Daredevil lo hizo de nuevo. Si. No cabe duda este personaje logra sacar lo mejor de muchos autores, el encanto de la
inverosímil maldición que le dio
Stan Lee, no hace mas que obligar a los autores a darle una potente y detallada voz para que el personaje consiga sobrellevar con éxito (
artístico, claro), sus desventuras, porque estas, claro, son mucho mas
emocionantes que sus “aventuras” .
Para disfrutar y creer en este personaje, se necesita un GRAN autor, o por lo menos, como en el caso que nos ocupa,
serlo aunque mas no sea aquí; es que La ceguera del personaje obliga a los (
buenos) autores a meterte dentro de su cabeza para hacerlo
creíble; te tienen que obligar a vivir su tragedia en primera persona,

porque si no es
asi,
Daredevil no es nada, solo el
híbrido entre
Batman y
Spider-man que fue hasta que
Frank Miller logro que
Matt Murdock se
sobrepusiera a esa condición. Porque parece que el Hombre sin miedo tiene el valor de
sobreponerse a todo… a su minusvalía, a su
hibridez conceptual y hasta inclusive al que había sido su mejor periodo y que ya todos
considerábamos insuperable.
La apuesta de
Bendis y
Maleev era alta, un largo arco de 50
numeros, donde se desarrollara una

idea central cual si fuera una tragedia griega donde el personaje tuviera que debatirse con uñas y dientes contra ella. Aunque siempre presente, el drama central no consigue agobiar nunca y las sagas
individuales (
en especial Implacable, y el Rey de la Cocina del Infierno), son extraordinarias y cada una con su identidad propia, porque que el drama es tan grande y la vez tan inevitable y real que consigue estar en toda la etapa sin que podamos percibirlo del todo hasta que ha terminado de ocurrir.
El
dúo artístico principal
Bendis-Maleev consigue transmitir a la serie una
ambientación y una dinámica que convierte a esta serie en el
comic que el 99,9% de los
comics de
Batman sueñan ser. La conjunción entre el héroe

y su comunidad es única,
creíble, ni siquiera el murciélago con su ciudad creada
ex profeso para si logro transmitir nunca un amor y un compromiso por su lugar como lo hace
Daredevil aquí… pero no todo es dramático y lúgubre,
Matt Murdock cuando se relaja no se toma a si mismo demasiado en serio y hasta se consiguen unos pasos de comedia memorables en algunos momentos de la serie.
Otro merito enorme, es que esta serie este ambientada en el universo
marvel tradicional, y cada héroe invitado tiene una
participación solida, que va a tono con la historia, que admiten y son puestos
en ridículo muchas veces, y hace quedar bien en claro porque
Daredevil fue casi siempre un solitario que escapo a las alineaciones tradicionales.
Garth Ennis necesitó sacar al
Punisher del universo
mainstream para hacer LA gran obra de
Castle ,
Bendis lo hace con el Diablo
guardian “
a pesar de” y “
gracias a” estar inserto en el
mainstream.

Debe haber sido duro para quienes leyeron esta serie mes a mes conformarse con un capitulo mensual, el manejo de la narrativa es tan fluido y el uso de los recursos del
comic tan magistral, que consiguen que un solo numero
practicamente se te deshaga en las manos y te parezca que
leiste 5 paginas en lugar de 22; a veces el autor retuerce el tiempo de una forma en que aunque sepas en la primera página que paso, te carcoma la ansiedad por saber como paso eso, los constantes
flashbacks 
de algunas sagas, lejos de traer respuestas traen mas enigmas y se hacen mas interesantes que la historia que
creíste te planteaban al principio. La etapa arranca con una saga que es,
narrativamente, un poco la metáfora de la historia mayor que tiene su
climax hacia la mitad con “
Implacable” y “
El rey de la cocina del Infierno” y un desenlace magistral con “
los expedientes murdock” que consigue cerrar las puertas de su historia, pero a la vez abrirle a
Brubaker la posibilidad de seguir haciendo grande a este personaje. En el medio puede aparecer alguna saga que parezca poco relevante en comparación a las citadas, por los sucesos que allí se cuentan y que no tienen grandes momentos
climáticos –
en apariencia claro-, pero funcionan
perfectamente en el plan mayor de la obra como la calma que antecede a la tormenta.