NOTA LIBRE DE SPOILERS .-
Ya en otra columna en TierraFreak hablé un poco sobre algunas “comedias de situación”, ese género que impuso la televisión yanki a principios de los 50s y que ahora es un formato mundialmente famoso.
Ya en otra columna en TierraFreak hablé un poco sobre algunas “comedias de situación”, ese género que impuso la televisión yanki a principios de los 50s y que ahora es un formato mundialmente famoso.
Estas comedias se caracterizan por tener un grupo de personajes recurrentes en ambientes o locaciones que se repiten teniendo diálogos humorísticos, a diferencia de los programas de sketchs donde no hay una continuidad de las acciones o de lugares y mucho menos de personajes, ya que lo importante es la construcción de la situación hasta llegar a la conclusión graciosa más conocida como remate.
Sea porque derivan las dos del teatro cómico (la primera más basada en los diálogos, la segunda más en el trabajo físico del actor), estas dos modalidades de comedia son las más explotadas por la televisión y antes lo fueron por la radio. Dos medios muy desarrollados en Estados Unidos y arraigados a su cultura de masas.
Pero quizás por ese mismo origen común, muchas veces las sitcoms se mezclan con las comedias de sketchs y las situaciones en los que los personajes se ven involucrados un día no tienen relación directa con lo que les sucede al día siguiente o pareciera que no les afecta el paso del tiempo.
Esa misma característica de que sean situaciones cómicas en ambientes repetidos y no el desarrollo de un personaje como puede suceder en cualquier narración dramática seriada, es lo que lleva que muchas veces los guionistas o creadores de estas series no sepan hacia donde quieren llevar a los personajes, sino sólo situarlos en acciones entretenidas que se puedan desplegar en los 20 o 22 minutos que dura cada capítulo (para dejarle aproximadamente 8 minutos a las publicidades… porque ante todo son productos comerciales así que la publicidad está arraigada en la concepción misma del formato).
Es así que si por ejemplo un personaje se quedó sin trabajo los guionistas tienen solamente esos 20/22 minutos para resolver la situación, o en su defecto generar un pequeño arco argumental de algunos capítulos para explorar cómo se manejaría el personaje al quedarse sin trabajo. Pero cuando vuelva a tener trabajo y se de por finalizada la situación en sí misma, ya no importarán esos momentos en que no lo tuvo y se olvidará ese período de tiempo para pasar a otra situación totalmente distinta, por ejemplo, que se le haya roto el auto. Así es como muchas veces los personajes terminan siendo chatos o lo que es peor, cambian de personalidad y toman actitudes inverosímiles por el simple hecho de que se le da más importancia a la búsqueda de situaciones cómicas a las que enfrentarlo más que a su desarrollo y crecimiento.
Quizás por eso mismo es que muchos títulos de sitcoms sean neutros, de una o dos palabras o simplemente tengan el nombre del actor protagonista después de las palabras “El Show de” , “The Dick Van Dyke Show”, “Taxi”, Cheers”, “Friends”, “The Cosby Show”, “M*A*S*H”, “I Love Lucy”, “Seinfeld”, Frasier”, “The New Adventures of Old Christine”, “Family Ties”, “Everybody Loves Raymond”, “Everybody Hates Chris”, “Two and a Half Men”, etc. son títulos que tienen en común que carecen de temporalidad, están todos en presente (porque las situaciones que se plantean en cada capítulo son en presente) y todos comunican generalidades.
Los finales de muchas de estas series no son finales (porque las cancelan) o, simplemente, son los personajes abandonando esos lugares en los que los vimos resolver las situaciones, intentando mostrar que hay un crecimiento, una continuidad en la vida de esos personajes, pero que no la vamos a ver, de la que no vamos a ser parte.
Hace unos días se emitió el último capítulo de la novena temporada de una sitcom que quebró, de alguna u otra forma, todos esos conceptos de los que hablé antes. Una sitcom que ya desde su título demostraba que se dirigía hacia algún lado. Una comedia que muchas veces no lo era y dejaba a los televidentes con un nudo en la garganta.
“How I Met Your Mother” (“Cómo Conocí a Su Madre”) es una creación de Craig Thomas y Carter Bays y comenzó hace 9 años, un 19 de septiembre de 2005. En Latinoamerica los derechos de esta serie los tiene la cadena FOX, pero en Estados Unidos la transmitió CBS.
Esta comedia la protagoniza un padre, el arquitecto Ted Mosby, que en el año 2030, se sienta frente a sus hijos para contarle la historia de cómo conoció a la madre de los niños.
Es así como ya sabemos desde la premisa que la serie en algún momento va a terminar, es decir, cuando se sepa cómo fue que se conocieron estas dos personas.
La genialidad del planteamiento radica en que Ted comienza a contar sucesos que pasaron a partir de 2005 con su grupo de amigos, Marshall (compañero de universidad de Ted, que vive junto a él), Lily (pareja de Marshall desde la universidad), Robin (una canadiense que es la primera relación amorosa de Ted en esta larga búsqueda de la madre de sus hijos) y Barney (solterón, bon-vivant que no quiere más que disfrutar de la vida acostándose con cuanta mujer pueda).
Y sólo porque la idea de cada capítulo es contar alguna historia que le pasó a este grupo de amigos, mientras Ted va en búsqueda del amor perfecto saltando de relación amorosa en relación amorosa, es que podemos llamar a esta comedia una sitcom. Bueno, por eso y porque dura 20/22 minutos por capítulo. Pero por nada más.
En esta serie los personajes crecen, las acciones que toman en un capítulo tienen repercusión dos o tres temporadas más adelante, se hace uso de un lenguaje común a través del tiempo (como cualquier grupo de amigos), existe un juego de metaniveles constante entre lo que realmente pasó y cómo el padre se lo cuenta a los hijos (no todo lo que el padre hizo de joven se lo puede contar a sus adolescentes hijos sin ser una mala influencia) y el camino que se comienza en 2005 se sabe que en algún momento va a terminar, como sucedió hace unos días atrás.
Esta idea de plantear una saga en una sitcom es algo innovador y quizás a muchos les parezca que lo estiraron algunas temporadas, pero bueno, también es un negocio y no hay que olvidarlo.
Y cuando hablo de una saga, lo hago en el sentido más comiquero de los sentidos. Es decir, esta serie se parece más a la época de Mark Waid en Flash que a la de Dan Jurgens en la JLA (Marvel Zombies, no me peguen).
Tan planeado tenían todo los guionistas que ciertas escenas del último capítulo fueron filmadas casi 9 años antes, sin saber exactamente cuándo iban a ser utilizadas.
Todos los indicios que se nos dan de esa “Madre” con la que Ted cruza caminos sin saberlo están planificados desde la primera temporada y son utilizados de manera magistral para contarnos la historia de cómo finalmente se conocieron.
Sobre los trabajos actorales también se puede hablar mucho.
Sin lugar a dudas hay que destacar a Neil Patrick Harris, que interpreta a Barney, y su despegue profesional (al punto de que haya presentado los premios Emmy y Tony en 2009), cosa que los guionistas y productores tuvieron el atino de aprovechar explotándolo en números musicales, por ejemplo.
Los demás actores del reparto son, Josh Radnor, como Ted; Jason Segel (protagonista y guionista de la gran comedia “Forgetting Sarah Marshall”) , como Marshall; Allyson Hannigan (sep, Willow de Buffy The Vampire Slayer ), como Lily y Cobie Smulders (la María Hill de las películas de Avengers), como Robin.
Los ratings de la serie siempre fueron buenos, pero mientras avanzaban las temporadas muchos espectadores se preguntaban cuánto más les iban a seguir contando historias, al parecer, tangentes, en vez de contar lo que todos querían, es decir cómo cornos conoció a la madre de sus hijos. Eso hizo que los personajes, supuestamente secundarios a la historia principal que Ted le estaba contando a sus hijos, crecieran y se desarrollaran de forma inesperada para una simple sitcom y así fue que esta serie se transformó en una de culto.
La situación fue distinta en Latinoamérica porque CBS tiene una grilla de programas importantes, como por ejemplo las comedias éxito de Chuck Lore “The Big Bang Theory” y “Two and a Half Men”, algunos dramas que llevan muchos años como “CSI”, “NCIS” y “The Good Wife”, pero principalmente programas de entretenimiento como “American Idol”, “Survivor” o “The Amazing Race”. Es decir que al momento de exportar contenido a Latinoamérica hay una gran oferta de sus productos.
Y con “How I Met Your Mother” pasó algo terrible: los programadores de la cadena pensaron que sólo era una copia mala de “Friends” (que terminó en 2004), por lo que la terminaron relegando a horarios espantosos y perdidos en la grilla semanal. Otra de las razones por las que odiamos a Fox .
Pero gracias a la magia de internet, hace unos días pudimos ver, aquellos que la seguíamos por medios non-sanctos, cómo todo cerraba, cómo cada detalle estuvo puesto por algo y no de relleno y cómo, finalmente, Ted conoce a la madre de sus hijos.
Pero como no es una serie común, como no es un producto que se pueda etiquetar simplemente como una sitcom, las sorpresas están hasta en el último capítulo cuando las cosas no terminan siendo como todos pensaban que tenían que ser. Y eso generó bastante conmoción entre los televidentes (más de 13 millones de personas lo vieron en vivo y en directo).
Son 9 temporadas y es mucho lo que pasa, aunque sean sólo 20 minutos por capítulo. Son 9 temporadas de una serie a la que hay que prestarle atención (a diferencia de muchas otras comedias) para poder sacarle todo el jugo y disfrutarla a tope. Pero son 9 temporadas de un viaje extraordinario… extra-ordinario, es decir fuera de lo común… más que extraordinario, podría decir legen-(esperen un poco)-dario.