Comenzar una reseña sobre la última edición de la Crack Bang Boom que se festejó hace unos días con una nota del tipo “personal” les parecerá a muchos una guachada, teniendo en cuenta que no tengo absolutamente nada que ver con la organización de la misma ni tampoco he colaborado en lo más mínimo con algunas de sus muchas charlas, talleres, exposiciones y eventos fuertemente relacionados con esta fiesta, pero considerando la buena recepción que tuvo la reseña que escribí sobre esta misma convención hace 2 años, me urge la necesidad de explicar porqué en este sitio no hubo algo similar el año pasado, de mi parte.
Fácil: porque no pude asistir a la misma. Una vez más, como ya me sucediera en la edición del 2014, problemas de índole personal me impidieron participar de esta preciosa, maravillosa y conmovedora fiesta nacional y popular el año pasado. Verán, no vivo solo, vivo con un animal. Una gatita, para más datos. Una gatita que es casi mi hermana, es una amiga, una aliada incondicional que está ahí todos los días bancándome el humor cambiante que tengo. Y ella enfermó, dos días antes de que comience el evento. Y no pude dejarla sola, por supuesto, tuve que acompañarla y hacer lo imposible para que superara ese momento de mierda con el menor dolor posible.
Tranquilos, la gatita sobrevivió. Pero el tren partió, y yo me perdí de conocer a Frank Miller en persona, entre otras tantas cosas. Este año la gatita se portó de diez, y yo finalmente pude regresar a Rosario.
Se va la novena
La Crack Bang Boom, querido lector. La Crack, para los amigos. ¡Mama mía! Imposible no caer en exactamente los mismos elogios que expuse en mi entrada dos años atrás. Y como no quiero redundar, deberé obviar muchas cosas esta vez. Una vez que estás ahí, te das cuenta lo mucho que la extrañas. Y mirá que este año las cosas comenzaron duras, ¿eh? El jueves 11 de octubre, el día que dio inicio el evento, Rosario fue invadida por una horrible nube gris que cubrió toda la ciudad, y el agua no paró de caer en prácticamente todo el día, imposibilitando disfrutar del aire libre y generando problemas por todos lados. Trasladarse de un galpón al otro era un suplicio, por no mencionar lo mal que la pasaron durante casi toda la jornada los fanzineros, parapetados en una carpa que fue superada por las injerencias climáticas, sufriendo cortes de luz e inundaciones, algo que termina superando cualquier esfuerzo organizativo, y consumiendo el doble de esfuerzo por parte de todos, de quienes exponen sus obras en dicho lugar y de quienes están pendientes de poder resolver los quilombos que se van acumulando culpa del temporal.
Dicho esto, la Crack es… la Crack. Una cosa sí me voy a permitir repetir de la reseña que levanté dos años atrás: si te gusta la historieta, si te apasiona este medio como a mí y a cientos de miles de lectores más y nunca fuiste a la Crack Bang Boom, claramente estás errándole en algo en tu vida, tenés la brújula mal calibrada o algo así. Salvo el factor económico, completamente entendible en estos días de extrema crisis argentina, o algo relacionado con la salud propia o de un ser querido, no existe ninguna otra excusa válida para ausentarse de esta fiesta. Porque, amigo lector, la Crack Bang Boom es eso: una fiesta de la Historieta, la más grande de todas. Hay tanto amor dando vuelta en el ambiente durante una Crack que hasta se lo puede palpar, te lo juro.
Ni hablar de lo que experimenté yo este año, teniendo en cuenta mi ausencia en la edición anterior. Volver a reencontrarme con los organizadores y colaboradores principales, Eduardo Santillán Marcus, Juan Ángel Szama, David Alabarcez, Germán Peralta Carrasoni, Guillermo Calichio, Kristian Rossi, Franco Zacarias, Dani Copello, Andrés Valenzuela, Mariano Abrach y Diego París, y volver a cruzarme e intercambiar unas palabras con el ideólogo y gestor principal de este evento, el galardonado, multi-premiado y genio Eduardo Risso (quien, para colmo, este año fue declarado “Dibujante y Artista Distinguido” de la ciudad de Rosario por el Concejo Municipal a través de un decreto aprobado por la Comisión de Cultura y Educación), me generó un sentimiento de felicidad enorme, indescriptible. ¿Viste como algunas personas los domingos se sienten vacías, solas y les tira la depresión? Bueno, estar en la Crack Bang Boom, llegar al C.E.C. (Centro de Expresiones Contemporáneas) y los galpones lindantes a mí me genera exactamente lo opuesto: me siento lleno, inmensamente feliz, me siento completo. Siento que estoy en mi lugar, que debería vivir ahí eternamente. “La vida es lo que pasa entre una Crack y otra”. Una frase ultra trillada y robada de por ahí pero que se ajusta perfectamente a lo que opinamos varios de esta convención.
¿Y quiénes son esos varios? Ah, porque ese es otro tema, amigazo. Claro, porque además, la Crack es eso: es reencontrarse con amigos, afectos, conocidos, artistas, editores y gente relacionada con el medio que uno probablemente solo ve una vez al año, acá, en esta fiesta loca loca que nos reúne a todos. Tolkien decía “…un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas…”, Risso en cambio te dice “…un evento para atraerlos a todos y celebrar juntos la historieta…”. Yo sé de gente que va a la Crack sólo por lo linda que es esta fiesta, y ya. Viaja desde Capital Federal hasta Rosario solo por eso. En serio. No estoy mintiendo ni exagerando. Gente que lee historietas, por supuesto, pero no son fans declarados del medio, no son lectores enfermizos, no depositan medio sueldo por mes en revistitas con dibujos y probablemente las únicas historietas que compran en el año lo hacen en la Crack. Gente casi famosa, te digo. Pero esta celebración tiene eso, es un imán muy fuerte, y uno tiene que estar ahí, se siente atraído por la cantidad de cosas que suceden en la misma, por lo bien que te recibe la ciudad, por lo fácil que se hace poder conectar con los expositores, organizadores, e inclusive con otros participantes. La buena onda que impera prima y acciona en positivo. Los rencores, las disputas, todo eso es dejado de lado durante 4 días para celebrar juntos este medio que tantas alegrías nos da. Te digo más: salvo cuando vas a gatillar un tomito de lo que sea o cuando hablas con algunos editores sobre el balance anual, la realidad socio-económica se te olvida, te deja de interesar y/o preocupar.
En palabras de Eduardo Santillán Marcus: “…estos cuatro días demuestran en todo el año que nuestro amor no es irrelevante por más que algunos lo digan sin tener vergüenza. Son la señal de que todavía estamos, todavía podemos sonreír, podemos compartir, podemos crear, podemos imaginar, podemos realizar nuestro sueño de ser héroes... Todo esto es causa y define a la Crack. Ya lo dijeron antes, es la Misa Comiquera…”
La Misa Comiquera. Que preciosa etiqueta para tan emotiva celebración.
Viaje nostálgico a la niñez
Uno de los invitados internacionales de peso en esta edición fue José Luis García López, el artista que definió la estética de los personajes de D.C. Comics en los ’80. Es muy difícil hacerle entender a José Luis lo importante que fue su obra para la generación que tiene más de 30 años, pero en algún punto se dio cuenta de eso con los afectivos saludos por parte del público. Las cartitas Cromy, los álbumes de figuritas, la guía de arte que desarrolló para esta editorial inundó este país durante unos años en distintos formatos, y muchos de nosotros comenzábamos a familiarizarnos con sus diseños sin tener idea de quién era el que estaba detrás de todo esto. No conforme con eso, en 1995 sale “Superman: Kal”, uno de los mejores Elseworlds de la editorial en esa década, ilustrado con su lápiz.
Ni hablar de que, laburando en nuestro país para Columba, dibujó a Roland el Corsario, con argumentos de Héctor Oesterheld, ni más ni menos. Y bueno, su Cinder and Ashe, su Deadman, el volumen 2 de Atari Force, el Dr. Strangefate de Amalgam, Jonah Hex, On the Road to Perdition, Superman, Inc, y decenas de personajes, series y mini-series más.
Ph: Mina Nardi |
Costó un poco acercarme a él los días más concurridos, pero por suerte pude hacerlo el jueves, cuando estaba observando la muestra en su honor (y sacándole una foto al homenaje que le hizo Germán Erramouspe, una reproducción de la promoción de Cinder and Ashe, lo que me dio a entender que fue uno de los que más le gustó), y cruzar algunas palabras de agradecimiento. Y no, no le di nada para que me firme. Mis más sinceras disculpas a quienes se desviven por obtener firmas de un autor en sus cómics pero mi opinión personal sobre ese “vicio” es que es una completa pérdida de tiempo y solo alimenta el avechucheo. Yo no necesito una firma para validar mis recuerdos de contactos con artistas nacionales e internacionales, la verdad, y siento bastante pena por quienes pelan chapa a través de esta costumbre. Sí creo que, de ser un dibujante, claramente un boceto dedicado es algo para atesorar, aunque tampoco me muero por obtener algo así. A mí me interesan las charlas con los autores, la posibilidad de poder preguntarles algo, poder interpelarlos con alguna duda o alguna observación interesante. Creo que eso vale mucho más que un garabato irreconocible en algunos casos. Alan Davis, otro de los artistas internacionales invitados a este evento, le firmó una tapa a uno de mis amigos con una dedicatoria, y durante un asado estuvimos 10 minutos intentando deducir que fue lo que quiso poner… pero bueno, cada cual con sus taras.
Tanto la charla con José Luis como la de Alan Davis estarán levantadas aquí, en Tierra Freak, gracias al enorme esfuerzo que pusieron Saki Chan y Shingo para cubrir la convención. Les recomiendo, además, visitar los canales de ambos youtubers porque en los mismos levantarán material “extra”, ya sea en forma de entrevistas a otros autores o videos picantes mostrando situaciones muy divertidas.
Pero, por supuesto, la Crack Bang Boom no se resume en un par de invitados internacionales. Este año, por ejemplo, volvimos a tener una demostración de realidad aumentada en el formato de un libro gestado por una empresa Rosarina, hubo un taller de dibujo digital a cargo de Paula Andrade, otro taller de auto-edición y uno de gesto y expresión, ambos dictados por Marcos Vergara, un taller sobre narrativa manga y otra sobre elongación básica, ambos de Teora Bravo, un espectacular Workshop del mismísimo Alan Davis, una exhibición de originales de Superhéroes Argentinos, la presentación oficial en la Crack de la aplicación rootinks, para lectura de cómics digitales, cortesía de Mariano Taibo, la presentación del trailer de Zoila Zombie, adaptación del cómic homónimo realizada por Tangram Cine, una disertación sobre cómo el mundo del comic comienza a influir en la vida de las personas, a cargo de Jaquelina Vegas, otra disertación filosófica sobre los superhéroes de la mano de Laureano Martinez, una charla sobre el manejo de la WACOM, y luego… las charlas de presentación, ¿no? Charlas que, o bien sirven como plataforma de lanzamiento de nuevas publicaciones, o bien sirven para conocer la trayectoria de un artista puntual. Aparte de José Luis García López y Alan Davis, la lista de invitados oficiales de esta edición del evento incluían a los editores Antonio Scuzzarella y Katie Kubert, y detrás de ellos el Uruguayo Richard Ortiz, el Italiano Davide Gianfelice, el Brasilero Geraldo Borges y los argentinos Peiró, Emiliano Urdinola, Facundo Percio, Leo Sandler, Nahuel Sagarnaga, Pablo Tambuscio, Rubén Gauna, Lauri Fernández, Nacha Vollenweider y el ya mencionado Germán Erramouspe, gran amigo de la casa y de quien escribe estas líneas.
Los lanzamientos que fueron preparados para este evento y anunciados en el mismo son un montón. En serio. Una banda. Creo que si tuvieras 10 lucas, así taca taca, para gastar en poder adquirir cada lanzamiento, no sé si te alcanza. Listarlos aquí, así como sopapo, uno detrás de otro, me parece impráctico y bastante poco útil, así que no lo voy a hacer. Sí voy a mencionar las editoriales que estuvieron involucradas en dichos lanzamientos, y a posterior, en las semanas venideras, iré levantando reseñas particulares de algunas de las pocas obras que pude adquirir, porque soy pobre, Macri Gato.
Las editoriales que presentaron novedades fueron Vendetta Ediciones, Blup Ink, Alquimia Comics, UMC Ediciones, Editorial Belerofonte, Le Noise Comix, Loco Rabia, Szama Ediciones, Terminus Libros, Hotel de las Ideas, La Maroma Ediciones, Big Sur Colectivo Editorial, Buen Gusto Ediciones, Gorgona Ediciones, Eduvim, Babel Colectivo Editorial, Capitán Ediciones, Loco Lectivo, Pictus, Tren en Movimiento Ediciones, Powah Comics, Colectivo Editorial Triángulo Sur, Editorial Módena, Spiral Editorial, Gutter Glitter, Rabdomantes Ediciones, Editorial Dícese, Universo Retro, Libera La Bestia, Utopía Ediciones y finalmente Historieteca Editorial, estos últimos con la “novedad” de la edición argentina de Moonshine, de Brian Azzarello y Eduardo Risso. Algo similar también pasó con la edición en español de Trespasser, un cómic que originalmente salió en U.S.A. bajo el sello Alterna Comics y acá lo edita Libera La Bestia, en parte porque está dibujado por Kristian Rossi, que es argentino.
Cabe señalar, también, que Marcelo Dupleich presentó su libro "Roberto: Un tipo de mierda", y lo menciono aparte porque está auto-editado, un detalle no menor que comienza a volverse cada vez más común. Para bien o para mal.
Si a todo esto le sumamos, además, la proyección de la Barbarella de Roger Vadim protagonizada por la inmortal Jane Fonda en El Cairo Cine, como parte de los festejos de esta novena edición, y tenemos en cuenta que muchas de las editoriales arriba mencionadas tuvieron más de una charla, porque presentaron más de una novedad, está clarísimo que, una vez más, la grilla de la Crack se presenta absolutamente sobrecargada, máxime teniendo en cuenta que la gran mayoría de las charlas que apuntan a promocionar los lanzamientos editoriales son distribuidas entre el sábado y el domingo, en la franja que se ubica entre las 15:00 y las 20:00 hs. Y todo esto sin tener en consideración la entrega de los clásicos Premios Trillo, por supuesto.
Y acá suceden, una vez más, dos cosas: la primera y más obvia, es imposible asistir siquiera al 50% de lo que la Crack te ofrece, no solo porque hay decenas de presentaciones que se superponen sino también porque no te da la cabeza. Llega un punto en el cual la información que te entra es demasiada, se comienza a mezclar dentro de tu bocho, comenzás a delirar y hablar solo, y cuando menos te lo esperas estás internado en un hospital psiquiátrico. Y esto si solamente nos limitamos a las actividades del evento, además están los predios, los 3 galpones con sus expositores y la carpa de Fanzines. Uno puede recorrerlos así, muy ligeramente y ya, sobre todo porque no tiene un mango encima o porque entró a la convención con lo justo para gastar en algo muy puntual que quizás ya lo tiene seleccionado previamente, pero también está la opción de tomarse el tiempo para poder apreciar lo que ofrece cada negocio, distribuidora o editorial, para charlar quizás con algún autor o editor, dejar que lo engatuse con su carisma y luego decidir si invertir o no en lo que le están queriendo encajar, obviamente.
Siempre se puede mejorar
Lo segundo que sucede, y que fue tema de debate al menos en mi entorno íntimo, tiene que ver con algo que, quizás, se podría modificar a futuro en la Crack, pero que no hay forma de exponerlo de manera “simpática”. O al menos yo no la encuentro. También tengo mis limitaciones como “periodista”, no vayan a creer…
Y cómo no encuentro una forma más piola, voy al hueso y ya: quizás las charlas de presentaciones de novedades editoriales son demasiadas, y terminan afectando el contenido cultural de esta celebración. Soy el primero en darme cuenta de que esta observación encierra una contradicción en sí para con el estado de salud del medio. Porque, por supuesto, si hay muchas charlas relacionadas con novedades eso quiere decir que hay, entonces, muchas novedades editoriales, ergo, el mercado está creciendo. La Crack Bang Boom desde sus inicios articuló en el medio como una plataforma de lanzamiento para muchísimos editores, algunos dirían una plataforma ideal de lanzamiento, y no son pocos los que arman su calendario anual teniendo en cuenta este evento. ¡Y lo bien que hacen, es el mejor lugar donde cualquiera podría querer presentar su libro por primera vez!
Pero a la vez, sucede algo que, a la distancia, causa un poco de ruido. La Crack Bang Boom genera una sana competencia entre todos estos editores y editoriales, y al parecer todo aquel que se precie de ser un editor serio tiene que tener un lanzamiento listo para presentar en el evento en cuestión. Luego, cuando comenzás a hilar fino, descubrís que hay algo de falacia en todo esto. Por ejemplo: no todas las “charlas de presentación” están armadas para mostrar un libro por primera vez. Traducido al castellano: no todos los editores o editoriales están efectivamente presentando sus libros por primera vez en la Crack Bang Boom. De hecho, la gran mayoría de ellos ya han presentado sus “novedades” en otro lado, en otros eventos, en otras celebraciones. Algunos incluso han presentado esta “novedad” hace meses, y más de una vez, antes de llegar a las instancias de esta celebración en Rosario.
Lo cierto es que toda oportunidad para promocionar un lanzamiento es algo que cualquier editor quiere, ya que necesita de todas las herramientas posibles para poder vender, porque vivimos en Argentina y la situación empeora mes a mes. He hablado con un montón de editores y el 2017 ha sido un año complicado para la gran mayoría. Muchos de ellos han retrasado algunos proyectos culpa de los vaivenes de la economía actual, algunos incluso los han postergado indefinidamente o los han tenido que patear para el año que viene, en espera del regreso de un atisbo de estabilidad económica, sobre todo en lo que se refiere a los costos de impresión y distribución.
Nadie en su sano juicio dentro de la organización de la Crack Bang Boom le negaría una charla para presentar una “novedad” a un editor que ha pagado por tener un stand, eso no va ni con el espíritu del evento ni con la política que tienen para manejarse con este tema. La Crack Bang Boom funciona así, y estoy seguro que estamos todos de acuerdo en que nos gusta que así sea. Pero yo recuerdo muy bien las primeras ediciones, cuando no habían tantas editoriales o editores presentando novedades, y la diversidad de las charlas era enorme.
O sea, en esas primeras Crack Bang Booms se debatía mucho sobre la historieta, y a mí eso realmente me atraía un montón. Y un poco lo extraño.
Y por favor, no quiero que acá se malinterprete lo que estoy exponiendo. No hay absolutamente un ápice de mala leche en esta observación, tal y como he expresado al comienzo de esta reseña, y de análoga forma a como lo hice dos años atrás, mi amor por este evento es incondicional. Yo salgo a defender la Crack Bang Boom en absolutamente cualquier ámbito de mi vida, tanto o más como lo hago con la historieta como medio. Cuando me preguntan donde estuve esos 4 días no digo “de vacaciones”, “descansando”, “en Rosario”, o “de joda por ahí”, no, digo muy claramente en la Crack Bang Boom. Y si lo entendés, perfecto, y si no cazas la referencia porque no sos del palo te la explico, y ya. La Crack es cosa seria, k-po, no me rompas las pelotas.
Este año, por ejemplo, tuvimos una charla alrededor de una novedad, “Libro de Fanzines”. Pero fijate que los tipos, ahí, la tienen muy clara, e hicieron algo realmente genial: teniendo en cuenta el contenido del libro que estaban presentando, se reunieron a debatir sobre el Fanzine, sobre las diferencias entre este medio y la historieta propiamente dicha, sobre los elementos que separan uno del otro, y metieron, por supuesto, un poco de la historia del Fanzine en Argentina, un link directo al contenido del libro. La mesa compuesta por Roberto Barreiro, Julián Blas Oubiña Castro, Sergio Schiavinato y Tatiana Cuccaro tuvo la suficiente creatividad e imaginación como para generar las dos cosas: una promoción del libro en cuestión y además una disertación acerca de la problemática alrededor de la auto-edición y los límites de la libertad creativa cuando la edición y distribución corren por cuenta de otro.
Algo muy parecido sucedió también en una charla del domingo protagonizada por Paula Andrade, Teora Bravo, Femimutancia/Julia Inés, Marcia Jaurez y Mir Uberti donde se discutió sobre la Historieta Integral, se habló acerca del aporte (o no) que puede hacer la exposición digital, sobre los caminos que cada autora tomó para hacerse escuchar (o en este caso, hacerse leer), y se puso sobre la mesa la etiqueta del “libro objeto”, y el activismo imperante conviviendo con la autoexpresión absoluta como punto en común de todas las participantes.
También hubo dos charlas llevadas adelante por autores Chilenos, y en una de ellas se habló de la auto-gestión en ese país, que hoy por hoy tiene unos costos mucho más altos que el nuestro para todo lo que tenga que ver con la impresión.
Creo que este tipo de charlas no solo son ricas en lo que pueden entregar al espectador desde el lado de la experiencia de los que la llevan adelante, además alientan al debate en buenos términos.
Durante el viaje de vuelta en el auto con mis amigos estuvimos no menos de ½ hora discutiendo acerca del tipo de material que podrían o no incluir entre las lecturas para las futuras nominaciones de los premios Trillo, y como quién no quiere la cosa dentro de tan acalorada charla interpelamos lo que habíamos rescatado de la charla de “Libro de Fanzines” y también de la auto-gestión de la charla de Historieta Integral.
Entiendo la dificultad de tomar algún tipo de resolución dentro del marco de lo que estoy planteando, pero al menos desde la distancia a uno le parece que, quizás, con algunos pequeños ajustes, se podrían disminuir las charlas de presentaciones de lanzamientos sin que por esto se termine perjudicando de forma cuantitativa a algún editor. Por ejemplo, si yo tuviera bajo mi responsabilidad armar la grilla de lo que fue esta Crack Bang Boom, o en todo caso hacer espacio dentro de la grilla ya pautada, eliminaría las charlas sobre la “trayectoria” de las editoriales. También intentaría aunar las charlas que pertenecen a un colectivo editorial. No quiero dar ejemplos puntuales pero si limitáramos algunas promociones de lanzamientos a los colectivos editoriales sobre los que están circunscriptas dichas editoriales, liberas entre 2 y 4 horas de la grilla. Si un invitado tiene un libro para presentar, le ofrezco una charla al invitado, y siento a su editor al lado para promocionar el libro, todo junto. Y lamentablemente, de ser necesario, le negaría una charla a una editorial que realmente no tiene una “novedad” para presentar directamente en la Crack Bang Boom. En el cine eso es muy común, incluso en este país: hay festivales que solo reciben tu material y lo promocionan si el mismo es un “estreno” exclusivo de dicho festival, de otro modo no te lo aceptan. Y son muy estrictos con ese tema. No entiendo porqué no se podría aplicar una política similar en la Crack, teniendo en cuenta que el objetivo final es dotar al evento completo de un mayor tenor cultural, de abrir un poco más el juego, de ofrecer algo mucho más rico en sustancia.
Y si un editor se ve “perjudicado” porque no puede presentar en una charla su “novedoso” material que salió a la venta hace 4 meses y ya tuvo un mínimo de 5 presentaciones previas, se puede armar una mesa debate con él y otros editores más, y se pueden tirar temas para discernir relacionados con la experiencia de publicar en este país. Se puede juntar un editor de Capital Federal, uno de Rosario, uno de Córdoba, uno del norte del país y otro del sur, y sopesar las experiencias de todos y cada uno, y ver que sale. O editores de distintos países latinoamericanos.
Sí, latinoamericanos… desde lejos parecía una buena idea la charla con Antonio Scuzzarella y Katie Kubert juntos, lo sé porque yo particularmente estaba muy entusiasmado con la misma. Algo falló y no funcionó. No creo que sea culpa de nadie, mucho menos de los ideólogos de la grilla de la Crack, evidentemente no siempre se puede conseguir lo que se pretende, aún cuando al parecer está todo dispuesto para que las cosas salgan bien. Igual algo se pudo rescatar, y la simpatía de Katie nos salvó la noche, eso seguro.
Ojo: no creo que todo lo que señalé en estos últimos párrafos sea algo grave, ni tampoco pienso que en algún punto esta proliferación y aumento de charlas de este tipo sean sintomáticas de la falta de debate en el medio, de la falta de contrastes de ideas y contenidos o de una apatía por parte de los organizadores a la hora de generar contenido más interesante. De hecho, he resaltado y remarcado todo tipo de contenido por afuera de este “modelo” de charla/presentación estándar que es casi calcada una de la otra justamente porque creo que la Crack tiene mucho material para dar desde ese lado. A mí, y a un pequeño grupo de amigos, nos parece que podría haber aún más de este tipo de contenido, y que con algunos pocos ajustes eso se puede alcanzar. Nada más.
Fuera de eso, cerrar esta nota es casi tan triste como abandonar Rosario luego de 4 días donde el pecho me queda demasiado chico para poder sostener este corazón que late a mil y no para de bombear historieta. Por eso no quiero extenderme mucho más, aún cuando he dejado centenar de cosas sin mencionar. Los premios Trillo, entre ellas, y también los ganadores del concurso de historieta, así como las victorias más notables y las derrotas más llamativas en el espectacular concurso de Cosplays de este año, en el cual se pudo denotar una cada vez más creciente presencia de personajes Comiqueros, algo que solo sucede en Rosario, en la Crack. Gran parte de todo esto estará cubierto por los distintos videos que serán levantados por Saki en este sitio.
Pero como diría mi abuela, lo bueno dura poco. Y esto ya se acabó. Gracias, mil, a quienes llevan adelante año tras año este sueño hecho realidad por todo fan del medio. Gracias. De nuevo. Una y mil veces más. Gracias. Y gracias. Eternamente agradecidos, mis amigos y yo. Nos encontramos de nuevo el año que viene. Pero mis reseñas siguen, semana tras semana, aquí, en Tierra Freak.