miércoles, 7 de mayo de 2014

Creo que lo que estoy dejando es confusión ¡y me encanta! – Entrevista a Jorge Baradit - El Gabinete del Dr. Morholt.



La manera en que conocí a este escritor podría describirse como un acto mágico. Corría el año 2009 y una persona conocida en común me pasa su contacto diciéndome “es del palo”. Realmente no recuerdo ni cómo llegué a tener el contacto de esa persona en común. Cosas que pasan, supongo, cuando sos “del palo” (signifique lo que signifique esa categoría).

Días más tarde realizando una de mis prácticas para poder encontrar nuevos libros para leer (que consiste en una adaptación libre del Derivè situacionista a través de cierta zona de la Ciudad de Buenos Aires) el lomo de un libro llamó mi atención.

“Ygdrasil” era su título y su autor era esa persona de la que me habían hablado días atrás. Esa persona que “estaba en la misma frecuencia” que yo, según este conocido en común.

Dada por exitosa mi práctica y aceptando lo que el espíritu de la ciudad quería que fuera la nueva adquisición para mi biblioteca, no tardé mucho en sumergirme en su prosa cruda (a veces muy cruda), en sus descripciones extrañas y macabras, en una historia plenamente cyberpunk mezclada con una veta shamánica intrigante, que terminó por sobrecargar mis sentidos con imágenes mentales que me acecharon hasta varios días después.

“¡Tu daño mental es mi sueldo!”, suele decir mitad en serio mitad en broma y en mi caso se cumplió esa máxima. Luego de recuperar mi cordura promedio (de más está decir que no es mucha, ya de base), comencé a investigar un poco más sobre este autor que había logrado mover tanto en mi interior.

Así fue que, gracias a las redes sociales (un gran experimento cyberpunk que ya aceptamos como parte de nuestro entorno, pero que en 1980 hubiese estado en cualquier narrativa del género), pude entender qué era esa categoría en la que, supuestamente, entrabamos los dos.

Hijo de una clase media-baja chilena, Jorge Baradit nació en 1969 en una ciudad portuaria donde lo mejor para cualquier chico era ver tele y leer mucho.

Cosa que hizo y sigue haciendo.Crecí en la dictadura y me alimenté con subproductos pop y como buen freak, buen nerd, tengo este terror a crecer y mantengo en una cápsula mental todo ese material que no fue desechado cuando correspondía”, me cuenta en una charla mano a mano que tuvimos en la Feria del Libro de Buenos Aires, donde fue uno de los invitados internacionales para el año 2014.

“Encima tuve una educación literaria muy heterogénea, porque no tuve una guía que me dijera lo que era correcto o no, lo que era valioso o no. Ni siquiera académicamente porque no estudie ni literatura ni periodismo.” Me dice con un poco de orgullo “Nunca entendí por qué tenía que discriminar entre leer a Borges o leer lo último de la DC Comics o un libro del Apocalipsis de San Juan. No me parecía que hubiese mucha diferencia. Lo que sí me hacía discriminar era esta necesidad de conectarme con todo lo que no fuera cotidiano, la necesidad de estar conectado con los mundos que están en este mundo, pero que no se ven.” continúa apasionado contándome sus orígenes.

La publicación por Ediciones B de su primera obra, esa “Ygdrasil” que tanto disfruté, fue fortuita, un acto del destino, podría decirse, que desencadenó todo lo que luego sucedió. Esta novela nunca fue escrita para ser mostrada a otra persona “Su escritura fue un desafío autoimpuesto como lo fue hacer el Camino del Inca en menos tiempo y sin porteadores, sólo una prueba.”

La secuencia de actos fortuitos llevaron a Baradit a preguntarle a un compañero de trabajo sobre el uso del punto y coma, que este compañero quisiera leer el escrito donde tenía problemas con ese signo de puntuación y que luego de una semana de leerlo se lo devolviera editado (corregido el uso del punto y coma) y le preguntara si podía mostrárselo a una  editora que conocía. Esa editora era Andrea Palet y estaba buscando material nuevo para publicar, material no solamente nuevo, sino novedoso, algo que rompiera el status quo que reinaba en la literatura chilena de esa época “La editora me llamó 4 meses después, yo ya me había olvidado del tema, y me dijo si quería conversar con ella. Y lo primero que me pregunta es “¿qué lugar ocupa la literatura en tu vida?” y yo le contesté  ¡absolutamente ninguno!” ríe al recordar la anécdota.

“Y luego me hizo otras preguntas, me dijo “¿esto lo escribiste tú?” y luego continúo “Es decir que si yo busco en internet ¿no voy a encontrar esto escrito?” y yo contestaba tranquilo, pues porque era mío, pero siguió insistiendo “te pregunto de nuevo y quiero que seas totalmente honesto ¿esto es tuyo?” y yo le contesté que sí, entonces me dijo “bueno” y me cortó. Luego de dos meses me llamó para que tengamos una reunión en su oficina y lo primero que me dijo fue “esto no quiere decir que te vayamos a publicar” y yo sólo le dije que estaba bien, si nunca estuvo en mis planes que nadie publicara esto” recuerda.

“Ygdrasil” se publicó en 2005, un año después escribe “Trinidad”, precuela de su anterior trabajo que es premiada por la Universidad Politécnica de Catalunia con el mayor galardón que un relato de ciencia ficción puede ganar en toda Europa. Y así la máquina empezaba a girar.

Entre 2006 y 2008 es parte del proyecto “Ucronía Chile”, un sitio que convoca a varios artistas de diferentes actividades a rever la historia chilena y generar nuevas realidades “Existe la idea del tiempo como una ilusión, el tiempo y la historia como algo que desarrollan e inventan los dueños de la verdad oficial. Entonces nosotros, que nos encanta una frase de Salvador Allende en su último discurso que dice “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”, nosotros tomamos la historia y la tergiversamos, la damos vuelta, usamos la ucronía y la distopía para intentar reflejar así algo muy propio de la ciencia ficción, el contar historias sobre otros mundos para terminar contando la realidad más cruda. Volviéndose el emisario más nítido de lo que está pasando.” De ese experimento sale “Chil3: Relación del Reyno” que fue publicado recién en 2010 por la misma Ediciones B.

 Gracias a dos personas que escribieron textos en “Ucronía Chile” acerca de algo llamado Cybersyn, Baradit se sumerge en el tema que lo llevaría a su nueva publicación “Synco”, una historia donde Pinochet no derroca a Allende en el golpe del 73, sino que lo ayuda a defender la Constitución y de esa manera el “gobierno socialista del fin del mundo” logra la prosperidad deseada, basada en el programa científico Cybersyn (o también conocido como Synco). 

Este proyecto (que realmente existió) tenía como propósito convertir las empresas estatales chilenas en una red interconectada y coordinada en tiempo real desde un centro de operaciones que estaría ubicado en el Palacio de la Moneda. El objetivo era convertir a Chile en el primer Estado cibernético de la historia, bajo una red que se adelantó en décadas a la Internet como la conocemos. (para conocer más sobre este proyecto frustrado pueden visitar www.cybersyn.cl)


En eso se basa Baradit para mostrarnos un Chile supuestamente perfecto, con un montón de cadáveres en el placard. “Synco” es editada en 2008 y en 2009 tuvo una segunda edición.

Baradit tiene una teoría para explicar por qué el público se acerca sin miedo a la mixtura de ciencia ficción y fantasía que exudan sus relatos “Lo que está pasando es una aceptación de un mestizaje largamente postergado, un mestizaje que no es sólo la unión de mitos indígenas con el mundo moderno, crudo, sino también asumiendo cierta condición mestiza de Latinoamérica que tiene que ver con una especie de Edad de Oro permanente en la que vivimos” cuenta apasionado “Esta idea que le viene a uno a la mente cuando viaja a México, o a Cuzco, o a Temuco de que en realidad nadie se ha ido. No como ocurre en Europa que las poblaciones anteriores no están y las ciudades se construyen una arriba de otra y que uno para ver a los indígenas de las zonas tiene que ir a los museos, porque ya no hay. Eso en Latinoamérica no pasa.”

Quizás por eso se diferencia tanto de la literatura europea o anglosajona Mi país, y Latinoamérica, tiene un tema con la tecnología especialmente porque no tuvimos esa fractura que tuvieron los países anglosajones y Europa, esa pelea del iluminismo laico por separarse de la iglesia. Nuestros movimientos revolucionarios usaban cruces y se hacían llamar izquierda cristiana. Víctor Jara escribió Plegarias para un Labrador casi como un reemplazo del Padre Nuestro. Los que trajeron la tecnología fueron los curas en gran medida.” Explica casi con fuego en los ojos  “No hubo esta dicotomía potente entre tecnología e iglesia. No hubo este campo de batalla que hubo en Europa en el siglo XVIII o XIV, no tuvimos revolución industrial como la tuvieron fuera. Entonces no tuvimos ese caldo de cultivo que terminó separando las historias de los elfos, hadas y seres de fantasía y la “literatura realista” o también la de Ciencia Ficción” comenta y en seguida agrega “Literatura que también es realista porque está basada en la ciencia, en lo que sabemos o imaginamos que puede llegar a hacer la ciencia, pero que definitivamente no es fantástica. O sea una nave con motores fotónicos es posible dentro del paradigma científico, por eso lo vemos más real que las hadas.”

Esta diferencia entre europeos y latinoamericanos es un tema que Baradit cree fundacional en la literatura de nuestro continente “De la misma manera en que si un europeo tiene que hacer un sistema de redes en una oficina, lo primero que hace es erradicar todo lo viejo y poner todo nuevo, eso acá no pasa. Nada se bota, todo se acumula. Uno va a México y puede ver que está la catedral y al lado el templo mayor indígena y al otro lado edificios de alta tecnología.” Y entonces agrega riéndose una anécdota “Me tocó ver en México, en el año 1998, un ejecutivo vestido de un traje perfecto, con su laptop, seguramente yendo a una reunión y que se detuvo ante un shamán que estaba en la calle para que lo ahumara. Y el tipo empezó a rodearlo y a llenarlo de sus humos y el ejecutivo con los brazos abiertos y hacia el cielo, esperando su ayuda. Es lo mismo que pasaba cuando mi abuela me daba una pastilla en la cual una farmacéutica había invertido millones de dólares en desarrollo e investigación pero cuando ella me la daba, confiada, aparte de eso se persignaba. Porque me la entregaba en el nombre de la Virgen.”

Parte de esa idea de pertenecer a un lugar único en el mundo fue lo que lo llevó a su siguiente trabajo “Kalfukura, el corazón de la tierra”, editado en 2009 No tengo una agenda para escribir, ni ética ni estética, pero con “Kalfukura” tenía la intención de hacerlo para un público infanto-juvenil, pero específicamente para recuperar nuestros mitos, quitárselos a los ministerios de educación, a las revistas pedagógicas y a los colegios y hacerlos propios. Porque los mitos son cuestiones que tienen que ser revitalizadas y puestas al día, porque es la única manera de mantenerlos vivos. Principalmente porque son la materia que nos hace ser” me comenta y agrega “Nosotros tenemos otros tipos de épicas. Nosotros no tenemos al Rey Arturo, pero tenemos al cacique mapuche Kalfukura, que unió los pueblos mapuches del sur y llegó hasta las puertas de Buenos Aires y logró tener un imperio que daba del Pacífico al Atlántico, pero que está olvidado por la historia oficial.” Con esa intención tan clara, me comenta un poco más al respecto “Intenté un principio unificador de la mitología chilena en ese afán. Llegar al público juvenil como por ejemplo  lo hace Dragon Ball Z, que no deja de ser el mito del Rey Mono, y lo renuevan con una soltura que nosotros no tenemos. Y creo que es muy relevante tenerla porque deberíamos soñar nuestros propios sueños y no tener las pesadillas de China o de Japón, sino las propias.”

Su siguiente trabajo fue algo un poco más complicado, quizás visto desde afuera, entonces me cuenta “En mi caso soy diseñador gráfico, comunicador visual y estudié arquitectura, o sea, vengo de las artes visuales. Y para mi un relato, una narración es algo que se cuenta de muchas maneras. Nunca me sentí muy cómodo con que mi relato esté entre dos tapas. Nunca me sentí cómodo hablando de literatura o de escritura, porque reduce las posibilidades. A mi me gusta hablar de narrador, porque puede expresarse en distintas plataformas.”

“Policía del Karma” editado en 2011 es su primer comic, con dibujo de Martín Cáceres, pero sólo llamarlo cómic es no entender la magnitud del experimento “Siempre me ha llamado la atención lo retrasado que está el narrador actual, porque todavía se ve con sorpresa cuando alguien incorpora un cd en un libro o un enlace web y se lo toma como “vanguardista”. Cuando en realidad todos nosotros hace 15 años cada vez que escribimos un correo electrónico escribimos un texto, pero también adjuntamos fotos, ponemos enlaces a otras webs con más información y mandamos  archivos MP3 con música. Eso es trans-media y lo hacemos hace mucho tiempo ¿entonces por qué sorprenderse? Los narradores originales esperaban a que fuese la noche para narrar sus historias, para estar alrededor del fuego y utilizaban recursos como levantar la voz, o bajar el tono, gesticular y hasta ponerse máscaras. Todo para enriquecer la narración.”

En el caso de PDK intentamos una tesis, porque lo que se había estado haciendo en literatura era un libro y que sí, podía tener un tráiler o un book tráiler o una canción, un videíto o una web, pero nosotros intentamos construir la novela generando un constructo complejo.”

Fue así que antes de que saliera el libro apareció una web que copiaba a la web oficial del departamento de policía de Chile, era la web de esta Policía Del Karma que se encarga de atrapar a aquellas personas que en vidas pasadas cometieron crímenes “En la web te inscribías y ponías tus datos y cuando lo hacías te llegaba una notificación de que habías sido un criminal y que tenías que quedarte quieto porque íbamos a ir a buscarte, la Policía del Karma iba a ir a buscarte para detenerte y que pagues por tus crímenes en otras vidas. Entonces tenías que llenar un formulario y te llegaba un informe detallado sobre qué criminal en serie habías sido. Eso se comunicaba a través de las redes sociales (si lo querías compartir) y quedaba inscripto en una base de datos para juegos a los que podías ser convocado” esos juegos existieron, fueron realizados bajo software libre y para los sistemas de smartphones usando la geolocalización. “Era un juego que le decía a los participantes que hubo un choque de un camión que transportaba ánforas de loza que tenían almas de 10 criminales y tenías que, en un perímetro específico, ir con tu cámara mirando el lugar hasta ver una imagen de algún criminal como Erzsébet Bathory, por ejemplo, y cuando la localizabas, mandabas un mensaje y podías, por haber ayudado a la PDK, ganarte la novela gráfica o alguna ilustración o algo así. Pero también lo más importante era que podías tener un grado en la PDK y lograr, por ejemplo, ascender a Teniente de la fuerza” cuenta orgulloso.

Pero el experimento fue mucho más allá “Aparte de eso hubo un blog con fanfics de gente que escribía historias sobre esta premisa de la PDK. Hubo cortometrajes que desde Alemania mandaban unos informes al estilo Anonymous que decía que se había perpetrado un golpe de estado esotérico en Chile y que había un grupo que había tomado el poder.” También Baradit filmó un falso documental de unos 30 minutos, en él se contaba una historia apasionante “imagínate que la Casa Rosada estalla por una bomba que fue enterrada a 100 metros de profundidad y que la pusieron ahí en 1890. Y no sólo la Casa Rosada, sino otros edificios y se descubre que Argentina está en guerra, pero contra el año 1890, porque en ese año supieron dónde iban a haber edificios o puntos estratégicos y los están atacando para detener lo que está ocurriendo hoy día. Eso contaba en el documental y se constituyó como la base de la novela.”

Pero no queda ahí, porque la novela (si se puede llamar así) también utilizó otra de las aficiones de Baradit, la música, y se generó una banda de sonido original sobre este mundo que se empezaba a plantear “Lo importante es que la información de los blogs, los fanfics, la que había en el falso documental y en todas las otras manifestaciones, dispersas por todas las plataformas era complementaria y el único objeto de este gran relato, de esta gran construcción que existía en el mundo real era la novela gráfica.” Comenta todavía excitado por el proyecto “La tesis era que el libro no fuera un sol en torno al que giraran los otros objetos, lo planetitas como los trailers o el soundtrack, sino que se constituyera en forma de molécula y que cada cosa tuviese información que lo hiciera indispensable para el constructo total, incluida la novela gráfica.”

Este gran proyecto experimental no tuvo una buena recepción en Chile, por lo menos no de parte de la prensa, pero sí lo hizo en otros países como España o México. En Argentina fuimos unos pocos los que pudimos participar de esta narración trans-media. Al tener mi educación en las artes visuales, es una necesidad que tengo el expandir mi relato hacia otros medios, la ilustración, la música. Me he valido de la gratuidad de internet y de las posibilidades y puedo asegurar que el relato se expande, y de verdad gana. Y aparte la he pasado realmente bien” concluye.

Su nuevo libro, el que vino a presentar a la Feria del Libro de Buenos Aires, se llama “Lluscuma” y es una versión corregida y con agregados de un relato por capítulos que publicara en el diario “La Segunda” desde mayo a noviembre de 2012 y que también estaban ilustrados por Cáceres.

El libro cuenta los hechos alrededor del evento conocido como “Caso del cabo Valdéz”, una abducción extraterrestre a unos conscriptos chilenos en el año 1977. Obviamente este es sólo el punto de partida para un relato de viajes en el tiempo, violencia, mundos alternativos y alucinaciones varias. Algo que siempre, incluido en “Kalfukura” podemos encontrar.

“Cuando tuve que ponerme a escribir, eché mano a mi historia” cuenta casi justificándose O sea, yo soy nieto de una aymara, de un mapuche, de una siciliana y un español, o sea, no tengo límites claros.

 Estoy lleno de diversidad interna y no me asusta la no-pureza.” Y continua y lo que surgió no fue nada más que el producto alquímico a medio cocinar con todavía pedazos gruesos que se notan, que para aquel que conoce puede reconocerlos. Pero que de alguna manera están cocinados. Eso es lo que pasa con mi literatura. Esa modalidad es mi personalidad, ni más ni menos.”

Cuando le pregunto qué es lo que lo motiva a escribir, me contesta “Lo que me interesa de la literatura es esa capacidad de convertirse en una mecánica de salvación, en una búsqueda de ti mismo… aunque suene psicologizante… una tabla ouija que me permita conectarme con eso que debo aspirar a ser o que me muestre esos monstruos internos que tenemos” me responde, pero en seguida agrega “Me encanta desarmar, romper, hacer desaprender y derrumbar eso que vos creías que estaba perfectamente armado. Creo que eso es lo que estoy dejando” y continúa “Me encanta darme cuenta que vengo a traer un factor de confusión y caos que viene a abrir paso a respuestas y visiones nuevas.” concluye con una sonrisa macabra que se va formando muy de a poco.

Acá pueden leer algunas cosas cortas de este muy recomendable narrador:
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