Así es, tal cual como lo leyeron en el título. Están a punto de leer una reseña sobre el film Need for Speed (2014), que se estrena en Argentina el 13 de marzo, y en U.S.A. el 14… hoy, 20 de febrero. ¿Cómo? Es que en Tierra Freak somos fanáticos del cine de acción, como lo hemos demostrado más de una vez, casi tan fans de ese género como de la serie Breaking Bad, así que cuando nos enteramos que este film, que tiene como protagonista nada menos que a Aaron Paul, el Jesse Pinkman de la mejor serie de todos los tiempos, iba a tener una Avant Premiere exclusiva casi un mes antes del estreno, sabiendo cómo nos encantan esos eventos movimos cielo y tierra para estar ahí y contarles que tal estuvo. Es lo mínimo que podemos hacer por nuestros lectores, más bien. Es así como el departamento de prensa de este sitio se puso en contacto con el groso de Javier Ponzone, quien nos terminó habilitando una entrada para esta función, y al cual le estamos eternamente agradecidos. Y así llegamos a este texto, una reseña casi libre de spoilers para que vayan calentando motores para un film que va a lograr que no extrañemos tanto a Paul Walker.
Carburando
Puede pasar que estés leyendo esto y no tengas ni puta idea de porque esta película es relevante. Bueno, en Tierra Freak tenemos la política de no dejar a nadie fuera, así que procedo a comentarte el contexto en unas pocas líneas: Need for Speed (desde ahora NFS) es una saga de videojuegos fierrera que se inició en 1994 y fue desarrollada por una empresa canadiense de nombre Electronic Arts, al principio solo para la consola 3DO pero que con el tiempo –y con las secuelas- se pudo disfrutar en prácticamente cualquier plataforma. Hoy por hoy cuenta ya con más de 17 ediciones, pero la
base del juego fue siempre la misma: conducir un auto a velocidades infernales, por ambientes urbanos o por rutas y autopistas, casi siempre con la yuta detrás a punto de comerte la cola. La gracia del juego radica en transmitirle al jugador esa sensación de vértigo y adrenalina que solo un auto de competición en fuga puede proyectar, y a medida que los años pasaron y la tecnología fue mejorando, se acercaron cada vez más a ese objetivo.
En una ya vieja tradición que tuvo sus inicios con Super Mario Bros. (1993) y que nos dejó producciones como Street Fighter (1994), Mortal Kombat (1995), Lara Croft: Tomb Raider (2001), Resident Evil (2002), Doom (2005) y la reciente Prince of Persia: The Sands of Time (2010), le llegó el turno a este videojuego de ser adaptado a la pantalla grande, aprovechando el éxito no solo de algunas franquicias de esta tendencia sino también de films de acción donde las persecuciones entre autos caros y tuneados son casi tan protagonistas como los actores. Y dado que este film fue uno de los que anticipamos en la review sobre este 1er semestre, mejorando incluso lo que hicimos con Robocop (2014) la semana pasada, hoy te batimos la posta, un mes antes del estreno. ¡Opa la la!
Vértigo… y no en la cola, precisamente.
Demás está aclarar que soy alto fan de los films Fierreros, y un gamer retirado, así que para mí asistir a este evento fue doblemente grato. En medio de una de las escenas mejor filmadas de la producción, recordé una conversación que tuve este verano con un amigo fierrero (?), el cual tiene una mala opinión sobre la saga Fast and Furious (a mi entender un gran exponente de este vicio), y se hace cargo de que todos los Fierreros como él la detestan. –“¿Porqué?”, pregunté yo asombrado… -“Bueno, porque no representan el espíritu fierrero, no son reales”, me respondió. Entonces, ante el apriete para que me dé un ejemplo de un film medianamente actual que sí represente ese espíritu, me tira Gone in 60 Seconds (2000), el insípido film del muerto de Dominic Sena que a pesar de tener un elenco plagado de estrellas como Nic Cage, Angelina Jolie, Giovanni Ribisi, Robert Duvall, Vinnie Jones y Will Patton no te la levanta ni con una infusión intravenosa de 500 miligramos de viagra. -Ah, claro... pensé yo en ese momento, -ahora entiendo: es muy real que un conductor se saque de encima un auto de policía con una bola de demolición, por supuesto. xD. Gracias, Sena querido, con ese apellido, la verdad, podrías haber hecho algo más digno… cuando quieras podes regresar tranquilo a dirigir comerciales de lencería y jabones o algún otro videíto para Janet Jackson. Nadie te va a extrañar demasiado en el mundillo del cine, zopenco.
En busca, justamente, de una mayor sensación de verosimilitud en las escenas de acción, DreamWorks Studios, la productora del film NFS, junto con su director, Scott Waugh, tomaron la decisión de filmar todo sin la utilización de CGI en la post-producción, y eso iba a significar que cada toma sería real. Si vemos algún vehículo realizar una maniobra imposible… bueno, pues no, imposible no: lo hicieron. Este es un valor agregado que probablemente nos va a negar un final que raya en lo absurdo como la secuencia del avión de Furious 6 (2013) pero que va a ganar en credibilidad, naturalidad y fuerza. Y una vez visto el film puedo decirles esto: la apuesta dio sus frutos.
Most Wanted
Y ya que lo mencioné, lo aplaudo, pero también les confieso mis miedos previos. Y con esto nos metemos ya de lleno en la película. ¿De quién estoy hablando? Del director, obviamente, Scott Waugh, un ávido doble de acción con más de 20 años de carrera en el rubro pero que tenía unos pésimos antecedentes en la labor detrás de cámara, siendo lo más destacable el film bélico Act of Valor (2012), una nefasta propaganda yanquie preparada para reclutar pibes al ejército, con un guión que raya en lo ridículo y unas actuaciones absolutamente olvidables, una basura de la cual lo único que podemos rescatar son los 5 minutos en los que aparece la preciosa Roselyn Sanchez. Algún tarado mental pensó que con estos antecedentes este tipo podía hacerse cargo de llevar adelante la adaptación de NFS… y tenía razón: lo hizo más que bien. El tarado soy yo, entonces.
La mejor palabra que se me ocurre para describir NFS es que es un film efectivo. Hace lo que tiene que hacer, cumple, va directo al hueso, sin vueltas, pero tampoco te tiene con los huevos en la garganta todo el tiempo. Es equilibrado pero no pierde el tiempo con estupideces que al espectador, en este caso, no le interesan: no hay escenas eróticas, ni largos diálogos psicológicos alrededor de una mesa ni duros momentos de introspección de un personaje. Esto no es Drive (2011), que es una preciosa película pero que no es fierrera. No, como era de esperar, NFS no tiene una trama compleja, apenas lo necesario para poder dar el marco adecuado a vertiginosas escenas de acción que te van a hacer arrancar los apoyabrazos del asiento. Y sin embargo, una elección inteligente del casting sumado a una dirección correcta le proporcionan el sustento necesario para que tampoco sea una Gone in 60 Seconds (2000) repleta de diálogos acartonados y personajes forzados y sin alma.
Y si sos un gamer fan del NFS, ahí tenés tu carrera que tiene como premio el resto de los autos de los perdedores, ahí tenés a la yuta detrás todo el tiempo, ahí los tenés a los pibes corriendo en medio de una ciudad, doblando a 200 km/h y colocando el auto en callejones imposibles, guiados en su mayoría por los mapas que proporcionan los GPS de última generación y los datos que aporta el soporte aéreo, ahí tenés la visual del piloto en 14.000 tomas distintas, tan llena de adrenalina que muchas veces atinas cerrar los ojos, ahí tenés el espectacular sonido ambiente recreado de forma tan real que mirás debajo de tu asiento para ver si no estás sentado encima de un V8 de 662 caballos de fuerza. Y como no es Fast and Furious, las picadas no se hacen en un entorno rodeado de altas perras al ritmo del último tema de Don Omar con autos que tienen un tuning fuera de escala, para nada: todo es mucho mas criollo, con los pies sobre la tierra. La tecnología está, sí, pero como soporte tecnológico para los datos que se necesitan saber de cada vehículo. De hecho, ninguno de los corredores en ningún momento del film utiliza nitro, un clásico de la saga de Diesel. Tuning hay, pero moderado, seguramente en pos de buscar despegarse de lo visto hasta ahora, dado que en las últimas ediciones del juego se hizo mucho hincapié en este tema. También pienso que la producción tuvo en cuenta los orígenes de este sub-género de acción, allá por los ’70, y muestra de eso es que en un momento en un auto-cinema se ve que están proyectando… Bullitt (1968), obviamente, la peli fierrera por antonomasia dirigida por Peter Yates y protagonizada por el inmortal Steve McQueen.
Fuel
- Maestro, aunque el argumento sea una poronga, tirame una línea… tengo que convencerla a mi jermu de que me acompañe.
- Pero claro que sí, campeón, no te sulfures. Ahí vamos.
Need for Speed (2014) nos narra la apretada situación económica en la que se ve envuelto el hombre de pocas palabras Tobey Marshall (Aaron Paul) tras la muerte de su padre, dado que tuvo que hacerse cargo de un taller mecánico con una hipoteca encima y bocha de deudas. Dicha p.i.m.e. es llevada adelante junto con sus amigos, quienes viven en una nube de pedos y ni puta idea tienen que están en rojo mal –aún cuando se la pasan jugando todo el día a la play, una clara muestra de que no hay laburo, k-pos-, y de repente surge la posibilidad de salir del pozo: solo tienen que poner en condiciones el 1er Shelby Mustang que el famoso piloto y diseñador Carroll Shelby armara mano a mano con uno de los descendientes de Henry Ford, el famoso Shelby GT500. La cagada de meterse en este asunto es que deberían involucrarse con Dino Brewster, un famoso piloto de IndyCar muy conocido en el pueblo por ser un tipo que siempre anda con negocios turbios entre sus manos, y que tiene cierta historia personal con Tobey… además de estar comiéndose a su ex-novia, Anita. Obviamente las cosas salen para el orto, y tienen consecuencias nefastas que cambiarán la vida del protagonista para siempre y lo marcaran a fuego, despertando en él un sentimiento de venganza que solo podrá apaciguar cuando tenga la oportunidad de patearle el culo a Dino en un mano a mano callejero. Es así como en un momento del film aparece el misterioso Monarch, un filántropo amante de los fierros que organiza una carrera ilegal anual con mucha chapa y la transmite por su programa de radio on-line, un personaje magistralmente caracterizado por un Michael Keaton prendido fuego que se roba el film a mano armada, y que aporta la cuota de mística que la cinta necesita para pasar a ser épica, dentro de su género. Si bien Aaron Paul pone lo suyo –que es mucho, y suficiente-, no nos vamos a encontrar con un personaje que se distancie demasiado del querido Jesse de Breaking Bad… y para colmo no dice bitch en ningún momento del film. ¡La puta madre! ¡Toda la puta película esperando que diga eso… y no! xD.
Pero por suerte sus amigos son personajes que, mal que mal, tienen algo de sustento, son entretenidos, están bien caracterizados y cada uno logra tener su momento, lo que ayuda a que el espectador se encariñe con todos. Incluso la insulsa –pero muy bonita- Imogen Poots [Filth (2013), Fright Night (2011)] aporta lo suyo, y aunque al principio nos cae para el orto, con dos o tres líneas nos termina ganando. A esta altura de la reseña los Fierreros me están queriendo apretar los testículos con una morsa porque aún no me explayo aunque más no sea un toque en los otros protagonistas del film, ¿no? Bueno, tranquilos, ya les mencioné que, dado que Ford es uno de los patrocinadores de esta producción, Tobey maneja gran parte de la película el Shelby GT500 modelo 2013, pero además podremos ver en acción a 3 Koenigsegg Agera de distintos colores, una Bugatti Veyron, un McLaren P1 y sobre todo al Lamborghini Sesto Elemento, dado que es el auto favorito de Dino, el villano de la cinta. Me anticipo en avisarles, eso sí, que algunas de estas obras de arte tendrán un nefasto final, así que aquellas almas sensibles tengan a mano un dexa-rhinospray o algún vasodilatador inyectable. Están advertidos.
Espero que lo que acaban de leer les haya servido para poder evaluar si vale la pena gastar unas cuantas decenas de pesos en la entrada este 13 de marzo. En lo que a mí respecta la pasé del re carajo en una función muy bien organizada a la que solo puedo criticarle el pequeño derrape al inicio entregando lentes 3D cuando la cinta no iba a proyectarse con esta característica técnica, un detalle casi sin importancia que no empañó en absoluto una grata experiencia, misma que no habría tenido problemas en costear… ahora que sé qué tipo de producción es, por supuesto. Nos volvemos a leer la semana que viene, acá, en Tierra Freak.