Cuenta la historia que hace mucho, en el medio de la selva, apareció una hermosa corona dorada con 4 hendiduras y que fueron unos traviesos monos quienes la encontraron.
Cuando el más audaz de todos se acercó para tocarla una voz atronadora resonó por toda la selva diciendo que quien encontrara las 4 gemas faltantes y las pusiera en la corona sería reconocido como el jefe de la Orden Selvática.
La historia cuenta también que los primates salieron corriendo en distintas direcciones a buscar incansablemente las gemas y poseídos por las ansias de poder no tuvieron reparo en robar y hasta desmayar a palazos a sus contrincantes con tal de ser los vencedores.
Esta leyenda la oyeron por primera vez un pequeño grupo de jugadores a principios de 2014 de la voz de Bruss Brussco y entre risas y vítores muchos empezaron a repetirla en otros lados, a contarla a sus conocidos.
Hoy puede escucharse en muchas mesas de juego donde los palazos y los hurtos son moneda corriente entre los que quieren quedarse con la Corona de Kinmo.
Y es que Brusco y Luz, su mujer, se plantearon un día que el ambiente de los juegos de mesa nacionales estaba listo como para lanzarse a la gran aventura de editar y publicar en Argentina “Sabíamos que había unos prototipos dando vuelta que podían ser editables, pero en ese momento me planteé probar diseñar algo yo mismo y ver qué salía; esa misma noche empecé a tirar ideas que Luz trataba de atajar anotándolas por ahí para que no se pierdan.”
Así fue que nació Kinmo, el primer juego de su emprendimiento editorial Pasacronos. “Primero de muchos, espero” aclara Bruss entusiasmado.
“Como el proyecto no era el juego, sino la editorial, necesitaba arrancar con algo accesible no sólo para los gamers sino también para el público en general y que sea una punta de lanza para colocar Pasacronos en el mercado” explica con una claridad que demuestra que no es un improvisado “Necesitaba un juego corto, de pocas reglas, en lo posible sin texto y con interacción entre los jugadores… esto más que nada por un gusto personal”.
Porque, como parece ser una constante en el ambiente de los nuevos juegos de mesa nacionales, Bruss es un jugador de hace rato “Siento que jugué toda la vida, el ajedrez era mi favorito hasta la llegada de Magic: the Gathering a la Argentina, allá por mediados de los '90. De los juegos de mesa modernos me enteré recién hará unos 5 años aproximadamente”.
Y en estos 5 años la actividad jugona de Bruss fue intensa, porque es parte del Ficus, un grupo de testeo de juegos donde también están Juan Carballal y Alejandro Maio Sasso, por lo que conoce mecánicas de los más variados juegos.
Por eso no es de extrañar que la mecánica del Kinmo sea tan simple y divertida a la vez.
En este juego (que según la caja es para jugadores de más de 10 años pero lo he probado con nenes de 6 y sirve de maravillas) recibimos 5 cartas al azar del mazo y una ficha de vida. En cada turno tenemos que formar grupos de 3 cartas iguales para realizar la acción que queremos. Estas pueden ser:
- Levantar una gema del pozo de gemas.
- Robar una gema a otro jugador.
- Lastimar a un jugador.
- Curarnos una herida que nos hayan hecho en un turno anterior.
Luego de realizar la acción, las tres cartas van al pozo de descarte y tomamos 3 nuevas del mazo.
En caso de no contar con las cartas necesarias podemos descartar cualquier cantidad de las 5 que tenemos y tomar nuevas del mazo, o descartar dos y tomar la última que haya en el mazo de descarte, o solicitar a otro jugador realizar un cambio de cartas.
Pero al ser una carrera desenfrenada en busca del poder donde todo está permitido ¡también lo está el mentir respecto a la carta que estamos cambiando!
Esta interacción continua entre los jugadores hace de Kinmo un juego rápido, divertido y donde toda la malicia florece al momento de elegir a qué jugador le damos el chipotazo fatal.
“Ese cambio a que sea más amigable fue el más drástico, porque tenía una temática que era más hardcore, pero lo cambiamos para ampliar el mercado”, cuenta el autor del juego que se nota tuvo mucha prueba antes de sacarlo al mercado “Después de muchos meses de testeo (sin haberles comentado en ese tiempo) llevé el prototipo al Ficus para que lo retuerzan y le encuentren los huecos que sólo un grupo de jugadores avanzados pueden hallar” cuenta remarcando la importancia del testeo en el diseño de los juegos de mesa “Al ser parte del Ficus conocía muy bien los pasos a seguir a la hora de diseñar y tenía en claro que el testeo es la clave de todo. Entonces me encargué de trabajarlo muchísimo con Luz y después seguí varios meses con un grupo de amigos que sólo jugaban trivias nacionales” dice, siguiendo con la idea de que no parece ser un improvisado “Este paso me parecía muy importante porque quería que el juego llegue a todo público.”
“En el transcurso de esos meses también lo fui probando con mi grupo de jugadores de Magic que son amigos de los Euros livianos. Por suerte tuvo tan buena aceptación en ambos grupos que ellos mismos me pedían que lleve el prototipo para jugarlo en las juntadas; eso le dio mucho rodaje y permitió probar distintas cosas.”
Aparte del trabajo que tiene detrás, una de las cosas que hace de Kinmo un juego super accesible es su arte “Uno de los principales aciertos fue haber encontrado a Juliana Bernabeu para que se encargue del arte. Las mecánicas del juego andaban tan bien que necesitaba un diseño gráfico a la altura y Juli se puso la camiseta realizando un laburo magnífico” cuenta orgulloso.
Lo cierto es que en un mercado como el nacional hacer un producto de calidad no es sencillo, pero para Bruss era una característica que no se podía negociar “Lo más difícil era que quería un producto de calidad internacional, entonces no podía trabajar con cualquier proveedor que me ofreciese sólo el mejor precio” y la búsqueda fue larga, trabajosa, pero valió la pena. Los componentes del juego están por encima del standard al que nos tiene acostumbrado el mercado con terminaciones de gran calidad hasta en la caja.
Si bien por una cuestión de costos el juego tiene una tirada chica con respecto a lo que se necesita para comercializarlo en jugueterías, esa no fue la única traba con la que se encontraron “el problema que tengo con eso es que por buscar componentes de calidad el costo del juego quedó muy alto y lo que no sabíamos, es que las jugueterías le agregan un 100% del valor al que ellos lo compran. Lo mismo pasa con las librerías” dice un poco desilusionado, pero en seguida retoma la visión empresarial que parece caracterizarlo y agrega “Era de esperarse que en un primer proyecto cometiésemos errores y el KINMO está para eso, para aprender. En el futuro habrá que ponerse creativos para bajar los costos sin perder la calidad” concluye.
“Hay un par de cosas que estoy diseñando y puliendo, pero también estoy atento a los prototipos que haya dando vueltas, ya que varios de los que nos motivaron a arrancar ya están siendo trabajados por otros editores” cuenta sobre el futuro de Pasacronos, mientras que no hay evento en donde no se los vea a él y a Luz explicando el juego a quien quiera divertirse un rato.
Hace mucho se cuenta otra historia, una de un hombre que iba repartiendo juguetes a los niños de su pueblo para hacerlos feliz en Navidad… 2015 es un gran momento para que las dos historias se fusionen y después del brindis con la familia salga una partida de Kinmo, para robar las gemas que necesitamos para ganar y darse de a chipotazos con ese tío molesto que no para de hablar de política y quiere arruinar la Navidad.