domingo, 4 de junio de 2017

La Hora se acerca: Doomsday Clock - La Fortaleza de Kal.



Mayo de 2017: Alan Moore vive una vida de reclusión mediática en su morada de Northampton. Amargado por su paso por la industria de los cómics de superhéroes, el otrora gurú de las viñetas ha librado ya su última batalla contra sus propias creaciones y se ha retirado del mundo de las imágenes secuenciales. Del otro lado del mundo, DC Comics anuncia que en noviembre del año en curso se publicará Doomsday Clock, que toma elementos clave del que posiblemente sea el trabajo más importante del guionista de la barba para la editorial y posiblemente de toda su carrera: Watchmen.


Septiembre de 1986: En el auge de su entusiasmo y de su carrera como historietista, Moore ve publicada la primera de doce entregas de su obra maestra, en la que nos ofrece una visión pesimista del cómic de superhéroes y ocurre un punto de inflexión definitivo, cuyos efectos se seguirán sintiendo al menos por los siguientes treinta años. Convencido de que los superhéroes no tienen nada más para decirnos, Moore “retira” a su máximo exponente en “Whatever Happened to the Man of Tomorrow?”, al contarnos la “última historia” de Superman, o al menos una versión del personaje que no tiene lugar en un mundo post-Watchmen. Mientras tanto, John Byrne termina de relanzar al personaje con cambios radicales y en medio de esta vorágine revisionista, el día 11 a las 10:40 A.M. nazco yo.  

1986. El año que cambió todo.
Abril de 1938: Se publica el #1 de Action Comics, en el que Jerry Siegel y Joe Shuster presentan por primera vez al último hijo de Krypton, sentando las bases de un modelo que se copiará y adaptará infinitas veces. Ellos aún no lo saben, pero su impacto se seguirá sintiendo más allá de sus propias vidas y “Superman” se convertirá en sinónimo de “superhéroe”, un término que seguirá siendo parte fundamental de la cultura popular al menos hasta entrado el próximo siglo.

Año 1964: El semiólogo italiano Umberto Eco plantea las figuras contrapuestas de los Apocalípticos y los Integrados. Los primeros, caracterizados por un enfoque negativo de la cultura de masas; los segundos, con una visión más optimista que considera positivo el alcance de los bienes culturales a la mayoría de la población. A Eco le fascina la figura de Superman y su carácter mítico. En plena Edad de Plata, plantea a Superman como la esencia más pura de la figura del superhéroe, y al resto como simples variaciones. Para Eco, Superman –y en consecuencia el resto de los superhéroes- vive en un presente eterno, incapaz de un desarrollo real en el tiempo, ya que considera que el cómic de superhéroes vacía todos sus recursos de desarrollo dentro de una sola publicación. El status quo al final de la historia es siempre igual que al comienzo, circular como un reloj, y nunca puede haber un desarrollo real que acerque al personaje un paso más hacia la muerte. Superman no puede casarse, no puede tener hijos, no puede cambiar de trabajo. Faltan 22 años para 1986. Las historias de superhéroes están generalmente consideradas como algo exclusivamente para niños. Alan Moore tiene 10 años.

Faro de Esperanza
Un antídoto para tiempos oscuros.
Noviembre de 2005: Alan Moore encaja en la descripción de Eco de Apocalíptico. En algunos años va a declarar que los superhéroes son una catástrofe cultural. Lo que sea que haya querido decirnos hace casi 20 años, lo entendimos mal. Por otro lado, su polo opuesto, el Integrado Grant Morrison busca rescatar todos los valores y elementos esenciales y atemporales de Superman con la publicación de All-Star Superman #1. Moore tiene razón, entendimos mal, pero no por no dejar atrás a nuestros superhéroes, sino por pensar que solo podíamos valorarlos de adultos como reflejos oscuros de los valores que nos transmitieron en la juventud.

Martes 24 de noviembre de 2015: Tierra Freak publica mi artículo.

Lunes 5 de junio de 2017: Tengo 30 años, la influencia de Watchmen en el campo de la historieta estuvo presente literalmente toda mi vida. Superman sigue siendo mi héroe como a los 10, sin embargo si fuese por Alan Moore, él tendría que haberse retirado exactamente cuando yo nací. Hace dos años intentaba responder por qué nosotros necesitamos a Superman. Hoy pienso: ¿Por qué Superman nos necesita a nosotros? Y más desconcertante aún: ¿Por qué necesita al Doctor Manhattan?

Nada termina, Adrian.”

Con el inicio de Rebirth nos enteramos de que las ominosas palabras que Jon Osterman pronunciara hace 30 años tienen hoy más validez que nunca. Habiendo redescubierto su interés por la vida, el Doctor Manhattan decide abandonar el mundo presuntamente utópico creado por Ozymandias para concentrarse en sus propios proyectos. Finalmente ocurrió lo impensado, y ese final abierto que siempre estuvimos convencidos de que no necesitaba resolución, parecería estar a punto de ser explorado. 


Súper Misterio. El héroe jugará un rol fundamental en el evento (arte de Gary Frank).

Como un reloj que llega a las 12 y reanuda su marcha otra vez desde el comienzo, Watchmen es una obra redonda, perfecta, que con el descubrimiento del diario de Rorschach en la última viñeta, nos invita a volver a la primera página y a emprender el viaje otra vez, diciéndonos que todo lo que necesitamos saber, todo lo que hay que contar, está ahí. Es en gran medida por esto que tanto nos hemos resistido a una secuela de Watchmen. ¿Qué sentido tiene saber qué pasa después? 

Relojero. ¿Quién crea el mundo?
La primera señal de tranquilidad que nos ofrece Geoff Johns (su guionista) con respecto a Doomsday Clock es que no se trata de una secuela de Watchmen. Según se entiende, no vamos a ver qué pasó en ese mundo luego de la falsa invasión alienígena orquestada por Adrian Veidt. ¿Nixon fue reelecto? ¿Se comieron al alien? ¿Dan y Laurie se casaron? No importa. El núcleo de la historia pasa por otro lado, y si bien aún falta un tiempo para que tengamos detalles sobre la trama, los comentarios de Johns apuntan a una secuela temática y espiritual, y no a una continuación literal de la historia.
Johns no es tonto, y seguramente entiende el valor de Watchmen como obra. La presencia del Doctor Manhattan en el Universo DC que conocemos (y a veces a duras penas reconocemos) es de un valor metafórico, que busca generar interrogantes y tal vez encontrar alguna respuesta en torno al efecto que Watchmen ha tenido sobre los cómics de superhéroes, y fundamentalmente sobre el Universo DC. Porque para bien o para mal, es la piedra angular de prácticamente todo lo que venimos consumiendo de superhéroes en los últimos 30 años. Para mí, toda mi vida.     

¿Qué le pasó al Hombre del Mañana?
¿Puede Superman perdurar en un mundo que parece no necesitarlo más?

Para este planteo tan ambicioso, es clave la figura de Superman. ¿Quién si no la más pura expresión del concepto de superhéroe para entender de dónde venimos y a dónde llegamos? Desde el Superman entendido por Eco, al Superman de Moore o Morrison. Como un ouroboros comiéndose su propia cola, como un reloj que llega a las 12, Manhattan encuentra en el Universo DC a aquel personaje con el que lo compararon en su mundo desde su concepción. ¿Cuál es la fortaleza de Superman? Manhattan transita su existencia en todas las direcciones a la vez. Pasado, presente y futuro son lo mismo. ¿Cómo puede haber lugar para la esperanza en alguien que no tiene dudas? Superman representa así la incertidumbre, lo imponderable. El desafío de Johns está en conciliar dos naturalezas opuestas, llevando a Manhattan a un terreno desconocido, en donde lo imposible no es improbable. Cuando hay incertidumbre, hay esperanza. Tal vez es esto lo que Manhattan necesita, a fin de cuentas. Tal vez Superman, por su parte, nos necesita a nosotros para que creamos en él, y necesita a Manhattan para recordarnos por qué deberíamos hacerlo.

Reflejos oscuros.
La visión de Zack Snyder no distingue matices.
La batalla espiritual entre Superman y Watchmen (representado en Manhattan) se viene dando hace rato en la cultura popular. En los videojuegos, Injustice parece querer hacernos creer que la idea de alguien que hace el bien porque lo lleva en su ser, tiene un límite: la pérdida personal. En este sentido, el Superman de Injustice valida las palabras del Joker en The Dark Knight: “son tan buenos como el mundo les permite”. En el fondo tal vez no era tan bueno y lo único que hacía falta para quebrarlo era un mal día. Eso es perder por completo de vista el verdadero valor, la verdadera esencia de Superman.

Tal vez el ejemplo más concreto es el de Zack Snyder, padrino de facto del universo cinematográfico de DC, cuya relación con su cosmología empieza cuando es elegido para llevar a cabo la adaptación de la mismísima Watchmen (2009) y se afianza con no otro que Superman en Man of Steel (2013). Snyder es ecléctico, variando entre momentos de inspiración dignos de aplauso y admiración y otros que hablan de una pasión que no pudo escapar a las redes de la adolescencia. Tal vez su principal problema, el que más le señalan sus detractores, es su incapacidad de entender a los superhéroes sin pasar por el tamiz de la obra de Moore y Gibbons. Para Snyder, en Watchmen está la respuesta del por qué de los superhéroes, cuando lo más sensato sería pensar en el por qué no.

Multiversity.
Desafiando los límites de la ficción.
Doomsday Clock encuentra sus raíces en el trabajo de los dos guionistas más influyentes que tuvo DC en los últimos 30 años. Desde su inolvidable Animal-Man, pasando por joyas como All-Star Superman, Flex Mentallo o Multiversity, el escocés Grant Morrison viene tejiendo una trama que desafía los límites de la ficción e invade nuestro mundo a través de las viñetas, expandiendo los límites del Multiverso DC mucho más allá de sus páginas. Lo que dejamos entrar en nuestras mentes a través de estas ventanas de tinta y papel afecta nuestras vidas. La naturaleza metaficticia del universo DC planteada por Morrison juega un rol central para abordar este proyecto, que de alguna manera nos presenta la oportunidad de explorar el enfrentamiento definitivo del legado del Apocalíptico de la barba y el Integrado de la calva, el relojero y el titiritero.

Por varios años ya, los fans de DC y de los superhéroes en general vivimos en un estado generalizado de apatía, conformismo e inevitabilidad. Sabemos que va a haber un evento que va a cambiar todo pero no va a cambiar nada, sabemos que van a cambiar cosas que no nos van a gustar, sabemos que vamos a invertir tiempo y dinero en cosas que no vamos a disfrutar. DC tiene en esta jugada el factor sorpresa a su favor, como nunca antes. En otras palabras, no hay garantías y las dudas abundan, pero si juega bien sus cartas, DC tiene en sus manos su proyecto más ambicioso en 30 años.   

Lunes 5 de junio de 2017: No tengo idea de qué esperar. Siento curiosidad e incertidumbre. Siento esperanza.

Noviembre de 2017: Tic… Tac.


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