No te dejes engañar por el título de la reseña de este jueves, mi fiel lector, esta no es una entrada donde daré rienda suelta a mi delirio para reflexionar sobre los crossovers. No, esta vez he viajado en el tiempo para rescatar una romántica historia que amerita ser narrada en Tierra Freak, porque contiene todos los elementos de los cuales este sitio se nutre… y porque apenas la releí este verano no pude evitar volver a maravillarme con la misma. Bienvenidos a la historia de Lewis Padgett, también conocido como Lawrence O'Donnell o C. H. Liddell… todos seudónimos de la pareja de escritores de ciencia ficción conformada por Henry Kuttner y Catherine Lucille Moore. El crossover que traspasó las barreras de la ficción.
Cuando los mundos se cruzan
Siempre pensando en la variedad de lectores que nos leen, y teniendo en cuenta que no todos manejan las mismas terminologías, no puedo dejar de dedicar unas líneas a explicar brevemente que es un crossover. ¿Viste la película de los Avengers el año pasado? ¿Viste que ahí aparecen el Capi América, Iron Man, Thor y Hulk, todos personajes que antes habían tenidos sus propias películas? Bueno, eso, ni más ni menos. Un crossover es el cruce entre dos personajes –o más- que a priori pertenecen a distintos universos narrativos, pero que al protagonizar una aventura juntos, validan la existencia de un universo mutuo donde coexisten todos quienes integran esa historia. Rastrear el origen de este recurso narrativo –que tiene mucho de comercial y poco de creativo- es harto jodido, y en esta reseña tenemos una muy buena pista de cual podría ser su origen, pero es probable que la historieta y ese medio se peleen por este hallazgo, y sin duda alguna el comic americano puede jactarse de ser el medio que más ha explotado este recurso. No por nada cuando esta idea es trasladada al cine de forma seria y pretenciosa, los primeros resultados que fueron satisfactorios para la mayoría de los espectadores, y que cosecharon las mejores críticas, se dieron en un film que adapta una franquicia de un comic de la editorial Marvel Comics, la ya mencionada Avengers estrenada el año pasado.
Luna de Indianápolis
El californiano Henry Kuttner, amigo íntimo de Lovecraft al punto tal que colaboró con los Cthulhu Mythos, fue un escritor que vivió en la 1ra mitad del pasado siglo XX y que lamentablemente abandonó este mundo a la temprana edad de 42 años, en 1958, pero que pudo dejar su impronta antes de partir. El género en el que más cómodo se sentía era la ciencia ficción, pero también se desenvolvía muy bien dentro del terror más crudo y morboso y disfrutaba mucho de escribir historias de suspenso. Su habilidad como guionista radicaba en meter a sus personajes en las situaciones más artificiales que uno pueda imaginar, y sacarlos airosos de forma ingeniosa. Era un hombre tímido pero muy comprometido con el medio, y no dudaba en expresar su admiración hacia sus colegas. Es así como, involucrado dentro del círculo de lectores de Lovecraft (un grupo de personas que intercambiaban correspondencia con el afamado escritor de Providence y, eventualmente, también entre ellos), pudo ponerse en contacto con C. L. Moore, quien había creado a Northwest Smith, un tipo de fantasía de estilo Western, pero cuyas aventuras tenían lugar en el planeta Marte (un personaje que, vestido con un gastado uniforme de piloto e inseparable de su pistola de rayos, ha influido grandemente en muchos otros posteriores, como por ejemplo Han
Solo de Star Wars o Mal Reynolds, el capitán de la nave Serenity), y también a Jirel of Joiry, un romance de la época medieval lleno de magos y espadachines. Henry admiraba a estos dos personajes y escribió al Sr. Moore para decírselo. Cuál no sería su sorpresa al recibir una respuesta de la Srta. Catherine Lucille Moore, la cual vivía en Indianápolis, que devolvía la misiva expresando también su admiración por la obra de Kuttner. En cierto momento de su correspondencia, Henry sugirió la idea de una historia crossover en la que Northwest Smith conociera y tuviera un romance con Jirel. Catherine contestó que ambos personajes estaban separados millones de millas de distancia, aparte de siete siglos en el tiempo, ¿no? Kuttner no se caracterizaba por darse por vencido rápidamente, e insistió en esta idea, y sugirió la posibilidad de poder colaborar para llevarla a cabo. Es así como, en uno de los viajes que Kuttner se armaba por el país, se detuvo en Indianápolis para saludar a su amiga y colaboradora Catherine, y de paso poder cerrar esta historia. En total pasaron unos cinco días juntos cuando decidieron casarse, pero eso no era nada en comparación con lo que lograron al juntar a Jirel of Joiry y Northwest Smith, ¿no?
Amalgam in Real Life
Lo que siguió fue una estrecha colaboración entre ambos que dio innumerables obras. El trabajo en colaboración mutua abarcó los años ‘40 y ‘50, y la mayoría fue publicado bajo pseudónimos como Lewis Padgett y Laurence O'Donnell. La obra más reconocida o recordada de ambos fue la Gallegher series, que incluía historias como "The Proud Robot", "Gallegher Plus", "The World Is Mine", "Ex Machina" y "Time Locker", aunque también escribieron un cuento corto llamado “What You Need” que años después fue adaptado a un capítulo de la serie de t.v. The Twilight Zone.
Los dos reconocían que el motivo de trabajar juntos era que él lo hacía más rápido que ella, aunque algunas personas han dicho que ella fue autora de tres cuentos atribuidos a su marido, razón por la cual hay que ser cauto en este terreno. Sus estilos se complementaban bien: la mayoría de las veces él se encargaba de los argumentos y la acción mientras que ella se ocupaba de las descripciones y la ambientación. Así, si bien ambos habían escrito con anterioridad con cierto éxito, las obras realizadas en común resultaron ser mejores que la suma de ambos: las historias estaban salpicadas de humor e ideas novedosas pero escritas de forma muy sencilla. Sin embargo, el escritor y estudioso L. Sprague de Camp, que conoció bien al matrimonio, ha afirmado que su colaboración a veces era tan estrecha que, después de terminar una historia, era imposible determinar qué trozo había escrito cada cual. Evidentemente imaginaban y planificaban la historia a través de detalladas conversaciones, y comenzaban a escribirla, y cuando uno de ellos abandonaba la máquina de escribir, allí donde la había dejado el cónyuge retomaba el trabajo el otro, y así una y otra vez, hasta terminar la historia. La temprana muerte del amigo Kuttner dejó a la bonita Catherine viuda y un poco deprimida, y si bien pudo rehacer su vida sentimental unos años después, su producción bajó muchísimo y en los siguientes años no escribió mucho más que algunos guiones televisivos. Luego de que se volviera a casar, su vida transcurrió en el anonimato a partir de ese momento, apareciendo tan sólo en algunas convenciones de ciencia ficción en los ochenta hasta que muere el 4 de abril de 1987, víctima del mal de Alzheimer. Esta preciosa historia fue rescatada por quien escribe esta reseña gracias a la gentileza del groso de Julius Schwartz, quien en algún momento de su vida oficiara como editor de ambos. Y así sin más, me despido de ustedes, esperando volver a encontrarlos el Jueves que viene, acá, en Tierra Freak.