Soy Barrabrava de Metegol, aún sin haber visto la película. Y quiero que este jueves salgan a la cancha y ganen por goleada. ¿Cómo no esperar eso cuando sabes que hay equipo para lograrlo? Campanella no tendrá un Messi pero tiene una inversión monstruosa, la más grande jamás hecha para una co-producción Argentina. Y trabajó el guión mano a mano con Sacheri adaptando un cuento del Negro Fontanarrosa, un viejo conocido de los habitués de este sitio. Con esos antecedentes y esos nombres, ¿porqué no soñar con superar en recaudaciones a El Secreto de sus Ojos (2009) en taquilla? Metegol probablemente no logre ganar un Oscar, pero seguro nos va a emocionar como el Diego en el ’86, y yo con eso estoy hecho. Si siguen leyendo se van a encontrar con la historia desde los vestuarios: conoceremos como este gran D.T. que ya muchos consideran el Spielberg argento armó un equipo infalible para comerse vivo al rival, y nos interiorizaremos de, una vez más, un modelo de negocio parecido al ya comentado en mi reseña de Under The Dome, donde el producto final no está sujeto exclusivamente a las entradas que se vendan la 1er semana de estreno. Sin más, los invito a comprar un chori, buscar un lugar en la popu, y prepararse para vivir el doparti de tu vida de la mano de El Capi y sus amigos.
Desde el vestuario
La historia de la animación argentina para cine sin duda es una crónica del Nacional B, para nada meritoria de tan siquiera una reseña, muy lejos de lo que sucede y ha sucedido con nuestro cine para adultos. Mas allá de que se han estrenado largometrajes que, al menos en nuestro país, han tenido éxito, como el film de Manuel García Ferré, Manuelita (1999), y de que hemos tenido producciones que quedaron, de una u otra forma, en el inconsciente colectivo [Cóndor Crux, la leyenda (2000), Mercano el marciano (2002), Patoruzito (2004), El ratón Pérez (2006), El Arca (2007), Isidoro: La película (2007), Boogie, el aceitoso (2009)], la calidad de cada una de estas producciones dista mucho de poder ubicarlas como un producto de exportación que tenga la categoría para poder jugar en primera. Esto Campanella y su equipo lo sabían muy bien, por supuesto, y conocían el motivo: la plata. ¿Cómo lo solucionaron? ¡Fácil! Consiguieron aproximadamente 20 millones de lucas verdes para poder producir un film que pudiera competir en la misma liga que las producciones de PIXAR o DreamWorks.
Pero comencemos por el principio: ¿Por qué el amigo Juan José se mete en semejante quilombo? Hay un antecedente que sustenta esta acción y no la transforma en una completa locura: exceptuando el año 2009, donde por supuesto la absoluta ganadora fue El Secreto…, en nuestro país, todos los años desde el 2003 hasta acá la película más taquillera termina siendo una producción animada. Dispuesto a romper, entonces, con sus propias marcas, y también entusiasmado por el desafío de plantar las bases y abrir las puertas para un mercado inexistente en nuestro país, Campanella decidió que el siguiente proyecto luego del multipremiado film protagonizado por Ricardo Darín, Soledad Villamil y Guillermo Francella sería una película animada. Alrededor del 2007, Gastón Gorali, uno de los productores de Metegol, le acerca el cuento Memorias de un Wing Derecho, de Fontanarrosa, y juntos se ponen a trabajar en una adaptación. El primero boceto lo terminan escribiendo Axel Kuschevatzky, Gorali y Campanella, pero los tres sentían que al mismo le faltaba fútbol. Teniendo esto en consideración, terminan acercándole el guión a Eduardo Sacheri (autor de la novela La Pregunta de sus Ojos, el material sobre el que Juan José y él mismo adaptarían para dar forma al guion para El Secreto…) para que le imprimiera cambios y propusiera un enfoque parcialmente distinto al del texto generado. Es así como durante el 2009, luego de un jugoso tiki tiki entre Eduardo, Gastón y Juan José, terminaron definiendo el guión definitivo que podremos apreciar desde este mismo jueves.
Primer Tiempo
Y si conseguir los fondos y convocar el equipo humano necesario para llevar adelante esta producción no era suficiente desafío, luego estaba el hecho de dirigir por 1ra vez un largometraje animado. Campanella pasó de hablar con un actor para lograr determinada performance en una escena, a reunirse con 30 personas e intentar transmitir su visión y enfoque para cada toma a todas ellas, que son las que finalmente realizarán el trabajo físico de un personaje digital. Cualquier comentario o sugerencia que Juan José le hacía a un animador, era escuchada y tenida en cuenta por el resto de los animadores, generando así un vínculo muy fuerte entre todos, cultivando diariamente un espíritu de trabajo en equipo y jerarquizando más que nunca el rol del director.
Tiempo Suplementario
Suponer que una co-producción Argentino-española puede recuperar una inversión de 20 millones de dólares solamente con la taquilla es un delirio, por eso el film está ya vendido a un montón de países, aunque no lo suficiente como para que hayan recuperado financiación. La campaña de promoción de Metegol es, por supuesto, enorme, y cubre todos los frentes: el desarrollo de una sobria y efectiva página web que incluye 3 juegos on-line, la producción de un álbum que adapta el film y un puñado de libros de actividades y, por supuesto, un comic que complementa el relato, con guión de Darío Timarchi, arte de Nahuel Sagarnaga Cozman y Gonzales Duarte, portadas realizadas por Leonel Castellani y Rocío Zucchi y rotulación de Mauro Mantella, todo bajo la dirección creativa de Gastón Gorali. La historieta tiene 4 entregas de 22 páginas cada una y está publicada, en nuestro país, por Ovni Press.
Uno de los objetivos de Campanella es superar la taquilla de El Secreto…, pero además pretende generar una industria que dependa de nosotros y no de los avatares del dólar. Y es ahí donde Metegol se transforma en un producto mágico, y me tiene a mí como un hincha ferviente de esta producción, como mencionaba al principio: Juan José Campanella, él menos que nadie, no necesitaba tirarse a la pileta con un proyecto como este. Y sin embargo lo hizo. No solo decidió dirigir un largometraje animado después de haber roto todos los records con un film argentino, apuesta a futuro y lo hace en grande, pero no solo para él, o para su productora o para aquellos que han trabajado codo a codo en Metegol, no, apuesta por el país. Campanella logró hacer algo imposible: conseguir los fondos para poder llevar adelante un largometraje animado que tenga –como mínimo- la misma calidad que las superproducciones norteamericanas, y con eso está abriendo la puerta para que, a futuro, esto, que hoy es una excepción, comience a ser la norma. ¿Quién puede poco menos que conmoverse con algo así?
Para mí, el partido está ganado antes de entrar a la cancha, pero me encantaría leer en el Olé del lunes que el resultado fue una goleada histórica por parte de Metegol. Quiero agradecer y recomendar a quienes me léen la revista La Cosa de este mes, que cumple 200 números y de la cual he tomado muchos de los datos que utilicé para armar esta reseña, y quiero invitarlos a que nos encontremos una vez más la semana que viene, acá, en Tierra Freak.