viernes, 19 de febrero de 2016

Vinyl - Martin Scorsese y Mick Jagger on Fire - La Columna de Logan.



Febrero no da tregua, señores, mucho menos esta semana donde comenzó la 2da temporada de Better CallSaul, se largó la premiere de 11.22.63, la miniserie televisiva que adaptará la novela homónima de Stephen King sobre una posibilidad de prevenir el asesinato de J.F.K., y HBO largó el episodio doble de una de las estrella de este año, Vinyl, un show producido por Martin Scorsese y Mick Jagger que relata las vicisitudes de la industria de la música apuntalada en la escena neoyorquina de los ’70, y que como caracteriza a esta señal y al director de estos dos episodios, no va a escatimar en esfuerzos de producción para mostrarnos la crudeza y los excesos de esa época, de la mano de las corrientes musicales que terminaron de darle forma a lo que hoy conocemos como Rock & Roll. Dicho esto, pasemos a revisionar este comienzo.


It's only Rock 'n' Roll (But I Like It)

Los minutos iniciales de una serie la definen. Por decantación, es así, máxime teniendo en cuenta los violentos tiempos que vivimos donde la calidad y cantidad de los productos presentados con formatos dignos de ser reproducidos en los distintos sistemas de emisión por y para la caja boba en complicidad con notebooks, smartphones y demás periféricos multimedias nos exigen agudizar nuestro criterio de selección para poder tener una vida sana en la cual podamos comulgar nuestra afición por las series de T.V. y una vida social digna que nos devuelva a la realidad. Entonces, en la voracidad del “pruebo y sigo”, no hay tiempo que perder, y HBO lo sabe más que nadie. Solo aquellos productos ya instalados de esta cadena no cuentan con un comienzo violento y vertiginoso que te termina dejando la mandíbula por el suelo, el resto suelen responder a este mandato mediático.

Vinyl no es la excepción: en los primeros minutos del episodio piloto escrito por Terence Winter y George Mastras [eh, laburó en las 5 temporadas de Breaking Bad… no sé si la tienen a esa serie] sobre una idea de Rich Cohen, Mick Jagger y Martin Scorsese, el presidente de American Records, Richie Finestra, magníficamente caracterizado por un inmenso Bobby Cannavale [Ant-Man (2015), Spy (2015) y las series Modern Family, Boardwalk Empire, Nurse Jackie, Law & Order: Criminal Intent, Oz, Six Feet Under, Will & Grace, Third Watch, Sex and the City y Ally McBeal… casi un CV tiene el animalito de Dio’ este…], se encuentra dentro de su auto en un estado de desesperación y ansiedad que llega a límites inusitados, y lo inducen a meterse aún más cocaína de la que ya suponemos debe tener en su organismo, e incluso a llamar a la policía… lo único que impide que esa llamada se concrete es una horda inusitada de jóvenes que corren desesperados hacia un club, el mítico Mercer Arts Center, para ser testigos privilegiados de una fiesta inolvidable: una presentación en vivo de los New York Dolls que hará temblar las paredes del club, literalmente.

La historia que Scorsese y Jagger nos quieren contar con Vinyl es la historia del Rock, desde los ’70 hasta la primer década del nuevo siglo, a través de los ojos de este personaje, Finestra, un productor que se hizo de abajo y que, a pesar de sus raíces italianas, tiene una enorme afinidad con el Blues, un oído extraordinario y una apasionada relación con el rock, casi tan fuerte como la que lo une a las drogas de casi cualquier tipo. Si bien el evento que funciona como disparador de este episodio sucede la madrugada del 9 de agosto de 1973 [la fecha en este caso tiene su relevancia, lo van a descubrir al final del capítulo o abriendo este link ], cuando el capítulo comience su narración desdoblada viajaremos muchas veces a los ’60 conociendo los orígenes de este productor, para maravillarnos con el rhythm and blues de Ray Charles, o con luminarias como Chuck Berry, Fats Domino o el mismo Elvis Presley.

Stairway to Heaven

Una de las cosas llamativas de Vinyl es su origen: Jagger acercándose a su amigo Scorsese para decirle: “tengo una idea para una película épica sobre el rock, que abarque 40 años en la vida del dueño de una discográfica. Tengo un centenar de historias y chismes para hacerla divertida, inteligente y reveladora, pero hay que darle forma.” El planteo original del film en la cabeza de Mick comenzaba en una convención retro de discos a mediados de los ’90 armada en un basurero, y desde ahí los interlocutores viajaban hasta aquellas épocas en las cuales el disco de vinilo no era un objeto fetichista de colección, sino el soporte sobre el cual se distribuía la música de moda. Cuando Martin comenzó a masticar la idea, luego de consultar con personas que viven de ambos medios, se dio cuenta que el material era dinamita para la televisión, y convencerlo a Jagger de mover el producto hacia este medio no le costó mucho. Pero fue ahí cuando ambos decidieron cambiar el enfoque narrativo y partir desde el momento en el cual el protagonista de esta primera parte, Richie Finestra, está a punto de vender su compañía al sello alemán Polygram Records, una movida que le reparará a él y a sus socios una millonada de dólares, pero que le costará el empleo a mucha gente. 

¿Está en personaje de Richie Finestra basado en un productor real? No lo sabemos, nadie de la producción lo confirma, pero lo que sí puedo decirles es que en una entrevista para Billboard, Jagger contó que si bien Vinyl no está adaptando eventos concretos de su vida, sí ah tomado piezas y pedazos de personajes con los cuales se ha cruzado a lo largo de su carrera como músico, como por ejemplo a Walter Yetnikoff, antiguo CEO de CBS Records. Sea como sea, lo cierto es que una epifanía casi cinematográfica provocada por la falta de sueño y el consumo de cocaína relacionada con esa pasión que Finestra siente por el rock es prácticamente lo único que evitará que se lleve a cabo esta operación… eso y la inutilidad de sus socios, Zak Yankovich (Ray Romano) y Skip Fontaine (J.C. MacKenzie), para poder conseguir que la banda británica Led Zeppelin vuelva a firmar un contrato con American Records antes de que la misma sea vendida, una condición casi sine qua non que los alemanes de Polygram exigieron. También aportarán lo suyo Jamie Vine, en la piel de Juno Temple, una “asistente” de los que trabajan en el sello discográfico encargada de alimentar a los caza-talentos y conseguir todo tipo de drogas necesarias para que las reuniones internas y los agasajos a los artistas tengan todo el punch que amerita la ocasión. Esta menuda e inquieta mujer no tendrá problemas en cruzar ciertas líneas éticas para demostrar su valía dentro de la empresa, y su trabajo “de campo” probablemente termine siendo esencial para salvaguardar algunos ingresos futuros para American Records. El potente casting de la serie se completa con la siempre atractiva Olivia Wilde oficiando como Devon, la mujer de Richie, la danesa Birgitte Hjort Sørensen dando vida a Ingrid, la actriz-musa inspiradora de Andy Warhol y amiga cercana –muy cercana- de Devon, y al mismísimo hijo del afamado vocalista de los Rolling Stones, James Jagger, caracterizando a Kip Stevens, frontman de los Nasty Bits, una amateur banda de punk local.

Scorsese, quien se declara un enfermo del rock, se esfuerza por crear interludios visuales en donde un famoso cantante o músico es visto mientras interpreta canciones completas en el marco de una estética de ensueño que enfatiza lo que los personajes están pensando. Y dice al respecto: “no me agrada cuando escuchas un fragmento de música que te gusta y luego es cortado, a menos que sea para un efecto dramático, porque te deja deseando más de esa particular pieza. La música ocupa un largo tiempo de cada capítulo, pero, bueno… éste es un show acerca de la música, ¿verdad?, me refiero a que no es sólo sobre el negocio de la música”.  Pero así y todo, lo cierto es que el mayor atractivo de Vinyl radica en que nos permite interpelar a nosotros como televidentes esa parte del “negocio” que casi siempre nos ha sido ajena, aquella en la cual corruptos productores a través de viles abogados manosean los contratos de los artistas para quedarse con un 
porcentaje mayor de las ganancias por disco vendido del cual habían arreglado oralmente con sus representados, así como tantos otros chanchullos que les permitieron juntar la plata con palas mecánicas durante décadas, para luego, 60 años después, victimizarse contra la mal llamada piratería. Y todo esto en esa New York de los ’70, el marco perfecto para ese despertar de furia adolescente del Rock, una ciudad al borde del abismo, donde las drogas inundaban las calles, calles anárquicas tomadas por el pueblo, repletas de grafitis y mugre, calles inseguras, mal iluminadas, con poca presencia policíaca y mucho descontrol.
Que no te queda duda que Vinyl es una serie distinta a todo lo que se está emitiendo en estos momentos, un viaje inolvidable a una época que, no importa lo retro que nos pongamos, ya no va a volver, una en la cual la voracidad del presente era enorme pero aún quedaba tiempo para dedicárselo a un buen disco en la tranquilidad de nuestra pieza, bajo una tenue luz mientras nuestros padres dormían en la habitación contigua.

Nos leemos la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.

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