Cuando yo era un púber y comenzaba a recorrer mi camino como lector y coleccionista de historietas, existía un panteón olímpico de autores internacionales que estaba conformado por solo 3 escritores: Alan Moore, Grant Morrison y Neil Gaiman. El motivo por el cual estos tres artistas -y no otros- conformaban este podio era una concatenación de momentos por los que estaba pasando el medio a fines de los ’80 y principios de los ‘90, logros puntuales de cada autor y sobre todo lo que hoy llamamos “hype”, impulsado por la crítica especializada dentro y fuera del medio, ya que el hype generado por el público o los lectores en sí era difícil de verificar y comprobar sin la existencia de internet y las redes sociales. Pero en las charlas con los pocos amigos que compartían los gustos por este medio esos tres nombres no solo eran recurrentes, la sola mención de uno de ellos y alguna de sus obras trasladaba la discusión o el debate a un terreno “adulto”, o sea, la cosa se había puesto seria.
Con los años llega la sabiduría, y con ella algunos mitos terminan cayendo. Ese podio sagrado que duró al menos una década y media en mi vida fue poco a poco reemplazado por otro, un poco más visceral y pluralista, y mucho más ajustado a mis experiencias personales como lector. Moore y Morrison siguieron formando parte del mismo porque me he reencontrado con ambos autores infinidad de veces con material nuevo y viejo, y cada tanto me vuelven a maravillar con obras de la historieta que están por encima de la media y no pocas veces se transforman en indispensables de mi vida, por no mencionar que a una obra del primero le he dedicado ni más ni menos que cuatro entradas el año pasado, ¿no?
El que, al menos en mi caso, se terminó bajando del podio… es Gaiman, el escritor de la novela American Gods, la cual está teniendo en este momento una adaptación para T.V. que está siendo emitida por la cadena Starz y es producida y escrita por Bryan Fuller y Michael Green.
Me, myself and Gaiman
Gaiman, para los amantes del medio –de la historieta, no de la T.V.-, es un tipo complicado. Es un gran escritor, creo que en eso podemos ponernos todos de acuerdo. Es un escritor culto, muy culto, creativo, con muchas ideas interesantes que la mayoría de las veces están muy bien ejecutadas y logran calar hondo en nuestros corazones. Es un escritor muy sensible, también, eso me quedó claro desde pibe. Tiene una enorme afinidad por las mitologías, claramente, le fascinan las tragedias que incluyen a entidades que se nos figuran incomprensibles desde nuestro estatus de simples humanos, pero sobre todo le encantan aquellas historias que nos incluyen a nosotros como raza co-existiendo sin saberlo o sin comprenderlo del todo con este tipo de seres extraordinarios que la mayoría de las veces no se rigen por nuestras leyes ni se limitan a nuestra moral.
Y hay algo que como lectores de este medio tenemos que reconocerle a este veterano escritor inglés: muchas de sus obras trascendieron el medio y cuando cruzaron esa línea, del otro lado fueron aplaudidas y festejadas por un público que no necesariamente está abierto a aceptar que la historieta puede tener el mismo valor cultural que la literatura, la música o el cine.
Entonces, “criticar” a Gaiman se torna complicado cuando tenés a casi todo el mundo en contra. No es mi intención hacerlo y puntualmente no creo que sea un escritor que merezca algún tipo de crítica negativa alarmante por alguna de sus obras –aunque pienso que, por ejemplo, sus Eternals con Romita Jr. no son ninguna joya, ponele-, pero para un enorme sector de la sociedad, y sobre todo del fandom, bajar algunos escalones alguna de las obras de Gaiman o mostrarse poco interesado por su presente y futuro como guionista en alguna conversación es síntoma de un ignorante troll que está queriendo llamar la atención.
Yo tengo motivos puntuales por los cuales decidí, hace años, bajar a Gaiman del podio, y subir a muchos otros escritores que me han dado infinitas satisfacciones dentro de la historieta, tanto o más que las que este guionista me dio en su momento. Y es que Gaiman siempre me pareció un Alan Moore sin remate, y muchas veces sin alma. Allá donde el oriundo de Northampton lograba desarrollar personajes y conflictos memorables y épicos que me calaban los huesos, presentados con una lírica impecable, un planteo magistral y fresco y un desenlace inesperado la mayoría de las veces, Gaiman con las mismas herramientas y elementos similares construía impecables palacios de papel, preciosos e imponentes a primera vista pero que se derrumbaban con el primer viento fuerte. Muchas de sus historias más celebradas no lograron emocionarme al mismo nivel que al resto del público o la crítica, y sin demasiado esfuerzo encontraba inconsistencias en el desarrollo de las tramas, y en muchos caso me pasaba que directamente no podía empatizar con uno solo de los personajes que llevaban adelante la hisoria, aunque quizás sí con algún personaje secundario. La mayoría de las historias que leí de Gaiman me hablan de seres y experiencias tan alejadas de mi existencia y tan carentes de humanidad que me cuesta poder identificarme con las mismas, aún cuando las disfruto y me entretienen.
Pero probablemente el motivo que más me llevó a bajar a Gaiman del podio sea su poco compromiso con este medio que amo y disfruto todos los días: la historieta. Al amigo Neil no le gusta demasiado ensuciarse con barro, eso lo sabemos todos. Incluso Moore, con sus aires de escritor superado pseudo-elitista, tiene 4 veces más producción que Gaiman dentro de este medio, y sin llegar al extremo de Morrison, de todos modos es un artista que está constantemente produciendo material nuevo, generalmente para editoriales independientes. Gaiman en cambio no, él siempre está en algo, pero ese “algo” casi nunca incluye un guión para la historieta… y claro, cada vez que sale algún comic nuevo con su firma, aaaaaaaaah bueeeeeeeeeno, es como una revolución por todos lados, ¡¡¡por fin el tipo se dignó de nuevo a escribir un comic!!! ¡¡¡Ojito que sale algo nuevo de Gaiman, loco, este año sí que la vamos a pasar de maravillas ahora que el tipo accedió a bajar a nuestro nivel y volver a este medio, man!!!
Puede que esté exagerando un poco las reacciones cuando se anuncia un nuevo comic de Gaiman, pero en algún punto se siente así. Eso no quita que con lo que produjo y la influencia que muchas de sus obras tuvieron en nuestra cultura, amerite prestarle atención a sus siguientes proyectos, aún cuando los mismos no necesariamente tengan que ver con el comic book.
Mitologías Ruteras
En esta oportunidad nos encontramos con una novela que definitivamente no pasó desapercibida. Ganó el prestigioso premio Hugo a mejor novela en el 2002, el premio Nebula en el 2003 en la misma categoría y no conforme con eso el premio Locus a mejor novela de fantasía en el 2002, una categoría en la cual años anteriores se alzaron con el mismo premio los libros A Game of Thrones (1997), A Clash of Kings (1999) y A Storm of Swords (2001) de George R. R. Martin, y Harry Potter and the Prisoner of Azkaban (2000) de J. K. Rowling. También ganó como mejor novela en los no tan conocidos y prestigiosos premios entregados por la SFX Magazine, y consiguió la misma victoria en los Bram Stoker Awards, además de estar nominada en la misma categoría en otros tantos premios, lo cual nos da a entender que, al menos desde el lado de la crítica, probablemente ésta sea una de las novelas más celebradas de Gaiman.
Además, el amigo Neil utilizó las posibilidades que ya otorgaba internet en esos años previos a la publicación de la novela para ir volcando en un weblog el proceso de escritura y desarrollo de la misma día tras día, además de contar los pormenores de la promoción, anticipar detalles del diseño de portada y revelar otros tantos ricos detalles que lograron acercar un poco más a los fans del autor con su obra en construcción, y por supuesto funcionaron como un amplificador de las expectativas de todos aquellos que acompañaron virtualmente a Gaiman en todo este camino, potenciando la experiencia de cada uno de ellos cuando finalmente pudieron tener el libro en sus manos. Tengo un amigo que, gracias a esta ingeniosa maniobra de marketing, prácticamente cree que escribió el libro codo a codo con Gaiman, ni más ni menos. xD
Teniendo en cuenta el volumen de la obra, sobre todo cuando la misma fue ampliada en 12.000 palabras más para unas ediciones limitadas que se publicaron en el 2011 para festejar el décimo aniversario de la primer edición, el formato ideal para poder adaptarla a otro medio es la televisión, como lo es también para casi cualquier obra de la literatura que incluya una historia épica que involucre un largo viaje recorriendo distintos y exóticos lugares, así que, de buenas a primeras, somos muchos los que festejamos que esta vez la adaptación vaya hacia ese medio.
Y ya puestos de lleno en la adaptación, que Bryan Fuller sea uno de los showrunners es una grata noticia, sin duda alguna. Para el que no lo conozca, este escritor y productor televisivo fue el responsable directo de los shows Dead Like Me y Pushing Daisies, que si bien no supieron dejar una huella en el medio son recordadas por haber sido propuestas muy refrescantes y con un exquisito sentido de la estética. Más recientemente, Fuller fue uno de los máximos responsables de la magnífica Hannibal, que tuvo un corto recorrido de solo 3 pequeñas temporadas pero suficiente para popularizar la figura del multifacético Mads Mikkelsen, probablemente uno de los pocos actores que podía llevar adelante con éxito el desafío de ponerle la piel al excéntrico Dr. Hannibal Lecter y hacernos olvidarnos por completo que este personaje fue caracterizado e inmortalizado en el cine por Anthony Hopkins. A la extenuante labor de darle vida en formato televisivo al libro de Gaiman se le suma también Michael Green, otro productor y escritor de este medio que estuvo involucrado en los shows Everwood, Smallville, Sex and the City y Heroes, y más recientemente es uno de los que ayudó a pulir el guión de la última película de James Mangold, Logan (2017), no sé si les suena de algún lado. Además, Green tiene los créditos en guión de los comics Batman: Lovers and Madmen (2008), con arte de Denys Cowan, Superman/Batman: The Search for Kryptonite (2008) y Superman/Batman: Finest Worlds (2009), ambos con dibujos de Mike Johnson. Hay equipo, una vez más.
¿Y de qué va entonces American Gods, y qué tal estuvo este reciente piloto?
Bueno, el objetivo de esta entrada es que se ceben un poco con el backup-story que esta novela y esta serie para televisión tienen y comparten, no así spoilearles demasiado de la trama para que no pierda su efecto sorpresa. Basta con decir que el protagonista es un ex-convicto, Shadow Moon, el cual recibe la notificación de que va a ser liberado unos días antes de lo que él esperaba porque su mujer ha fallecido trágica y repentinamente. De ahí en adelante, Shadow hará todo lo posible para llegar a tiempo al entierro de su esposa, y en el camino conocerá a un personaje singular, Mr. Wednesday (Sr. Miércoles), el cual le ofrecerá un trabajo como guardaespaldas.
Shadow descubrirá algunos detalles entre escabrosos y dolorosos sobre el deceso de su amada esposa, los cuales puede que lo inclinen a aceptar la oferta que en un principio rechazó sobre esa posibilidad de trabajo, y se encontrará con que llevar adelante esta tarea podría poner en riesgo no solo su salud física sino también sus creencias y su fe.
American Gods, la novela, es un libro que habla mayormente sobre eso, sobre la Fe. La fe en todas sus facetas y con todas sus aristas, la fe a través del tiempo y la fe como es leída hoy. La fe en convivencia con la tecnología actual y la fe como herramienta de manipulación social, pero también la fe como un arma o una defensa contra amenazas que están más allá de nuestra comprensión.
American Gods es, también, la visión que tiene Gaiman de ciertos ritos y lugares norteamericanos que no son tan conocidos y visitados por la cultura popular, yuxtapuestos con creencias orientales o nórdicas, en muchos casos. O sea, es Gaiman en su salsa, Gaiman haciendo lo que más le gusta y lo que mejor le sale. Es casi imposible que un fan de este artista no disfrute de esta novela, porque tiene todos los elementos que han identificado las obras más recordadas y festejadas del mismo, pero además, American Gods es una preciosa y bizarra Road Movie hecha novela que tiene poco que envidiarle a la Fear and Loathing in Las Vegas: A Savage Journey to the Heart of the American Dream (1972) de Hunter S. Thompson, aunque, claro está, la obra de Gaiman tiene menos lisérgia y más mitología.
El piloto de Starz que pudimos ver hace unos días es apenas correcto como adaptación, pero muy entretenido como serie de T.V., y sobre todo muy prometedor. En poco menos de 5 minutos los showrunners se comieron cerca de 50 páginas del libro, lo cual provoca un efecto de rechazo casi inmediato en aquellos que leímos la obra original, pero si transitamos el capítulo con la mente abierta confiando en las decisiones que tomaron los autores no va a pasar demasiado hasta sentir que realmente estamos disfrutando de este viaje. Ayuda muchísimo que haya actores de la talla de Ian McShane (Deadwood) o Pablo Schreiber (el inolvidable Nick Sobotka en The Wire y más recientemente el George "Pornstache" Mendez de Orange Is the New Black) poniendo lo mejor de sí para componer papeles muy carismáticos, y la promesa a futuro de participaciones de genios de la vida como Crispin Glover [Back to the Future (1985), Charlie's Angels (2000), Charlie's Angels: Full Throttle (2003), Alice in Wonderland (2010)], Gillian Anderson (Scully en X-Files, maestro…) o Peter Stormare (John Abruzzi en Prison Break) no hace más que aumentar las expectativas sobre lo que se viene.
Hay un par de escenas que hacen a este episodio un capítulo memorable: una de ellas gira alrededor del intercambio de diálogos ingeniosos y muy bien escritos entre el protagonista caracterizado por Ricky Whittle y el leprechaun que compone Pablo Schreiber, y la otra, la cual imagino ocupó los titulares de muchas de las reseñas sobre este capítulo, es la que tiene como eje un coito muy particular de la Diosa Bilquis, el cual le da un nuevo sentido a la frase “final feliz”.
En una grilla saturada no solo de buenos productos sino también de adaptaciones de libros y comic books, estoy absolutamente convencido de que no darle una oportunidad a American Gods es privarse de un producto que además de entretenerlos mucho va a dar que hablar a la prensa y puede que genere el suficiente ruido como para que comience a destacarse, sino por su calidad al menos por los controversiales temas que aborda. Nos volvemos a leer la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.