Ah, pero mire usted lector que descaro el mío al comentar una serie de ciencia ficción que no esté produciendo y emitiendo SyFy Channel. Por supuesto, ni es la primera vez ni será la última, espero, ya que, como lo venimos comentando hace al menos un año en este sitio, éste género está pasando un momento brillante en televisión, y hasta inclusive en los pocos estrenos de cine que lo abordan. Hoy le toca el turno a una producción de la señal yanquie U.S.A. Network, la cual a nosotros, los argentinos, nos debería interesar de sobremanera, dado que este show tiene entre sus productores al guionista y director coterráneo Juan José Campanella, el cual, además, dirigió el episodio piloto que estoy por reseñar.
Están entre nosotros
Colony, tal el nombre de la serie en cuestión, es una serie que tiene más de un “secreto” entre sus ojos. Cuack! Sí, porque no solo lo tiene a Campanella como productor, además tiene al metro-sexual de Josh Holloway como uno de los protagonistas. ¿A quién? Si, se que a muchos el nombre no les suena, pero basta decir que personificó durante 6 años a Sawyer en la serie de culto Lost para que automáticamente lo ubiquen. ¿Y qué estuvo haciendo el amigo Holloway desde que finalizó su aventura con los otros perdidos? En el 2014 estrenó otra serie con toques de Sci-Fi por CBS llamada Intelligence, la cual no logró capturar la atención de un número suficiente de audiencia como para poder renovar otra temporada. Antes de eso clavó personajes secundarios en diversas películas, de los cuales podemos rescatar su participación en Mission: Impossible - Ghost Protocol (2011) y no mucho más. En el protagónico de Colony lo acompaña Sarah Wayne Callies, enemiga jurada de la casa a la cual van a recordar por su llorona Lori Grimes de The Walking Dead o la inmortal Dr. Sara Tancredi de Prison Break. Juntos componen a la pareja Will y Katie Bowman respectivamente, los cuales viven en una L. A. de un futuro no muy lejano que, a primera vista, está bajo estado de sitio. El motivo es la ocupación mundial de una raza alienígena que el televidente no sabe cuando arribó ni cómo, y tampoco puede deducir la apariencia que tienen. Lo que sí sabemos es que el ser humano tuvo que cambiar ciertas normas de convivencia para evitar una masacre, y estipuló un cierto número de reglas que hicieron retrotraer los derechos civiles ganados con los años a la época de las más feroces dictaduras.
Los colonizadores de turno están aquí para chupar muchos de nuestros recursos, y eso incluye mano de obra humana, a tal punto que muchos son sencillamente “secuestrados” por paramilitares fuertemente armados para ser dispuestos en instalaciones custodiadas y herméticas para satisfacer las demandas alienígenas. El paradero de esas personas secuestradas nunca más es revelado, y dicha situación es la causante de un malestar que se siente en toda la ciudad. Desde la clandestinidad, un organismo rebelde denominado “La Resistencia” (ah, sí, como no) ah comenzado a operar con tácticas terroristas para crear caos y confusión y así, finalmente, provocar un cambio en el status quo actual.
En este escenario, Will Bowman, padre de tres hijos, perdió al menor de ellos apenas los colonizadores arribaron a la tierra, pero está convencido de que no solo no está muerto sino que fue capturado y es utilizado en alguna de estas instalaciones para actividades que los que la ven de afuera desconocen. En los minutos iniciales del episodio, a expensas de lo que le comentó a su mujer, se embarca en una aventura que consiste en esconderse dentro del acoplado de un camión para poder pasar, furtivamente, al otro lado del “muro”, la zona cero del arribo de los aliens, misma que está cercada por inmensos muros de concreto de cientos de metros, y en la cual se encuentran enormes dispositivos de escáner para revisar de manera rápida y prolija cada vehículo que pretende ingresar al interior de la misma. La Resistencia había colocado, con el desconocimiento de Will, por supuesto, un artefacto explosivo en el camión, el cual estalla mientras se está realizando la inspección. Will logra sobrevivir pero queda en manos de los paramilitares que responden a los Colonizadores.
La vida bajo la ocupación
Si algo no tiene Campanella es un pelo de boludo, más bien. Tiene poco pelo a esta altura (jo, mirá quien lo dice, ¿no?), pero de boludo casi nada. Puede que el año pasado por distintos motivos le haya fallado la movida de su polémica Entre Caníbales, entre otras cosas porque evidentemente él tenía una visión del televidente argentino que no se ajustaba a la realidad, y que estoy seguro habrá mutado luego del topetazo que se dio (amén de que se pasó de rosca con el bardo teniendo en cuenta que el tan cuidado producto que quiso imponer era ni más ni menos que otra telenovela más y va…), pero eso fue apenas un resbalón en una carrera repleta de aciertos, y si me lo permite el lector, vaticino que este proyecto será un gol más del argentino.
La serie, vista desde lejos leyendo reseñas o escuchando a otros críticos, puede parecer un cliché y estar nutrida de un montón de elementos que nos cansamos de ver en películas y shows del género, pero la realidad es que, sin negar lo anterior, la ejecución de la trama, la dirección de actores y todo lo necesario en la parte de producción para que lo que veamos nos resulte verosímil está dispuesto de forma correcta, y por momentos sorprendente. Los diálogos dramáticos son frescos y crudos, y logran transmitir los estados alterados a flor de piel de cada personaje sin golpes bajos gratuitos, y el casting responde con muchos aciertos aún cuando algunos actores tienen muy pocas líneas para poder desarrollar sus personajes. La muñeca de Juancito en la dirección se nota desde el minuto cero, pero resulta excitante ver cómo se desenvuelve manejando escenas de acción intentando huirle todo el tiempo al costumbrismo vicioso que lo identifica, aún cuando hay muchos momentos “familiares” que provienen de ese universo narrativo. Yo particularmente he visto muy poco del trabajo de Campanella en la televisión yanquie, algunos capítulos de House M.D. y uno de Halt and Catch Fire, y es la primera vez que siento que se compromete con el relato de forma íntegra, y responde de manera certera en todos los flancos.
La otra gran garantía de este proyecto es el creador del mismo, y actual showrunner, Carlton Cuse, un muñeco que, también, quizás no les suena demasiado pero que tiene bajo su ala la creación de The Strain junto a Guillermo del Toro, Bates Motel, y por supuesto, como no, fue uno de los artífices de Lost, junto a Jeffrey Lieber, J.J. Abrams y Damon Lindelof, ya que escribió 39 capítulos y ofició como showrunner mano a mano con este último durante las 6 temporadas. No sé, amigo, más chapa que esa en la televisión moderna es complicada de conseguir…
El show tiene pautados unos 10 capítulos para la 1er temporada, pero es sabido que si el rating responde la extenderán a más de 20, y si todo sigue con viento a favor tendremos una segunda temporada. La trama claramente pide a gritos una extensión mayor que lo que ya está pautado, y de todos modos hay que tener en cuenta que U.S.A. Network es una señal de cable que no se ha identificado en los últimos años por colocar shows con una audiencia escandalosa, su plato fuerte son las emisiones de la WWF, y aún así el año pasado estuvieron en boca de todos por el estreno de la ya comentada y muy celebrada Mr. Robot, así que desde este lugar los animo a que le den una oportunidad a Colony que, desde el vamos, tiene un piloto sólido que dudo los vaya a defraudar. Nos leemos la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.