Ya me pasó cuando le hice la entrevista al gran “Pelusa” Suero hace más de un año, cuando daba mis primeros pasos en esta Tierra de Freaks.
Y ciertamente, habiendo pasado por otras tantas entrevistas, pensé que iba a poder controlar al fan que tengo adentro y dejar lugar a la visión imparcial del periodista, eso a lo que juego cada semana cuando escribo estas líneas.
Pero tener enfrente mío al artista que me mostró a Batman de la manera que yo siempre imaginé, a aquel que hizo todo lo que siempre pensé que podía hacerse con la capa del murciélago, a aquel cuyos dibujos más me marcaron... pues… mantener al fan a raya fue difícil.
Para algunos podrá ser Neal Adams, para otros con más edad podrá ser Carmin Infantino, para mi es Norm Breyfogle.
Y quizás por eso mismo cuando en la charla que tuvieron los organizadores de Comicópolis en la CrackBangBoom de este año, donde anunciaron los artistas que iban a venir, al momento en que se confirmó la presencia de Breyfogle yo no pude hacer otra cosa que saltar de la alegría.
Y quizás por eso mismo cuando lo tuve enfrente por primera vez me olvidé cómo se hablaba en inglés, me olvidé todo lo que quería preguntarle y no podía hacer otra cosa más que mirar cómo firmaba uno tras otro los comics que le ponían adelante, sin nunca dejar de sonreír y dar gracias. Sí, él era el que daba las gracias.
Entonces fue cuando me animé a hacer la primera pregunta:
“Norm, ya vas casi 6 horas seguidas firmando y no parecés cansado ¿cómo hacés para aguantar este ritmo?”
“Es que puedo estar cansado, pero es para lo que vine. Para ellos.” me contestó señalando esa enorme fila que parecía que nunca iba a terminar “Hay gente que puede haber viajado cientos de kilómetros con tal de verme, con tal de que le firme una de sus revistas, les haga un dibujo o para sacarse una foto conmigo ¿cómo puedo negarme a hacerlo o hacerlo de mala manera?”
Y ahí, en ese punto, pude ver algo que no había visto hasta ahora, algo que la mirada de fan no me dejaba ver. Pude ver a la persona detrás del artista.
Porque, claro, cuando asistimos a convenciones con artistas internacionales vemos sólo la oportunidad de una firma, de un dibujo, de esos 2 minutos frente a ellos que queremos exprimir totalmente como buenos comiqueros que somos. Pero seguramente nos estamos perdiendo de mucho más. De conocer a esa persona que está detrás de esos dibujos, de esos guiones, de esas historias de fantasía que tanto nos gustan.
Mientras yo pensaba todo eso, Norm seguía firmando y sonriendo, tomándose su tiempo para mirar las historietas que firmaba. Fue entonces cuando me animé a hacerle otra pregunta “¿Te acordás de esta? ¿De cuando lo hiciste, de qué te pasaba mientras la dibujabas?” y él, pasando las páginas de la edición en español del Elseworld “Batman: Holy Terror”, lo primero que hizo fue preguntarme mi nombre.
“Mael” dije sorprendido de que le importara con quien hablaba y que no contestara en automático “¿Mael? ¿M-A-E-L?” preguntó de nuevo “Sí, sí” contesté esperando no haber entendido mal su deletreo debido a los nervios que todavía tenía.
“OK, Mael, mirá, lo que recuerdo es que disfruté mucho de rediseñar personajes. En general la idea de los Elseworlds era como una fiesta para los artistas porque nos dejaban jugar mucho y casi que no había un control tan estricto de parte de los editores. Creo que eso es lo que más recuerdo, el sentimiento de poder jugar y saber que iba a ser aceptado.”
Viendo que Breyfogle contestaba con tanto esmero a mis preguntas, un amigo que estaba en la fila esperando (con su enorme cantidad de revistas en la mano) le comentó que la página que estaba mirando siempre le pareció hermosa por la posición a lo Jesús del personaje dibujado en ella, entonces aproveché el envión y me animé a otra pregunta “¿Recordás si fue a propósito que lo hiciste así o era una exigencia del guión?”, entonces me contestó “En realidad no trabajé esta revista con un guión tan estricto, es decir, me decían “aparece tal personaje” y yo lo dibujaba como quería. Si bien es cierto que está en una posición como crucificado, no lo había visto como una reminiscencia a Jesús… y eso que durante toda mi infancia fui cristiano… sino que en realidad es una muy linda posición para dibujar a una persona. A nivel visual es muy interesante porque se ven músculos y detalles que normalmente no. Nunca hice la conexión con Jesús, pero ahora que lo dicen, puede ser que me haya quedado de mi infancia y por eso me gusta tanto.” terminó de contestar riendo.
Pero el nivel de intimidad que había logrado bajar mi ansiedad (esa que me hacía tartamudear y que las palabras en inglés parecieran salidas de la boca de un indio) fue rápidamente cortado cuando uno de los organizadores se acercó para retarme porque estaba haciendo que la cola de firmas fuese muy lento. A lo que sólo pude decir “Perdón, Norm, tienen razón. No quise sacarte tiempo” y él contestó “La podemos seguir cuando quieras, Mael” y eso fue lo que hice.
Fue al otro día que me acerqué a Norm, un poco más sereno, con las preguntas en la cabeza, preparado para en esta segunda vez hacer las cosas bien.
“Ey! ¿Cómo estás? Vos eras el del nombre difícil” me dijo ni bien me vio. “Sí, Mael. ¿Cómo estás, Norm?” atiné a decir con una sonrisa “Bien, muy bien ¿y vos?” me contestó.
Y con esa pregunta me volvió a desarmar todos los planes que tenía. Todas esas preguntas interesantes que había preparado sobre su carrera, sobre su obra y sobre su relación con Alan Grant, con el que hicieron equipo creativo durante muchos años en las revistas del encapotado; todas se perdieron y sólo pude decir “Bien, vengo de recorrer un poco el resto de Tecnópolis.”
Y así fue como nos pusimos a hablar de la feria en la que estaba implantada Comicópolis “¡Oh sí! Es realmente magnífico ¿no? Nunca estuve en un festival como este antes. Acá tuve más libertad que en otras convenciones, donde normalmente estoy mis ocho horas firmando o dibujando y luego me mandan al hotel. Acá pude recorrer este predio y es maravilloso. No tenemos nada como esto en Estados Unidos de manera gratuita. Por una feria así de grande tenés que pagar entre 30 y 50 dólares.” Y en seguida él me preguntó a mi “¿Pudiste ver los dinosaurios?” entusiasmado “Sí, es algo impresionante” contesté y él agregó “Sí, me encantaron. Seguro que me perdí de mucho porque no hablo ni leo español, pero los disfruté mucho. Cuando era niño me encantaban los dinosaurios, y poder ver esos animatronics acá fue muy entretenido.”
Entonces fue cuando le pregunté si había tenido tiempo de ver la impresionante muestra “Huellas de la Invasión” y claro, me olvidé que Norm no sólo no sabe qué es El Eternauta, sino que además esa muestra tiene un montón de texto y está todo en castellano. “¡No hubiese entendido mucho de la muestra!” me contestó riendo. Fue entonces que miró el reloj y se dio cuenta que tenía que estar firmando nuevamente. “Nos vemos luego” me dijo, saludando con su acostumbrada amabilidad. Y así fue como perdí mi segunda oportunidad de entrevistarlo.
Entonces me resigné. Decidí que sólo iba a hacer una reseña de la charla que dio ese día, ante un auditorio lleno de gente, donde habló de su carrera y se le hicieron preguntas interesantísimas, algunas de las cuales eran las mismas que yo tenía preparadas.
Pero fue el domingo, último día de Comicópolis, que lo vi sentado en el piso, hablando con un fan, firmando algunos ejemplares a pesar de no estar en la mesa de firmas (esa con la fila interminable) y ahí fue que me acerqué por tercera vez.
“Hola Norm” dije tímido esperando no incomodarlo “Hola… perdón, no recuerdo tu nombre ¿Cómo era?” me preguntó otra vez “Mael” contesté por tercera vez “Ah! Sí, Mael. M-A-E-L ¿no?” confirmó en voz alta “Sí, sí” dije contento porque me recordaba “No lleva ninguna S al final ¿no? ¿Y qué quiere decir tu nombre en español?” me preguntó “Nada, es un nombre irlandés en realidad” contesté “Ah… OK” dijo, como finalmente entendiendo. La tercera fue la vencida.
“Perdón que te moleste una vez más, pero ¿podría hacerte unas preguntas? Estoy escribiendo para un sitio web especializado en historieta y fantasía y me gustaría poder entrevistarte más en serio” le dije como justificando todas las otras veces que me acerqué a él.
“¡Claro! Por supuesto. ¿Te parece bien acá o querés ir a sentarte a otro lado?” preguntó amable, como siempre “Donde vos estés más cómodo” dije, intentando que no me descoloque de nuevo y pueda seguir en mi papel de periodista serio “Acá entonces” dijo, esperando mis preguntas con una sonrisa.
“Cuando hablamos de Holy Terror mencionaste que no trabajaste con un guión tan estructurado ¿qué es lo que normalmente te dicen los guiones? ¿cuánto de vos ponés en cada viñeta?” dije bastante satisfecho con mi pregunta.
“Depende mucho del guionista, de la manera que tenga de trabajar. Pero normalmente hacen una descripción general de la situación. O sea que salvo que sea relevante para la historia no describen mucho los fondos o las posiciones de los personajes. Entonces es ahí donde más puedo poner de lo mio.”
“¿Y cuando empezaste en Archie Comics? Porque dijiste que para vos siempre eran sólo cabezas que hablaban ¿cuánto pudiste poner o experimentar?”
“En realidad cuando dibujé Archie era algo nuevo para lo que normalmente eran los comics de Archie. Le di una perspectiva realista, más sombras… en vez de ver a Archie de frente, de costado y nada más, poder mostrarlo desde abajo, o en ¾ de perfil, fue todo un reto, porque tuve que pensar que esa cabeza de Archie que siempre vi plana, tenía que ser un objeto físico, en 3 dimensiones. Y una vez que pude hacer eso, que logré verlo de ese modo, pues fue como cualquier otro comic. No hubo mucha diferencia. Creo que si hubiese tenido el trabajo de Archie al principio de mi carrera, me hubiese aburrido extremadamente, porque yo quería dibujar superhéroes!”
“¿Y los guiones eran muy rígidos?”
“Eran guiones completos, o sea, no como los guiones de Alan Moore… ¡bah! Creo que nadie escribe guiones como Alan Moore. Tuve la posibilidad de ver algunas páginas de guiones suyos y realmente no son de mi agrado como artista. Principalmente porque él te describe todo, absolutamente todo, y vos sólo tenés que dibujar lo que él dice. Entonces no tenés ningún grado de creatividad en el proceso.”
“Todo lo contrario a los guiones de Alan Grant ¿no?” pregunté contento porque por fin estaba haciendo la entrevista que quería.
“Claro, los guiones de Alan Grant son como muy… económicos a nivel palabras. Van directo al punto y me dejaban mucho a mi para visualizar y crear. Esa es la manera en la que prefiero trabajar. En Archie era igual, o sea eran guiones completos, pero me daban la libertad de planear y plantar la página como yo quisiera.”
“¿O sea que sólo te daban lo que ocurría en la página, no te decían cantidad de viñetas o cuál tenía que ser la más importante o cosas así?”
“No, para nada. Dentro de la idea de la página yo podía pensar en la cantidad de viñetas, o en la forma de ellas, mientras respetara la historia, obviamente. O sea, creo que esa es la manera en que se trabaja en todos los comics. Es más en caso de tener que trabajar con un guión de Alan Moore ¿sabés qué haría? Tomaría un resaltador y empezaría a resaltar lo realmente importante e ignoraría el resto. Lo haría a mi modo” me dijo y reímos al mismo tiempo.
Aprovechando la risa y lo descontracturado de la charla, le pregunté sobre su trabajo como escritor “¿Cómo te sentís en tu faceta de escritor?” y sin pensarlo mucho me contestó “Es que no me siento como escritor…al menos no como uno profesional. No gano dinero con mis escritos y el único lugar donde la gente los lee es en mi Facebook, y es un número limitado de gente. Es que yo escribo para mi y no trato de venderlo.”
Pero siempre está el ejemplo de “Metaphysique”, la historieta íntegramente realizada por él, donde según cuenta siempre “Puse demasiadas palabras” y cuando se la nombré, me contó “Con Metaphysique aprendí que cuando escribo uso una parte totalmente distinta de mi cerebro. Porque mientras escribo estoy pensando solamente en palabras y cuando dibujo lo hago en imágenes y me pregunto ¿por qué puse tantas palabras en esta página? Porque fueron 6 números, pero tranquilamente pude haber contado lo mismo en 12 y que no se viera estirado, es más, hubiese sido mucho mejor. O sea, que para responder a tu pregunta, me siento con mis cuentos cortos, mis novelas o mis poemas, de la misma manera en que me sentía con mi arte cuando era amateur. Porque no dependo de ello, no lo estoy vendiendo, no lo uso para subsistir, así que es muy fresco. Es puramente artístico.”
“¿Y con el dibujo entonces?” me atreví a repreguntar, a lo que me contestó “Es que es mi trabajo, mi manera de vivir. En cambio mi escritura siento que es solamente para divertirme”
“¿O sea que con el dibujo te sentís más atrapado entre límites?” dije, ya con una confianza que nunca pensé que podía tener “No, no con límites. O sea, disfruto muchísimo dibujar, por eso lo hago. Pero quizás con la escritura, como tengo menos experiencia es más fresco, más sin control. Es una cosa nueva. Una a la que le pongo el corazón y el alma, como al dibujo. Porque en realidad todo es experimentación. O sea, ya levantarse a la mañana es experimentar y ser o no ser, también es un experimento. El querer ser, es un experimento.”
Y en ese momento, al escuchar esas últimas palabras, fue que algo hizo click dentro mio. Porque ¿qué otro momento iba a tener, ahora que estábamos charlando, para decirle lo que me gustaba su trabajo? ¿cuándo que no fuese en ese momento podía decirle lo que lo admiraba? Y se lo dije.
“¡Wow Norm! Con razón sos para mi el mejor dibujante de Batman. Porque se nota que le ponés esa filosofía al dibujo. Es realmente un honor poder hablar con vos” empecé a decir y algo se apoderó de mi. Y ahí comencé a contarle lo que me gustaba de su diseño de Batman, de cómo me encantaba la manera de utilizar siempre la capa para darle dinamismo a las páginas, de cómo sus batimóviles eran geniales, de cómo me gustaba Anarky como personaje y que fue una verdadera pena que no le hayan aprobado a Alan Grant la idea de que sea el nuevo Robin.
Y fue entonces que el fanático ganó por completo, cuando el fan pudo mucho más que cualquier seriedad periodística y me olvidé del resto de las preguntas, del video que quería filmar con un saludo de Norm a los lectores de TierraFreak y hasta de sacarle una foto para ilustrar esta entrevista.
Y al final terminé sacando de mi mochila los 4 números de la miniserie de Anarky que ya tenían la firma de Alan Grant para que él estampara la suya.
Cosa que hizo, como siempre, con una sonrisa.