Hace una eternidad era dueño de una Comiquería, la única de la ciudad en la que vivía en ese entonces. Una soleada tarde de febrero entró un hombre de mediana edad, con ropas de cuero sucias, borcegos con punta metálica, lentes de sol, pelo largo y barba desprolija, y de su mochila sacó un libro. Necesitaba desesperadamente venderlo porque estaba sin un mango y no comía desde el mediodía anterior. Aceptaba lo que le diera por él. Miré el estado del libro y era apenas aceptable. Se lo dije. Miré a mis espaldas los precios de libros similares, se los señalé, y le di $20, mucho menos de la mitad de lo que valían los nuevos. Agarró la plata, me estrechó la mano y se fue sin más. Solo entonces decidí pegarle una mirada más profunda a mi nueva adquisición: era un art-book de H. R. Giger y en la tapa un rostro femenino que acusaba una extraña palidez metálica se fusionaba con una decena de tubos oxidados, bulbos putrefactos y un par de cuernos de un marfil resquebrajado. Nunca hubiera imaginado que una portada tan bien elaborada comunicaría tan poco del escabroso, incómodo y maravilloso universo que ese art-book escondía en su interior. Bienvenidos a la más obscena de mis reseñas en Tierra Freak.
Li I
“Que no conozca el significado de mi arte no significa que no lo tenga.”
Salvador Dalí, pintor (1904-1989)
Este artista suizo de nombre Hans Rudolf "Ruedi" Giger que nació en 1940 y que nos viene perturbando con sus obras desde hace más de 40 años, ideó esta obra como homenaje a su amante y musa por aquel entonces, Li Tobler, dado que el inquietante y relajado rostro central protagonista de la imagen es el rostro de su amada, trabajado con la técnica del uso de un aerógrafo sobre un fotograbado de 70 × 97 cm. Esa amalgama de deformidades, calaveras, fragmentos óseos y una serpiente sobre la cabeza, llevando un collarcito con su nombre al cuello y con un fondo de huevos-cerebro, no debieron ser del agrado de la inspiradora, ya que la misma la irritó de tal manera que tomó un cuchillo y desgarró el lienzo. A duras penas pudo Giger quitarle la idea de prender fuego a la pintura.
Li, su mujer, se suicidó un año más tarde. A pesar de los esfuerzos en la reparación, en Li I todavía se aprecian las marcas de la cuchillada. Esta pintura y este hecho son importantísimos para entender a este inmenso y multifacético artista, y en cierta medida casi podríamos decir que son la chispa que provocó la génesis de Hans. El dolor, la pérdida, el ciclo de vida-muerte, el equilibrio, la belleza, el fetichismo, todos temas recurrentes en su carrera.
Un Necronomicón en manos de Biomecanoides
H.G. Giger es, entonces, un artista gráfico y escultor que obtuvo fama mundial en 1980 al ganar el Oscar a los mejores efectos especiales por el diseño de los conceptos visuales del film de Ridley Scott, Alien (1979), y por la aterradora criatura de la película. Amén de esta –y otras colaboraciones en este medio-, Giger es un autor polifacético: dibujante, escultor, pintor, escritor, diseñador, no sólo de cine sino también de carteles, objetos y espacios arquitectónicos. Elogiado y criticado en el mundo artístico, su nombre es sinónimo de casi medio siglo de arte fantástico. Es un artista con un papel notable en la cultura contemporánea al influir en diferentes manifestaciones como la pintura con aerógrafo, el cine de terror y de ciencia ficción, el tatuaje, el cómic y el diseño gráfico, además de contar con un carácter visionario: Giger desde sus inicios ya plantea la problemática del cyborg y sus implicaciones médicas y filosóficas.
Este artista poco convencional y enigmático que cuenta con un Museo en su honor en la ciudad de Gruyères, en Friburgo, Suiza, es uno de los iniciadores de corrientes postmodernas como la nueva carne (un género que desarrolla la relación tecno-científica con el cuerpo humano, la monstruosidad y el sadomasoquismo), razón por la cual es admirado por escritores de cyberpunk, y su impacto colectivo ha sido muy amplio debido a la proliferación de ciertos elementos estéticos, sobretodo en el medio cinematográfico, deudores de sus planteamientos formales y artísticos, pero también gracias a la difusión de sus diseños en las portadas de discos para grupos como Koo Koo, Debbie Harry, Brain Salad Surgery, Emerson & Lake and Palmer, Dead Kennedys y Danzig, además de diversos carteles y pósters, y a sus libros de ilustraciones. En referencia a estos últimos, sin lugar a dudas la serie que con el paso de los años se volvió más popular es la dedicada al Necronomicón, este grimorio (libro mágico) maldito ficticio ideado por el escritor estadounidense H. P. Lovecraft que tuvo su primer mención en el cuento The Hound (El sabueso, 1922).
Giger nos habla de lo terrible de la existencia, pero también cuida la belleza y la armonía, una dualidad que será constante en su obra. Una de las bases de su trabajo es el equilibrio entre fuerzas contrarias, positivas y negativas, la confrontación de opuestos como el arquetipo de la bella y la bestia, y la materia orgánica viva con la inorgánica muerta. A lo largo de toda su obra vemos huesos y metal co-existiendo entre sí y mostrando una simbiosis de órganos y de anatomías con objetos mecánicos y estableciendo una conexión con el ciclo de nacimiento-vida-muerte, la enfermedad, la superpoblación, la figura del monstruo y la magia, pero sobretodo destacando el tema del cuerpo humano y su manipulación, su alteración y su destrucción plástica.
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Tengo un Alien en mi estómago
Pero como mencionaba casi al comienzo de esta reseña, amén de lo compleja y nutrida que sea la obra de Hans, para muchos solo será recordado como aquel que participó en los diseños de Alien, el octavo pasajero. En 1979 el enfoque oscuro y agresivo de Alien conmocionó al género de ciencia ficción y se erigió como referente visual para el mismo en la década siguiente, creando una ruptura estética en el diseño de los alienígenas que habíamos visto hasta ese momento. La criatura de Alien era un insecto biomecánico que se diferenciaba del Necronomicón IV y V por las formas más puntiagudas, pero especialmente por la ausencia de ojos. De esta manera, Giger daba forma a un monstruo mucho más amenazante, ya que nunca sabías hacia dónde estaba mirando.
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No me quiero despedir de ustedes sin mencionar algunas peculiaridades geeks que tienen que ver con el trabajo de este enorme artista.
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Espero que hayan disfrutado de este peculiar viaje por la perturbadora carrera de Giger tanto como yo, y nos encontramos acá el jueves que viene, en Tierra Freak.