Claro, amigo lector, hoy es 26 de febrero y el sábado próximo termina este mes, y con él, las “vacaciones”. No es un dato duro ese, por supuesto, todos tenemos vacaciones en distintos momentos del año, con diferentes duraciones, pero en términos generales, eso es lo que representa febrero, se entiende. Para todo lo que planificaste para las “vacaciones” y ya no lo hiciste, es tarde. Y el motivo de esta columna viene por ahí: si dentro de tus hobbies y cuentas pendientes estaba el de comenzar a ver alguna serie que durante todo el 2014 viniste postergando porque no te daban los tiempos por la cantidad de temporadas y capítulos que tiene… lamento comunicarte que ya estás cagado, el 2015 será otro año más en el cual no vas a poder verla. Pero no está todo perdido, aún podes disfrutar de pequeñas mini-series auto-conclusivas muy cortitas que incluso se pueden liquidar en un fin de semana (este que viene, por ejemplo, el último de transición entre febrero y marzo), y Tierra Freak, siempre atento a tus tiempos y necesidades geeks, te preparó una selección de 4 productos de esta clase, muy distintos entre sí, pero con esa invaluable característica para estas fechas límites: son de rápido consumo.
The Confession (2011)
La más corta de todas la tiene Bauer. ¡Epa! ¡¿Cómo?! ¡Ni se te ocurra, k-po! Xd
Nah, es que de todas las miniseries reseñadas acá, hoy, efectivamente la que menos dura es esta. Esta modesta producción de Digital Broadcasting Group que salió originalmente en la cadena de video online Hulu contó en su momento con 10 capítulos que duraban un promedio de 6 minutos cada uno, pero si la querés ver hoy, podes acceder a un DVD o Blu-ray que recopila todos los episodios y dura 61 minutos. Los protagonistas de la misma son nada más y nada menos que Kiefer Sutherland y John Hurt, y la premisa lo tiene al primero caracterizando un sicario, un asesino a sueldo que acude a una iglesia para confesar muchos de sus crímenes y entablar con el 2do, que es el sacerdote que atiene la confidencia del asesino, un debate teológico que, en gran parte, girará acerca del atenuante que cada víctima tenía, y si realmente este no es un mundo mejor sin ellas.
Por supuesto, cada charla estará acompañada de sus respectivos flashbacks, donde tendremos la correspondiente dosis de acción que balanceará el relato, y esta producción, vista desde la distancia, no es otra cosa que una excusa para volver a ver al querido Kiefer Sutherland en un papel que guarda cierta reminiscencia con su harto conocido Jack Bauer, protagonista indiscutido de la gloriosa serie 24, máxime teniendo en cuenta que esta miniserie se pone on-line un año después de concluida dicha serie, y uno antes del regreso del amigo Sutherland a la pantalla boba con Touch, un proyecto inconcluso que fracasó en rating.
The Confession es ágil, dinámica, muy entretenida, mala leche, jodida, y tiene un giro de rosca promediando la misma que puede llegar a ser deducido por el televidente despierto pero está magistralmente ejecutado de la mano de dos actores a los que les sobra chapa, sobre todo a John Hurt, un británico de pura cepa que tiene un currículum harto nutrido, aún cuando su trayectoria haya pasado muy por debajo del radar de la masa.
Chosen (2013)
Los que conocen un poco de que va esta mini-serie web seguramente están pensando que los estoy cagando y estoy traicionando el espíritu del tópico, pero no es así, tranquilícense un poco o los surto. Para los ignotos que ni puta idea tienen de esto, Chosen es una mezcla entre el formidable comic de Brian Azzarello y Eduardo Risso, 100 Bullets, y la saga de terror Saw, por la premisa inicial sobre todo, pero el show es un thriller policial. Esta mini-serie web de la cadena de video online Crackle comenzó su andadura hace 2 años y ya tiene confirmada una 4ta temporada, pero la primera de ellas puede ser consumida sin necesidad de ver el resto, cada capítulo dura en promedio 22 minutos y cada temporada cuenta con 6 episodios, así que devorarte la season one no va a llevarte más de dos horas y media. Y el arco principal de la misma queda cerrado al final, lo que sucede es que el personaje protagonista seguirá teniendo otro tipo de problemas en la temporada siguiente, pero el peso del protagónico recaerá en un nuevo personaje.
La primer temporada (y solo me voy a explayar en algunos pocos detalles de la misma para no spoilear demasiado) lo tiene como protagonista al abogado Ian Mitchell, en la piel de Milo Ventimiglia, el cual un día cualquiera recibe en la puerta de su domicilio una caja que contiene un arma, un cargador lleno y una foto de una persona que él desconoce, misma que tiene señalada una fecha y una hora. Segundos después de recoger la caja zafa de que le vuele la cabeza un francotirador a plena luz del día, y luego de hacer algunas averiguaciones toma consciencia de que haber recibido esa maldita caja lo integra a un perverso juego cuyo objetivo es, justamente, que haga uso del arma que le obsequiaron para eliminar a la persona que aparece en la foto antes de la fecha señalada. Evidentemente él no es el único “jugador”, hay varios más, y por lo vivido con aquel francotirador, alguien recibió una caja similar con su foto, la de Ian Mitchell, ¿no?
Como atractivo inicial dentro del casting la mini-serie también cuenta con el co-protagónico de Nicky Whelan, una blonda clone de Cameron Díaz que quizás la tienen de la comedia de los Farrelly, Hall Pass (2011), Diedrich Bader [The Drew Carey Show (1995–2004), Napoleon Dynamite (2004), EuroTrip (2004), y quichicientasmil voces en cartoons y films animados, como por ejemplo la del Saber-Toothed Tiger en la saga Ice Age] y Noel Gugliemi, un californiano que suele hacer de Mexicano y apenas lo vean les va a sonar recontra remil conocido, ya que lo vieron en The Purge:Anarchy (2014), The Dark Knight Rises (2012), Training Day (2001) o The Fast and the Furious (2001), entre tantas otras. La mini-serie tiene un ritmo frenético que nos hace acordar demasiado a 24, aunque por supuesto no le llega ni a los talones de las mejores temporadas de esta serie, ni tampoco está narrada en tiempo real, pero el hecho de que exista un tiempo límite para lograr el objetivo, y que el protagonista intente resistirse todo el tiempo a cometer un asesinato (y del otro lado aparezcan distintos incentivos cuasi extorsivos para quebrar la buena voluntad de este cuervo) logra un clima idóneo para que el marco argumental no te permita un respiro.
Si quedan contentos con el resultado de estos 1ros seis episodios los animo, si el tiempo se los permite, a clavarse la segunda y tercer temporada, ya que el universo de “Chosen”, poco a poco, se va ampliando y complejizando, se agregan más personajes, nuevos jugadores, y se expande el rompecabezas inicial, pero no por eso el show pierde vertiginosidad y ritmo.
Inside No. 9 (2014)
Me arriesgaría a decir que de las cuatro minis reseñadas hoy, Inside No. 9 es la mejor, pero como entiendo también que no es un producto ATP, no lo hago. ¿A qué me refiero con esto? Bueno, primero, una aclaración a título personal: cuando uso la terminología ATP para referirme a una película, una serie, un libro o una historieta, no lo hago utilizando el estricto significado de estas siglas, que está asociado a las edades promedio para las que fue pensado el producto, sino más bien a la llegada que el producto tiene en el público general. Hay ciertas convenciones narrativas que se aplican criteriosamente a la casi totalidad de los productos de este tipo justamente para que sean lo más abarcativos posibles, y cuando alguna de las mismas se transgrede de alguna manera, lo mínimo que intento hacer es avisar para que nadie se termine comiendo un bagre cuando esperaba un chivito asado, y es ahí cuando uso el Not ATP.
Inside No. 9, entonces, es un show de la BBC que cuenta con 6 capítulos de 30 minutos de duración cada uno, mismos que fueron emitidos el año pasado, y es una producción inclasificable a la cual, por supuesto, le corresponde un delicioso Not ATP, porque se mueve con magistral soltura entre los géneros de la comedia, el drama y el suspenso, haciendo uso del sarcasmo y el humor negro tan característico de los Británicos, y manteniendo la intriga en el televidente hasta el último minuto. Esta mini-serie está creada, escrita y protagonizada por Reece Shearsmith y Steve Pemberton, dos tipos a los que es muy, muy difícil que ubiquen, al menos como realizadores, ya que dentro de sus méritos y logros cuentan con los shows The League of Gentlemen (1999–2002) y Psychoville (2009–2011), dos extravagantes y disímiles producciones que fueron celebradas por el público y la crítica (sobre todo la primera) pero que, una vez más, pasaron desapercibidas en por estas latitudes. El único punto de conexión aparente entre cada capítulo de Inside No. 9 es,
efectivamente, el número 9, que se podrá manifestar como la cantidad de personajes que, al final del episodio, terminarán formando parte del capítulo, o quizás solo es el número del departamento, la mansión o el teatro donde se desarrollará la trama. Por lo demás, cada episodio tiene un clima distinto, una trama única, una narración particular –uno de ellos, de hecho, titulado “A Quiet Night In”, carece de diálogos salvo por algunas exclamaciones de algún que otro personaje, porque la historia así lo requiere-, unos exóticos personajes y una música acorde al tono y el color de lo que vemos, y generalmente –pero esto no es excluyente- hay un crimen o un delito en progreso que atraviesa el episodio de forma tangencial.
Lo mejor que podría pasarles, como futuros espectadores de Inside No. 9, es que no busquen más información que la que acabo de darles, y aborden este show así, sin más… estoy más que seguro que tienen data de sobra, de hecho, y la experiencia de entrar casi vírgenes a este universo de historias mínimas no-concatenadas será mucho más intensa y placentera.
Black Mirror (2011)
La moderna y celebrada creación de Charlie Brooker ya dejó de ser un “secreto” que manejan unos pocos, pero cabe la posibilidad que muchos de los lectores de Tierra Freak desconozcan su existencia. Lo bueno de reseñar una mini-serie como ésta es que tengo que esforzarme muy poco por incentivarlos a que le claven las garras, ya que esta producción de Channel 4 fue elogiada en un inusual consenso tanto por la crítica como por los televidentes, y tiene todos los componentes necesarios para que la pasen realmente muy bien, e incluso encuentren un espacio para la reflexión, sin por eso dejar de entretenerse, porque la idea es dejarse llevar sin ataduras por el juego que nos plantea el amigo Brooker y ser testigos preferenciales de un viaje extraordinario a un estado y un contexto que tiene en partes iguales extrañeces y similitudes con nuestra realidad.
El “Black Mirror” al que hace referencia el título de esta miniserie es ese espejo negro en el que se transformó la tecnología frecuente que manejamos hoy, que nos brinda las mismas dosis de placer y malestar, y que se transformó en una droga legal a la cual aún no se le han podido calcular con precisión los efectos secundarios. La mini-serie cuenta con una primer temporada de 3 capítulos de 50 minutos promedio de duración cada uno, una segunda temporada con análoga cantidad de episodios pero donde la duración promedio baja un poco a 45 minutos, y un especial de navidad de 73 minutos estrenado el 16 de diciembre pasado, abriendo lo que podría ser una posible tercer temporada que se terminaría de cerrar con dos capítulos más, pero que aún no fue oficialmente anunciada y desconozco si ya se está filmando.
Tal y como sucede también con Inside No. 9, cada capítulo de Black Mirror es completamente independiente del resto, y el leitmotiv que aúna todo el show es nuestra muchas veces perversa y siempre complicada relación con la tecnología, mostrándonos a través de la sátira universos paralelos o posibles futuros, y abriendo el debate de forma inteligente y creativa sobre lo profundo que caló la ciencia en nosotros como individuos y como sociedad, cuáles son los límites éticos y morales que hemos dejado inconscientemente de lado en pos de lograr una ganancia en comodidad y comunicación, como ha afectado nuestra espiritualidad el avance de la tecnología y cuáles son las responsabilidades que el estado tiene para prevenir o anticipar las consecuencias de un mal uso… o sencillamente de un indiscriminado uso prolongado. Lo mejor que tiene el show es que no se pone, estúpida y trilladamente, en una postura acusatoria -la salida fácil de todo sexagenario que reniega del avance del tiempo- sino que, al contrario, nos presenta dilemas plausibles, cuestiona, sugiere, pregunta, pero sobre todo nos anima a replantearnos nuestra propia relación con cada elemento que conforma la tecnología actual mostrándonos oscuros escenarios demasiado verosímiles para considerar este show una serie más de ciencia ficción.