y la tercera entrega de “The Mummy” (sep, en la que también aparece Jet Li).
Porque si hay algo que dejó en claro Millar en cada entrevista que le hicieron es que le encanta el género de artes marciales y que hacía rato quería desembarcar en la televisión estadounidense con un producto con estas características.
Pero lo verdaderamente interesante de esta serie, que por ahora tiene sólo 6 capítulos, es que respeta a raja tabla lo que debe ser una distopía y lo que debe ser el cine de acción de Hong Kong.
La historia nos plantea una civilización que luego de catástrofes mundiales (naturales y producidas por el hombre, eso no importa mucho) la humanidad quedó totalmente diezmada y sin electricidad ni recursos suficientes para mantener las ciudades, tuvo que volver al campo a labrarlo y volverse una sociedad agrícola como en los orígenes de la humanidad.
Cinco siglos después la sociedad que se nos muestra tiene un sistema feudal donde siete Barones se dividen el territorio y el poder y se mantiene una tregua (luego de la última gran guerra entre ellos) por la cual cada uno comercia con los productos que únicamente ellos generan. Sean estos opio, combustible o directamente oro.
Por fuera de los terruños de estos señores feudales están las tierras baldías, territorios no reclamados por nadie más que por los nómadas que los pululan y que, normalmente, mueren víctimas del hambre, la escasez o de la violencia de los mismos Barones que los reclutan para que sean mano de obra en sus industrias.
Cada Barón tiene un ejército de soldados especialmente entrenados en el manejo de las armas blancas y las artes marciales. Y acá es donde entra el personaje de Daniel Wu, llamado Sunny, el mejor guerrero y jefe de los “Cizallas” del Barón Quinn.
La vida de asesino de Sunny se ve trastocada por la llegada de un joven que supuestamente viene de un territorio más allá de las tierras baldías, un lugar llamado Azra donde los Barones no tienen poder y donde la civilización se rearmó sin la violencia a la que está acostumbrado.
La historia se complica cuando la Baronesa Minerva (conocida como “La Viuda” por haber heredado el título de Baronesa de su marido) comienza una serie de movimientos políticos y bélicos para desatar una nueva guerra entre los Barones y así llegar a conquistar la mayoría de los territorios con su ejército de mujeres.
Con una puesta en escena muy cuidada, con una estética mezcla de película de Hong Kong y comic y unas coreografías de pelea por demás interesantes “Into the Badlands” no sufre de las actuaciones quizás un poco cortas del mismo Wu (que mientras haga sus volteretas nadie se lo pide), Emily Beecham (La Viuda) o Oliver Stark (el heredero de Quinn).
Para destacar en cambio es la actuación de Marton Csokas (como Quinn) famoso gracias a internet y su pequeña participación en LoTR como el elfo Celeborn (por favor busquen “Tell me where is Gandalf, for I much desire to speak with him” en youtube y disfruten de otro “They're taking the Hobbits to Isengard”).
Si bien todavía no está confirmada una segunda temporada por el canal AMC, estos 6 capítulos son muy disfrutables y lo seguirán siendo a pesar de que, quizás, sean los únicos.
Porque a veces esa sociedad en la que no queremos vivir la tenemos mucho más cerca de lo que pensamos.