Hoy, 1ro de mayo, feriado y para algunos el comienzo del fin de semana largo, no me pueden negar que teniendo delante tanto tiempo libre se les presentan todo tipo de posibilidades, entre ellas, mirar muchas películas. A mí los feriados me tiran un poco hacia la comedia y el drama, sobre todo porque tengo más tiempo y puedo remarla con otro género si la jugada me salió mal. Suelo relegar, entonces, el cine de terror, suspenso, acción, aventura, ciencia ficción, etc., para los domingos o una previa antes de salir. Siendo así, podemos hacernos una pregunta básica: ¿qué pasó con la comedia americana en los últimos 50 años? ¿Cómo pasamos de Billy Wilder, Jerry Lewis y Dean Martin a Judd Apatow, Steve Carell y Seth Rogen? ¿Este género que durante años contó con una mirada ácida e irónica de la realidad norteamericana se encuentra hoy en un estado terminal o vive sus días de oro? Esa y otras preguntas más no voy a responderles en esta reseña, pero de todos modos la vamos a pasar bien rememorando algunas de las mejores producciones que dio este cine en los últimos años.
Un poco de contexto
El film This Is the End (2013), que finalmente se estrenó el 5 de diciembre pasado en nuestro país, y que volví a ver el fin de semana, me disparó preparar una nota sobre la nueva comedia americana, aquella que al parecer se despertó una mañana del 2005 con el estreno de The 40-Year-Old Virgin (2005) y que goza de una buena salud –al menos por los números que devuelven las taquillas- y promete seguir entreteniendo unos años más. El término nueva comedia americana, de todos modos, ya había sido utilizado anteriormente para enmarcar un período de resurgimiento de la misma, con un canon muy parecido al reciente. Casi desde sus inicios Hollywood se caracterizó por tener un interés especial en desarrollar este género, y luego de la comedia liviana que supieron explotar al comienzo, tras la crisis de la gran depresión de 1929 emerge el "Screwball Comedy", un estilo ligero e inteligente que se centraba en líos sentimentales y que convocó a directores emblemáticos del cine de ese momento como Frank Capra, Howard Hawks, Preston Sturges y Billy Wilder entre otros. Este último en un par de entrevistas opinó sobre este género que “si uno quiere decirle a la gente la verdad, mejor que lo haga en tono de comedia… de otro modo, te terminan crucificando”. Algunas de las producciones eran tan transgresoras que el común de la gente las denominaba comedias sexuales sin sexo, sin embargo, conforme pasaban los años, Hollywood se comenzó a volver más conservador, y la comedia se convirtió en un género menor, del cual solo se salvaban John Landis, John Belushi, Sidney Pollack o Woody Allen.
Es así como a finales de los ’80, con la comedia casi en estado vegetativo, se comienza a gestar un nuevo movimiento al que se denominó la nueva comedia americana (NCA desde ahora) influenciada, por un lado, por el show televisivo “Saturday Night Live” y los actores que se mechaban ahí y se catapultaban a la pantalla gigante, y por el otro por algunos jóvenes directores con ánimos de patear el tablero. Ya entrados en los ’90, esta NCA que arrastra una gran influencia del slapstick clásico que tiene su base en el humor físico –con referentes como Jerry Lewis, Dean Martin, Buster Keaton o Los tres chiflados- comienza a encontrar su rumbo con, por ejemplo, las producciones de los hermanos Bob y Peter Farrelly [Dumb & Dumber (1994), There's Something About Mary ( 1998), Me, Myself & Irene (2000) y Stuck on You (2003)], donde llevan el castigo físico un poco más allá de un golpe en la cabeza que provocaba un desmayo y ya, y vemos secuelas que se evidencian en los personajes durante el resto de la cinta, además de agregar el componente escatológico, hasta ese momento casi sin explotar en el cine mainstream. A la par de los Farrelly se abrían camino actores como Jim Carrey, Rob Schneider, Mike Myers, Ben Stiller y Adam Sandler, este último montando en poco tiempo una productora propia y rodeándose de sus mejores amigos para realizar casi la totalidad de sus producciones, una característica que se repetiría muy seguido en este género.
¿Y cómo llegamos de ahí a los tiempos que corren? Bueno, por la taquilla: promediando la 1er década del nuevo siglo, la resurrección de los tanques de Hollywood (entiéndase por tanques a esas producciones que tienen la capacidad para arrasar con la venta de entradas, poseen una omnipresencia en los medios y cuentan con una influencia enorme en la cultura popular a nivel mundial, ¿no?) de la mano de la fantasía, la aventura y la acción quitaron una enorme porción de la torta a las comedias, que se vieron relegadas a producciones menores. Acompañando esta situación, la calidad argumental y narrativa de las comedias también decayeron, y se generó un vacío, ya que el target de los tanques es mayoritariamente adolescente, por lo tanto: ¿Quién se encargaba de entretener al público adulto? Bueno, es ahí cuando damos con nuestro amigo Judd Apatow.
Sin Filtro
Los comienzos de este Neoyorkino fundador de Apatow Productions como realizador de comedia podemos rastrearlos en la serie de t.v. de culto Freaks and Geeks (que fue muy bien recibida por la crítica pero los continuos cambios de horario terminaron socavando el rating de la misma y negándola una renovación para una 2da temporada, y que ya contaba con 3 actores que con el tiempo serían recurrentes en las producciones de Apatow: James Franco, Jason Segel y Seth Rogen), y sin dudas el primer gol de media cancha lo mete con su 1er largometraje en el cual realiza un trabajo integral de guión, dirección y producción, The 40-Year-Old Virgin (2005), pero… ¿Qué pasó en el medio? Bueno, un poco antes de la antes mencionada serie de T.V., luego de escribir y producir episodios para The Ben Stiller Show (1992–1993) y co-escribir los guiones de un par de comedias que pasaron sin pena ni gloria, le mete mano al guión y la producción de uno de los éxitos de Jim Carrey, The Cable Guy (1996), y es allí donde conoce a Leslie Mann, con quien termina contrayendo matrimonio y teniendo dos hijos, y con quien sigue en pareja al día de hoy. Entre el ’97 y el 2003/2004 estuvo casi exclusivamente advocado a la televisión, escribiendo y produciendo: The Larry Sanders Show (1993–1998), The Critic (1994–1995), NewsRadio (1995), Freaks and Geeks (1999–2000) y finalmente Undeclared (2001–2002). Este camino que recorre durante más de una década en la televisión es importantísimo por dos motivos: primero, es en este medio donde encuentra el semillero del cual terminaría sacando a sus actores favoritos para las producciones cinematográficas que se encargaría de llevar adelante desde mediados del 2000 -como por ejemplo los ya mencionados Franco, Segel y Rogen sumado a Jay Baruchel-, y por el otro, una vez más es artífice de un feedback entre el cine y la t.v., y teniendo en cuenta la época en la que sucede esto, es casi una devolución. ¿Cómo? Paso a explicar: apenas empieza este siglo, algunos de los shows de acción y ciencia ficción que se podían ver en la caja chica comenzaban a tener una producción cinematográfica, tanto en la puesta en escena como en los números con los que se contaban para llevar adelante estos proyectos. La llegada de Judd Apatow como realizador integral de cine forma parte de una punta de lanza que comienza a llevar ideas, estilos y formatos televisivos al cine. Un buen ejemplo de eso es la franquicia de terror Saw, donde desde el 2004 hasta el 2010 fueron estrenando, sin excepción, una película por año (como las temporadas de las series de t.v.) con una fuerte cronología prohibitiva para el espectador casual, por y para los fans de la saga.
Volviendo a la trayectoria de Apatow, en el 2004 produce Anchorman: The Legend of Ron Burgundy y Wake Up, Ron Burgundy: The Lost Movie, ambas con Will Ferrell como protagonista, y con una troupe de comediantes detrás de él que sería la envidia de cualquier director de este género: Christina Applegate, David Koechner, Steve Carell, Paul Rudd, Jack Black y Vince Vaughn, films importantísimos porque también servirían como semilleros para el bueno de Judd. En estas producciones nos presenta nada más y nada menos que a Ron Burgundy, un ególatra, fiestero y machista periodista televisivo de los ’70 de una cadena de noticias de San Diego que solo cuenta con la actitud adecuada porque carece de cualquier otra herramienta necesaria para llevar adelante sus trabajos, y no conforme con ello se rodea de inadaptados e impresentables que lo llevan a vivir impensadas aventuras.
El mismo año que produce Kicking and Screaming (2005), también con Will Ferrell, estrena por fin The 40-Year-Old Virgin (2005), un clásico imbatible del género protagonizado por un Steve Carrell inspiradísimo y en uno de sus momentos más altos personificando a un solitario geek de 40 años que involuntariamente ha llegado virgen a esta edad. Cuando en una partida de póker sus amigos, caracterizados por Paul Rudd, Seth Rogen y Romany Malco, se enteran de esta situación, además de lanzar sobre él todas las bromas posibles sobre el caso, se ponen en plan de conseguir que la ponga de una vez por todas. Una preciosa sátira del hombre moderno que ante la imposibilidad de poder relacionarse con el sexo opuesto y la invasión a los sentidos de las múltiples distracciones que nos ofrece el mundo actual, relegó un encuentro sexual por no darle la importancia que ameritaba. No puedo dejar de mencionar la participación de la preciosa Elizabeth Banks en esta producción, que caracteriza a una deliciosa Girl Next Door americana de la que todos nos terminamos enamorando. Este primer film es casi un manual de lo que terminaría siendo el sello de Apatow en producciones futuras: gags con dolor físico y groserías, múltiples referencias culturales, diálogos sarcásticos y filosos, la amistad como una de las relaciones más fuertes con las que cuenta el ser humano (muchas veces por encima de la familia), y todo esto casi siempre enmarcado en dramas modernos que buscan la identificación con el espectador porque de una u otra forma seguro nos tocaron. Ni falta hace aclarar que, además, The 40-Year-Old Virgin terminó siendo un éxito de taquilla, tanto en U.S.A. como en el resto del mundo, lo que le abrió a Apatow absolutamente todas las puertas en esta industria.
Camino a la cima
Tras el éxito de esta producción, co-escribe los guiones de Fun with Dick and Jane (2005) con Jim Carrey, The TV Set (2006) con David Duchovny y Talladega Nights: The Ballad of Ricky Bobby (2006), una vez más con Will Ferrell, para estrenar luego su 2do largometraje escrito, producido y dirigido: Knocked Up (2007). Con Seth Rogen y Katherine Heigl al frente como protagonistas, acompañados por Paul Rudd y la mujer de Apatow, Leslie Mann, Judd nos presenta otro de los dramas modernos llevados al extremo: una relación sexual casual producto de una noche de borrachera entre dos personas que tienen aparentemente poco en común termina derivando en un imprevisto embarazo que unas semanas después los reunirá y los pondrá a prueba como pareja y como personas. Gracias al personaje de Seth Rogen vemos otro componente de la filmografía de Apatow: el consumo de drogas ilegales, sobre todo la marihuana, ya que su personaje, Ben Stone, es un drogón sub-ocupado que se revela como un completo inútil para asumir las responsabilidades que traen consigo la llegada de un pibe, y cuenta, por supuesto, con un séquito de amigos tan inadaptados como él, adictos a darle los peores consejos y alentándolo a mandarse todas las cagadas posibles. El cable a tierra de tanto delirio y estupidez para que la película esté equilibrada lo presentan los personajes de Rudd y Mann, una pareja estable que, con sus dramas a cuestas, de todos modos han logrado encontrar la forma de poder formar una familia y seguir adelante con sus vidas. Esta misma pareja tendría su spin-off unos años después en el film This Is 40 (2012), escrito, producido y dirigido por Judd, y esta cinta es, al día de hoy, el último film “integral” del neoyorkino estrenado en los cines.
Igual nos adelantamos en el tiempo un toque, Superbad (2007) es otra gran producción de Apatow protagonizada por Jonah Hill, Michael Cera, Christopher Mintz-Plasse y la preciosa Emma Stone que volvería a poner de moda un sub-género dentro de la comedia: una noche descontrolada con exceso de alcohol, drogas ilegales y la incursión a alguna fiesta increíble -generalmente organizada por adolescentes con un alto nivel de testosterona- que se termina desmadrando y causando estragos no solo en el entorno en el que se desarrolló sino también en el cuero de alguno de sus protagonistas, y así recibiríamos la celebrada saga The Hangover (que le dio pie esta semana a Marcelo Hugo para armar la ficción de la apertura de su programa) o a producciones como Project X (2012) o la más reciente 21 & Over (2013). Amén de los trabajos que habían realizado antes, Superbad sirvió también como plataforma de despegue para las carreras cinematográficas de Jonah Hill y Michael Cera, más bien, y eso sería un favor que tarde o temprano ambos tendrían que devolver.
Ultra-drogados
Con un par de éxitos de taquilla bajo el brazo, Apatow comienza a abrir el juego y, decidido a conquistar la tierra con sus producciones al año siguiente estrena Step Brothers (2008), una vuelta de tuerca de lo que ya habíamos visto en The 40-Year-Old Virgin protagonizada por Will Ferrell y John C. Reilly, que nos muestra las consecuencias más nefastas de esas estúpidas frases que dictan que “los 30 son los nuevos 20” o “los 40 son los nuevos 30”: dos hermanastros viviendo aún bajo el mismo techo a pesar de arañar ambos los 40 años y sufriendo un desfasaje social tan grande que, con suerte, los posiciona en la categoría de adolescentes de 20, o menos… Sin embargo, las bombas de este año caerían desde otro avión: por un lado, Forgetting Sarah Marshall (2008), una inteligentísima comedia romántica protagonizada por Jason Segel, Kristen Bell, Mila Kunis y una soberbia performance de Russell Brand, que nos denota las complicaciones que puede tener un hombre moderno para superar una relación, y por el otro, el film de culto Pineapple Express (2008), una de las mayores apologías del consumo de marihuana que se haya filmado para el mercado mainstream del cine, protagonizada por James Franco y Seth Rogen y con un guión co-escrito por este último y Evan Goldberg, el mismo que ya había co-escrito Superbad (2007). El nivel de delirio, adrenalina y frenesí que tiene esta producción lamentablemente no puede ser expuesto de forma justa por mi pobre vocabulario en esta entrada, pero basta con decir que, a mi entender, este es el mejor film producido por Judd hasta el momento. Es un "must-see" que no pueden darse el lujo de no visitar, sobre todo para que verifiquen la versatilidad de Rogen a la hora de componer personajes… cof cof.
Dos años después Forgetting… nos ofrecería un spin-off que mantiene los niveles de delirios y calidad característicos: Get Him to the Greek (2010), protagonizado por Jonah Hill y Russell Brand, este último personificando a la versión yanquie de Pomelo, el ídolo del rock caído en desgracia Aldous Snow, tan ácido como depresivo, y dispuesto a todo para recuperar el lugar que le pertenece por derecho propio. Antes de este estreno tenemos a Funny People (2009), otro de los films que podríamos denominar “integrales” de Apatow, ya que cuenta con guión, dirección y producción de él, y que está protagonizado por Adam Sandler y… si, adivinaron: Seth Rogen, haciendo de Seth Rogen, y la mujer del productor, Leslie Mann. Todo queda en familia, ¿vió? Aquí tenemos, también, otro ardid más que casi podríamos aunarlo como parte del sello de Apatow y sus producciones: la auto-referencia constante, la sátira y la auto-crítica desde la mirada de los mismos protagonistas. En este caso Sandler hace mea culpa y caracteriza a un exitoso comediante de 40 años que no supo cómo lidiar con el éxito y se acuarteló en su propio ego, creando una distancia seguro de sus fans, su público pero también de sus afectos… hasta que descubre que por una afección en la sangre le queda poco menos de un año de vida. El personaje de Rogen, un fan declarado, es quien lo ayudará a reencontrarse consigo mismo, a recuperar sus vínculos y a recorrer estos últimos días redescubriendo la vida. Es quizás una de las producciones más políticamente correctas de nuestro celebrado productor, pero no por eso deja de ser digna y sobre todo entretenida.
El gran chiste