Un 17 de julio de 1987 se estrenaba en los cines norteamericanos una de las producciones más importantes de la historia del cine de acción y ciencia ficción, con un nombre en extremo ridículo pero que, por otro lado, sintetizaba como ningún otro el plot que escondía: Robocop, la modesta producción de Orion (apenas 14 millones de dólares de costo) que se transformaría en un clásico instantáneo del género arribaba a las salas de cines 30 años atrás, y hoy en Tierra Freak decidimos homenajearla incorporando un invitado para que desguace una escena puntual del film para poder entender, a través de la misma, las formas y modos de este director Holandés, Paul Verhoeven, el cual entregaba con esta producción su visión de la sociedad norteamericana interpelando la misma con una cinta satírica y controversial. Luego de una pequeña introducción de mi autoría daré paso al análisis del amigo Orson Cafrune, un erudito del 7º arte con el cual tendré el gusto de compartir una columna cada tanto, en la cual se encargará de acercarnos su visión personal de un puñado de eximios directores.
Presagios de una sociedad en decadencia
Hace apenas unas semanas, en una de las magníficas noches que pasé en el Muere Monstruo Muere, tuve la oportunidad de poder revivir la sensación de ver el film al que hoy rendimos homenaje, Robocop (1987), en una micro-sala de cine, rodeado de personas que apaludían, vitoreaban y festejaban cada diálogo ingenioso, cada momento trepidante de acción y cada despliegue de violencia gratuita. Y ante mi asombro volví a encontrar elementos en el film que nunca había percibido, y la producción me resultó más fresca y actual que nunca.
Robocop (1987) es una de esas producciones hollywoodenses dignas de esa época Reaganista del país del norte en la cual todo lo que podía salir mal falló, y así y todo lograron llevar el proyecto a buen puerto, y con un descomunal trabajo de equipo terminaron entregando un producto pulido, contundente e inolvidable. Ajena completamente a la tecnología digital que prevalece en los FX’s actuales, la producción de Orion Pictures está realizada en su totalidad con “efectos prácticos”, o sea, centenares de bolsas de plástico con sangre, explosiones reales de vehículos, edificios, casas y hasta una estación de servicio (un momento tenso dentro de la filmación: dicha explosión terminó incendiando un edificio aledaño y provocó que los bomberos de esa locación estuvieran a punto de prohibir la continuidad de la producción), maquillaje real, armas y armaduras construidas desde cero, y hasta maquetas y animación cuadro a cuadro (stop motion), es más: por los pobres costos que manejaban ni siquiera contaron con la posibilidad de poder realizar escenas con pantallas verdes o azules de fondo. Todas las apariciones “animadas” del mítico ED-209 son escenas de un modelo a escala animado con la técnica de stop motion, y cuando hay “humanos” involucrados con este robot son escenas empalmadas usando este recurso. Inclusive tuvieron que hacer también un modelo a escala de Robocop para algunas tomas de la batalla final.
El guión de Edward Neumeier y Michael Miner encontró rápidamente un productor (Jon Davison) y un estudio para hacerse realidad, pero la búsqueda del director fue harto fatigosa, e involucró el rechazo de al menos 10 directores norteamericanos de renombre en ese momento. El mismo Verhoeven rechazó el guión en un primer acercamiento al mismo, y fue su esposa quien lo animó a retractarse de dicha decisión, ya que había encontrado elementos de extrema violencia que, retratados de la forma correcta y llevados al extremo, podían ofrecer una visión interesante del “amor” que el norteamericano promedio tiene por las armas y las fuerzas de seguridad.
Para Verhoeven, Robocop representaba un desafío enorme, no solo porque sería su 1er película norteamericana sino también porque jamás había filmado algo remotamente cercano al cine de ciencia ficción. Siendo así, convocó a un experto director de fotografía, el alemán Jost Vacano, el cual ya había trabajo en producciones importantes como la clásica Die unendliche Geschichte (1984) –conocida aquí como “La Historia sin Fin”- del también alemán Wolfgang Petersen, para que le diera una mano a la hora de reflejar la espectacularidad del diseño del protagonista. Vacano se encargó de iluminar correctamente absolutamente cada una de las tomas que involucran a Robocop, logrando que la “armadura” luzca siempre brillante e imponente, incluso cuando ha recibido suficiente daño como para denotar abolladuras, rajaduras y rastros de fogonazos, y trabajó codo a codo con los maquilladores y el equipo encargado de los FX’s para lograr la mayor uniformidad posible entre toma y toma, aún cuando las mismas estén conformadas muchas veces por maquetas o edificaciones que luego fueron interpeladas por placas pintadas por un artista plástico, revelando los diseños futuristas de algunas edificaciones o de la misma Detroit.
Así y todo, nadie recuerda la filmación de esta producción con alegría. Los meses en los cuales se acordó trabajar en el rodaje marcaban el inicio del verano norteamericano, el cual ese año fue particularmente caluroso, y absolutamente todos sufrieron el castigo del clima llevando adelante una producción de este tipo. Pero todos coinciden en que nadie la pasó peor que el actor protagonista del film, Peter Weller, el cual estuvo a punto de sufrir una deshidratación y bajó casi 5 kilos entre el comienzo del rodaje y la finalización del mismo, producto del uso diario durante horas de una armadura que lo sofocaba y le coartaba la libertad de movimientos.
Con todo esto en contra, Verhoeven se las arregló para llevar adelante la filmación arengando a su equipo, ejerciendo una dirección de actores ejemplar y limando asperezas con parte de la producción cuando tomaban decisiones polémicas que no eran de su agrado, y es al día de hoy que reconoce a Robocop como una de sus películas favoritas dentro de su vasta filmografía, y la recuerda con mucho cariño. El llamador más importante que podemos encontrar en este film es que ese “futuro” que se nos planteaba como distópico en el film, hoy es una realidad: efectivamente hay conglomerados que manipulan la política y dominan no solo una ciudad o un país sino también continentes enteros, el uso de armas de fuego por parte de la población civil en norteamérica se ha transformado en una problemática que los sobrepasa y con la cual no están seguros de cómo proceder, y esas fuerzas de seguridad policíacas extremas y casi ridículas retratadas en el film del Holandés hoy no solo son una realidad, han superado en ferocidad y poder de fuego lo que previno esta producción.
Y ahora sí, por fin, doy paso al camarada Orson Cafrune con su jugoso análisis.
No sos vos, soy yo; según Paul Verhoeven
Verhoeven no es un romántico; no derrocha dinero en una producción minuciosa ni le interesan los detalles en general. No le importa que la ambientación sea creíble o que los uniformes policiales/militares parezcan truchazos. Tampoco reniega de valerse de clichés y estereotipos; ni le preocupa que las actuaciones sean exageradas y/o caricaturescas. La gente tiene que entender a simple vista quién es quién en la película y qué tipo de personaje es cada uno, para así no tener que justificar motivaciones ni vueltas de tuerca en el argumento.
Verhoeven es un director pragmático. Se vale de la predisposición del espectador y lo hace cómplice en la construcción del mundo. Verhoeven sabe que la persona que está viendo la peli pagó la entrada (o bien la descargó) siendo consciente de que se trata de una de ciencia ficción o algo por el estilo (para qué dar vueltas, si la peli se llama Robocop). No pierde tiempo explicándonos la evolución de ese mundo, simplemente nos planta de prepo en el mismo y lo describe con hechos: la T.V. como voz oficial de las corporaciones promocionando a la tecnología como una manera de mejorar nuestros calidad de vida (por más ridículo sea ese improvement) y a la violencia como un juego, con todo lo que eso significa: placer, competir, ganar, y por supuesto perder.
Perder es la muerte, y Murphy pierde; pero la tecnología le da la oportunidad de volver al juego y ganar. Y sí, Robocop les gana a todos. Sin embargo, ¿Robocop sigue siendo Murphy? ¿Quién fue Murphy? ¿Quién es Robocop?
Esta secuencia es la esencia de la película. Todo lo que vimos antes sólo sirve para que entendamos de qué se trata, y todo lo que veremos después es resultado de esta epifanía. Robocop no es una versión mejorada de la humanidad; Robocop es esa casa en venta increíblemente funcional y automatizada, pero completamente vacía y plagada de recuerdos fantasmas que amenazan su lógica cognitiva.
Verhoeven utiliza entonces la cámara subjetiva para mostrar el conflicto existencial del personaje. No sólo se trata de mostrar todo aquello que Robocop ve y como su percepción se ve afectada por los recuerdos de Murphy, sino de manifestar el conflicto interno de un personaje que ya no sabe quién es.
No es casualidad que Robocop destroce el único recuerdo tangible de su pasado, la foto familiar. Tampoco es casualidad que una vez evaporado el recuerdo de su mujer diciéndole que lo ama, la subjetiva recupere paulatinamente el filtro de video con el que Robocop ve al mundo y que semejante revelación desencadene una furia que (es de suponer) sólo puede ser humana y, como consecuencia, decida descargarla contra ese asistente virtual que le quiere vender una promesa de un mundo mejor.
Murphy no habla en toda la secuencia (la boca es el único vestigio de humanidad visible en el androide); no tiene voz, la ha perdido. Murphy está muerto. Las emociones se manifiestan a través del cuerpo mecánico; ergo, la frustración, ansiedad, desesperación y desconcierto que siente no son de humanas, sino propias. Sin embargo, Robocop confunde el silogismo y emparenta sus emociones con los recuerdos y las supone también propiedad de Murphy.
La pregunta planteada por esta secuencia es, entonces: ¿Robocop descubre que es Murphy (como indica el título del video) o Robocop descubre que es una inteligencia artificial construida sobre la base de un organismo muerto cuya memoria le resulta ajena, pero asume como propia por el sólo hecho de poseerla?
Murphy, it's you?
No puedo dejar de comparar esta escena con el número 21 de Swamp Thing por Alan Moore, "The Anatomy Lesson". Particularmente pienso que, al enfrentarse a esta revelación, Robocop prefiere negar la realidad y se obsesiona con la fantasía de recuperar esa humanidad perdida.
A partir de esta escena, Robocop violará todas las reglas con las que fue programado persiguiendo venganza y justicia (conceptos cuyos límites resultan humanamente imposibles de definir) con el único fin de convencer al mundo de que no es otra cosa más que la reencarnación de Murphy... y no una inteligencia artificial convencida de ser humano.
PD.: Si alguien no vio esta película, no pierda más el tiempo y descárguela. Es la definición de PE-LI-CU-LÓN.
PD.2: También está la versión del 2014, cuya escena análoga no te mueve ni un pelo.
Nos volvemos a leer la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.