Entramos en noviembre, el mes del año donde comenzás a caer en la cuenta de que, como se suele decir en el automovilismo, entraste en la recta final: todo aquello que no encontraste tiempo o lugar para poder ejecutarlo durante el año, probablemente ya sea demasiado tarde para hacerlo ahora, dado que solo queda un mísero mes y medio para que culmine este 2015, y si pensás que hay casi 2 semanas dedicadas a las fiestas donde la productividad se reduce a cero, estamos a un mes de culminar el mismo. Dicho esto, en Tierra Freak nos encantaría que no culminen el mismo sin antes pegarle una mirada a tres documentales que los van a hacer muy felices, de muchas formas distintas, porque van a tocar esa fibra Freak sensible que todavía tienen, de la forma que más les gusta:
homenajeando o referenciado esas obras que forman parte de la vasta cultura geek. Entonces, como si se tratara de un Troy McClure del sub-desarrollo, del creador de 4 documentales sobre ladecadencia del Rock y 4 documentales sobre Pablo Escobar, esta última una de las entradas menos visitada en la historia del sitio, vengo a traerles 3 documentales frikis estrenados este año que no deberían perderse. Salud.
Batkid Begins
Este documental, que fue puesto a disposición de nosotros en Junio de este año, relata lo sucedido en noviembre del 2013, cuando una ONG que responde al nombre de Make-A-Wish (Pide un Deseo) puso en marcha su proyecto más ambicioso y cumplió el sueño de Miles Scott, un niño de apenas 5 años enfermo de leucemia, el cual quería ser Batman por un día.
La fundación Make-A-Wish estaba acostumbrada a planificar y ejecutar los deseos de niños con problemas de salud muy similares a los de Miles, ya que, al mejor estilo Julián Weich con su clásico Sorpresa y ½, vienen haciendo esto desde la primavera de 1980, pero esta vez, en parte quizás por lo atípico del deseo, por el desproporcional desenfreno con el que puede llegar a crecer una idea en las redes sociales actuales, o quizás solo por el carisma atípico del cual es dueño el beneficiado, mismo que logró despertar ese elefante dormido que la mayoría de nosotros tiene, todo el proyecto se les fue de las manos, y los terminó superando, al punto tal que para poder coordinar y accionar aquello que imaginaron necesitaron de la ayuda de otras organizaciones con más experiencia en cada una de las áreas que fue necesario cubrir para ejecutar el plan.
De todos modos, a quien tiene buen olfato todo le huele a trampa. Me explico: la directora del documental, Dana Nachman, de forma que no queda del todo clara durante la cinta, tuvo acceso de primera mano a material fílmico relacionado con la elaboración de este proyecto aún antes de que el mismo tomara las monstruosas dimensiones que terminó abarcando, como si de alguna forma los involucrados supieran desde el minuto cero que esto terminaría teniendo fibra como para que amerite ser documentado con una cámara paso a paso. Amén de este detalle casi insignificante, lo que enaltece y emociona de este video es el espíritu de colaboración y solidaridad de los involucrados, que logró convocar a más de 12.000 voluntarios que trabajaron de forma coordinada para transformar a la ciudad de San Francisco en una Gotham City en la cual Miles, disfrazado como un mini-batman y acompañado todo el tiempo por un Batman adulto, pueda dar captura a dos villanos clásicos del orejudo para, al final del día, terminar recibiendo la llave de la ciudad como muestra de reconocimiento de la gente a la que ha ayudado.
La cinta guarda todos los lugares comunes que un film de estas características tiene, recurriendo a pocos pero contundentes golpes bajos –relacionados más que nada con esos 18 últimos meses por los que ha pasado Miles desde que le diagnosticaron leucemia- pero siempre intentando establecer una conexión fuerte con el personaje por el cual este pequeño siente una admiración tremenda, y el recorrido no puede ser más grato y emocionante para un fan del personaje, pero también para una persona no-friki pero igualmente sensible. Porque, admitámoslo, a todos nos gustaría vivir en un mundo donde este tipo de proyectos y estos gestos enormes de solidaridad por parte de una comunidad sean noticias todos los días, y parte de la emoción que nos embarga en algunos momentos y escenas tiene que ver más con una carencia de nosotros como seres humanos que con una virtud: la mayoría de nosotros no somos lo suficientemente solidarios en nuestro día a día, y en parte es por eso que el mundo está como está. El documental, por supuesto, no se hace cargo de esta observación, es algo que yo postulo a título personal, pero así y todo la mirada de la directora a través de su obra es válida y en algún punto contrastante con mi enunciado: no todos los días somos solidarios, pero cuando aparece un ser como Miles y logra tocar una fibra sensible en el alma de miles de personas, puede suceder algo realmente mágico y prácticamente una ciudad entera, al menos por un día, puede girar alrededor del deseo de un niño de 5 años… algo que incluso si lo viéramos en una ficción sería difícil de creer.
Back in Time
Estamos a solo unos días de que se cumplan 30 años del estreno de Back to the Future (1985) en nuestro país, un inolvidable jueves 26 de diciembre de 1985, pero en U.S.A. esta película fue estrenada, por supuesto, unos meses antes, un 3 de julio del mismo año. Sin embargo, la fecha que todos recordaron y festejaron hace apenas unas semanas fue la del 21 de octubre pasado, misma que fue celebrada bajo la consigna del “Back to the Future Day”, dado que ese era el día en el cual el personaje encarnado por Michael J. Fox acompañado por su partenaire interpretado por el actor Christopher Lloyd, aterrizaban en un posible futuro con la intención de evitar una catástrofe para los descendientes del pobre Marty McFly, en la que sería la secuela del film que mencioné al comienzo de este párrafo. Ese mismo día se dio a conocer Back in Time, un documental dirigido por Jason Aron que pudo ser realizado gracias a una campaña de crowdfunding a través del sitio Kickstarter, y que a través de una serie de entrevistas homenajea de distintas formas esta película fundamental para la historia del cine del siglo pasado.
Me he tomado la molestia de leer innumerables críticas sobre el resultado final obtenido en Back in Time, y en un primer momento coincidí con muchas de las negativas. Aron hizo un trabajo magnífico, monumental y apoteótico, entrevistando a un montón de los involucrados en esta franquicia, desde los mismo Fox y Lloyd pasando por Spielberg (productor), Bob Gale (guionista) y Robert Zemeckis (director y co-guionista) hasta llegar a tipos como Dan Harmon, creador de, entre otras cosas, Community. Y en el camino reveló el origen del guión y los vericuetos por los que pasaron Gale y Zemeckis hasta poder comenzar a filmar esta producción, la magia ausente que se sentía en el aire en esas 8 o 9 semanas iniciales de filmación con Eric Stoltz en el rol protagónico hasta el arribo de Miguelito, y algunas anécdotas más, además de darles espacio a cada uno para que le encuentre una explicación al porqué de la magia latente en esta saga que ya tiene 3 décadas encima y parece no haber envejecido un ápice, culturalmente hablando.
Pero Aron quiso ir más allá, y nadie lo detuvo. Quiso mostrar también el legado de esta película, y de sus secuelas, en nuestra sociedad. Quiso mostrarnos lo que disparó en los fans, y aún dispara, cosas como la fundación de Fox, y revelar a algunos de los miembros más destacados de la misma. Quiso contarnos la historia detrás del DeLorean, de su creación y de la “maldición” con la que supuestamente carga, separar el mito de la ficción en este punto, pero sobre todo mostrar algunos datos duros sobre los números alrededor de este vehículo. Y por supuesto el nivel al que llegan los fans cuando se trata de conseguir uno de los miles de DeLoreans que aún circulan por las calles de U.S.A., cuando no pagar una verdadera fortuna para adquirir uno de los 6 o 7 únicos autos utilizados en las filmaciones de estas películas. El director no se privó, además, de mostrarnos algunos avances en tecnología que fueron disparados por esta saga, por detalles que los guionistas imaginaron para un posible futuro y que algunos ingenieros o técnicos quisieron acercar al presente de forma anticipada.
Back in Time abarca mucho, y en los 95 minutos que dura lo que a muchos de nosotros más nos importa termina siendo poco, porque el espacio que ocupan los fans es considerable, y esta es la crítica más pronunciada que le he leído, misma con la que en un principio coincidía. Pero ya no, el tiempo de reflexión que tuve entre el primer vistazo que le di al documental y el momento en el que me senté a escribir esta columna hizo que entrara en razón y tomara consciencia de que si aún hoy estamos dedicándole tiempo y espacio a una saga que fue estrenada hace ya 3 décadas, es en parte gracias a nosotros, los fans de la misma, que no la hemos abandonado ni en nuestros corazones ni en nuestra cabeza en todo este tiempo, hemos seguido discutiéndola, celebrándola, criticándola y disfrutándola solos o en conjunto durante todos estos años, y lo seguiremos haciendo, porque así somos cuando un producto lo amerita y atraviesa nuestro corazón de lado a lado, y cuando nuestro fanatismo es más fuerte que el raciocinio que se debería imponer por sobre cualquier análisis objetivo. Y me alegra que, entre otras tantas cosas, Jason Aron haya recuperado eso. Vean Back in Time, no solo no se van a arrepentir, va a acercarlos aún más a esta saga que marcó una generación.
Mención especial para el cover que hizo G.C. Johnson del main title compuesto originalmente por Alan Silvestri, con guitarra acústica, una preciosa y sensible pieza que recupera la frescura y potencia del tema desde su raíz compositiva. Una delicia apta para paladares exquisitos.
The Death of "Superman Lives": What Happened?
Para la generación de la que orgullosamente formo parte, entre la maraña de mitos nunca confirmados pero eternamente citados está ese lugar común que aúna en una risotada conjunta aquel proyecto obsceno y obsecuente del guionista y director Tim Burton que pretendía narrar en el cine el nacimiento y la fatídica muerte de uno de los personajes más populares de la editorial D.C. Comics, ni más ni menos que nuestro querido Kal-El, a.k.a. Superman, quien, para colmo, iba a ser caracterizado por un pálido, ojeroso y ridículo Nicolas Cage del cual llegó a circular inclusive una patética foto robada de una prueba de vestuario donde se denotaba la completa falta de seriedad de dicho proyecto, el cual, de todos modos, al parecer a Warner le costó millones de dólares.
Un ignoto Jon Schnepp, productor, director y animador conocido entre otras cosas por sus contribuciones a la magnífica Metalocalypse de Adult Swim que algún día tendrá su merecida entrada en Tierra Freak, decidido a contar lo que realmente sucedió con esta producción, recurre también a la página Kickstarter y logra juntar la plata que le estaba faltando para poder llevar adelante este documental que echa por tierra todos los mitos y va directamente a los hechos. Incluye dentro del guión y de los entrevistados a, por supuesto, nuestro querido Kevin Smith, dado que uno de sus videos más celebrados es aquel en el cual, en una charla para unos universitarios progres de pacotilla de U.S.A., revela su participación en los cimientos de este proyecto. Y busca la otra campana, el peluquero de Barbra Streisand devenido en productor, Jon Peters, quien confirma muchas de las cosas narradas por el gordo pero también le pega allá donde quizás más le duele: el guión de K. S. fue rechazado por carecer de estructura y tener líneas que parecían estar escritas por un aficionado… lo cual no resulta raro dado que hasta ese momento el afamado director de Clerks (1994) y otros tantos éxitos tenía realmente poca experiencia en el rubro.
Y así, paso a paso, minuto a minuto, Schnepp va desenmascarando uno a uno cada una de las cosas que en estos años se especulaban sobre esta producción, pero nadie terminaba de confirmar o negar.
La lista de entrevistados no es enorme y la mayoría de los interpelados no tiene peso dentro de nuestro historial cinéfilo, pero allí está Grant Morrison para dar su opinión sobre Superman y permitirnos abrir nuestra cabeza a una versión libre de algunas ataduras que el personaje tiene en el papel, pero que muchas veces atentan contra el mensaje que tiene que transmitir. Y de la mano de una celebridad como Morrison viene el mismísimo Tim Burton, quien gentilmente invitó a Schnepp a su mansión y respondió sin tapujos a cada una de las preguntas, ironizando muchas veces sobre el inconsciente colectivo del fan decepcionado pero mostrándose por momentos dolido por el fracaso de este proyecto, al cual, lo crean o no, le dedicó dos años completos de su vida. Ok, es Tim Burton, y claramente no se cagó de hambre todo ese tiempo –amén de que seguramente parte de los millones que Warner “perdió” culpa de este fiasco fueron a parar a su bolsillo, más bien-, pero seas quien seas, un realizador ignoto o una celebridad reconocida y galardonada, necesariamente tiene que dolerte en el alma invertir dos putos años de tu vida a algo que no se termina cerrando, y que para colmo se termina transformando, una década después, en un chiste negro del fandom.
La obra final de Schnepp tiene un dejo de fanboyismo imperante que le resta algunos puntos, ya que lejos de intentar ser objetiva va en busca de, más que nada, los motivos por los cuales este proyecto no llegó a buen puerto a pesar de todo el esfuerzo que Burton y el equipo que lo rodeaba le pusieron. Con todos los datos que se exponen sobre la cantidad de personas implicadas en esta producción de forma directa o de manera tercerizada –uno de ellos, el mismísimo Kerry Gammill, clásico dibujante de Superman de fines de los ’80, quien fue convocado para diseñar los “monstruos” del Zoo de Brainiac -, el material que se muestra (decenas de pruebas de cámara con Nic Cage probando distintas versiones de los múltiples trajes, además de cómo podría haber sido su Clark Kent… solo por estos videos inéditos el documental vale su peso en oro) y los números que se revelan sobre los costos que estaba manejando Warner para llevar adelante esta producción y la cantidad de veces que el proyecto, por distintos motivos, podría haber concluido incluso antes de que lo hiciera, uno termina convencido de que cada película que se estrena relacionada con este género es casi un milagro que haya podido ser finalizada, y como espectador tenemos una idea bastante clara de lo difícil que es llevar adelante producciones de este tipo donde se libran batallas casi diarias para poder filmar escenas imposibles con recursos limitados.
La escritura del guión y la edición final de la obra de Schnepp tampoco se luce, como sí sucede con los documentales que reseñé más arriba, pero el valor agregado que tiene éste, y el motivo por el cual lo dejé para el final, es por la inmensidad de datos verídicos que se revelan, sobre la trama, sobre la visión que tenía Burton del personaje y de la historia, sobre el diseño de personajes, escenarios y vehículos, y hasta sobre los maquillajes y FX’s. Una vez finalizado la experiencia de ver este documental en su totalidad nos damos cuenta que durante años hemos comido mucha mierda sobre este tema, así, claramente, mucha mierda, y muchas de las cosas que centenares de blogs y sitios levantaron sobre el mismo no tenían el contexto adecuado y, por lo tanto, tergiversaban la realidad. Por ejemplo, la diferencia que Burton y el escritor al cual le encomendó cerrar el guión -Wesley Strick- tenían sobre el personaje, y su evidente diferencia con Batman: uno trabaja de noche, el otro de día, y siendo así, Tim estaba emocionado por el desafío que representaba hacer una película que no estuviera anclada en las sombras, mucho más optimista y brillante de lo que estaba acostumbrado filmar. El otro que definitivamente no queda bien parado es el payaso de Bryan Singer, quien durante la filmación de su paupérrima Superman Returns (2006), cada vez que algún ejecutivo de la Warner se oponía a alguna decisión del director que atentaba contra la economía de la producción, recurría a un asistente para que sacara de una carpetita aquella nefasta foto de Nic Cage que dio vuelta el mundo con el traje de Superman y se excusaba en que ellos invirtieron millones de dólares en eso, ergo, ahora tenían que cerrar el orto y dejarlo trabajar como se le diera la regalada gana. Ya todos sabemos qué se logra cuando le das rienda suelta a Singer con un personaje como Superman, ¿no? Una obra maestra del séptimo arte, claramente.
Not!