Soy un creyente de las casualidades como cualquier otro, pero teniendo en cuenta mi inclinación por las historias sobrenaturales y fantásticas, allá donde muchos solamente ven una arbitraria concatenación de hechos llamativos yo percibo una fuerza invisible que puja por mover ciertas fichas en el tablero de la vida para lograr desconocidos objetivos. Conozco al guionista de la obra que paso a reseñar el día de hoy hace más de una década, y compartimos una amistad la misma cantidad de tiempo, y casi desde la primera vez que mantuvimos una extensa conversación sobre el medio se hizo evidente en él un deseo de poder re-direccionar todo el caudal de cultura comiquera, literaria y cinematográfica que había adquirido con el paso de los años hacia la forma de un guión para una historieta, claro está. Mi sorpresa no fue grande cuando descubrí que el dibujante que había colaborado con éste, su primer proyecto profesional de historieta, había nacido no solo el mismo día que él –que mi amigo- sino también el mismo año. Claro, para mí eso no era una casualidad, era el Destino. Cual Astérix y Obélix, ambos autores/artistas estaban destinados a encontrarse y trabajar juntos por un bien común: el darnos a nosotros, los lectores, una obra entretenida, de fácil lectura pero atiborrada de detalles preciosos que funcionan como una suerte de caricia para el alma friki. Digno material de ser reseñado en un sitio como este, hace honor al dominio del mismo.
La increíble aventura de Lucas y Manu
“Mi nombre es Lucas, soy de Villa Urquiza, este es mi negocio…”, acusa la presentación en forma de relato en primera persona del protagonista, en la segunda página de este tomo denominado El Arca de Lucas Leppe, obra de Nicolas Gath en guión y Juan Pablo Massa en el arte, editado por Daniel Müller para Capitán Ediciones, con diseño de Evelyn von Eckenbrecher y corrección de Juliana Fantino.
Y la verdad es que uno lee este tomo y es imposible no pasarla bien. Y no opino esto por tener una relación de amistad con el guionista, pero al conocerlo, entiendo bastante de donde viene todo. Verán, Nico no sólo es una tipo que me cae bien, además es una persona que conoce mucho el medio. Le gusta mucho la historieta y es un lector avezado, pero además le encanta el cine y consume, también, muchísimo del mismo. Y le gusta la animación, en prácticamente todos sus formatos y orígenes. Y le gusta la literatura, y es difícil no encontrarlo por la calle con un broli en su mochila. Y también escucha mucha música. Tiene una enorme inclinación por el metal pero no es el único género por el que se decanta. Gath es una persona que, como quizás sucede hoy con muchos lectores del sitio, consume un montón de la cultura popular, porque incluso también tiene su lado gamer, algo que a mí por ejemplo me falta. Pero con el tiempo y los años fue refinando sus gustos, porque es imposible darle bola a todo, obviamente, y también fue entendiendo los mecanismos que interconectan este tipo de consumo a través del tiempo.
Explayarse un poco sobre algunas características del guionista, en este caso puntual, sirve para darle un contexto a la historia que nos va a narrar en El Arca de Lucas Leppe, porque primero y principal, es una aventura que respira Gath por todos lados. Ya desde la preciosa tapa de Richard Ortiz nos anticipa que estamos por asistir a un evento nostálgico, pero a diferencia de lo que está sucediendo desde hace unos años con el cine y la televisión, acá la década a la cual el autor decide trasladarse es la de los ’90, la última década infame de Argentina… ¿la última? Bueno, ponele que sí. La década del Turco, del nacimiento de Tinelli, de Grande Pa, Amigos son los Amigos, Brigada Cola y Jugate Conmigo en la televisión local, la década de Los Simpsons, Friends y X-Files en la caja boba yanquie, la década de Cazador, Cybersix, la muerte de Superman y Knightfall en los cómics, y Pulp Fiction, Fight Club, The Usual Suspects, Wayne’s World, Scream, Trainspotting, Toy Story, Clerks, Terminator 2: Judgment Day y Titanic en el cine. La lista, por supuesto, no tiene una inclinación claramente cinematográfica de forma arbitraria: mucho se ha dicho, opinado y analizado sobre esta década, y no son pocos los que opinan que el final del Siglo XX es la debacle cultural de la sociedad como la conocemos, y el comienzo del nuevo siglo funcionó como un catalizador para que en algunos medios la calidad comenzara a nivelarse hacia arriba. El cómic yanquie superheróico es el mejor ejemplo de este postulado, claramente los ’90, en comparación, palidecen ante las magníficas obras clásicas que salieron la década anterior, pero por supuesto, como todo postulado de este tipo, está abierto al debate. Sin embargo, en el cine, creo que nadie que conozca dicho medio podría acusar a esa década de no ser un momento de inflexión, disruptivo en muchos casos, muy rico en producciones que terminarían por definir la estética y la narrativa de los próximos 30 años.
Y eso Gath lo sabe, y es ahí donde quiere apuntar, quizás, con esta pequeña pero muy nutrida aventura. Lucas Leppe, el protagonista de esta historieta, es dueño de una tienda que se encarga de recolectar objetos especiales, únicos, mitológicos, mágicos en algunos casos, o que cargan con un peso histórico enrome pero que quizás no ha quedado registrado en los libros tradicionales. Algunos de estos objetos los pone a la venta, otros los conserva para él, y también ofrece un servicio preferencial y personalizado: si estás en la búsqueda de uno de estos objetos, podes contratarlo para que te lo encuentre. Lucas cuenta, además, con un colaborador también bastante exótico, un Mono llamado Manuel (Manu) pero que además es amigo y socio por partes iguales.
Cuando el comerciante y vecino conocido como El Gordo cae de forma abrupta al negocio de Lucas, absolutamente desesperado y casi clamando por ayuda, dará inicio una aventura enorme, épica y repleta de situaciones donde el lector se sentirá por momentos cómplice y por momentos mudo testigo, excitado y asombrado ante lo que se va revelando.
Pizza con Champagne
Tengo un problema con la historieta: comienzo a medir su calidad por el tiempo que me toma consumirla. Cuando la consumo en papel, y sobre todo cuando no me la han prestado o regalado sino que la he pagado yo de mi bolsillo, así taca-taca, este problema se intensifica. Y no soy una persona que disfrute de leer las cosas a los pedos, puede ser que te maratonée una serie de Netflix así sin asco, pumba, un capítulo detrás de otro sin parar un domingo a la tarde (o una madrugada de un sábado, llegado el caso), pero con los libros y las historietas tengo un ritual, me tomo el tiempo, me tiro en la cama, me llevo un café y algo para morfar, y disfruto del momento, le presto atención a los detalles en los dibujos, a la narrativa, regreso algunas páginas de ser necesario…
Por suerte, El Arca de Lucas Leppe también rinde desde ese lado. El mayor artífice de esto es Juan Pablo Massa, un artista que debo admitir no conocía hasta que agarré este tomo, pero que claramente voy a comenzar a seguir. Massa viene trabajando en el medio hace bastante tiempo, ha laburado para editoriales de afuera como Panini Alemania y KIDDINX Studios, le dio una mano a Jorge Lucas haciendo layouts en D.C. y también participó en varias de las publicaciones de Universo Retro.
Actualmente, una de las tantas cosas que hace es colaborar con Vendetta Ediciones, donde ejerce las funciones de editor y artista para la antología El Antro. También tiene una página de behance donde muestra parte de su trabajo, y la misma es muy interesante porque contiene unas ilustraciones inéditas de Lucas y Manu además de varias páginas de la obra que hoy estoy reseñando donde muestra el proceso de lápiz, tinta y color.
La propuesta narrativa de Massa para esta historia es muy dinámica, no se enamora de ninguna estructura porque la aventura no le está pidiendo eso, y se mueve instintivamente entre páginas de 4 y 8 viñetas, con una paleta de colores muy viva pero que tampoco tiene miedo de abandonar si la trama así lo requiere. Además, está claro que es un artista que cuenta con un montón de recursos narrativos para la puesta en página, y cada “experimento” visual que articula no sólo cumple con su objetivo y le agrega valor al producto final, además de todo eso nunca se siente un salto enorme, un corte abrupto, algo que se podría haber resuelto de otra forma. Para nada. Esta historia demandaba un dibujante con capacidad para resolver diversas expresiones, que en muchos casos son extremas o exageradas, y Juan Pablo lo logra con creces. Y ahí están, como si todo esto fuera poco, un montón de referencias estéticas que remiten al mejor Kirby de la Silver Age, o momentos donde Manu rompe la cuarta pared que parecen salidos de la escuela de narrativa de Will Eisner. Yo entré a El Arca de Lucas Leppe siendo “virgen” de la estética y el diseño de personajes de Massa, y debo confesar que luego de saltar de la portada de Ortiz (a quién sí le conocía algunos trabajos), me costó encariñarme con los diseños de Juan Pablo, pero ya para la 4ta o 5ta página me había ganado completamente, estaba absolutamente inmerso e interesado en la historia, y ese atisbo de malestar inicial había desaparecido completamente sin dejar el más mínimo rastro. Y obviamente, al finalizar la historia, son los diseños de Massa con los que uno se termina identificando.
Para ir finalizando, me voy a explayar un poco en el porqué comencé esta segunda parte de la reseña con esa introducción. Verán, El Arca de Lucas Leppe no se consume en tres patadas, Gath y Massa se han encargado de eso con méritos en partes iguales para ambos, pero además, este tomo está lleno de sorpresas extras. La principal de ellas, una serie de pin-ups que representan otras historias que han vivido Lucas y Manu, antes o después de la que incluye este libro, realizados por autores super conocidos, ultra consagrados o que están a punto de pegar el salto, como por ejemplo Quique Alcatena, Salvador Sanz, Germán Erramouspe, Rubén Gauna, Juan Manuel Frigeri, Andrea Jen, Nico Di Mattia o Santiago Juárez. La contraportada del libro contiene una exquisita sátira a lo que sería una página de clasificados de alguna publicación gráfica de décadas atrás, la cual ofrece numerosas pistas que pueden ser re-significadas una vez uno terminó de consumir la aventura principal pero también puede ser leídas como una previa y no modifican en absoluto la experiencia de la aventura temporal de Lucas y Manu. En todo caso, todo lo ahí vertido sirve para expandir el universo ficcional de estos personajes, y funciona como una invitación a futuras historias que podrían o no ocurrir.
La edición de Capitán Ediciones (valga la redundancia) también es impecable, y amerita una mención. La portada tiene el detalle no menor de la laca sectorizada que siempre levanta mucho, y un gramaje correcto, y en el interior 56 páginas satinadas, también con buen gramaje, donde, al menos en el ejemplar que tengo en mis manos, no encontré errores de impresión del tipo “fuera de registros” ni tampoco situaciones en el diseño que pongan en riesgo la lectura del mismo. Tampoco encontré errores de tipeo o de redacción, razón por lo cual es justo reconocer que la labor de Müller, Eckenbrecher y Fantino también estuvo a la altura de las expectativas.
Siempre es un placer, para mí, reseñar historietas, máxime cuando se trata de material nacional. En este caso puntual, además, se suma la satisfacción de ver concretado el trabajo de un amigo personal, el cual, por suerte, comienza su carrera profesional con un libro del cual puede sentirse orgulloso.
Esta reseña, aparte, funciona como una previa para la Crack Bang Boom que está por comenzar en apenas unos días, el jueves 11 de octubre en la ciudad de Rosario, un evento al cual, si sos amante de este medio, tenés que asistir, porque es la mejor y más cálida celebración a la historieta que se festeja año tras año. Germán Erramouspe y Richard Ortiz son dos de los invitados oficiales del evento este año, y, oh casualidad, ambos han colaborado con El Arca de Lucas Leppe. Si tenés la suerte de poder acercarte al evento este año y estás interesado en conseguir un ejemplar de este libro, y además poder escuchar a los autores del mismo en una charla presentando este lanzamiento, lo vas a poder hacer el sábado 13 de octubre a las 16:00 hs, en el Galpón CRACK-Galpón de la Música. Allí te estarán esperando Nicolas Gath, Juan Pablo Massa y Daniel Müller para poder responder tus preguntas, firmarte un ejemplar o darte un abrazo y un beso, lo que más necesites.
Nosotros nos volvemos a leer aquí, en Tierra Freak, como casi todas las semanas. Casi todas. ¡Gracias, Telecentro, y la recalcada…!