lunes, 27 de octubre de 2014

Bardos de la Modernidad: Zach Braff - El Gabinete del Dr. Morholt.



Puede parecernos raro en esta era de interconexión en la que vivimos, pero la posibilidad de leer y escribir era, hasta hace no mucho tiempo, algo reservado para unos pocos. Y cuando digo “hace no mucho tiempo” es porque hace menos de150 años un 77,5% de la población era analfabeta en la Argentina.

Imagínense entonces qué pasaba en la Europa de la edad media, donde sólo leían y escribían algunos pocos privilegiados miembros de la nobleza y de la curia.

Fue por eso que el trabajo de los bardos era mucho más que contar historias de fantasía. Su verdadera importancia era transmitir el conocimiento y las noticias de lugares remotos y desconocidos.

Por eso mismo los bardos no eran simples recitadores, sino que acompañaban sus relatos con música, con actuación y hasta con efectos de sonido. Todo lo necesario para que aquellos que los escuchaban se compenetraran tanto en lo que contaban que les quedara grabado en la memoria.

Y por esa misma razón es que titulé a esta serie de columnas “Bardos de la Modernidad”, porque no son simples directores o realizadores de cine o televisión, sino que para mi son verdaderos maestros del lenguaje audiovisual, herederos de la antigua tradición de contar historias utilizando todos los recursos que este lenguaje les ofrece.


En la columna anterior hablé de Nimrod Antal, un director con bastante experiencia detrás de la cámara, pero esta vez elegí a uno que sólo tiene 2 películas, dos maravillosas películas, y muchísima experiencia del otro lado de la cámara, enfrente a ella.

Porque cualquiera que lea el nombre de Zach Braff lo asociará enseguida con la serie “Scrubs” que empezó en 2001 y tuvo 9 temporadas, donde Braff era el protagonista.

En esa serie Braff interpretaba a un doctor recién recibido que empezaba la residencia en un hospital donde los directivos se preocupaban más por cobrarle a los pacientes que por curarlos. El idealismo de los doctores recién recibidos sólo se veía apuntalado en un amargo doctor veterano que peleaba contra el sistema cada vez que podía y trataba de recordarles que lo importante de un hospital es ayudar a la gente.

La única manera de generar esa crítica al sistema de salud de Estados Unidos y que sea aceptada por el público, fue hacerlo a través de la comedia. Registro que Braff maneja a la perfección. La serie fue un éxito automático.

Y con 3 años sobre las espaldas de éxito, Braff se lanzó a ponerse detrás de la cámara, cosa que sólo había hecho en un cortometraje llamado “Lionel on a Sunday” en 1997.

El guion de su primera película lo había escrito en su mayoría en la universidad y se llamó originalmente “Large's Ark”, pero al darlo a leer muchos no entendieron el nombre y terminó cambiándolo por “Garden State”, nombre con el que se estrenaría en el Festival Sundance de 2004.

“Garden State” cuenta la historia de un actor con sólo un papel exitoso que vuelve a su pueblo por la muerte de su madre. Y hasta acá parece una clásica historia de reencuentros simple y llana. Pero esta película es mucho más, porque Braff, que también la protagoniza, nos muestra el interior de un atormentado joven que desde los 9 años está medicado por su psiquiatra, que también es su padre.

La profundidad de la historia, los excelentes diálogos y las buenísimas actuaciones sólo se pueden comprar con las hermosas puestas de cámara, el perfecto uso de colores y de los silencios y la perfecta banda de sonido.

Una banda de sonido que es tan importante en la historia que cuando Braff envió el guion a los productores para que lo leyeran, les envió también la lista de temas que iba en cada momento para que cuando lo leyeran pudieran escucharlos y así quedar totalmente inmersos en la historia.

En la película actúan, aparte de Braff que está en todas las escenas, Natalie Portman (el interés romántico del protagonista), Ian Holm (el padre/psiquiatra) y Peter Sarsgaard (el compañero de colegio que no ve hace años y que es quien lo inserta de nuevo en la vida de su pueblo), entre otros.

Como dato de color puedo mencionar la pequeña participación de Jim Parsons haciendo un papel bastante parecido a lo que luego haría durante demasiado tiempo en “The Big Bang Theory”.

Uno de los productores  de la película fue Danny DeVitto y costó sólo 2,5 millones de dólares, pero recaudó más de 35 millones y se estrenó en más de 40 países. En Argentina se pre-estrenó en el Festival de Mar del Plata de 2005 y luego tuvo su estreno comercial dos meses después.

Braff y su debut cinematográfico recibieron varios premios, abriéndole así una nueva veta a este actor, por lo que luego pudo dirigir 7 capítulos de “Scrubs”, incluido uno que parodia de manera genial a “The Wizard of Oz”.

A pesar del éxito obtenido, tuvimos que esperar casi 10 años para escuchar de nuevo el nombre de Zach detrás de las cámaras. Y lo hicimos de una manera muy especial.

Porque Braff no quería quedar preso de ningún estudio de Hollywood y quería tener la completa libertad que tuvo con “Garden State”, pero también quería filmar el guion que venían armando con su hermano Adam por casi 4 años. ¿La solución que se le ocurrió? Una campaña de financiamiento colectivo en Kickstarter.

Muchas fueron las críticas a esta modalidad de financiamiento, muchos se quejaron diciendo que Braff tenía el dinero o los contactos suficientes para no tener que pedir dinero por esa vía y muchos hasta insultaron al actor por “desnaturalizar una herramienta tan democratizadora como Kickstarter”.

Pero también fuimos muchos los que apoyamos el proyecto. Porque fuimos muchos los que disfrutamos de “Garden State” y muchos más los que queríamos ver otra vez en la pantalla una historia contada por este gran bardo.

Fue así que en los 3 primeros días la campaña recaudó los 2 millones de dólares que habían solicitado y al terminar tenían el apoyo de 46.520 personas de todo el mundo por un total de 3,105,473 dólares.

Y fue entonces que “Wish I Was Here” pudo filmarse.

En esta nueva película, estrenada muy limitadamente en sólo 16 países, actúan, además del mismo Braff que la protagoniza, Mandy Patinkin, Kate Hudson, Joey King, Josh Gad y el pequeño Pierce Gagnon (a quien podemos conocer como el nene robot de la serie “Extant” .

Esta vez Braff nos cuenta la historia de un actor cuarentón fracasado en su carrera  que está casado con dos hijos y que es mantenido en sus gastos más grandes por su esposa y por su padre. El nudo de la historia es cuando su padre le cuenta que se está muriendo de cáncer y no puede seguir cubriendo ciertos gastos porque va a probar una terapia alternativa.

Como ya nos mostró en su debut como director, la fotografía es hermosa, los planos fueron elegidos a la perfección y la música está puesta quirúrgicamente en cada escena.

Si bien algunos pueden alegar que tiene una estructura bien hollywoodense, mostrar la interioridad de una persona que no pudo cumplir sus sueños de la infancia en medio de una crisis de fe, utilizando las armas que Braff conoce y sabe usar, es un cóctel de emociones imperdible.

A veces las historias son para eso, para lograr movernos internamente y destrabar nudos que ni sabíamos que teníamos. Y eso pasa con “Wish I Was Here”.

Las actuaciones de Patinkin y Hudson sólo son opacadas por las de los jóvenes King y Gagnon, que junto a Braff tienen una química espectacular. Las participaciones de Jim Parsons y Donald Faison no suman mucho, pero se entienden porque son amigos personales del director.

Varias veces le pregunté via Twitter si “Wish I Was Here” iba a tener estreno en nuestro país, más teniendo en cuenta que sí lo tuvo en España, pero nunca pude conseguir respuesta por lo que verla por métodos “non-sanctos” fue mi única opción.

Porque las ganas de que Braff me contara una historia eran muchas. Así como cuando un nene le pide a su padre que le cuente un cuento antes de ir a dormir. Y eso no pasa seguido. Por eso Braff tiene para mi el título de “Bardo de la Modernidad”.
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