jueves, 11 de septiembre de 2014

Rescue Me - La Columna de Logan.



Así como la década del ’90 comenzó el martes 24 de septiembre de 1991 con la salida al mercado del disco Nevermind de Nirvana, el nuevo siglo se inauguró también un martes, la mañana del 11 de septiembre del 2001, cuando los vuelos comerciales American Airlines Flight 11 y United Airlines Flight 175 se estrellaron contra las Torres Gemelas del complejo World Trade Center de la ciudad de New York, en un ataque terrorista combinado que acabó con la vida de casi 3.000 personas. Este suceso histórico moderno rivaliza en importancia con la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 (mismo que marcó el final de la guerra fría), y tuvo consecuencias que hoy, 13 años después, todavía estamos sufriendo. Dicho esto, hubo infinidad de material de archivo y en formato documental, literario y de ficción multimedia que años después de una u otra forma hizo referencia al 9/11 directa o indirectamente, pero a mi entender ninguno tuvo tanto espacio y tiempo como para poder hacernos llegar a nosotros, los espectadores (en este caso televidentes), la magnitud de lo ocurrido y las secuelas que dicho ataque dejó en la sociedad norteamericana y sobre todo en los habitantes de New York como la serie que tengo el placer y el privilegio de reseñar hoy. Rescue Me, durante 7 años y 93 episodios fue, a mi entender, un buque insignia sobre este nuevo siglo que estábamos estrenando, aún cuando nunca fue un fenómeno de masas como Lost ni tampoco objetivo de elogiosas y exageradas críticas por parte de la prensa especializada como Breaking Bad. Sin embargo, la maestría que demostraron los realizadores de este show al combinar tan diversos y exóticos ingredientes generando reacciones en cadena que potencialmente podían destruir su propio producto, jugando con los límites y los extremos en todas las áreas que la serie abordaba, la posiciona entre uno de los mejores shows que dio la televisión U.S.A. a mediados de la década pasada, y el que mejor supo llevar el estigma del 9/11 sin abusar del mismo y tocando las teclas correctas. Por eso, hoy, 11 de septiembre, me cabe invitarlos a que, de la mano del genio de Denis Leary y con un whiskacho de por medio nos adentremos en los pormenores de este formidable show.


C'mon C'mon

¡¿Quieren saber de qué tamaño son mis bolas?!”, pregunta el bombero Tommy Gavin caracterizado por Denis Leary, dirigiéndose a una clase de reclutas. “¡Mis bolas son más grandes que dos de sus cabezas encintadas juntas! Estuve metido en infiernos que harían que ustedes se cagaran encima. En las afueras, en el centro, en el Harlem, en Brooklyn… pero no llevo medallas, imbéciles, porque no soy ningún héroe. Soy un Bombero. No estamos acá para fabricar héroes sino más bien para descubrir cobardes, porque eso es lo que son si no soportan la presión. Cobardes. Y en el cuerpo de Bomberos de New York no hay lugar para cobardes. Manga de maricas, será mejor que no los asignen a mi parque, porque yo ya lo vi todo. Conocía a 60 hombres que dieron sus vidas en la zona cero. Sesenta. Cuatro de ellos de mi parque. Vito Costello, lo encontraron casi entero. Ricky Davis, lo encontraron casi entero abrazado a una ciudadana. Bobby Vincent, encontraron solo su cabeza. Y mi primo, Jimmy Keefe, mi mejor amigo. ¿Saben que encontraron de él, lo que pude devolverles a sus padres? Un dedo. Eso es todo lo que quedó de él. Un dedo. Esos cuatro hombres eran mejores seres humanos y mejores bomberos de lo que ustedes serán nunca.

Así comienza Rescue Me, amigo. Cerremos todo, el último que apague la luz. Una introducción que es una declaración de principios en sí, y que encierra todo lo genial que tiene la serie: el tono de sus diálogos, la utilización del humor en forma de humillación y cargada, el drama que atormentará a su protagonista, los fantasmas con los que los sobrevivientes tienen que convivir y el peligro al que deberán enfrentarse en casi todos los capítulos estos bomberos. ¿Cuántas series viste que en 2 minutos iniciales de diálogos puedan pintarte todo lo que te van a entregar? Esa capacidad para cautivar y sorprender con muy poco es una de las cosas que terminó haciendo a Rescue Me tan especial. Creo que casi lo único que queda afuera de esta introducción son las adicciones, otro gran elemento protagonista de la misma, pero podemos dar por sobreentendido que tipos que vieron morir a sus mejores amigos de forma brutal y dramática en el corazón de New York durante el mayor ataque terrorista que sufriera este país en su propia tierra claramente van a terminar volcándose a la bebida o a otras drogas menos legales y mas fuertes para poder convivir con el dolor que los recuerdos de esa mañana les generan todas las noches.

Escalera 62

Así entonces, el leitmotiv de Rescue Me gira alrededor del protagonista de la serie, el descendiente de Irlandeses Tommy Gavin, magistralmente caracterizado por Denis Leary [el Capitán Stacy en la nueva saga arácnida The Amazing Spider-Man], un bombero católico malhumorado, autodestructivo, hipócrita, manipulador y alcohólico que sufre de alucinaciones recurrentes en las cuales aparece su primo muerto mencionado más arriba, Jimmy Keefe (al cual, con el tiempo, se le van sumando otros fantasmas), y que lucha por huirle al suicidio y mantener a su familia de pie y a su lado. Cuando comienza la serie, Tommy está ya separado de su esposa –pero no divorciado- viviendo solo en algo que algunos calificarían como un aguantadero de soltero, y demuestra conservar aún sentimientos fuertes hacia su mujer y una animosidad por recuperar su compañía y volver a estar junto a su familia, aún cuando se sigue acostando con la viuda de su primo. Con este prontuario, poco podrían, al menos por lo que estoy describiendo, ponerse del lado de Tommy en el show, pero lo cierto es que la serie no te pide en ningún momento que lo hagas. De hecho, tal y como años después lo vimos en Breaking Bad y casi una década antes lo habíamos vivido en The Sopranos, Rescue Me es una de esas series geniales que si fueran un comic americano superheróico los protagonistas automáticamente recibirían la etiqueta de anti-héroes, esa estúpida denominación noventosa que la industria tuvo que imponer para dar sentido a ciertos personajes que se corrían 15º del curso de acción esperado por un Héroe. La realidad es que tanto Tommy Gavin como Tony Soprano y Walter White son personajes de carne y hueso, y eso es lo que a muchos les jode o les hace ruido. Amén de que forman parte de un universo ficcional, son personajes que se ven envueltos en problemas que nos son ajenos porque provienen de un entorno que no nos es familiar, y toman decisiones en consecuencia, la mayoría de las veces por el bien de sus seres queridos, que en los tres casos es una familia, la cual muchas veces encima avalan dichas acciones. Y al final del día, además, el que se tiene que meter en un edificio en llamas jugándose la vida para salvar a unos ignotos inconscientes que seguramente por estar drogados o pasados de rosca con el alcohol terminaron provocando un incendio… es Tommy, la puta madre.

Pero me fui por las ramas, la incorrección política de Rescue Me es, claramente, otro de los atractivos de la misma, pero no el único, y si bien el peso del protagónico de la serie recae en Tommy y su familia, además hay un enorme y muy nutrido universo de personajes secundarios que le dan color y calor a la misma. El abanico de secundarios tiene su base en los hombres que acompañan a Gavin en su “parque”, los cuales responden al número del camión principal que tiene la misma, el 62, conformados por el lugarteniente Kenneth "Lou" Shea, el cocinero del equipo y la mano derecha de Tommy tanto en el laburo como en la vida fuera de él, Franco Rivera, el latino metrosexual, Sean Leslie Garrity y Mike Silletti, dos retrasados mentales que llegaron tarde a la repartija de neuronas y son un claro ejemplo del pésimo nivel de educación que tienen los jóvenes de clase media yanquies, y Jerry Reilly, otro veterano cascarrabias un poco más viejo que Gavin y Shea. Las vidas personales de cada uno de ellos serán protagonistas de chistes, cargadas y dramáticas charlas o discusiones, muchas veces interponiéndose en sus labores, cuando no atravesando tangencialmente a la compañía, y llegando a poner en riesgo el trabajo de todos. Ante algunas lamentables bajas o deserciones, a medida que la serie avance se incorporarán nuevos compañeros, como por ejemplo el sobrino de Gavin e hijo de su primo fallecido en el 9/11, Damien Keefe, o Bart "Black Sean" Johnston, un grone que terminará saliendo con la hija mayor de Tommy, a costa de su salud física y mental. Lo importante, de todos modos, amén de las singularidades de cada participante de este drama, es el mensaje de compañerismo y camaradería que se transmite desde este trabajo, sin el cual estas personas no podrían hacer bien su laburo. Como lo dejan en claro más de una vez en el show, excepcionalmente con el costo de vidas humanas no-civiles como prueba, si cada uno de estos tipos no puede confiar su propia vida en las manos de sus compañeros directamente ni se bajan del camión.

Otra copa, cantinero

Ya que las he mencionado antes, las vuelvo a citar: ¿Qué separa a Rescue Me de shows como Breaking Bad o The Sopranos? Dos cosas puntuales, y dos motivos más que la hacen única y digna de ver por aquellos que aún no la conocen. El primero: el legado del 9/11, que en el caso de esta serie no pretende abrir un debate –remanido ya- sobre la naturaleza de la génesis de estos atentados. Para eso pueden rastrear y conseguirse el libro del periodista francés Thierry Meyssan, La Terrible Impostura (ningún avión se estrelló contra el pentágono) y punto. Con todo lo que se dijo sobre el tema, oficial y no oficial, con y sin pruebas, puedo asegurarles que en ese único libro se resume absolutamente todo lo que necesitan saber sobre la política interior y exterior de U.S.A. los años previos al ataque, y todo lo que concierne a los mismos, además de lo que sucedió las semanas posteriores. No, Rescue Me va por otro lado, e incluso asombra porque la forma en que aborda este tema es tan natural y coherente que a nadie se le ocurriría exigirle una bajada de línea también ahí. El show se encarga de mostrarte las secuelas de este ataque, psicológicas, físicas, estructurales y sociales. Los miedos y las paranoias generados a partir del mismo en la población civil, pero también los vínculos que el estado tuvo que fortalecer y renovar con las fuerzas de seguridad y orden que acudieron a las llamadas de alerta esa mañana, y como se fue dando esta construcción. La relación entre el estado y las familias afectadas, ya sea de civiles o de policías o bomberos, el manejo –y muchas veces la ausencia- de las pensiones por deceso o jubilaciones por discapacidad, los códigos propios de una hermandad que fueron puestos a prueba en los escuadrones de bomberos cuando el estado no respondió como corresponde, los aprietes de los gremios a favor o en contra de los intereses de las víctimas… Rescue Me se encargó, en esos 7 años, de armar un lienzo gigantesco repleto de casos paradigmáticos y ejemplificatorios interconectados productos de las secuelas del ataque, para que uno, como televidente, tome consciencia de la gravedad del mismo, a nivel humano. Estoy seguro –y de hecho puedo dar fe de que es así- que existen historias similares en nuestro país producto de los atentados a la Embajada de Israel el 17 de marzo de 1992 y a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) el 18 de julio de 1994, los cuales sumaron 114 muertos y más de 542 heridos, que si bien están lejos de las casi 3000 personas muertas el 9/11, de todos modos conectan con nuestra historia y pueden calar hondo cuando uno hace la correspondiente trasposición.

El otro motivo que identifica a Rescue Me es el humor, siempre presente y también dueño de una incorrección política que muchas veces roza el buen gusto. La maestría de Denis Leary y Peter Tolan (creadores de la serie, escritores y productores ejecutivos) radica en poder sostener la verosimilitud del relato aún cuando lo descrito raya lo absurdo, enfatizado muchas veces por sólidas actuaciones dictadas por soberbias líneas de diálogo donde sobresale una búsqueda del mal llamado “chiste fácil” que a veces sirve como órgano descontracturante y otras solo está para entretenernos un poco. Solo de esta forma uno puede reírse y hasta ser cómplice de estos bomberos casi borrachos que sacan a pasear a un compañero cuadripléjico a un bar de mala muerte y lo terminan usando como cebo para levantarse minas por lástima. Y el humor aflora en todo tipo de momentos: donde más se manifiesta es, obviamente, en la mesa central del cuartel donde los pibes se juntan a comer, pero también lo vemos cada vez que los bomberos se cruzan con los policías, o incluso dentro de ciertas situaciones conflictivas familiares de los parientes cercanos y lejanos de Gavin. Tommy, como buen Irlandés que es, forma parte de un linaje de borrachos, machistas, tránsfugas, apostadores, vividores y malhablados, y si bien suele hacerse eco de ciertos códigos y de su educación estrictamente católica, ambas cuestiones serán puestas a prueba muchas veces, teñidas por el drama pero siempre matizadas con pizcas de humor, aunque más no sea negro. 

Obviamente, con un show con estas características, y en un momento en el cual la televisión yanquie estaba asentado lo que hoy ya es una norma, Rescue Me no fue ajena a repudios y feroces críticas de los sectores más retrógrados de la sociedad yanquie, e incluso estuvo a punto de ser censurada y levantada del aire. Uno de los momentos de mayor polémica fue una escena en la cual el buenazo de Tommy no tuvo mejor idea que forzar a su mujer a que tuviera sexo con él, algo que podría haber sido entendido como una violación si no fuera porque en medio del acto forzado la mujer comenzó a disfrutar del mismo y se entregó al goce, motivo que de todos modos disparó la crítica de que los productores estaban validando la fantasía de los violadores de que ellas –las víctimas- también la pasan bien durante el acto sexual no consentido.

Lo cierto es que este tipo de giros, sin el contexto adecuado, podría llegar a ser motivo de queja, pero ese nunca fue el caso de Rescue Me, que además de lo que ya he mencionado tuvo algunas sorpresas entre los actores invitados que tuvieron personajes circunstanciales en la serie, como la participación de la bellízima Gina Gershon, de Susan Sarandon y de nada más y nada menos que Michael J. Fox, componiendo un personaje épico que, si me preguntan a mí, es lo mejor que le vi desde su mítico Marty McFly. ¡Y además laburó Robert John Burke, el que reemplazó a Peter Weller en el papel de Robocop en la 3er parte de la saga! (?) 

Acompañando una magistral serie como esta hubo, detrás, una más que correcta banda de sonido, con temas modernos como el "Don't Panic" de Coldplay, el "I'll Be Your Man" de The Black Keys o el main tittle de la serie, "C'mon C'mon" de los The Von Bondies, mechado con algunos clásicos inoxidables como lo son el "The Guns of Brixton" de The Clash, el "Fresh Blood" de Eels o, por supuesto, el "New York" de Cat Power, uno que no podía faltar. La serie cierra con una escena emotiva e inolvidable, acompañada por el "Dirty Old Town" de The Pogues, y yo me despido de ustedes esperando que vuelvan a leerme la semana que viene, acá, en Tierra Freak.
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