Me gustan las secciones, mis secciones. Creo que un poco de orden dentro del caos temático que tiene el sitio (producto del convulsionado mundo friki que no para de tirarnos estrenos, lanzamientos y novedades de todo tipo sumado a la amplitud de temas que tocamos acá dentro gracias a la enorme generosidad del alma máter, ideólogo y eximio ejecutor de este espacio virtual, Saki Chan), siempre viene bien, máxime cuando las mismas están sosteniendo productos de una calidad enorme. Hace ya 3 años, el 7 de mayo del 2015, me propuse analizar la 1er temporada del show de AMC Better Call Saul en su totalidad, y luego repetí la travesía al año siguiente, cuando finalizó la 2da temporada, a fines de abril del 2016. Por supuesto, teniendo en cuenta lo mucho que amo esta serie, repetí la experiencia unos pocos días después de finalizada la 3er temporada de esta serie, el año pasado, en junio, y hoy, a pesar de que la 4ta temporada culminó hace más de un mes, el 8 de octubre pasado, retomo esta sección para avanzar sobre un cierre personal, por escrito, de la experiencia de esta cuarta entrega.
When Jimmy McGill become Saul Goodman…
Tranquilos, no se asusten: este subtítulo no es un spoiler. Esta temporada no es el “final” de Better Call Saul y la conexión definitiva con el inicio de Breaking Bad, pero es la que, creo yo, comienza a crear los cimientos que derivarán en la serie madre, mostrándonos mucho más de aquel Saul Goodman que por momentos añoramos.
La 4ta entrega de Better Call Saul reafirma el recorrido que fueron cimentando Vince Gilligan y Peter Gould durante estos últimos 3 años, y me permite ahondar en mi teoría de que este show, a diferencia de Breaking Bad, va transitando su camino a través de la interrelación de los personajes, incluso mucho más de lo que lo hacía aquel que nos narró la épica epopeya de Walter White. Aquí los peligros de relacionarse con aquellos que dominan el narcotráfico en Albuquerque, New Mexico, y lugares periféricos no es la llama que alimenta el drama del show, aún cuando en esta cuarta entrega los productores han puesto un particular énfasis en comenzar a crear puentes realmente sorprendentes y muy regocijantes para el fan del show previo.
Aquí el peso del pasado es enorme, y termina por definir a prácticamente todos los personajes protagonistas, comenzando por el mismísimo James Morgan McGill, mejor conocido como "Jimmy". La 4ta temporada lo encontrará teniendo que lidiar, muy al comienzo de la misma, con la sorpresa por la desaparición física de su hermano mayor Chuck, producto de un incendio que podría haber sido auto inducido, paralelo al hecho de que su licencia para ejercer como abogado ha sido revocada, con las consecuencias que acarrean ambas situaciones. Volveremos a encontrarnos entonces con aquel Jimmy hiperactivo, sagaz y timador, ávido por encontrarle la vuelta económica a su vida, dispuesto a hacer lo que sea para salir del pozo en el que está metido. A veces solo, a veces con la ayuda de cómplices circunstanciales, se valdrá de todos los recursos que tenga a mano para poder conseguir algo de dinero rápido, y una y otra vez atentará contra las posibilidades de volver a ejercer como abogado.
Jimmy es realmente un personaje exquisito, repleto de facetas que lo hacen más interesante minuto a minuto, y su característica principal, por encima de su personalidad carismática y avasallante, es que siempre tiene un As bajo la manga con el cual te va a sorprender. Es muy difícil poder seguirle el ritmo y poder anticipar sus movimientos, máxime cuando la gran mayoría de ellos están disparados por una pulsión interna que en la mayoría de los casos es más fuerte que él, y lo lleva a recorrer senderos turbios en el margen de lo ético y legal. Aún cuando muchas veces sus intenciones son, en algún punto, nobles, su tendencia a buscar los atajos y los caminos más rápidos para conseguir sus objetivos termina por ensuciar cualquier acción que lo valide como una buena persona. Y así y todo no deja de ser un personaje adorable, porque es un tipo que entiende muy bien el comportamiento humano y conoce de memoria las bajezas de nuestra sociedad, y desde ahí ejecuta planes y acciones para sacar provecho de la misma y beneficiarse a corto plazo, casi siempre con un cálculo errado de las consecuencias. Bob Odenkirk nos entrega, una vez más, una caracterización digna de varios premios, y no son pocos los momentos donde da ganas de aplaudirlo de pie. La sutileza con la cual imprime ciertos tics, ciertos vicios en sus movimientos, en sus miradas, y la maestría con la cual se desenvuelve con este personaje al relacionarse con el resto del casting nos hace pensar en un actor con una trayectoria enorme y muy rica, y una escuela de teatro detrás sosteniendo todo esto. Y la realidad es que si bien viene actuando desde fines de los ’80, en su carrera personal sus mayores méritos hasta el momento son como guionista y productor, de hecho los únicos Emmy’s que tiene ganados son por guiones escritos para shows cómicos televisivos, lo que no quita que también haya sido premiado como actor, y sobre todo por la caracterización de este personaje, tanto en Breaking Bad como en Better Call Saul.
Volviendo a la ficción, la negativa de Jimmy a aceptar el duelo de la pérdida de su hermano incluso pondrá en jaque la relación con Kimberly "Kim" Wexler, su co-equiper caracterizada por la genia Rhea Seehorn, que lleva adelante un personaje que desde la 1er temporada hasta la actual recién culminada fue creciendo, paso a paso, para transformarse no solo en la clara co-protagonista de la serie sino también en un pilar fundamental de la misma. Yo hoy ya no concibo un Better Call Saul sin ella, así de sencillo. Y la relación que tienen Jimmy y Kim es tan franca por momentos que te deja sin aire. Y sin embargo cada uno tiene su lado oscuro que prefiere evitar exponer delante del otro, pero cuando los planetas se alinean, y se conjugan ciertos elementos, ambos encuentran una química exquisita para poner en práctica ciertas habilidades que los dos poseen pero solo Jimmy se anima a utilizar casi diariamente, una dinámica que los revitaliza a los dos pero también los acerca al anticipado final como pareja.
Los Pollos Hermanos
Por detrás del drama protagonizado por Jimmy y Kim está aquel otro que también se fue cociendo a fuego lento y en esta temporada evolucionó hasta tomar un protagonismo inusitado, si me preguntan a mí. La historia que entrecruza las vidas de Mike Ehrmantraut con la de Ignacio "Nacho" Varga y Gustavo "Gus" Fring es casi emocionante como la principal, y las sorpresas que nos deparó este año fueron de un buen gusto que raya lo ridículo casi. Jamás se me hubiera ocurrido, si oficiara como guionista de este show, contar la creación de aquel enorme laboratorio donde Heisenberg trabajaba bajo las directivas de Gus, de hecho nunca había pensado siquiera que dicho lugar habría requerido de semejantes arreglos, y cuando lo ves acá tiene sentido.
Estos sub-plots son el tipo de sorpresas a las que nos han acostumbrado Gilligan y Gould, dos enormes autores que no vacilan a la hora de hacerles frente a la sombra que proyecta Breaking Bad, y no les tiembla el pulso para meterse de maneras sorprendentes con elementos icónicos del show previo, a sabiendas de que son ellos y solo ellos los que tienen el absoluto control de la narrativa, aún cuando somos todos los televidentes fans de este “universo” los que conocemos casi con detalle obseso el “futuro” que les espera a todos los involucrados.
Prácticamente todo lo que vivimos de Gus, Nacho y los vestigios del viejo Salamanca, y la interrelación entre los tres, destila Breaking Bad por todos lados, y sin embargo acá está todo sostenido por una muy cuidada construcción de personajes que juguetea inteligentemente con un futuro que se nos figura ya muy cercano. La aparición de Gale Boetticher en el episodio Something Beautiful fue la cereza que remata la punta del postre, y una vez más, un momento para aplaudir.
Pero seguramente, de todas estas pequeñas historias, la que más emociona es la del camino hacia el abismo que sigue recorriendo Mike, el cual, como era de esperar, tiene un clímax que termina definiendo una capacidad del personaje que venía negando casi desde que Better Saul Call comenzó.
Para ir finalizando, hay algo que se me figuró particularmente interesante en esta temporada, y es la parte visual. La puesta en escena de este show es sencillamente demencial, con un story-board tremendo, repleto de planos y ángulos muy originales, y con algunas composiciones utilizando divisiones del plano que te pegan directo al corazón de quién ama este medio. Better Call Saul se nutre de lo mejor que nos dio Breaking Bad en este aspecto y redobla la apuesta, poniendo un especial énfasis en el apartado visual, y valiéndose de todos los recursos actuales para narrar una historia siempre de manera creativa, y jamás de forma aburrida. Incluso cuando lo que nos está contando la trama carece de diálogos y se podría tonar aburrido, lento y engorroso en manos de otros productores, aquí se transforma casi en un videoclip que ofrece un espectáculo visual de composición que raya lo cinematográfico, trabajando con absolutamente todos los elementos correctos.
Los 10 capítulos que vuelven a conformar esta nueva temporada son una reivindicación de que esta serie sigue siendo una cita obligada para el televidente amante del buen gusto, y es una confirmación de que en el medio se puede presentar un producto donde absolutamente todos los involucrados, delante y detrás de cámara, hacen todo bien. Absolutamente todo bien, sin excepción.
Nos volvemos a leer pronto, aquí en Tierra Freak.