Una vez más nos encontramos otra semana con la posibilidad de poder reseñar el estreno televisivo de un show relacionado con el comic superheróico, algo que se está haciendo costumbre con diversos resultados. No he pasado por alto el reciente estreno de Black Lightning, también de la factoría de Warner, pero como quedé bastante disconforme con el piloto de esta producción preferí esperar un poco más y ver cómo se va desarrollando la serie para abordarla con una reseña. El caso de hoy es inusual, ya que me voy a explayar en el piloto de Krypton, una producción de David S. Goyer y Damian Kindler para la señal Syfy que va a abordar un tramo de la historia de la sociedad que habitó el planeta homónimo hace cientos de años, puntualmente el que se corresponde con los 20 años de Seg-El, abuelo de Kal-El y padre de Jor-El, el cual deberá lindar con la posibilidad de que su familia desaparezca completamente.
¿Porqué una serie de Krypton?
Por un par de motivo, ambos bastante válidos, lo que no quita que de todos modos sea una apuesta arriesgada. Sin embargo, quizás la pregunta está mal formulada. Lo que muchos se deben estar preguntando es: ¿porqué una serie live-action de Krytpon y no una de Superman?
Bueno, por casi los mismos motivos por los cuales existe Bostham y no una serie live-action de Batman. Amén de cuestiones contractuales que le complicarían la existencia a Warner, los ejecutivos de esta compañía entienden que en tanto y en cuanto tengan relevancia en el cine live-action estos dos personajes, llevar adelante una serie también con actores, y que el casting sea distinto y las líneas argumentales no se complementen, desorientaría al público. El tema pasa por la popularidad de estos dos personajes, que son prácticamente íconos culturales, porque obviamente para esta empresa no existe inconveniente alguno en tener dos Flash live-action, uno en el cine formando parte de la Justice League y otro en televisión transitando su 4ta temporada. Desde la televisión, Warner ha explotado el concepto del multiverso sin ningún tipo de miramiento hacia la supuesta chatura del público que tiene como target, en un gesto que yo aplaudo y festejo, porque con este tipo de movidas deja de subestimar al televidente. Y gracias a la integración de este concepto pudieron incorporar a Supergirl al Arrowverse, aún cuando el planeta tierra de Kara-Zor-El no es el mismo en el que conviven Oliver y Barry. Es más: Superman mismo –una versión “televisiva” del personaje caracterizado por Tyler Hoechlin, ya que el personaje fílmico es interpretado por Henry Cavill- ha tenido varias apariciones en dicho show, pero relegado a ser un personaje secundario. De todos modos, es mucho más de lo que uno podía esperar de Warner años atrás… de hecho: es un paso enorme en la dirección correcta y quizás la punta de lanza de algo que, a futuro, puede darnos alguna sorpresa en este aspecto.
La realidad es que yo en algún punto estoy medianamente de acuerdo con esta postura. Soy el primero en sorprenderse por estar viviendo una época en la cual Marvel Studios pudo concatenar una saga fílmica durante 10 años y 18 películas, y en algún punto largar un puñado de series de T.V. que guardan cierta relación con dichos films. Paralelo a esto, Warner incluso redobló la apuesta y exploró el concepto del multiverso, concatenando 4 de sus shows televisivos y cruzándolos sin que le tiemble el pulso con sagas como la reciente Crisis on Earth-X, armando una trama en la cual no solo se daba el gusto de crossoverear 4 series de televisión sino que, como yapa, te presenta versiones oscuras alternativas de algunos de los Héroes protagonistas de dichas series. Es casi imposible encontrar una saga televisiva más comiquera que esta, que guarde tantos elementos tan característicos de la historieta superheróica norteamericana. Imposible. Ni siquiera Whedon en sus mejores años prendido fuego con Buffy y Angel pudo lograr algo así.
Pero la realidad es que a medida que estos proyectos avanzan, se acumulan y suman horas de exposición al aire o de estrenos en cines, el público que puede consumir la totalidad de todo esto se va achicando. Ojo: Marvel Studios la sigue rompiendo en taquilla, y tengo entendido los números de ratings de los shows de Warner no son “malos”, y en algunos casos siguen siendo muy buenos, pero eso no quiere decir que ambas compañías tengan millones de personas como público cautivo consumiendo todas estas producciones. Yo particularmente, dentro de mi círculo íntimo de amistades, tengo un solo amigo que consume absolutamente todo tipo de producción audiovisual relacionada con el comic superheróico. Uno solo. De cerca de 20 amigos cercanos del palo, lectores de comics, uno solo. Si yo puedo llegar a esa conclusión, Warner también lo hace, y siendo así, la reticencia a arriesgarse a complicar aún más las cosas con un Superman protagonizando su propia serie de T.V. live-action es entendible.
Salvado este punto, el otro motivo por el cual no resulta una idea tan descabellada lanzar una serie como Krypton es que existe material para explorar, explotar y adaptar. Mucho. Olvidándonos un poco del Krypton pre-Crisis, la versión moderna de este planeta y esta sociedad fue presentada de forma “expandida” originalmente en la mini-serie The World of Krypton, con guión del propio John Byrne (el artista que redefinió al Superman moderno en los ’80) y dibujos de Mike Mignola. En dicha miniserie Byrne nos cuenta, entre otras cosas, que los avances científicos de esa sociedad fueron en detrimento de la parte espiritual, y las relaciones sociales se comenzaron a volver cada vez menos espontáneas y más protocolares. Esta escalada de ciencia en contraposición con las pulsiones más animales y básicas de la sociedad tuvo su punto culmine cuando indagaron en la clonación y la fecundación in vitro, logrando procrearse sin necesidad de la intervención de las relaciones sexuales. No conforme con eso, el estrato más alto de la sociedad Kryptoniana incluso llegaba a crear varios clones de sí mismo y los dejaba en animación suspendida, en caso de que necesitarán algún miembro del mismo culpa de algún accidente o tuvieran que reemplazar la totalidad del cuerpo porque el anfitrión base fue expuesto a algún virus mortal, por ejemplo. Con estas medidas lograban una envidiable longevidad pero, por supuesto, en el camina sacrificaban un montón de ataduras éticas y morales relacionadas con la vida y la existencia. Byrne se da el gusto de explorar todo tipo de problemáticas relacionadas con los clones, utilizando argumentos dignos de una novela mexicana pero que no por eso dejan de ser críticos hacia un sistema que no puede aplicarse de forma indiscriminada, y utiliza este ardid para desarrollar una trama que desemboca en violentas guerras civiles, la mayoría de ellas protagonizadas por el estado persiguiendo a una facción terrorista conocida como Black Zero, la cual es desencadenante de la destrucción del planeta.
Esta miniserie, que fue publicada en 1988, quizás fue una de las que más se explayó en la historia de este planeta, pero no fue la única. A lo largo de los años muchos fueron los guionistas que han utilizado la historia previa de Krypton para dotar a las aventuras presentes de Kal-El de un tenor mucho más trágico, incorporando datos o complementando detalles que le faltaban a la épica de Byrne-Mignola, cuando no contando directamente de cero la historia de este planeta, desde otra perspectiva pero manteniendo el canon establecido por esta pareja de autores.
La serie de SyFy
Cuando sos un lector avezado de Superman, comenzar a transitar los primeros minutos de la producción de David S. Goyer y Damian Kindler provoca entendibles sentimientos encontrados. Como ya expliqué otras veces, soy una persona muy abierta en relación a las adaptaciones, y prefiero, siempre, otorgar a los realizadores el margen de distancia necesario hacia la obra original en pos de esperar una historia coherente, sensata, bien escrita y entretenida, que funcione tanto conmigo como con aquel televidente que no tiene ni la más puta idea de lo que era Krypton antes de que estallara y expulsara la nave espacial con el retoño de Kal-El. Pero ese margen que le otorgo no quita que esté a la espera de encontrar elementos reconocibles y ciertos detalles que, a mi entender, son primordiales para establecer los parámetros básicos de la sociedad Kryptoniana.
Los guionistas y productores tienen acá una oportunidad única, pero entiendo perfectamente si no la aprovechan: pueden adaptar gran parte de la mitología Kryptoniana que hemos leído en los comics desde World of Krypton hasta hoy, y lo pueden hacer de tal forma que lo expuesto en televisión no contradiga en nada lo visto en la ya clásica Man of Steel (2013), en esa preciosa e inolvidable secuencia inicial de casi 20 minutos. Les digo más: pueden incluir detalles y referencias en esta mini-serie televisiva de 10 capítulos que certifiquen y den contexto a lo que vimos en el film de Snyder, posicionando esta producción como una potencial precuela. Sin que nadie se los pida, sin que sea algo “oficial”, solo porque pueden hacerlo y porque quedaría genial. ¿Es un desafío difícil? Por supuesto que sí, pero no es imposible. Tenés que escribir las tramas que vas a desarrollar con una hoja de ruta al lado que te provea de los parámetros de lo que sucedieron en esos minutos iniciales del film, no mucho más que eso.
A primera vista, esto no va a suceder, pero no está todo dicho aún en este aspecto. En el film de Snyder tenemos una idea bastante amplia de muchas cosas relacionadas con Krypton, como por ejemplo el tipo de tecnología que estaban utilizando en el momento en el que se destruye el planeta, así como también vehículos, arquitectura y edificaciones, vestimentas, armamento e incluso parte de la fauna del planeta. Nada de toda la estética expuesta por el polémico director cinematográfico es reconocible en los diseños de Krypton, la serie de SyFy, pero corren con esa pequeña ventaja de que entre un evento y otro supuestamente hay casi 200 años de distancia, tomando como consideración la longevidad que esta sociedad logró gracias a los avances tecnológicos, y lo cierto es que un planeta puede cambiar muchísimo en ese tiempo en todos los aspectos que acabo de mencionar. La comparación no es del todo justa pero basta buscar fotos de nuestro planeta y nuestras ciudades metropolitanas 200 años atrás para certificar este hecho. Hay, de todos modos, una mención muy piola en Man of Steel (2013), y es la revelación de que Kal-El es un niño que fue concebido de forma “natural”, algo que no sucedía hace cientos de años, y de hecho somos testigos del parto de Lara, la madre del protagonista. Zod, el científico renegado magistralmente caracterizado por Michael Shannon, se indigna cuando Jor-El le revela este dato, y lo llama una “herejía”. Ese detalle sí se condice con lo que podemos disfrutar del piloto de Krypton, en el cual la fecundación in vitro es canon. Y la utilización de una palabra como esa da cuenta del concepto de religión, otro elemento que es retomado por la miniserie de Goyer y Kindler de forma tibia con la presencia de un misterioso ser enmascarado que al parecer tiene cierta autoridad y un status elevado y responde al nombre de “Voice of Rao”. Rao es el nombre con el que los Kryptonianos bautizaron a su Sol Rojo y por consiguiente suele ser también la denominación que se le da a la divinidad religiosa más poderosa que tuvo esta sociedad.
De todos modos, como mencioné al comienzo, que no existan puntos fuertes de unión –por ahora- entre la producción cinematográfica y este piloto televisivo no significa que en la trama se hayan deslizado detalles que contradigan lo visto en el film de Snyder, y sin embargo hay pequeños elementos dispersos a lo largo de este estreno que pueden ser leídos como puntos de contacto con ese posible futuro. Lo que seguro le sobra a este piloto son conexiones con el mito de Superman en las páginas de comics, y mientras realizo un pequeño paneo sobre la trama del mismo los voy a ir mencionando, en tanto y en cuanto eso no signifique revelar detalles jugosos.
Como muchos ya sabrán por los partes de prensa de Warner y por lo que mencioné al comienzo de esta reseña, la miniserie de SyFy estará centrada en la vida de Seg-El, quién a muy temprana edad fue testigo del juicio de su propio abuelo, Val-El, el cual estaba advocando por la posibilidad de exploración espacial por parte de la sociedad Kryptoniana, ya que estaba convencido que existían otros mundos con razas inteligentes y sociedades similares a las de este planeta. Al comienzo del episodio nos enteramos que la trama se va a desarrollar mayormente en la ciudad de Kandor, una metrópolis que es presentada en su vista “aérea” como protegida por algún tipo de domo, y esta es en sí una referencia directa a los comics, la famosa “ciudad embotellada de Kandor” con la que varias veces el villano Brainiac le rompió las pelotas a Kal-El. Aparentemente, en esta sociedad lo que postula Val-El es considerado una ofensa a las creencias de esta sociedad, un desacato que se castiga con una extraña ejecución en la cual lo dejan caer al pobre viejo al vacío y chau. Como bonus track de este ritual, los sobrevivientes de esta familia –el pequeño Seg-El y sus padres Ter-El y Charys-El- son rebajados en rango, destituidos de la “alta sociedad” y el apellido es quitado de algún tipo de nómina aristocrática propia de esta raza, lo que a efectos prácticos es similar a hacerlo desaparecer. La casa El deja de existir desde ese momento.
14 años después nos encontramos con un polémico Seg-El que logra juntar algo de dinero con apuestas ilegales que arman con un amigo mientras reparte algunas trompadas y también recibe otras. Pero no todo es dolor y sufrimiento en la vida de nuestro protagonista: el pibe tiene su encanto, y con el mismo logró atrapar a Lyta-Zod, una cadete militar que, como su apellido lo indica, proviene de una familia de peso. Mientras Seg y Lyta mantienen esta relación clandestina en la cual disfrutan del sexo (algo que evidentemente ya en esta época es casi tabú e innecesario y solo responde a los placeres de la carne), un enigmático viajero del futuro hace lo imposible para ponerse en contacto con nuestro protagonista y advertirle que su planeta está en peligro, y por consiguiente, la existencia de cierto héroe extraterrestre que va a marcar la diferencia dentro de 200 años en nuestra querida Tierra. Hay, aquí, otra referencia directa al comic, ya que este misterioso viajero es, en efecto, un personaje importantísimo del D.C.U. que tiene, si la memoria no me falla, su primer versión live-action. Mención aparte para la primer aparición de Jayna-Zod, la madre de Lyta, caracterizada por Ann Ogbomo [actriz que también dio vida a la amazona Philippus en Wonder Woman (2017)], y su pezoneada que no pasó desapercibida.
Hay decenas de conexiones con Superman y su mitología pero también hay un montón de sorpresas y homenajes que realmente hacen de este piloto una exquisita Quimera que va a ser disfrutada por, creo yo, cualquier televidente. Hay un elemento muy importante que en algún momento del episodio le es entregado a Seg-El, el cual guarda relación con detalles estéticos tanto de Man of Steel (2013) como de Superman (1978), y cuando lo vi casi me caigo de la silla. Eso por no mencionar los acordes clásicos de la banda de sonido de John Williams que a esta altura de la vida de cada uno de nosotros es casi un himno del frikismo, ni más ni menos, y a mí nunca deja de ponerme los pelos de punta escucharla en este tipo de contextos.
La mención de una facción terrorista que está haciendo de las suyas en Kandor y que responde al nombre de Black Zero es una referencia directa a la miniserie de Byrne y Mignola, pero además es también un link a Man of Steel (2013), ya que así se llamaba la nave principal en la que viajaron el General Zod y sus soldados cuando amenazaron la Tierra. Y gracias al viajero antes mencionado, en un par de fotogramas caemos en la cuenta de que, de repente, en el futuro del cual proviene ese personaje hay cierto empresario inescrupuloso que decidió expandir sus horizontes y meterse de lleno con la industria tabacalera.
A diferencia de lo que sucedió con la aburrida y nefasta Inhumans del año pasado, aquí se nota la experiencia de Goyer (no toda su carrera es digna de aplausos pero es evidente que entiende como lanzar una serie) y cierta “frescura” en los diálogos que probablemente provengan de Damian Kindler, sumado a un casting que sin sobreactuar demasiado pudo entregar caracterizaciones bastante creíbles, todo esto acompañado de una producción impecable que casi no hace aguas en el aspecto visual. El abanico de posibilidades que se abre para los siguientes 9 capítulos es enorme y si bien el desafío es gigantesco, los capitanes parecen tener este barco bien controlado. El piloto de Krypton claramente pasó la prueba de fuego, ahora hay que ver que más nos pueden entregar. Nos volvemos a leer la semana próxima, acá en Tierra Freak.