En el país en el cual está alojado este sitio, Argentina, ésta es una semana muy particular, dado que promediando la misma, más precisamente el día de ayer, los medios y gran parte de la población concentraron sus esfuerzos en promover una medida de fuerza auto-impuesta por un sector de la población, mayoritariamente femenino, elevando un reclamo a la sociedad en su totalidad, y poniendo nuevamente la lupa en el incremento –según datos ofrecidos por distintos movimientos identificados con esta causa- de situaciones de violencia de género y crímenes derivados de esta alarmante problemática que no parece tener fin y continúa manifestándose una y otra vez a pesar de los innumerables intentos de concientización de los que hemos sido testigos, mudos en la mayoría de los casos. Testigos mudos, sí.
Siendo así, me pareció este jueves como el día idóneo para acercarles a ustedes una entrada sobre un comic pequeño, independiente, norteamericano, de solo 24 números, que comenzó a publicarse en mayo del 2005 y concluyó en abril del 2007 bajo el sello Image –para variar-, y que guarda una relación muy fuerte con muchos de los temas que estas problemáticas abordan, pero desde una perspectiva muy original y fresca, y con el aliciente de que la historia que transcurre en sus páginas está enmarcada en un relato de suspenso, terror y ciencia ficción.
Herencia Pop
Los creadores de Girls, el comic que protagoniza la reseña de hoy, son dos hermanos que se presentan artísticamente como los Luna Brothers, y responden a los nombres de Jonathan y Joshua Luna, y en esta serie puntualmente, muy al estilo de lo que hicieron otros hermanos, los Duffer, cuando desarrollaron para Netflix el show Stranger Things, tomaron elementos de un puñado de íconos culturales para darle forma a una historia poderosa que no deja de sorprender en cada número, con la diferencia de que en este caso los homenajes o referencias son un poco más sutiles.
De hecho, el elemento que a primera vista se figura como el más obvio, y que seguramente muchos geeks de pacotilla señalarán como un “robo”, es uno muy similar al que utilizó el maestro Stephen King para una de sus novelas, misma que tuvo hace unos años una versión televisiva… sí, lástima que la historia de los Luna es del 2005 y la novela de King del 2009, 2 años después de finalizado el comic en su totalidad, pero bueno, que se yo, ¿no? Cof cof, infelices.
Sin embargo, la dinámica de grupo y la forma en la que es generada y desarrollada tiene su co-relato en comics como The Walking Dead o series de T.V. como Lost, y algunos elementos puntuales relacionados con la ciencia ficción y cierta violencia extrema, al menos a mí, me remiten al Manga Gantz, de Hiroya Oku. El diseño de personajes y la narrativa general de la serie también me recuerdan levemente a este manga que acabo de mencionar, así como la enorme cuota de misterio que se cierne sobre los elementos sobrenaturales, pero por suerte la narrativa de Girls es muchísimo más ágil y entretenida que la de la obra de Oku, que pasado los 15 tomos iniciales comienza a tornarse densa y reiterativa.
Lo más refrescante que tiene Girls como propuesta es que te engaña todo el tiempo, y siendo honestos, son pocos los comics, incluso en Image, que pueden elevar esa característica como valor agregado. La capacidad de asombro del lector es constantemente puesta a prueba, sobre todo en los finales de la mayoría de los números, y la excitación que provocan los cliffhangers, convenientemente ubicados para desesperar al lector cada vez más y dejarlo de rodillas rogando por el próximo capítulo solo se puede comparar con, una vez más, los mejores momentos de la serie Lost. A medida que Girls avance comenzaremos a encariñarnos con los habitantes de ese pueblo condenado, aún con los que son miserables o despreciables, solo por la sencilla razón de que son humanos, y entendemos a la perfección los disparadores de sus acciones desesperadas.
Una mujer desnuda y en lo oscuro.
Muchas apreciaciones personales pero pocos datos sobre la trama de esta serie. Calmaos, que aquí se las entrego.
Ethan Daniels es un joven laburador de clase media que hace algunos años tuvo la buena fortuna de cruzarse con un poblado denominado Pennystown en un momento particular de su vida en el que necesitaba desesperadamente algo de paz y tranquilidad, y decidió aprovechar esta buena señal y quedarse a vivir en el mismo. Esta comunidad de no más de 70 personas lo recibió con los brazos abiertos, seguramente porque nada en él evidenciaba la presencia de un “mal elemento” perjudicial para la misma: un muchacho de apariencia normal, amable, predispuesto al trabajo, con un perfil bajo idóneo para inmiscuirse lo suficiente como para conseguir lo que necesita para seguir adelante, sin comprometerse demasiado con nada ni nadie. Tanto es así que incluso tuvo la oportunidad de poder relacionarse con Taylor, un joven y bella mujer, y lo hizo, al punto tal que incluso terminaron viviendo juntos, al menos por un año. La relación no prosperó más allá de ese tiempo, y Taylor tomó sus cosas y se fue, y no volvió a dirigirle la palabra a nuestro protagonista, y de este hecho han pasado ya 6 meses.
Cuando comienza el relato, Ethan sale a despejarse luego de un desencuentro incómodo en su lugar de trabajo –el único supermercado del poblado- con una sexy cliente que estaba comprando algunas cosas antes de regresar a la casa de sus padres, a los cuales está visitando. Esa noche, en un bar, luego de tomar unas cervezas con su único amigo, Merv, un par de situaciones que Ethan malinterpreta terminan desencadenando dentro suyo la explosión de algunos sentimientos reprimidos, y afloran de él una serie de desafortunados comentarios que bien podrían salir de la boca de una persona misógina, a los gritos, ganándose con ese accionar no solo una trompada de una de las mujeres víctimas de sus insultos sino también la expulsión, por la fuerza, del establecimiento, gracias a un par de patadas en el orto que le proporciona el asistente del Sheriff, Wes, única autoridad policial presente en Pennystown en estos días.
Enajenado, nuestro “héroe” toma sus llaves y se introduce en el auto para dirigirse a su casa, no sin antes ser testigo, al igual que el resto de los presentes, de un sonido tremendo análogo a una explosión de origen desconocido, y la inmediata ruptura de muchos vidrios. En la ruta que lo terminará llevando a su hogar se cruza con una preciosa mujer completamente desnuda, a la cual casi atropella, y cuando detiene su vehículo para acercarse a la misma descubre que está herida en el hombro, y en pocos segundos pierde el conocimiento y cae rendida a los brazos de Ethan. Como era de esperarse, el muchacho, ni lerdo ni perezoso, la acomoda en su auto y la lleva a su domicilio, en el cual le proporciona de una bata y algo de comer. Unos instantes después una cosa lleva a la otra, y Ethan y esta extraña mujer que parece no comprender el inglés pero claramente está habilitada para poder repetir frase cual loro, terminan teniendo relaciones sexuales, sin absolutamente ningún tipo de protección, un detalle no menor para los eventos que se irán desencadenando.
Hasta acá, palabras más, palabras menos, lo que sucede en el 1er número y parte del 2do. Una mujer misteriosa que no conoce el idioma inglés y tampoco parece poder comunicarse en otra lengua, y que es perseguida por un granjero y su hijo, quienes ya lograron herirla en el hombro. Un hombre que producto del alcohol pierde todo tipo de credibilidad delante de gran parte del pueblo en el que vive, una ex que evidenciará que no estaba todo cerrado con nuestro protagonista, y un policía estricto y demasiado recto, que oficiará como único reducto de seguridad cuando las cosas comiencen a levantar temperatura. Con lo que acabo de describir algunos podrían hacerse, quizás, una idea de hacia donde va a ir el relato… puedo asegurarles que se equivocan. Si, es cierto, la mujer tiene ciertas reminiscencias a Sadako Yamamura, la protagonista de parte de la serie de películas de terror dirigidas por Hideo Nakata, por la forma intempestiva en la que aparece y por la falta de comunicación, no así por la belleza que proyecta, algo que no se condice para nada con el aborrecible personaje de Nakata, pero esta “Girl” participante del comic de los Luna claramente no es un fantasma.
Girls es una odisea épica de supervivencia protagonizada por un puñado de personas “normales” que han pasado gran parte de su vida en Pennystown y es probable que estén asistiendo a la destrucción del mismo. Un puñado de personas que, por otro lado, al ser vecinos, creen conocerse, pero descubrirán que los seres humanos actuamos de forma sorpresiva en los momentos de crisis, perdiendo muchas veces el sentido común y dejando que afloren los sentimientos más viles y egoístas. Girls está repleto de capas, capas que van separando los entramados sobrenaturales pero además las capas de evolución de muchos de los personajes… de los que logren sobrevivir a los horrores que les esperan, al menos.
Lo absolutamente genial de Girls es que presenta un escenario idóneo para que los Luna puedan explayarse sobre una decena de temas, y en 24 números puedan tocar prácticamente todas las aristas de cada uno de ellos. La trama del comic suele redundar en la violencia de género, de una manera sorpresiva y a la vez obvia, al comienzo, y a medida que avanza la saga mostrando algunas consecuencias de esta problemática. Pero sobre todo esta historia habla de las relaciones, y lo compleja que se van tornando con el correr de los años. Las relaciones fraternales, las de padres e hijos, las relaciones de pareja, obviamente las relaciones de amistad y vecindad, la relación que algunos tienen con Dios, la relación que tenemos como sociedad con las fuerzas de seguridad, todas y cada una de ellas son explotadas y expuestas de forma visceral, aportando su granito de arena para nutrir a la trama de todos los elementos necesarios para complejizar el relato dentro de estándares que podamos manejar y que nos resulten conocidos a los lectores, sino por experiencias propias al menos por las vivencias de quienes nos rodean. Todos los conflictos nos van a resultar “familiares” pero no por eso la resolución de cada uno de ellos será predecible, porque al fin y al cabo las decisiones son tomadas por seres humanos falibles, llenos de miedos y dudas, muchos de ellos resignados a una vida miserable y atrapados en relaciones tóxicas que logran evidenciar ante la posibilidad de la muerte.
Por encima de esto, que considero es el alma de “Girls”, está el componente de ciencia ficción –sutil- y sobre todo los elementos de suspenso y terror que adornan la trama, los cuales serán causantes de la mayoría de los cliffhangers que tendremos al final de cada número, y que en no pocas escenas dispararán situaciones de extrema violencia gráfica. Lo absolutamente maravilloso de los Luna es que han sabido presentar tanto los momentos de erotismo como estas explosiones de violencia desencadenada de manera tal que ni unos ni otros desentonan con el resto del relato, y jamás son “protagonistas” de la trama, apenas uno más de los elementos que decoran la misma.
“Girls” es una aventura sórdida, tan extraña como familiar, que invita a la reflexión y no por eso deja de entretener y sorprender, narrada por dos artistas que claramente comparten una profunda conexión que les permite abordar y desarrollar esta trama de una forma muy personal, transformando esta obra casi en un comic de autor. Nos volvemos a leer la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.