miércoles, 17 de febrero de 2016

¿Es un buen momento para ser nerdo? - El Gabinete del Dr. Morholt.



Cualquiera que a principios de este siglo se consideraba fanático de la obra de Tolkien no podía dejar de lado la incredulidad al ver el trailer de la primera parte de “The Lord of the Rings”

¿Y cómo no hacerlo? ¡Estábamos viendo elfos reales y no solo animaciones horribles basadas en dibujos que se basaban en las descripciones que tanto habíamos leído! ¡La Tierra Media era real!

Pero ¿qué pasaba con quienes no conocían íntimamente como nosotros la particular relación de amistad entre Gimli y Légolas? ¿Qué mundo se les abría a aquellos que no tenían idea de la diferencia entre los reinos de Rivendel y Lorien?


Esos que conocieron la obra de Tolkien recién frente a la pantalla grande.

Esos ignorantes que al prenderse la luz de la sala se indignaron y llenaron de quejas el ambiente porque “¡ESTA PELÍCULA NO TIENE FINAL!”.

Esos seres que no entendían nuestro estado de completo éxtasis

Ellos… ¿se habrán acercado a la obra original de J.R.R. Tolkien?

¿Qué les habrá pasado cuando empezaron a leer un libro que contiene muchas, muchas (algunos dicen que demasiadas) descripciones de montañas, prados, bosques y terrenos varios? ¿Cuánto les habrá costado adentrarse a la narrativa tolkeniana?

Porque, seamos justos, si los libros de Tolkien fueran accesibles para las masas su obra hubiera sido mucho más popular y no hubiésemos sido sólo nosotros quienes vivíamos en esa extraña mezcla de incredulidad y regocijo.

Y si hay algo que tienen los libros es que, como obras personales que son, dependen mucho de quién los escriba… y de quién los lea.

Y es que a pesar de que hubo un auge importantísimo de la mitología de la Tierra Media, mucho del mismo se debió a que sólo unos meses después se estrenaba la continuación de esa “inconclusa película” y de la calidad de la adaptación cinematográfica que, no puedo dejar de decirlo, era maravillosa.

¿A qué viene esta larga introducción?

A que si bien en TierraFreak muchas veces recomendamos lo más nerdo del cine y la televisión, estos dos medios están sufriendo una etapa complicada de su historia.

Se puede decir que estamos en el auge de los superhéroes y que eso es bueno.

Se puede decir que la fantasía más pura y dura volvió a las pantallas luego de varios años de ostracismo y que es más que bueno.

Se puede decir también que gracias al momento tecnológico en el que vivimos podemos ser testigos de historias que jamás en otros tiempos nos hubiésemos imaginado ver y que eso es mucho más que bueno.

Y el nerdo es aquel que se ensimisma tanto en un mundo de fantasía que lo tiene atrapado que quiere conocer e investigar más sobre él y pasar a ser, por ejemplo, un “Whovian” en vez de sólo un simple espectador de “Doctor Who”.

Y si bien usé un ejemplo de una serie que tiene 50 años de historia, no quiero referirme al tiempo que consumimos en adentrarnos en esos universos de fantasía. Sino a otro drama que nos aqueja, el de conocer y disfrutar la obra original de esas tantas adaptaciones que vemos en las pantallas.

El caso emblemático de este problema es lo que nos pasó a muchos con “Game Of Thrones” y la obra original de George R. R. Martin.

Porque, no me ruborizo al decirlo, después de haber visto la hermosa primera temporada, fui uno de los millones que salimos corriendo a comprar el libro para encontrarnos con la sorpresa de que eran muchos libros y, a pesar de que con esto me gane enemigos, libros cuyo fuerte no es la calidad de su prosa.

Porque sí, pueden ser muy atrapantes, pueden tener personajes más que interesantes, y un argumento general muy entretenido, pero Martin no es un escritor florido, con una bella manera de narrar o, hasta me atrevo a decir, con las descripciones necesarias para sumergirte y perderte en la historia.

Y con esto de que está de moda adaptar libros, o peor, sagas, caemos en trampas como la de “Divergente” y todas sus continuaciones, “The Maze Runner” y un largo etc. o en casos extremos como “The 100” donde a la creadora le pidieron que haga un argumento para una serie y terminó haciendo un libro o en “Dark Matter” donde el creador entendió cómo ganarle al sistema y generó un comic sólo para que cuando fuera con el proyecto a alguna cadena de televisión pudiera ser “algo adaptado de otro formato” y así se lo aceptaran más fácilmente.

Porque no siempre uno se encuentra con hermosas obras como las de Susanna Clarke o Tom Perrota o descubra sagas increíblemente complejas como la de Serguéi Lukyanenko o super entretenidas como la de Jim Butcher.

Lo más normal es que uno se tire a la pileta y encuentre que eso que vio, disfrutó y parece interesante (con un mundo que nos da ganas de explorar) termine siendo sólo un espejismo que refuerza la idea de que todo lo que pasa en la pantalla (grande o chica) es siempre una gran mentira.

Y el verdadero problema que se nos plantea a nosotros los nerdos es… ¿estamos en el mismo lugar que esos que no sabían diferenciar a un elfo Noldor de un elfo Vanyar? ¿nos transformamos en eso que en su momento no entendíamos?

¿Qué hacer entonces?

¿Intentar leer los libros antes de ver cómo siguen las adaptaciones o, por las dudas, ir directo a lo que ya sabemos que nos gustó, a pesar de que sepamos que es “sólo una adaptación”?

¿Cómo refrenar ese instinto nerdo de querer adentrarnos más y sumergirnos en nuevas mitologías sin arruinarnos las historias porque ya sabemos cómo se desarrollan por haberlas visto antes de leerlas?

¿Qué hacer en casos como el antes mencionado “Game of Thrones”, donde ahora la serie de televisión va a estar más adelantada en la historia que los libros originales?

¿Cómo se puede sobrellevar esa disyuntiva de no saber qué hacer primero? ¿Miro la nueva temporada por HBO sabiendo que van a adaptar un mínimo de las cientos de páginas que George Martin todavía no logró terminar de escribir? ¿O espero al libro (vaya uno a saber cuánto tiempo) y me pierdo de una serie que realmente me gusta y me entretiene?

Como muchas veces en este espacio, no tengo las respuestas a los interrogantes que planteo.

Porque a pesar de que los sabios dicen que para hacerte una pregunta ya tenés dentro tuyo la respuesta, yo, todavía, no la pude encontrar.

Por lo pronto voy con pies de plomo, como tanteando un terreno que sé que es resbaladizo y que me puede hacer terminar de culo en el piso en cualquier momento.

Y, por ejemplo, cuando escucho que J. Michael Straczynski va a adaptar la Saga de Marte Rojo, salgo corriendo a ver de qué se tratan los libros (porque a pesar de Sense8, a JMS lo sigo bancando), pero cuando me entero que “The Martian” la película de Ridley Scott, está basada en un libro, me lo tomo con calma porque no creo que el libro sume mucho (aunque puedo estar muy, muy equivocado).

Mientras tanto sigo maravillándome con el primer libro de la “Crónica del Asesino de Reyes” de Patrick Ruthfuss y estoy contentísimo de que haya firmado contrato para adaptarlo, no sólo al cine, sino también a videojuegos. Pero a la vez leo que MTV está adaptando “The Shannara Chronicles” y no quiero aventurarme a agarrar uno de los libros por miedo a perderme otra vez en una saga de 14 tomos.

Y al mismo tiempo me enamoro de “TheExpanse” y ya estoy terminando “Leviathan Wakes”, el primer libro de James Corey, pero a la vez me da mucho miedo que vayan a hacer una película de “The Witcher” porque me conozco y sé que voy a terminar leyendo los libros antes del estreno (y eso que no jugué a los videojuegos).

Y esa disyuntiva constante, ese ir y no querer, ese no ir y querer hacerlo, ese estado de perpetua inseguridad nerda en la que me pone la industria hoy en día, me termina haciendo sufrir con algo que debería darme satisfacción.

Es entonces que me pregunto ¿Es realmente un buen momento para ser nerdo?
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