jueves, 7 de abril de 2016

Limitless – La serie - La Columna de Logan.



Dentro de los estrenos de series para televisión del año pasado podríamos establecer una “trilogía de series que tienen al F.B.I. como columna de la misma” (eh, sí, una etiqueta demasiado larga, lo se), y teniendo en cuenta que de dicha tríada ya le he dedicado una entrada a Quantico y otra a Blindspot, las cuales por suerte han renovado para una 2da temporada (digo “por suerte” dado el reciente desastre en el que me vi involucrado involuntariamente al reseñar un show y levantar esa entrada casi el mismo día que lo estaban cancelando), la que me estaría faltando para completar la faena sería la que tengo el orgullo de presentar hoy: Limitless, una producción que tiene un link directo a una película homónima que se estrenó en el 2011, la cual por otro lado tiene un guión que adapta la novela fantástica The Dark Fields, del cuasi-desconocido Alan Glynn. A los bifes, entonces.


El Clan Morra

Para aquellos que no hayan visto dicho film ni tampoco hayan leído la novela vale entonces una pequeña introducción, máxime teniendo en cuenta que si bien el protagonista de aquella película, Bradley Cooper [The Hangover (2009), The A-Team (2010), American Hustle (2013), American Sniper (2014)], no asume la misma función en la serie, su personaje aparece de manera recurrente, y el actor en sí es productor ejecutivo de la misma.

En el film Limitless (2011), entonces, Eddie Morra, el personaje de Cooper, es un aspirante a escritor que vive en New York y sufre un bloqueo producto del estrés que le provoca la fecha límite en la que debería entregar su próximo libro. Sumado a esto, su actual pareja lo deja, entre otras cosas, por la paupérrima situación financiera en la que se encuentra, y porque resulta insoportable estar con él en ese estado. Su cuñado, el hermano de su ex-mujer, quien está involucrado con una farmacéutica, le facilita a nuestro protagonista una droga de diseño que aún se encuentra en una fase de prueba, la NZT-48, llamada por algunos la “droga inteligente”. La misma agiliza las capacidades cognitivas de quien la consume a niveles inimaginables, al punto tal que el cerebro recupera la casi totalidad de la memoria perdida, pudiendo recuperar recuerdos incluso de cuando éramos bebes. No solo eso: a medida que le vas agarrando la mano, el NZT te transforma prácticamente en un genio, permitiéndote establecer conexiones al nivel Sherlock Holmes en cualquier situación que se te presente, y mejorando el nivel de aprendizaje de cualquier tema de forma exponencial.

Como era de esperar, Eddie hace uso y abuso de esta droga, y eso le va a terminar provocando mil y un problemas, los cuales en algún punto van a terminar incluso superando los beneficios, y poniendo en jaque su vida, ya que, entre otras cosas, la droga tiene un efecto degenerativo en el cuerpo humano cuando se consume en demasía. Al final del recorrido todo termina bastante bien, al punto tal que nuestro querido Eddie incluso se candidatea para ser Senador por el estado de New York, y no conforme con eso hizo uso del dinero obtenido gracias a las facultades que el NZT le otorgó para instalar unos laboratorios que hicieran ingeniería inversa en dicha droga y así pudieran desarrollar kilos de la misma, junto con una inyección que cultive unos anticuerpos que eliminan los efectos negativos. El “End Game” de Eddie Morra es, por supuesto, el sillón presidencial, pero para conseguirlo aún le va a hacer falta accionar algunas jugadas más.

Limitless, la película, era un drama psicológico, un thriller que pasó sin pena ni gloria por los cines de nuestro país y apenas si sumó un estreno más a la ya abultada lista de films que tienen a Bradley Cooper como protagonista, pero es entretenida, por momentos intensa, y abría la puerta para jugar con una trama que a una sola película, la verdad, le quedaba chica. En cambio Limitless, la serie, es una comedia con altas dosis de acción y mucha aventura, muy parecida en los tonos que maneja a la serie Chuck que catapultó a la fama a la australiana Yvonne Strahovski. El drama y los conflictos sociológicos y éticos están a la orden del día en Limitless (la serie), pero el recurso narrativo utilizado para narrar la misma (el protagonista habla en 1ra persona todo el tiempo con el televidente, traspasando la 4ta dimensión, Deadpool style) y el humor con el que el mismo intenta tomarse el día a día la pone dentro de esta categoría.

Finch, Brian Finch

En la serie el protagónico cae en manos de un cuasi-ignoto Jake McDorman, a quien los muy memoriosos lo tendrán de algunos capítulos que clavó en la versión yanquie de Shameless o en unos míseros aportes para películas como la American Sniper (2014) de Eastwood (cabe la posibilidad de que ahí Bradley Cooper lo haya fichado para el protagónico de la serie) o su tibia participación en Live Free or Die Hard (2007). El plato fuerte del fichaje recae en los hombros de su co-protagonista, Jennifer Carpenter, la hermana –en la ficción- de Dexter en la celebrada serie homónima, y ponele que también un poco en los de Mary Elizabeth Mastrantonio, quien gozó de un atisbo de popularidad a finales de los ‘80/principios de los ’90 y luego quedó enterrada en el olvido. 

McDorman protagoniza a Brian Finch, un treintañero músico frustrado que no sabe que carajos hacer con su vida, se la pasa saltando entre trabajos provisorios y vive de joda siempre y cuando tenga algo de guita en el bolsillo, y por supuesto tiene la buena fortuna de toparse con, como no, un suministro reducido de la NZT-48, la cual le provee de facultades cognitivas extraordinarias durante un lapsus de 12 horas, y lo transforma en una de las personas más inteligentes del planeta durante ese tiempo. Durante una de sus primeras aventuras bajo los efectos de esta droga cae en las garras del F.B.I., el cual se encuentra en la disyuntiva de meterlo en una prisión hasta que los hijos de Finch tengan nietos, o utilizarlo como un activo en modo de consultor, sobre todo teniendo en cuenta que el F.B.I. ya estaba al tanto de la existencia del NZT, y no solo eso, tienen un laboratorio desarrollando dicha droga, pero no han podido lograr que los “agentes” que utilizaron para experimentar con ella pudieran evadir o combatir de alguna forma los nocivos y casi mortales efectos colaterales de la misma, los cuales no se manifiestan en el cuerpo de Finch

Quien termina advocando por nuestro protagonista es el personaje de Jennifer Carpenter, la agente especial Rebecca Harris, la cual por un lado logra una empatía bastante temprana con Brian, y por el otro tiene un pasado un poco turbio que involucra a su padre y al NZT, razón suficiente para querer saber un poco sobre la misma. Bajo la rigurosa tutela de la agente especial Nasreen "Naz" Pouran (Mary Elizabeth Mastrantonio), Brian y Rebecca resolverán casos juntos, acompañados por otro agente especial, Spellman Boyle, y las dosis diarias de NZT serán suministradas por dos agentes más que Brian llamará “Mike” y “Ike” (y el televidente nunca sabrá cuales son los nombres reales de los mismos), y que en algún punto ofician como “niñeras” del mismo.

Lo que el F.B.I. no sabe es que Brian no posee ninguna facultad genética especial dentro de su cuerpo para combatir los efectos colaterales nocivos del NZT, sencillamente nuestro ya senador Eddie Morra (Cooper) se puso en contacto con él y le suministró la droga que le permite anular dichos efectos, con la condición de que no le cuente a nadie acerca de la existencia de la misma, y por sobre todas las cosas informe y actúe oficiando como un “doble agente”. Es así como Brian tiene que vivir una doble o triple vida, por momentos: no puede informar al F.B.I. de su relación con Morra porque sabe que automáticamente lo meten en cana de por vida, en el mejor de los casos, tampoco puede revelar este secreto a su familia, con la cual tiene una relación bastante cercana (sobre todo con su padre), y muchas veces a sus afectos tampoco puede ponerlos al tanto de ciertos movimientos o ciertas condiciones que el F.B.I. le impone, acorde a la misión en curso.

Saltando de mentira en mentira, Brian, que poco a poco va a establecer una relación afectiva importante con algunos de sus compañeros del F.B.I., deberá lidiar todo el tiempo con este constante tire y afloje entre los intereses a los que responde, a sabiendas de que, de todos modos, esto que está viviendo es 100 veces mejor que la pobreza de su existencia pasada antes de que el NZT entrara en su vida. Hay algunos personajes secundarios recurrentes que también nos van a resultar conocidos, a la madre de Brian, en la piel de Blair Brown, ya la teníamos de Fringe, y al padre, caracterizado por Ron Rifkin, de Alias, así también Desmond Harrington, a quien vimos en Rescue Me  y Dexter va a aparecer en la 1er mitad de temporada de forma habitual, y finalmente Colin Salmon, a quien nos cansamos de ver en la 1er temporada de Arrow dando vida al padrastro de Oliver, oficiará como el temible “mensajero” del Senador Morra, acercando a nuestro querido Brian las directivas e instrucciones a seguir.

Brian's World! Brian's World! Party time! Excellent!

El plot básico e inicial, no nos engañemos, no deja de ser bastante remanido en estos días: un colaborador externo de una agencia del gobierno con facultades extraordinarias que se ve obligado a prestar servicio casi de manera extorsiva porque algo le debe a ese organismo… lo que diferencia e identifica a Limitless del resto es el punto de vista del narrador en 1ra persona. Con esto quiero decir que Brian es casi un adolescente con super-poderes trabajando para el F.B.I., el lo ve así, lo siente así, y nos lo transmite de esa manera, porque su cerebro así funciona, aún con una dosis de NZT encima. El nivel de delirio que maneja su cabeza no tiene, justamente, “límites”, y es casi imposible anticipar con que nos va a salir en el próximo minuto cuando está aburrido o, de lo contrario, cuando se concentra y comienza a explorar las posibilidades que el NZT le abre.

A la par de un guión divertido, muy entretenido y con diálogos frescos, que por suerte además ofrece casos bastante interesantes, está la producción detrás de la serie, que no nos permite aburrirnos ni con la edición que ofrecen cuando Brian comienza a planificar algo (utilizando técnicas muy variadas, desde animaciones stop-motion hasta recreaciones de épocas o de futuros alternativos, con escenarios y trajes acorde) ni con los efectos especiales no solo en los momentos de acción sino también en los vívidos delirios que el protagonista “sufre”. Y no se limitan solo a eso: como el tono es de comedia, y la televisión actual da cabida a absolutamente cualquier cosa, abren el juego y se permiten, por ejemplo, armar todo un capítulo homenajeando el clásico film de John Hughes de mediados de los ’80, Ferris Bueller's Day Off (1986), protagonizado por el insulso Matthew Broderick, o desarrollar una trama alrededor de una obsesión de Brian: armar su propio “escuadrón” dentro del F.B.I., al cual pretende llamar… claro que sí, Headquarters!, asignando incluso nombres claves a cada uno de los “agentes” dentro del equipo, con el objetivo de capturar a los 10 criminales más buscados de la agencia.


La fluidez de la trama, que no deja de avanzar en todas sus aristas, y la complejidad de las mentiras que tiene que ir elaborando y sosteniendo Brian a medida que avanzan los episodios, junto al vívido delirio de la mente del protagonista hacen que este show, que aún no tiene asegurada una 2da temporada, se haya distinguido del resto de esta nueva “tríada”  del F.B.I., y, desde mi punto de vista, al día de hoy, sea el más interesante de los tres para apostarle una ficha. Teniendo en cuenta que la audiencia ha aumentado en casi un millón de televidentes en los últimos dos capítulos emitidos hasta la fecha, es muy probable que finalmente la CBS termine dando luz verde para una renovación. Nos volvemos a leer la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.
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