jueves, 17 de julio de 2014

Californication - La Columna de Logan.



Me gustan los rituales. Tengo un goce secreto (aunque mucha gente ya sabe de ellos, y ahora lo sabrá todo aquel que lea esta reseña) con los mismos, supongo que porque soy canceriano, y mi horóscopo dice que más allá de que somos aventureros y creativos, nos encanta el confort de la estabilidad. Y los rituales nos dan sensación de estabilidad. Me gusta reunirme todos los lunes a la noche con mis amigos, por ejemplo… eso es un ritual. Me gusta tomar un café antes de irme a dormir, sea verano o invierno. Me gusta prender un cigarrillo apenas salgo de bañarme a la mañana, incluso antes de vestirme. Hay ciertas épocas del año en las que me gusta(ba), entonces, despertarme y desayunar con un amigo. Su nombre es Hank Moody, y hace un par de semanas tuve que despedirlo. La puta madre que lo remil reparió. Así que habiliten una pestaña en su navegador, abran su Spotify/Grooveshark/youtube, busquen el tema These Days de la banda Foo Fighters y déjenlo de fondo mientras leen la siguiente reseña, porque esta es mi adiós a una serie del carajo.


Bring it on Home

El año pasado, para colmo, perdí otro gran amigo, uno más longevo y que me acompañó durante muchos más años también, así que vengo con una seguidilla de funerales nefasta. Su nombre, por supuesto, es John, pero me comentaron que no tengo que alarmarme, que vuelve… no, no en forma de fichas como Alf, vuelve en la T.V., y esta vez no fuma, no se droga y coje con forro, así que probablemente termine siendo un show apuntado a los mismos infradotados que siguen The Vampire Diaries y la serie tenga tanta incorrección política como La Familia Ingalls. Me apunto a esa, si señor (?) 

Pero estamos acá para homenajear y despedir a Hank, no a John. Y es que Californication es, hoy, sinónimo de Hank Moody, qué duda cabe. Hay que hacer mérito para robarle el significado y el protagonismo a uno de los temas más populares de los Red Hot Chili Peppers, pero esta serie lo logró, de la mano de Hank. Y no es que el show carezca de personajes secundarios de peso, de hecho el alma de la misma se nutre de la interacción entre ellos y el protagonista, pero ante Hank, todos palidecen. ¿Y quién es, entonces, es tal Moody?

Hank Moody es un escritor neoyorkino caracterizado por David Duchovny, un amigo de la casa , adorador del rock, fiestero de alma, amante excepcional, dueño de una moral y una ética cuestionables, y padre de una hija adolescente, Becca, a la que ama incondicionalmente. Su dilema existencial pasa por reconocerse completa y absolutamente enamorado de la madre de Becca, a quien él ve como “su mujer”, Karen, caracterizada por la bella Natascha McElhone [Ronin (1998), Solaris (2002), The Truman Show (1998)], pero a quien no puede conservar como pareja y compañera por las vicisitudes de la vida. Y es que Hank pudo hacerle el gol del Diego a los Ingleses en el ’86 como escritor, y publicar una novela, God Hates Us All, que terminó siendo un éxito no solo de ventas sino también un fenómeno cultural, por la forma controversial pero a la vez amena en la que estaba escrita, y por la frescura e incorrección con la que trataba temas tabúes para nuestra sociedad. Lo malo de esto es que dicha obra fue escrita por él hace unos años cuando la serie comienza, y desde ese entonces no pudo reencontrarse con la escritura producto de un bloqueo que sufre culpa de no poder lograr estabilizar su vida. Sumado a esto, cedió los derechos para que adapten la novela al cine, y la cinta resultante de esto, A crazy little thing called Love -en la cual colaboró con la escritura del guión adaptado-, termina siendo una mierda infumable que solo veríamos borrachos y medio dormidos, momentos antes de hacernos una paja un domingo a la madrugada en I-Sat.

Para adaptar su novela, Hank mudó a su familia (Karen y Becca) a la calurosa Los Ángeles, y en algún momento entre esta nueva locación y el comienzo del show, la pareja no puede seguir conviviendo, y Hank decide dar un paso al costado antes de seguir lastimando a la mujer que ama. Karen, en un intento por rehacer su vida, conoce entonces a Bill Cross, un hombre maduro que por supuesto se encuentra en el extremo opuesto a Hank, ofreciéndole la estabilidad que ella suponía estar buscando. Así las cosas, la misión de Hank consistirá en reconquistar a Karen, recuperar el respeto de su hija y lograr darle un propósito y un sentido a su vida laboral, no necesariamente en ese orden ni tampoco estableciendo claramente jerarquías.

Live and Let Die

Deduzco que aquel que nunca se acercó a la serie no ha quedado mayormente entusiasmado con lo que acabo de describir. Lo bien que hace, lo que expuse es solo el puntapié inicial de una aventura de proporciones cósmicas en lo que refiere a experiencias humanas, un hervidero de gang-bangs y heroína danzando al ritmo de My Morning Jacket, Tommy Stinson, James McCartney, Bob Dylan, Gus Black, The Doors y los Rolling Stones, entre otros tantos. Ningún show reciente o de la última década lleva con más honra el título de ser La serie de T.V. que mejor evidencia las virtudes y los pesares de vivir al límite de la Ley, buscando el goce todo el tiempo y en completa libertad, algunas de las consignas que en otros tiempos nos dictaban las letras del rock & roll. Es sin lugar a dudas la serie más rockera de este nuevo siglo, no solo por el exquisito gusto que tuvieron los productores a la hora de musicalizarla, sino también por la incorrección política con la que Hank se mueve en su ambiente. No en vano el show tiene sus entrañas asentadas en una ciudad dedicada casi íntegramente al vicio, el descontrol y la fama como L.A., y no por nada las 3 novelas que Hank publicó (South of Heaven, Seasons in the Abyss y God Hates Us All) son también los nombres de tres discos de la banda de trash-metal Slayer. Las referencias constantes al rock no solo vienen dadas por estos detalles, nos las topamos todo el tiempo con diálogos de Hank citando literalmente letras de temas clásicos para resolver o quizás alivianar una situación tensa, o solo para caer bien (liderando el ranking de bandas citadas, bien lejos y allá arriba, la mítica Black Sabbath), y también con algunos de los actores que han tenido el privilegio de caracterizar algún personaje en el show, actores que antes que nada son músicos, como por ejemplo Sebastian Bach, Marilyn Manson, Tommy Lee, Zakk Wylde, Rick Springfield, Pete Wentz y el rapero RZA entre otros.

No conforme con eso, muchas veces la música elegida de fondo no solo está aportando clima y ya: nos está dictando hacia dónde va dicho episodio, o al menos nos da una pista, como sucedió en el último capítulo, cuando comenzamos a escuchar justamente el tema que les sugerí pusieran al leer esta reseña, These Days de los Foo Fighters, del último disco de estudio de ellos, Wasting Light [2011], que habla –entre otras cosas- sobre uno de los mayores miedos del vocalista y fundador de la banda, Dave Grohl: el temor del inevitable arribo de la muerte y la imposibilidad de darle cierre a nuestros asuntos antes de que la misma nos alcance. Una forma de motivarse para realizar lo que tenemos pendientes, ir detrás de lo que amamos, luchar por lo que creemos que vale la pena y acercarnos a quienes consideramos son nuestros seres queridos.

Hank: un seductor natural

Hace algunos meses (quizás más de un año) hablaba con un amigo sobre esta serie, motivándolo a que comenzara a verla, y su negativa se centraba en que una compañera de laburo le había dicho que era terriblemente machista. Amén del tenor de homosexualidad que tiene la excusa de mi amigo, esta mirada de Californication, tan simplista y plana y claramente desprendida de una mujer víctima aún del Patriarcado, no se corresponde con lo que el show muestra. Es cierto que el personaje de Duchovny tiene al menos una relación sexual por capítulo, y es uno de los personajes más promiscuos de la oferta de televisión actual, pero no porque el mismo la busque desesperadamente. Está claro que Hank conoce al pie de la letra al sexo opuesto, de hecho es un fan declarado de la mujer y lo demuestra todo el tiempo, y siempre está abierto a confraternizar con una preciosa dama que se muestre interesada en conocerlo de forma íntima… pero la gran mayoría de las parejas ocasionales que han terminado en la cama con él lo hicieron desde una situación de poder, y fueron ellas las que avanzaron para conquistar al pobre Moody. No quiero, con esto, victimizar al personaje, pero la realidad es que Californication, además de ser un festín de preciosas mujeres mostrando sus tetas –como mínimo-, es también un show que todo el tiempo te recuerda que ya no vivimos en los ’70, y que acostarse incansablemente con mujeres que conociste hace 15 minutos termina trayendo nefastas consecuencias. Sin lugar a dudas el mejor ejemplo –y por lejos uno de los peores polvos de Hank- es Mia Cross, una menor de edad que lo engañó para poder llevarlo a la cama y luego lo extorsionó con este hecho. No conforme con eso terminó robándole una novela y luego llevó su caso a la corte, para usar todo el quilombo como plataforma para su carrera como escritora… una carrera que tiene sus cimientos en el puño y la letra del mismísimo Hank, ¿no? Hay un ejercicio constante del poder que tiene la mujer por sobre el hombre, y el mismo no se limita solo al personaje de Hank: son muchos los hombres de Californication que bajan sus defensas y hacen lo imposible para conservar a sus parejas o reconquistarlas, y se arrastran a las situaciones más humillantes e indignas, perdiendo todo el orgullo en la misiva: desde el mejor amigo del protagonista, Charlie Runkle (caracterizado por un magnífico Evan Handler), siempre intentando satisfacer los deseos de su mujer, Marci, pasando por Stu Beggs, un productor de cine y t.v. dueño de un miembro de proporciones considerables, que fue pareja de Marci en un período de crisis entre ella y Charlie, y que luego se pasó una temporada completa intentando pasar una sola única noche con ella. 

Dicho esto, el erotismo podría haber sido un componente más, importante, de Californication, y sin embargo la serie jamás se amigó con ese elemento narrativo. Amén de la cantidad de torsos femeninos desnudos que hemos visto (salvando a Karen, Becca y Marci, el resto de las mujeres jóvenes que desfilaron por la serie terminaron pelando en algún momento las tetas), el show nunca se caracterizó por largas y cuidadas escenas eróticas, y no es un reclamo que se le pueda hacer a la serie. El tono de comedia que impregna la misma -matizado con complicados momentos de drama y algunos golpes bajos- no daba lugar a escenas sensuales de las cuales otros shows no solo se jactan sino que a veces es lo único que entregan. En todo caso, la mirada sobre la belleza femenina que Californication ofrece, como corresponde, se posa desde el mismo lugar que el Rock la aborda: las sugerencias de relaciones casuales de Hank y algún que otro personaje nacen de situaciones generadas por el alcohol, las drogas y otros excesos de la noche, y casi siempre tienen un desenlace poco fortuito para alguno de sus participantes.

Eso no quita que Hank sea un conquistador nato, y haga uso y abuso de sus armas de seducción, pero de una manera natural y hasta casi naif, y casi siempre por una estudiada inacción acompañada por la actitud correcta que viene de la mano de un inmenso respeto hacia el sexo opuesto. Hank, como casi todos los hombres solteros que llegan a la edad que el personaje tiene, ha recorrido un largo camino en la vida, y sabe perfectamente cuales son los entornos que le son generosos cuando se trata de pasar una noche acompañado por una hermosa mujer. No solo su parla y su facha lo ayudan a que pueda concretar un gol, también su trayectoria, su fama y mostrarse completamente agradecido por poder acceder a un momento de intimidad con la mujer de turno, haciéndola sentir una princesa única en esas pocas horas, o días, que pasan a su lado. Sin conocer detalles de su intimidad, al avanzar en la serie nos damos cuenta de que Hank es un amante generoso y solidario, preocupado por su placer pero también por hacer sentir bien a su acompañante, postulándose inconscientemente como el compañero ideal que cualquier mujer querría tener.

Grace

No en vano la serie concluye con el nombre del único disco de estudio de Jeff Buckley, grabado en 1994 y festejado tanto por la crítica como por sus colegas (Bob Dylan y los chicos de Radiohead, entre otros), y que, por el destino trágico que terminó teniendo el bueno de Buckley (murió ahogado en un río), terminó transformándose en un álbum mítico y representativo de una década que marcó el Rock a fuego. 1994 es, también, el año en el que nos abandonó Kurt Cobain, por lo tanto fue un año bisagra para la música norteamericana (y con el tiempo nos terminaríamos dando cuenta que para la música mundial, pero dejemos eso para otra reseña) pero además fue el año en el que Hank y Karen concibieron a Becca, la “gracia” de ambos, la que los mantuvo juntos a pesar de la distancia, y la que, 20 años después de haber nacido, decide torcer el destino que tenía tatuado en su piel dada la familia de la que procedía, y emprenda una campaña en pos de darles un ejemplo a sus padres, mostrando un rasgo de rebeldía –quizás el último- como solo un adolescente conflictivo hijo de una familia disfuncional puede hacerlo: decide comprometerse con un proyecto de vida a través del matrimonio, la única de las instancias que sus padres no pudieron –o no se animaron a- incorporar a sus vidas. El círculo se cierra como una serpiente comiéndose la cola, cual Uróboro, y el final se remata con una preciosa versión remix de “Rocket Man" de Elton John, como no podía ser de otra manera.

Pero no nos engañemos, el show no termina con el mismo nivel con el que inició, de hecho es probable que esta temporada, la 7ma y última, haya sido la más floja de todas. La incorporación de Heather Graham personificando a Julia (una mujer importante en el pasado de Hank que regresa para moverle el piso) fue un golazo de media cancha y le aportó una profundidad y también una salida –quizás la más fácil, la más predecible- a la parva de conflictos que nuestro protagonista venía arrastrando. Sin Becca ya como personaje recurrente –solo aparece en los últimos episodios- pero con un personaje puesto casi a presión para que ocupe su lugar en la vida de Hank, es la temporada con menos excesos, menos drogas, menos fiesta y menos “momentos Californication” de todo el show, en parte por un desgaste natural de la serie pero también porque necesitaban darle un cierre coherente, y la realidad en la vida de todos, incluso de un personaje de ficción, indica que podemos vivir de fiesta en fiesta, pero si nuestro objetivo es conformar una familia y apostar por ella (Hank no necesitaba armarla, solo reunirla y conciliar con ella), la joda tiene que tener una conclusión. Una etapa de la vida de Hank tiene que quedar atrás si pretende evolucionar como persona y jugársela, por fin después de 7 años, por sus afectos… su Porsche 964 Cabriolet modelo ’90 es, quizás, el símbolo más emblemático de esa etapa que quedará enterrado entre los recuerdos, pero seguro lo seguirá acompañando su Gibson Les Paul clásica (porque Rock Will Never Die y eso…), y sin lugar a dudas retornará a la máquina de escribir para volver a trascender como el brillante novelista que cree ser… o al menos escribirá lo suficiente como para llegar a fin de mes, que al fin y al cabo es lo que importa, y nadie lo sabe mejor que él. 

Me quedo mucho, mucho afuera. Siempre sucede con shows como estos. Me hubiera gustado contarles los orígenes de la génesis del personaje de Hank y su relación con el escritor Charles Bukowski, mencionar alguno de los personajes más interesantes que han desfilado por la serie, algunas de las mujeres más memorables o armar una lista con los nombres de los capítulos que citaban discos clásicos del rock, pero creo que, de todos modos, la despedida que le di a mi amigo fue más que digna. Y de no ser así…
…See you later, motherfuckaaaaaaa!!!   
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