Si algo disfruto de escribir en Tierra Freak es la absoluta libertad que encuentro para poder explayarme sobre los temas que crea convenientes, en tanto y en cuanto los mismos tengan un ancla en el target al que apunta el sitio. En otros lugares donde he escrito algunas veces -o lo hago regularmente en el presente- generalmente hay una temática fuerte que otorga el marco de la sección en la cual me toca contribuir, pero aquí no, aquí hay un editor con la mente abierta y una confianza casi ciega en mi criterio. Hay shows televisivos que claramente pertenecen al mundo Friki al que hace alusión el nombre de este sitio, y otros que me gusta acercar a los lectores por la sencilla razón de que la calidad de los mismos es excelente, y quiero que todo aquel que le dedica 5 minutos a este lugar se entere de eso. Por eso desde que la serie que hoy me toca reseñar comenzó su andadura, me propuse esperar la finalización de cada temporada para dar mi impresión sobre la misma, sobre todo teniendo en cuenta que son muy pequeñas, de solo 10 capítulos. Así lo hice con la la 1ra y la 2da temporada de la serie, y hoy toca reseñar la 3ra, que acaba de finalizar hace apenas unos días.
Relaciones peligrosas
Lo maravilloso de un show como Better Call Saul es la imprevisibilidad del camino que tenemos por delante cuando comenzamos a degustar semana a semana cada uno de los episodios, aún cuando conocemos el destino “final” de varios de los personajes que dan vida a esta serie. El juego que nos proponen Vince Gilligan y Peter Gould es magnífico desde su concepción y un enorme desafío para todos los involucrados, máxime teniendo en cuenta los tiempos en los que vivimos, donde cualquier error u omisión no pasará inadvertida mucho tiempo gracias a la enorme comunidad interconectada de televidentes.
Sin embargo, como ya he mencionado en ocasiones anteriores, son pocos los elementos que nos remiten de forma directa al show “padre” de esta serie, Breaking Bad, y más allá de que este show conserva muchos rasgos narrativos característicos de aquel que supo equilibrar la televisión moderna hacia arriba, ha logrado forjar un espíritu propio, y se ha abierto paso con sus propias herramientas mostrando otra piel, otro color, e incluso incorporando pequeñas dosis de un humor ácido e incómodo gracias a la genialidad de un actor todo-terreno que supo ganarse al televidente a fuerza de mucho trabajo y una performance impecable. Este show sería realmente una serie muy pobre si no fuera por la inolvidable caracterización que nos entrega Bob Odenkirk con su muy querible Jimmy McGill al que la vida no para de darle patadas en las bolas.
Al final de la temporada anterior todo parecía teñirse de negro de forma irremontable para el charlatán de Jimmy, recibiendo una de las últimas estocadas traicioneras por parte de su hermano, la cual podría poner en riesgo todo lo que había llevado hasta adelante con bastante sacrificio y mucha maña.
Y hasta cierto punto su hermano tuvo éxito, pero no de la manera que hubiera esperado. En el primer tramo de esta nueva entrega somos testigos de cómo se va desarrollando el entramado legal que terminará depositando a Jimmy y su hermano, Chuck, pelando sus garras delante de un comité de justicia que determinará si las acciones fraudulentas del primero ameritan algún tipo de sanción disciplinaria que podría incluir una remoción definitiva de su título de abogado. En el camino, la relación entre estos hermanos llegará a su punto culmine de inflexión, y quedará definitivamente arruinada, casi sin posibilidad de poder restituirse. Jimmy hará uso de un par de artimañas para lograr alterar lo suficiente a Chuck como para que el comité disciplinario juegue con la idea de que muchas de las acusaciones levantadas hacia él provienen de una persona enferma y mentalmente desequilibrada. Finalmente, la sanción será una privación de la posibilidad de Jimmy de poder ejercer como abogado por el término de un año.
Salamanca
Si bien la medida disciplinaria terminó siendo leve en comparación con lo que uno podía esperar al comienzo de la temporada, eso no quiere decir que ahora Jimmy no se encuentre con la disyuntiva de la falta de trabajo para poder corresponder con los gastos semanales que conlleva el estudio que él y Kim han levantado, y en el 2do tramo de esta nueva temporada lo veremos ejecutar distintas estrategias para poder conseguir dinero, algo que, sin llegar a ser aburrido, definitivamente es mucho menos interesante que lo que vimos en los primeros 5 capítulos de su lado.
Sin embargo, el foco de tensión en este tramo que se me figuró muy interesante caerá en muchos de los personajes secundarios que pueblan este show. El regreso de Gus Fring con sus Pollos Hermanos y su participación en la distribución de narcóticos será la estrella de estos últimos 5 capítulos, los que incluirán las idas y venidas de Mike Ehrmantraut, los pesares de Ignacio "Nacho" Varga y, por supuesto, el personaje que crea la tensión necesaria para que todo se vaya a la mierda: Hector Salamanca, magistralmente caracterizado por un Mark Margolis en su punto más alto. Y acá me quiero detener un par de líneas.
Nadie en Better Call Saul, ninguno de los actores que llevan adelante cada uno de los personajes hace un trabajo mediocre. El casting es realmente exquisito y cada uno de los personajes tiene un tratamiento muy fino, muy sutil, con gestos, miradas y una forma de comunicarse y relacionarse con el mundo que los rodea que hace que este show sea un deleite solo por el aporte actoral que tiene, más allá de que la dirección de cada episodio sea ejemplar y la puesta en escena sea siempre un poco más que correcta. Pero el trabajo de Margolis dando “vida” a esta nueva versión de un Hector Salamanca diametralmente opuesto al que tuvo que interpretar en Breaking Bad realmente amerita un aplauso de pie. Hay escenas de 3 o 4 minutos donde, literalmente, Salamanca no dice una sola palabra, se la pasa leyendo un puto diario en una mesa detrás de Nacho, y así y todo es el centro de la tensión de todo el acto. Y casi podría asegurar que es el único personaje de toda la serie que carece completamente de ambigüedad: Hector Salamanca es un reverendo hijo de remil puta, sabe que lo es, disfruta de maltratar con el mínimo esfuerzo todo el tiempo a todo aquel que responda a sus órdenes y no tiene problemas en exteriorizar su frustración y desprecio de manera enérgica cuando la situación lo amerita, obviando completamente los protocolos sociales básicos y mandando a la mierda a quien sea que lo merezca. Es el personaje más franco, mas frontal y más auténtico de toda la serie, y cada participación suya es un deleite. Es un villano con todas las letras, un auténtico villano, y no necesita de ridículos y payasescos discursos para hacerle entender al televidente que él la tiene más larga que cualquier otro que ocupe su misma escena, ni tampoco de ninguna destreza física para imponerse por encima de cualquiera que quiera sacarle lo que considera suyo.
La forma en la que atosigó a Gus Fring (¡a Gus Fring, ni más ni menos!) una y otra vez en esta temporada es una clase magistral de actuación sustentada por un brillante guión que aprovecha todo el potencial de un actor de la vieja escuela que con sus 77 años entiende perfectamente el lugar que ocupa y los tiempos modernos de esta televisión actual. Un completo genio.
La 3er temporada de Better Call Saul finalmente comienza a atar algunos cabos con su poco promisorio futuro, y, por ejemplo, veremos los motivos por los cuales el ya mencionado Salamanca termina en el estado con el que lo conoceríamos en Breaking Bad. Dicho esto, no me asombraría para nada que en la 4ta temporada regrese Tuco Salamanca a reclamar el lugar que le pertenece, por supuesto, para comenzar a dejar las cosas acomodadas para lo que vimos en la 1er temporada de la serie “padre”. En este tramo la serie también avanza unos pasos más en la relación entre Kim y Jimmy, y comienza a tirar las primeras líneas del declive de la misma… una relación que de todos modos siempre se me figuró bastante extraña. El único personaje que tuvo un desarrollo medianamente interesante en el primer tramo pero dejó mucho que desear en el 2do es Mike, y de hecho estoy casi seguro que si revisito Breaking Bad en el tiempo que tengo entre este final y el comienzo de la 4ta temporada, voy a terminar descubriendo líneas de diálogo que contradicen muchas de las “relaciones” que el pelado estuvo orquestando en estos episodios.
Con apenas esa mancha en contra, esta 3er temporada de Better Call Saul vuelve a convertirse en una cita obligada para todos los amantes de la buena televisión, y nos deja con muchas ganas de viajar en el tiempo y comenzar a degustar la 4ta temporada, la cual, a mi entender, debería ser la última del show, la que proponga un cierre digno y razonable para encauzarla con Breaking Bad. Nos volvemos a leer la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.