Cualquier habitante de esta Tierra Freak conoce la serie “Family Guy”, su spin-off “The Cleveland Show” y las películas protagonizadas por un osito de peluche no aptas para todo público de nombre “Ted”.
Seguramente también muchos conozcan a quien interpretó al Profesor Charles Xavier en las películas de los X-Men y si son un poco más freaks todavía lo conocerían como el Capitán de la Flota Estelar Jean-Luc Picard.
O sea que hablar de la nueva serie producida por Seth MacFarlane y protagonizada por Patrick Stewart debería ser algo simple.
Pero si hay algo que tiene “Blunt Talk”, la serie que se emite por el canal norteamericano Starz es que no es una serie simple.
Porque si bien podemos estar acostumbrados al humor irreverente de MacFarlane también lo estamos a sus golpes bajos y sus críticas a la sociedad actual mostradas de forma cruda y sin anestesia.
Y esa incorrección política que se deja ver desde el título de la serie (porque en inglés “Blunt” se le dice a un habano ahuecado y relleno de marihuana) existe y no defrauda.
Pero pensar que esta serie va a ser solamente un conjunto de chistes sobre drogas, alcohol y excesos es subestimarla.
Y en este punto es donde entra en escena el gran Patrick Stewart. Un actor consagrado en la fantasía y la ciencia ficción, pero que tiene sus raíces en el más “serio” mundo del teatro shakespeareano.
El actor construye un Walter Blunt (ese el nombre del protagonista y la excusa del título) complejo. Gracioso y penoso a la vez, lleno de vulgaridades y a la vez de una cultura altísima.
Según cuenta el creador de la serie, Jonathan Ames, se le ocurrió la idea viendo un presentador de noticias inglés que trabajó en la CNN llamado Morgan Piers. Porque Walter Blunt es un afamado presentador de noticias en un canal de Estados Unidos, en el cual intenta mostrarle a la sociedad norteamericana lo mal que está el país y que él, como buen inglés que es, tiene la respuesta para que vuelvan a ser una gran nación.
El problema con este influyente periodista es que es un alcohólico depresivo con serios problemas emocionales que se revelan a la opinión pública de una manera escandalosa en los primeros minutos del primer capítulo.
Y cuanto más nos adentramos en el mundo de Walter Blunt, más incómodos nos ponemos. Porque nos damos cuenta que no es solamente él quien tiene problemas, sino todo su equipo de trabajo.
Desde su productora general, hasta la pasante que está intentando aprender cómo es el mundo de los noticieros, todos tienen sus miserias y lados oscuros.
Pero claro, la serie es una comedia.
Por lo tanto hay personajes hilarantes como el mayordomo del protagonista, Harry Chandler, que, así como Blunt, es veterano de la guerra de Malvinas y que trabaja con él en agradecimiento por que le salvó la vida durante el conflicto. Esta extraña relación hace acordar mucho a la del Inspector Clouseau y su mayordomo Cato de la fenomenal “The Return of the Pink Panther”, generando momentos divertidísimos.
O el poco ortodoxo psicólogo que le asignan en el canal a Blunt para no cancelarle el noticiero luego del escándalo, quien luego de darle cocaína al periodista porque lo ve “un poco caído”, termina tratando a todo el staff del programa.
O la productora general del noticiero, vieja amiga y conocida de Blunt, que es la única que puede calmar las ansiedades del periodista acostándose con él y haciendo “cucharita” en un colchón inflable.
O los productores seniors que ven a Blunt como una figura paterna y que preferirían dejar de lado cualquier cosa de su escasa vida personal con tal de no defraudarlo.
Entonces esa construcción compleja que logra Stewart con el personaje se refleja también en el tono constante de la serie. Con momentos en que no sabemos si reírnos o apenarnos o si lo absurdo de las situaciones planteadas no tienen un tinte de realidad que las hacen simplemente patéticas y que reírnos de ellas nos harían unas personas horribles.
Porque si hay algo que tienen estos personajes es que son patéticos y dan pena, pero se los muestra de una forma cómica. Por lo que la incomodidad que genera en el espectador es algo con lo que MacFarlane se siente muy cómodo.
Con 10 capítulos en formato de 30 minutos en su primera temporada “Blunt Talk” es la primera serie con actores producida por MacFarlane que logra una buena recepción del público, ya que su anterior intento fue la fallida “Dads”, cancelada luego de 19 capítulos, pero su producto estrella “Family Guy” ya lleva 14 temporadas con 261 episodios y “American Dad” tiene 160 repartidos en 12 temporadas y hasta “The Cleveland Show” tuvo 4 temporadas.
Quizás haya sido porque MacFarlane ya está consagrado como productor con películas como las “Ted” y “A Million Ways to Die in the West” (a pesar de que salvo la primera del osito las otras no fueron muy exitosas en recaudación) o por el gran éxito de la miniserie documental “Cosmos: A Spacetime Oddyssey”, esa donde el astrofísico Neil deGrasse Tyson hizo las veces de Carl Sagan.
Quizás porque Patrick Stewart es un actor convocante que aparte está trabajando en un registro totalmente distinto al que nos tiene acostumbrados y eso hace que la serie sea por demás interesante.
O quizás porque al no ser una sitcom, o sea que tiene una producción importante de locaciones, y no ser la clásica serie “de estudio” como lo era “Dads”, el canal Starz necesitaba un mínimo de calidad para emparentarse con otros productos que ofrece como “Black Sails”, “Outlander” o “DaVinci´s Demons”.
Lo importante es que se le aseguró al productor al menos dos temporadas logrando lo impensado en el voraz mercado de la televisión estadounidense: firmar el contrato de la segunda antes de que se emitiese el primer capítulo de la primera temporada.
Sabiendo que Stewart también es productor de la serie e incluyó en un capítulo a su propio hijo, en el papel del hijo de Blunt y a Brent Spinner (el Comandante Data de Star Trek: The Next Generation) ¿es muy arriesgado pensar que quizás su amigo Ian McKellen haga alguna aparición en el programa?
Lo que es seguro es que a pesar de que construya un personaje tan extraño y bizarro como Blunt al que su mayordomo lo llama “Comandante”, siempre será por lo menos para mi “Mon Capitain”.