Seh, las puteadas son recibidas con los brazos abiertos. No soy –tampoco- amigo de los títulos 100% en ingles, pero lo cierto es que, al menos esta vez, correspondía utilizarlo porque la reseña no podía estar más orientada al país del Norte. Es una semana especial esta, al menos para los fans de series dramáticas con dosis de acción y componentes de ciencia ficción, porque finalizaron las temporadas de 3 shows que han mantenido en vilo a gran parte de la comunidad freakie durante finales del 2013 y principio de este año, dos de los cuales en su momento les dediqué una entrada a sus episodios pilotos. Por este motivo, hoy, haciendo gala de la actualidad que el sitio tiene, en Tierra Freak me dispongo a exponer mi análisis y a debatir con ustedes el final season de Person of Interest, Arrow y Marvel's Agents of S.H.I.E.L.D.S.
Y sí, campeón, hay spoilers desde el primer párrafo hasta el último, que pensabas…
Person of Interest
Si no fuera por esta serie, hoy por hoy J. J. Abrams sería considerado el Rey Midas de la Zona Negativa de la televisión: lo que produce lo cancelan. Luego del éxito de Lost, le siguieron una seguidilla de fracasos –al menos en los términos convencionales de la permanencia o no de una serie al aire, no estamos hablando de la calidad de cada una- que asombra al más dormido: Undercovers, Alcatraz, Revolution, Believe (el niño mimado del ganador del Oscar Alfonso Cuarón), y la reciente Almost Human se suman a la lista de series en las cuales se involucró como Productor que fueron dadas de baja por una mala audiencia, o quizás por otros motivos… para analizar este tema en profundidad les recomiendo leer la reseña de ayer de mi colega, el Dr. Morholt. En el caso particular de Person of Interest (PoI desde ahora), el show fue concebido por él y por Jonathan Nolan, el hermano del director de la reciente trilogía de Batman, y es, sin lugar a dudas, una de las mejores series que tenemos la buena fortuna de poder disfrutar, y lo mejor que salió del mate de Abrams, al menos desde Lost.
Soberbiamente protagonizada por Jim Caviezel y Michael Emerson (Benjamin Linus en Lost), PoI es una declaración de principios sobre los límites de la intimidad del ciudadano promedio norteamericano en contraposición con su seguridad, y abre un debate sobre el tema que no por haberse mediatizado pasó a ser viejo y remanido. La vuelta de tuerca en este caso es The Machine, una A.I. (Inteligencia Artificial) que funciona como un sistema de vigilancia masivo programado para monitorizar y analizar los datos obtenidos de cámaras públicas y privadas, comunicaciones electrónicas, sistemas de audio, etc., y que fue desarrollado por el personaje de Emerson, Harold Finch, con el objetivo de predecir con precisión actos violentos, y obtener la identidad de la víctima y el victimario para actuar en consecuencia y evitar una o varias muertes.
El desarrollo de las dos primeras temporadas había sido soberbio, una lección de cómo armar tramas conspirativas inteligentes a largo plazo que le exijan al televidente un compromiso enorme con el show pero no por eso eviten entretenerlo repetidas veces por capítulo e incluso incorporar cuotas de humor. Unos diálogos picantes y muy afilados, personajes turbios y muy bien caracterizados, una edición única, fresca e innovadora que nos hace partícipes todo el tiempo de la forma en la que obtiene y procesa los datos la A.I. y la manera en que los relaciona y reacciona, y la constante incorporación de flashbacks (una herencia de Lost) para complementar el relato –y muchas veces para darle sentido a lo que ocurre en el presente- y, por supuesto, para ir conociendo parte del pasado de cada protagonista, hacen de PoI la mejor serie dramática de acción del momento, y al finalizar su tercer temporada debo decir, encima, que está en su mejor momento. No ver PoI debería ser considerado un Pecado Capital.
Si el final de la temporada pasada nos voló la cabeza para reconstruirla de cero fragmento por fragmento, a esta estábamos llegando sin uñas y comiéndonos las cutículas ya. Tras el deceso de Carter, y con la incorporación de Root como personaje fijo y aliado incondicional del Machine Team, llegamos al último capítulo con todos los involucrados en fuego cruzado: los pibes de Decima Technologies comandados por John Greer, la gorda Control, el asesino a sueldo Hersh, el corrupto senador Ross Garrison que estaba por cerrar trato con Greer y Control, y finalmente Vigilancia con Peter Collier a la cabeza. Pero como todo negro que se precie de serlo, este último se los coje a todos y al final del penúltimo episodio pone en jaque a New York con un apagón mientras que, en un acto de heroísmo-anarco que nos recuerda al mejor Guy Fawkes/V y nos emociona hasta la médula, logra secuestrar a Greer, Control, el senador y Finch, y armar un juicio público transmitido a 12 millones de personas por la web para revelar los proyectos en los que todos estaban involucrados que incluían sistemas de vigilancia ilegales, como nuestra amiga la Machine y la contrapartida de esta, el Samaritan. ¿Cómo no tener empatía con Collier y su causa, cómo no avalar sus actos y los modos? Bastante que les intenta dar un pseudo-juicio a todos estos hijos de mil puta, merecerían el paredón. Y Harold entra en la bolsa. Lo lamento pero acá el grone tiene razón: se mandó demasiadas cagadas y fue muy imprudente. Amo al personaje, pero siempre fue consciente del riesgo de jugar con algo como la Machine. Que la chupe.
De todos modos, como nos tiene acostumbrados PoI, faltando 20 minutos para que concluya el episodio descubrimos que no en vano fuimos teniendo en detalle la construcción del equipo Vigilancia y el origen de la bronca que Collier guarda para con el gobierno: todo, desde su génesis, fue una artimaña pergeñada por Greer y Decima, en pos de poder conseguir lo necesario para activar al Samaritan, utilizando, entre otras cosas, las bondades que te brinda un buen atentado terrorista interno… justo como el 11/9. Casi a la par descubrimos que Root y la bella Shaw no estaban en las instalaciones de los servidores del Samaritan para destruirlos, sino más bien para activar un bloqueo interno que les permita a ellos poder quedar fuera del rango de futuras búsquedas.
Y es así como al ritmo de Exit Music (for a film), 4to tema del discazo OK Computer [1997] de la banda británica Radiohead, nos vamos ahogando en una intensa agonía, acompañados por la angustiosa voz de Thom Yorke, y con el triste y fulminante epílogo enunciado por Root entendemos que el plan era huir, separarse y esconderse a plena vista para no ser cazados como el resto, a la espera de poder en algún momento reagruparse y contra-atacar. Un final tan bello que lastima, y tan ambiguo que bien podría ser el cierre de la serie, y nadie podría emitir una sola queja. Un moño perfecto para una temporada que casi no tuvo traspiés, salvo quizás un abuso en el esquema del personaje de Root con sus puzles de "hacé esto porque sí, y lo vas a entender más tarde". De hecho, Root es quizás la que, con el correr de los episodios, se volvió menos interesante, y no porque la ecléctica Amy Acker no pusiera todo de sí para darle color y tono a dicho personaje, sino mas bien porque desde que se transformó en la marioneta de la Machine-God, conforme avanzó la trama se fue alejando más y más de aquella psicópata impredecible y astuta que podía anticiparse a Finch y estar un paso adelante para cortarle las piernas. Pero ese cambio fue funcional a la trama, y coherente cuando se lo aúna con lo que Root vivió desde que ingresó a la serie. Y en el peor de los casos, si le resta al personaje, en contraposición suma al gran esquema de la serie, que va creciendo en calidad con cada temporada, y va ocupando un lugar cada vez más espacioso en nuestros corazones.
Arrow
Luego de una primer temporada errática que si no fuera por la levantada que pega al final, con grandes acontecimientos y mucho presupuesto invertido en FX’s, terminaba teniendo un balance negativo, Arrow arrancó el año pasado su 2da temporada con todo, volviendo locos a los fans, entre los que me incluyo. La incorporación de toda una gama de personajes nuevos, para ambos bandos, fue esencial para el repunte, así como el cambio del Status Quo de Oliver (deja de matar criminales y comienza a transitar el camino del Green Arrow que todos conocemos en el comic, incluso con la incorporación de la clásica máscara en su traje) y la aparición de invitados que tuvieron un desarrollo conciso y coherente, destacándose de todos ellos claramente la intervención de Barry Allen, con origen de Flash incluido, una deliciosa previa del spin-off de Arrow próximo a estrenarse: Flash. Cabe destacar, desde mi lado, que salvo con el episodio piloto de Smallville, nunca me emocioné tanto con un origen live-action en T.V. de un personaje de D.C. como con este, impecable desde todo punto de vista. Pero no se quedaron solo con eso: la League of Assassins comandada por Nyssa al Ghul -una hija de Ra's al Ghul-, Amanda Waller y su Suicide Squad, Shado y Slade Wilson (Deathstroke) en la Isla -y este último también en el presente-, Roy Harper, Sebastian Blood/Brother Blood, una Isabel Rochev caracterizada por la enorme y exótica Summer Glau, el regreso de Helena Bertinelli/Huntress para consumar su venganza definitiva, el Bronze Tiger, el Clock King… No paraban de introducir personajes, plots y quilombos, siempre acompañados por tremendas escenas de acción y mucho drama. Pero claro, el talón de Aquiles de la temporada se dejaba ver en cuestiones como la revelación de que la hermana de Laurel, Sara, no solo no había muerto sino que era una experta luchadora cuerpo a cuerpo, entrenada por la mismísima League of Assassins, o que Moira Queen, luego de zafar entre los indios de ser condenada a la silla eléctrica por el homicidio de cientos de habitantes de Starling City, se postula para Alcalde de dicha ciudad y tiene serias posibilidades de ganar. Ridículo, estúpido, absolutamente inverosímil y una tomada de pelo para cualquier televidente que tenga más de dos dedos de frente.
Y es que este es el problema principal que esta serie tiene: no se toma en serio al espectador, y obra en consecuencia. La mediocridad no solo de los diálogos y las caracterizaciones del 90% de los personajes principales sino también de los enigmas planteados, las tramas desarrolladas a mediano o largo plazo o los sorprendentes giros tira abajo muchas veces un gran laburo a la hora de incorporar personajes clásicos del DCU. Y es una lástima porque en contraposición con la violencia y el carisma con que se impuso como villano de peso ultra-jodido el groso de Deathstroke, atacando a Oliver desde absolutamente todos los ángulos posibles y cortándole las piernas, los brazos, las orejas y uno de los ojos (se empaló a la vieja del carilindo con una Katana delante de sus ojos… ya fue: denle a este tipo el premio del hijo de mil quinientas putas del año, loco), tenemos una serie que cada capítulo está más cerca de la Dinastía/Dallas/ Falcon Crest de esta década… pero con héroes y villanos. ¡Todos los putos capítulos hay una mentira que es revelada, sin excepción! Ya perdí la cuenta la cantidad de veces que Oliver los mira de reojo a Diggle y Felicity para revelarles otra cosa más que sucedió en la Isla y él no se los había contado. Ningún fan acérrimo parece percatarse de que la narración de la serie está dictada exactamente por en la misma clave que los culebrones mexicanos de las 3 de la tarde de las cuales nos hemos pasado toda la vida riéndonos y parodiando. Y al que me diga que no, le recuerdo que en Arrow una vieja millonaria cansada de la infidelidad de su marido se coje a uno de los mejores amigos de su esposo y termina teniendo una hija de él, misma que hace pasar por la hija de su esposo, y ni bien se entera que enviudó se termina casando con otro de los mejores amigos de su difunto compañero, mientras su hija, millonaria ella como su familia, se termina enamorando de un ladronzuelo pobretón ex-adicto en recuperación, y su hermano, que se fue de joda loca con su padre –que en realidad no es su padre- y la hermana de su novia en un yate, se lo da por muerto y regresa 5 años después, solo para descubrir que su mejor amigo se estaba garchando a su ex-novia… ¡Pero cuál es el problema, si de todos modos la hermana de su ex supuestamente muerta también estaba viva, y lista para ser garchada nuevamente por él!
It's funny 'cause it's true.
Me encantaría tener las caras alineadas una al lado de la otra de todos los boluditos que se pasaron una década vapuleando a Smallville por su tono novelero a lo Beverly Hill 902010 y ahora saltan como locas cuando uno critica Arrow para pelar mi verga y azotarlos con la misma de un solo saque, así, desde el primero hasta el último, TAS-TAS-TAS-TAS-TAS. ¡Giles! Un poco de coherencia en el tiempo les pido, niños. Sopita y a la cama.
Retomando el final de temporada, el Mirakuru-Army de Slade puso, una vez más, a Starling City de rodillas volviéndola un caos, razón por la cual a Amanda Waller no se le ocurre mejor idea que volarla en pedazos mandando un drone a que le dispare un misil nuclear (¿alguien está viendo la nueva temporada de 24 ? Cof, cof… ), y la ciudad solo tiene a la policía y el Arrow-Team para hacerle frente a ambas amenazas… ¿Solo ellos? ¡No señor! Sara regresa con la League of Assassins y su ex amante lesbiana, Nyssa al Ghul, para sumar fuerzas. Mientras tanto, el culebrón avanza, y Thea Queen tiene un adorable encuentro con su verdadero padre, Malcom Merlyn, a quien intenta matar con un par de tiros en el pecho, para luego reencontrarse con su novio que regresó a la vida, Roy… y entre ambos intentarán rearmar la relación huyendo de la ciudad y utilizando como punto de partida… ¡Las mentiras, obvio que sí! Roy no le cuenta a Thea que está por ayudar a Arrow en su cruzada, y la hermana de Oliver tampoco le revela la naturaleza de su relación con Malcom ni lo que estuvo haciendo minutos antes de verlo. ¡Esos son mis pollos!
Pero si creían que ese iba a ser el pico más alto de la telenovela, estaban equivocados. Utilizando un ardid clásico de Hollywood, los guionistas trasladan la relación real entre los actores a la ficción, y Oliver confiesa su amor por Felicity. ¡Opa la la! ¡Esta serie no para de sorprender, vieja! (?) Un poco fría la revelación, porque no incluyó beso ni abrazo, pero ahí estaba. Hay un par de azucaradas revelaciones más, algunas incluso dispuestas en medio de escenas de acción (Diggle no sabe lo que es un forro, por ejemplo) pero no viene al caso mencionarlas. La batalla final entre el Mirakuru-Army y el Arrow-Team se define en un túnel, Old Boy Style, en una batalla mucho menos épica de lo que yo esperaba.
Los últimos 15 minutos del episodio por fin se ponen realmente interesantes, y nos dejan un mano a mano épico –esta vez sí- entre Oliver y Slade, intercalando de forma magistral escenas de un desafío similar pero 5 años atrás, en el bote a punto de ser hundido, y revelándonos por fin como Wilson queda tuerto… ninguna sorpresa para nadie en ese aspecto, pero la escena es impecable. En el presente, los televidentes son sorprendidos con la vuelta de tuerca del plan definitivo de Oliver, el cual incluía engañar no solo a Slade sino también al espectador: la revelación de su amor por Felicity formaba parte de un plan para derrotar a Deathstroke, el cual funciona a la perfección. El final nos encuentra con dos personajes que aparentemente abandonan Starling City: Sara, que debe cumplir con el trato que cerró con la Liga, y Thea, que finalmente cede ante los pedidos de su padre, le deja una cartita de despedida a Roy, y se prepara para ser la Dark-Speedy que todos queremos. Bonus Track: Quentin Lance hace la gran Roy Fokker y cae víctima de los brutales golpes que recibió por parte de Slade.
El balance general de la temporada es positivo, y diría que muy positivo si no fuera porque realmente, al menos a mí, me jode mucho que abusen tanto de la novelita. Ojo: me jodía de igual manera que sucediera lo mismo en Smallville, y en retrospectiva la gente de Warner maneja esta serie de la misma forma: los comienzos y finales de temporada son una bomba atómica llena de acción, apariciones especiales y revelaciones importantes, y en el medio hay unos 13, 14 capítulos de relleno que tampoco están tan mal. Este cierre es, bajo todo punto de vista, superior al de la 1er temporada (sobre todo por Slade, un villano que vamos a extrañar), y a la altura de lo que la serie ofreció, pero insuficiente para generar el fanatismo empedernido que uno quiere tener con el show, sobre todo cuando la oferta televisiva yanquie está pasando por tan buen momento.
Marvel's Agents of S.H.I.E.L.D.S.
Lo que la remaron los Agentes de S.H.I.E.L.D. para poder llegar a buen puerto y lograr una renovación para una segunda temporada no tiene nombre, y debería ser un caso anecdótico que quede agendado en los registros históricos de la televisión, justo al lado de la carpeta de Fringe. Marvel Studios por un lado y la NBC por el otro han dado muestras de que en la televisión actual no todo pasa por al rating, y es posible bancar y sostener un producto aún cuando los números no acompañan. En el caso particular de Marvel's Agents of S.H.I.E.L.D.S. (AoS desde ahora) tampoco fue acompañado por la crítica, ni por los fans. Todo el mundo odiaba la serie en sus 1eros episodios, y solo los MarvelStudioZombies o los fans duros de los laburos de Joss Whedon –que si bien no se involucró de forma directa con el desarrollo de la serie, amén de haber co-escrito y dirigido el 1er episodio, de todos modos es un producto que lleva su sello y tiene a su hermano escribiendo algunos de los guiones- pudieron bancarla y tener la paciencia suficiente como para darle tiempo a que madure y de sus frutos.
Y los dio, y de eso se trataba todo desde el principio. Claro, con el Olé del Lunes somos todos técnicos, pero la verdad es que teníamos antecedentes suficientes como para suponer que la temporada no nos decepcionaría, y cumpliría con lo que había prometido desde un principio. Claro que le caben muchas de las críticas que los fans le hicieron: los personajes protagonistas en su mayoría no son realmente carismáticos ni logran entablar una empatía con el televidente, el desarrollo de los mismos fue, al menos durante la 1er mitad de la temporada, lento y sinuoso, y la falta de villanos de peso tampoco ayudaba, mucho menos la poca dosis de acción que tenía la serie. Todo esto cambió luego del estreno del film Captain America: The Winter Soldier (2014), la última producción del universo Marvel Studios (del cual nace AoS y al cual pertenece de forma integral, y lo ratifica en cada episodio), ya que las consecuencias de lo sucedido en dicha películas no solo afectaron hasta la médula a la serie, dispararon los plots más entretenidos, las revelaciones más sorprendentes y elevarían la acción un 200%.
Para cuando llegamos al final de la temporada, el plan que pergeñó John Garrett con ayuda del traidor Ward y sus socios Raina e Ian Quinn está a punto de dar sus frutos. Garrett no solo logró sobrevivir al suero, encontró un nivel de percepción distinto que, a la vista del resto –televidentes incluidos-, lo pone en la vereda de los psicóticos, y arruina todo lo armado por Quinn asesinando a un general del ejército norteamericano. Paralelo a eso, Coulson y lo que le queda del equipo (Fitz y Simmons quedaron fuera de juego enterrados en el fondo del mar en una cápsula de escape del Bus) logran penetrar las instalaciones de Garrett y hacerse cargo de la situación, no sin una pequeña ayuda a último momento del actor/personaje invitado de este capítulo: Samuel L. Jackson en la piel, una vez más, del grosísimo Nick Fury… y esta vez su participación no se limitó solo a un cameo simpático en los créditos finales. En el camino, toneladas de acción, el duelo definitivo entre May y Ward (¡Tremenda pelea!), preciosos diálogos entre Garrett, Coulson y Fury, y la revelación de Fitz a Simmons de su amor por ella, segundos antes de caer en coma.