Hace unos meses el canal CW (el mismo que nos trae entre otras cosas la impresionantemente fanservice “Arrow”), estrenó una nueva serie de ciencia ficción llamada “The 100” basada en el libro homónimo de Kass Morgan, autora novel que antes trabajaba editando a otros escritores.
La serie tiene como premisa que el mundo entró en una gran guerra que lo dejó devastado y los únicos que pudieron escapar de esa devastación, terminaron viviendo en distintas estaciones espaciales orbitando un moribundo y radioactivo planeta tierra, para luego unificarlas en una gran estación llamada “El Arca”, la única residencia de los humanos en el universo.
Luego de casi 100 años de una existencia para nada pacífica, esta sociedad confinada en un mastodonte de metal y recursos reciclados (una gran frase de sus habitantes es que el agua que toman ahora es el orín de sus abuelos) se encuentra con un problema que puede realmente acabar con la raza humana: los recicladores de aire están fallando y no hay oxígeno para todos los habitantes del Arca.
Es así como llegan a la conclusión de que tienen que volver a explorar la Tierra y ver si la humanidad podría llegar a sobrevivir de nuevo en ella, pero ¿quién sería tan demente para arriesgarse a una misión seguramente suicida?
Acá es donde vemos que la última sociedad humana no es tan idílica como imaginamos a pesar de estar toda unida en una supuesta “Arca”. En esta sociedad por cualquier delito el castigo es la muerte (en la serie son lanzados al espacio, en el libro son ejecutados con inyecciones letales) y a los jóvenes delincuentes se los encierra hasta que cumplen los 18, tiempo en que se cumple la sentencia (salvo escasas excepciones de jóvenes perdonados por el Canciller o por el Consejo que gobierna a los últimos humanos).
Es así que se encuentran los perfectos conejillos de indias para la expedición en 100 de estos jóvenes delincuentes que fueron convictos por las más variadas clases de delitos que van desde el clásico asesinato a gastar demasiados recursos naturales, pasando por hurto o quedar embarazada antes de que el Consejo de su aprobación.
El problema es que esta misión no es conocida por toda la población del Arca, sino sólo por el Consejo y algunos funcionarios, porque, claro, podemos ejecutar a una madre por tener más de un hijo, pero no podemos ejecutar a un asesino porque todavía no cumplió los 18 años, entonces mandarlo a la Tierra puede ser mal visto por la opinión pública (¿?).
Y más o menos hasta acá es lo único que tienen en común el libro y la serie. Pero no porque hayan tomado caminos distintos específicamente porque los medios son distintos o porque la adaptación fuerce a ciertos cambios de rumbo. Sino porque el libro fue escrito después de la preproducción de la serie.
¿Eh? ¿Me estás cargando, no? ¿No dijiste que era una serie basada en un libro?
Acá es donde la cosa se pone un poco complicada. Vamos a ver si puedo explicarla lo más claro posible:
La empresa Alloy Entertainment tenía la premisa de la serie, la idea básica, digámosle y sabía que iba a poder venderla para hacer una serie de televisión, entonces contrató a esta ex-editora devenida en escritora para que haga el planteamiento de los personajes y el argumento en general, pero ella se internó 6 meses a escribir y volvió con el libro terminado.
Un libro donde no se cuenta mucho de lo que pasa en la recolonización del planeta, sino que se cuentan en profundidad las historias anteriores de 4 protagonistas (uno de ellos directamente no aparece en la serie, por lo menos no todavía y ya van 10 capítulos), a través de flashbacks a lo “Lost”. Cada capítulo del libro está centrado en el punto de vista de uno de estos protagonistas y mecha algún recuerdo para contar su vida en el Arca, previa a ser encerrados.
La serie de televisión, en cambio (y quizás para no ser una copia mala de “Lost”), no juega con una doble narrativa en el tiempo, sino en el espacio, ya que se cuentan los hechos que suceden en la Tierra (que sí, es habitable) con los 100 (o menos porque no todos sobreviven al aterrizaje) y lo que sucede en el Arca tanto con el Consejo y sus intrigas políticas, como con la sociedad en su conjunto cuando se entera que se están quedando sin oxígeno y que mandaron a los 100 a la supuesta misión suicida.
Entonces tenemos una serie de televisión que se basa en un libro, pero que no cuentan lo mismo, tampoco lo hacen de la misma manera, sólo tienen algunos personajes en común y, para sumar un dato más, ciertas historias de los personajes que sí comparten, no tienen absolutamente nada de parecidas en las dos versiones.
Van 10 capítulos emitidos y la historia avanzó lo suficiente para que el próximo libro de Morgan se base en lo que pasa en la serie y deje de ser al revés.
¿Simple de entender, no?
La serie está protagonizada por gente linda y adolescente (o que hacen de adolescentes), pero principalmente linda, una característica de las series del canal CW, y las primeras caras son las de Eliza Taylor, Marie Avgeropoulos, Thomas McDonnel y Bob Morley.
Entre los actores con algo de renombre (y que son mayores entonces los vemos cuando cuentan lo que pasa en el Arca) podemos encontrar a Paige “Yo fui Abril en las películas de TMNT” Turco, Henry “Yo fui Desmond en Lost” Cusick y Kate “Yo fui Mamá Cylon en BSG” Vernon.
Lo interesante de esta serie es que son dos series en una: abajo, en la Tierra, una serie de adolescentes en un mundo de fantasía, con sus enamoramientos y sus rencores hacia la sociedad, clásico del mercado yanqui de la actualidad, y por otro una serie de ciencia ficción cruda, más dura y adulta con los planteamientos interesantes que el género viene cuestionando desde sus comienzos con la idea de contrastar un futuro lejano con tecnología lejana, pero con los mismos problemas de siempre que nos hacen humanos.
El programa fue renovado para una segunda temporada hace unas semanas cuando el canal anunció qué seguía y qué no, por lo que seguro tenemos historia para rato.
Últimamente parece que sólo hablo de series o películas que están basadas en libros. Y si bien es un muy buen ejercicio darse el tiempo de ir a las fuentes para poder analizar la adaptación y sus miles de vericuetos (siempre quise escribir vericuetos, sepan disculpar), también tengo que dejar en claro que así como pasó con “Divergente" acá tampoco sabía que esta nueva serie de CW estaba basada en un libro… o casi basada… no se cómo clasificarla.
Es decir, el movimiento fue el opuesto a obras como “The Lord Of The Rings”, “Conan” o hasta películas basadas en la obra de H.P. Lovecraft y quizás por eso mi visión se encuentre de alguna manera sesgada y tenga algunos preconceptos… o quizás la producción literaria de autoras como Morgan o Roth (en el caso de “Divergente”) no le llegue ni a los talones a grandes de la literatura fantástica como Tolkien, Howard o Lovecraft.