Puede que se lo conozca un poco más ahora por su ópera prima hecha directamente para cine “La Memoria del Muerto” estrenada a principios de este año. Pero Javier Diment viene trabajando en lo que le gusta, el contar historias, desde muy chico “empecé como asistente de cámara de cumpleaños de 15 y después edité eventos sociales en una isla en turno noche.”
En ese trabajo tuvo la posibilidad de editar un micro que el periodista Fabián Polosecki tenía en el programa “Cuidado con el perro” que conducía Roberto Petinatto en el viejo ATC y ahí se empezó a relacionar con el ambiente de la televisión.
Como todos en este ambiente, también dio sus primeros pasos haciendo cortometrajes “el primero lo hice a los 16 y fue una hermosa experiencia, algo muy experimental, muy lindo. Pero a los 18 me creí que estaba para filmar algo más grande y pintó la posibilidad, había equipo groso, con gente profesional e hice un papelón espantoso. Me quería matar. Es un corto impresentable, decía “¡qué basura que es esto, por Dios!”. Mucho sacrificio y mucha gente y era horrible. Pero todo estaba bien, todo lo técnico, salvo el trabajo del director, que era mi parte. ¡Una porquería! Ahí medio me deprimí y estuve unos años sin filmar hasta que de a poco volví, hice un par de cortos malos más y después vino todo esto, de lo que estoy contento.”
Pero para ese momento la relación con Spiner ya era de amistad hace rato “Con Fernando nos conocimos jugando al fútbol, con una banda de amigos y por esa época Fernando empezó a filmar “La Sonámbula”, que se estrenó en 1998, pero en esa no trabajé, a pesar de tener toda la buena onda con él, porque me daba vergüenza pedirle trabajo.”
Con Spiner trabajó mucho y en 2010 se estrenó “Aballay, el hombre sin miedo”, donde dirigió la segunda unidad y también trabajó en el guión “En el guión de Aballay laburamos 10 años y habremos hecho 20 versiones. Yo empecé en el 98 y Fer me contrató para hacer todo de cero aunque él tenía una versión preliminar que había hecho casi 10 años antes.”
Sobre esas escrituras tiene una anécdota divertida “En el año 2000 viajamos 3 meses a Francia para escribirlo porque había un grupo productor que estaba interesado en filmarla. Eran unos tipos hiper-católicos y tenían un proyecto de hacer un ciclo con las parábolas de Cristo y Fernando vio la veta y les vendió Aballay. Así, los primeros días de esos meses estuvimos viviendo en una pensión de un Monasterio de Carmelitas, porque supuestamente era un proyecto espiritual y toda la bola, pero eramos muy quilomberos y encima trabajábamos de noche y gritando, haciendo mucho ruido… a los 15 días las monjas nos dieron una patada en el culo y tuvimos que ir a otro lado.”
Unos años después la productora se fundió y Spiner pudo quedarse con los derechos de la película. Había que comenzar todo de nuevo, pero en el medio de todo eso, hacen “Adiós Querida Luna”, “porque Fernando quería filmar algo como sea y no había plata, así que todos trabajamos gratis, nadie cobró un peso.”
Muchos años después, logran empezar a filmar ese guión que tanto trabajaron. Sobre eso me cuenta “el rodaje de Aballay fue apasionante. Fue un delirio, pero genial. Pensá que fue un mes y medio, dos meses con mucha gente viviendo en un lugar muy chiquitito. O sea la pasás genial, pero también por momentos es muy enloquecedor.”
Sobre su trabajo en la película agrega “el rol de director de la segunda unidad es complicado. Había días que nos queríamos cagar a piñas con Fernando. Después, como somos amigos, limamos asperezas y todo bien, pero hubo momentos de locura. Pensá que lo que yo dirigí, casi un 40% de escenas de la película, le tenía que gustar y servir a él. No era mi visión y listo.”
En representación del equipo de Aballay, pudo viajar a China para presentarla “estuve una semana y recibieron muy bien la peli porque es una película de venganza, y el cine chino es un cine de venganza, o sea que la entendieron perfectamente. Pero lo que les importó mucho es el tratamiento espiritual, digamos, estaban muy atentos a qué implica moralmente, el santo este ¿de qué la va? Les resultó familiar.”
Pero no es al único lugar donde viajó. Antes pudo presentar sus propios trabajos en el exterior “Con Parapolicial Negro viajé a Nueva York y con La Memoria del Muerto viajé por todos lados.” Esos todos lados incluyen lugares como Montreal, Texas, Cataluña, Porto Alegre o Tlalpujahua, México, donde ganó el premio a mejor película en el Festival Feratum del año pasado.
A pesar de que la película sigue sola su viaje por festivales, por ejemplo ahora entró en uno de Puerto Rico, Javier disfruta de participar de ellos, porque, principalmente, le gusta el cine “las películas que te podés encontrar en festivales… a ver, a esta altura ya no es tan sorprendente, porque uno tiene la costumbre de bajarse cosas por internet y ves mucha, mucha mierda y te la pasás bajándote cosas. Obviamente puede haber pelis que no encontrarías nunca en internet, pero ahí la onda es ver las pelis con los directores. Eso es lo copado de los festivales. Está buenísimo.”
Sobre el premio recibido en México me cuenta “siempre sacar un “Mejor Película” es bueno… ¡Para el afiche es bárbaro!”. Y a cuando le pregunto si se llena de orgullo me contesta “me re importa lo que piensen, pero se que es lo mismo. En un punto los premios dependen de un nivel de arbitrariedad inmenso. A lo largo de los años viajé a muchos festivales, con Fernando y por mi cuenta, y realmente es muy habitual que ganen películas que vos decís “esto no le puede ganar a nada” y gana. Y ves películas que no entendés cuál es el criterio. Y el criterio es el del festival, el de ese jurado, el de ese año.”
“Obviamente siempre me gusta más ganar, porque la pasás mejor, te divertís más y te dan bola las minitas.” dice entre carcajadas “pero de ahí a que se te hinche el pecho en lo real, o de que de verdad cambie tu opinión sobre tu propia película, no, desde ningún punto de vista.”
“La Memoria del Muerto” se estrenó en Argentina con 13 copias en el circuito comercial. La semana pasada se reestrenó en la sala INCAA en Córdoba y los derechos para televisarla los tiene Canal 13 porque “se los cedí a cambio de 12 publicidades en horarios marginales, o sea fuera del Prime Time. Yo creo que eso hizo la diferencia. Que en la telenovela de la tarde se haya pasado una publicidad de la peli, para mi, llevó gente al cine.”
Habiéndose movido por festivales, habiendo sido el estreno a principios de año y ya siendo un producto consolidado, me surge la duda si le cambiaría algo, en seguida me contesta “Sí, seguro… ¡obvio! 20 millones de cosas. Igualmente me gusta, me gusta para lo que es. Quiero decir, es una película que sabía que era una película complaciente con el público. No es una película que dijese “es la película que siempre soñé”. Fue medio casual que salga. Martín Blousson me había traído un guión que había escrito por su cuenta y le dije que era una linda película, que tenía potencial, que podía funcionar y él me decía que le faltaba mucho laburo.”
“Tres días después me enteré que cerraba el festival de ópera prima y le pregunté si podía presentarla yo para dirigirla y me dio el visto bueno.”
Así fue como tuvieron que trabajar mucho el guión, luego de que ganara el concurso “Lo reescribimos un montón con Martín, Germán Val y Nicanor Loreti. Una vez que la eligieron seguimos trabajando y corrigiendo un montón. A ver, la película tiene que ser la misma, pero podés seguir reescribiendo hasta las últimas consecuencias. O sea, hasta en montaje estás reescribiendo. Agarrás el comienzo, lo ponés al final y delirás. Todo el tiempo cambia mucho… podés llegar a versiones muy distintas.”
Específicamente sobre esas versiones me cuenta “de la primera que yo leí cambió muchísimo. Hay una cosa básica: esto de entrada iba a ser una slasher adolescente y a mi me aburren los adolescentes, entonces le dije a Martín que quería subirle la edad porque quiero laburar con mis amigos. En esa época la había conocido a Lola y quería laburar con ella, con Ziembrowsky, Jimena Anganuzzi, con los amigos. O sea, gente mayor, no con pibes de 20 años. Más cercanos a mi. Minas treintañeras, no de 18.”
“Eso fue lo primero que empezamos a cambiar, le subimos la edad a todos. Y cuando hacés eso los conflictos se modifican, porque no podés mantener lo mismo porque terminan siendo unos subnormales. O sea a los 18 podés tener ciertos diálogos, pero si tenés los mismos cuando tenés 35 sos un tarado.”
La película tuvo muy buena crítica, y sobre cómo le llega la opinión de los demás me cuenta “Me deprime mucho las malas críticas, no me gusta una mierda. A ver, no me la creo ni las buenas ni las malas, pero prefiero creerme las buenas que las malas, porque la paso mejor. Lo que pasa es que me dura poco la depresión, no es que me quedo un año deprimido, no, pero me agarra odio, me dan ganas de ir a cagar a trompadas al crítico y a los tres días se me pasó. Ya está. Y al que dice que es genial, lo amo para toda la vida ¡obvio!”
“Pero igual hay críticas excelentes que yo no comparto, que me doy cuenta que no vio lo que yo estaba queriendo poner. Y hay críticas malas que son más dolorosas que otras, que son más lúcidas y esas duelen.”
“El tema es que cuando empezás a hacer cosas que van al público puede pasar cualquier cosa. Un día en Montreal, por ejemplo, al día siguiente de la función leí en internet dos críticas, una diciendo “la peor película que vi en años, es horrible la luz, es horrible el guión, es horrible la actuación, una mierda” y la otra diciendo “la mejor película que vi en todo el año, buenísimo el guión, buenísimas las actuaciones” y ahí es cuando no entendés nada y se te relativiza todo. Y ahí te endurecés.”
Para la televisión realizó trabajos, como todos los suyos, muy personales. Para el Canal Ciudad Abierta hizo un programa de entrevistas llamado “Mi Viejo”, donde “hice de todo y me gustaba mucho hacerlo. Ahí hacía cámara, montaje y una buena parte de la producción. A ver, en realidad la producción nos la dividíamos con Julián Reboratti, un productor del canal, o sea él conseguía entrevistas y las que “producía” yo era ir a hablar con amigos mios. Los que no eran amigos mios fueron los que consiguió Julián” recuerda con una sonrisa.
Lo otro que realizó para ese canal fue la miniserie “Beinase” que también recibió críticas dispares “algunos me acusan de que es muy aburrida, que tiene tiempos muy lentos, que no pasa nada y otros me dicen que está buenísima... A mi me encanta.”
Tanto le gusta ese trabajo que, viendo que como miniserie tuvo poca repercusión, la reeditó en formato de película y la llamó “El Sentido del Miedo” y sobre eso me cuenta “le volé dos subtramas enteras y la rearmé distinta. Pero no me gusta. La hice porque fue tanto esfuerzo hacer la miniserie que como no se movió lo que yo quería, la reedité en forma de película para hacerla más fácil de llegar al público, pero como tampoco le dieron bola, ya está. Ahora agito sólo la miniserie y listo, que es lo que verdaderamente quiero que la gente vea.”
Otra de las cosas que hizo para televisión fue “Parapolicial Negro, apuntes para una prehistoria de la AAA”, un documental con partes de ficción donde se cuenta una parte de la historia argentina de la que mucho no se quiere hablar. Este documental fue lo primero que presentó al Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) para recibir un subsidio. Sobre eso cuenta “Yo no conocía a nadie en el Instituto así que lo mandé y, extrañamente, quedó. Me llamaron para hacer una defensa del proyecto y lo más loco fue que lo que no les gustaba era lo que yo creía que les iba a gustar y lo que yo oculté más, pensando que era por lo que me podían rebotar, fue lo que más les gustó.”
“Pero también se dio en un momento político adecuado, cuando Kirchner dice que los crímenes de la Triple A tienen que ser considerados de “lesa humanidad”, así que estuvo muy bueno como proyecto. Entonces como estaba buena y el proyecto funcionó como yo quería, a pesar de haberla hecho para televisión, fui al INCAA y les dije que para mi era un lindo proyecto para ser estrenado en cine. Y estuvo un mes y medio en la salas del espacio INCAA. Una bocha de tiempo.”
Ese salto al cine fue un paso importante porque según me cuenta “invertí mucho, porque salió todo de mi bolsillo y lo perdí, pero la verdad es que sabía que también eso era una posibilidad de hacerme conocido y meterme en el mercado como director y me sirvió. Porque la prensa me dio bola, me hicieron muchas notas y esas cosas sirven mucho al momento de presentar otra cosa en el Instituto. Así que en ese punto fue muy útil.”
Otra película que realizó para televisión fue “El Propietario” en el 2008, que la escribió y dirigió junto con su amigo Luis Ziembrowsky “nos conocemos de un programa cómico en canal 9, que nunca vio la luz, creo que por el 96, 97 y me tocó hacer unos sketchs con Pipo Cipollati que estuvieron buenísimos, y otros que escribía Pedro Saborido. Luis tenía que actuar en uno que era un delirio de Saborido y que yo también deliré en el planteo de dirección y nos copamos entre todos y fue genial. El programa se cayó, no se llegó ni a editar, pero con Ziembrowsky pegamos mucha onda, tanto que ahora es amigo personal.”
Sobre las críticas que tuvo este telefilm me cuenta “un sitio brasilero la destrozó, que dijo que era una bazofia, decía que eran feas las minas, que no se podían usar pelucas en el cine… o sea, cualquier cosa. Y ahí te preguntás ¿quién escribe estas cosas? Y ahí te acordás que que cualquier boludo escribe y tiene su lugar en internet. Yo lo hice durante mucho tiempo y escribís lo que se te canta el orto.” Dice recordando la época en que editaba la revista especializada en cine llamada Mabuse.
“Siempre me pasa que lo que hago o es muy grasa para los intelectuales y muy retorcidas para la monada la que le gusta el género desesperadamente. Entonces como que hay una gente que se copa con esa ambivalencia, con ese límite, y gente de los extremos que me mandan a la mierda porque dicen “esto no es terror, esto parece una telenovela” y los otros que dicen “esto es una asquerosidad, llena de sangre, tetas y dicen malas palabras”… así que… ¡qué se yo!”
Igual la mirada ajena es un tema importante para Javier “hay una dependencia importante hacia esa mirada. El narcicismo que te lleva a dirigir o actuar o hacer esas cosas es grande”.
Hace unos pocos años comenzó a estudiar actuación, quizás como un nuevo paso en ese narcicismo que dice haber en su ambiente “con la actuación es un tema casi psicoanalítico en un punto el proceso, porque te tenés que enfrentar a cosas y decidir profundizar o no profundizar. Si decidís profundizar estás trabajando sobre vos mismo, por lo tanto es un laburo de un compromiso muy grande. Pero eso tiene que ver con el proceso de aprendizaje, no me tocó actuar en ninguna película que el proceso de actuación me haya implicado un conflicto interno importante. También porque recién empiezo.”
Porque para Javier lo importante es el poner mucho de sí mismo en su trabajo, sea en la actuación, como en la dirección o cuando escribe guiones “cuando escribís, te estás metiendo palos en el orto uno tras otro todo el tiempo. Sino no lo siento un laburo propio. Ojo, hay gente que le sale de otra manera, pero yo soy neurótico, sufro siempre, todo el tiempo. No necesito que me vaya mal para pasarla mal.” Dice entre carcajadas.
“Es verdad, soy como un boludo que sufre con todo. Entonces casi ya no puedo escribir. Cada vez más trabajo tirando ideas para que otros escriban para no sufrir el proceso de escritura. Se me hace muy insoportable el momento del ritual de la escritura, donde todo pierde sentido, digo “esto es una mierda”, me quiero poner a llorar, lo corto y vuelvo, lo corto y vuelvo… la paso mal. Casi como un problema psicológico…” ríe de nuevo.
Pero más allá del chiste, tiene una opinión muy seria sobre el trabajo y cómo tiene que ser al momento de contar historias “Me molesta el uso que se le da al Cine de Autor como género, porque es un género más. Y veo pelis de Cine de Autor y me encantan. Veo Cassavetes, Fellini, Antonioni y me encantan, son parte de mi formación. Pero lo que no soporto es a los boludos que porque hacen una película con el plano fijo y dos personas sin hablar se creen que son alguien. Eso me rompe los huevos. Me agarra una especie de fobia y de contraprejuicio a esa gente que cree que si es difícil de entender entonces quedan protegidos de algo y son más inteligentes que alguien. Que es totalmente prejuicioso de mi parte, lo se, porque no me sorprendería hacer una película de autor en algún momento. O sea una peli que no se puede clasificar en ninguna batea y caen a la de cine de autor. No me extrañaría que en algún momento me pase eso con una película. Sí me pasa que la mayoría de las películas que veo argentinas que van a esa batea son películas de gente que la verdad… son unos boludos… unos boludos, creídos y agrandados. Y esa parte me molesta.” Aunque enseguida aclara “¡pero ojo! porque a pesar de que sus películas no me gustan demasiado, yo veo las de Lucrecia Martel y para mi no entra en esta mirada, para mi es una grosa porque se nota que hizo un laburo groso para llegar a esa película, un laburo interno importante.”
“Se que es una generalización desde lo bruto, pero por ejemplo soy muy fanático de Nanni Moretti y es cine de autor porque no podés ponerlo en otra batea… no se, espero se entienda.”
Quizás esa mirada particular que tiene se deba a que, como me dijo antes, le gusta el cine porque le gusta contar historias. Pero en Argentina no es tan fácil hacerlo. Perdió plata, mucha, al irle mal con su productora, pero mantiene lo indispensable para poder presentar proyectos al INCAA “porque te piden cosas que de otra manera no tenés, y a pesar de que a la industria nacional en general le va mucho mejor, y el Instituto ayuda mucho, el cine en si mismo no está terminado de convertirse en industria y eso lo complica.”
“El tema en un laburo independiente como este, pero que a la vez depende de los tiempos de otros, sea el instituto o quien sea, que son tiempos que no manejás, es que no podés pensar en términos de un presupuesto mensual, sino de presupuesto anual. Entonces cada año tenés que pensar “bueno, este año, si quiero sobrevivir, tengo que hacer esto, presentar este proyecto, esta peli la produzco, ésta la presento en tal lugar” y así. No es como una relación de dependencia que todos los meses tenés una guita fija a fin de mes. Y ojo, me funciona ahora, pero me llevó 46 años vivir de lo que me gusta hacer.”
Porque eso que le gusta hacer tiene varias etapas, no es sólo el escribir y filmar, sino también el promocionar la película, uno de los grandes problemas del cine nacional. Sobre eso me cuenta “Me gustan todas las etapas de una película, la de escribir (a pesar de que me torturo), el rodaje lo disfruto mucho, pero también disfruto que termine, la edición también la disfruto, pero me gusta que termine, la promoción también la disfruto. Lo disfruto todo, no la paso mal.”
Con respecto a la etapa de promoción dice “A ver, te puedo decir que hasta me divierte, porque me gusta hablar, me gusta dar entrevistas. Sufro porque me da miedo que salga todo mal y que nadie vaya a ver la peli. Pero me gusta.” Y entonces me cuenta algo sobre el DVD de “La Memoria del Muerto” que está a punto de salir “viene con un audiocomentario que hicimos junto con Martín Blousson y Germán Val ¡Y es muy divertido! Tuvimos que hacer una segunda toma porque el día que grabábamos yo terminé de laburar muy tarde y Germán también, entonces empezamos a grabar a eso de las 10 de la noche y yo estaba fusilado, y para ponerme las pilas me clavé unos whiskies y quedé arruinado, decía cualquier cosa, nos cagábamos de risa y no podíamos avanzar, casi no podía articular palabra, decía todas boludeces. Entonces lo hicimos de nuevo, otro día, más despiertos y ese quedó bien.”
Cuando le pregunto si se siente cómodo con el género, con la idea de trabajar bajo el registro que dan los géneros, me contesta dejándome ver lo que se viene en su futuro “No se si voy a volver a hacer una película de terror, la verdad que no lo se. La nueva en la que estoy laburando no es de terror. Es una fábula. Tiene gore y todo, pero es una fábula… densa, porque es un reflejo mío, pero es otra cosa. Es ir a otro lado del cine y del alma humana.”
Según me cuenta la acción va a transcurrir en la actualidad en un pueblito aislado, en el medio de las sierras, en una especie de enclave medieval. El protagonista, actuado por su amigo Ziembrowsky, es un débil mental y si todo sale bien empezaría a filmarla en abril del año que viene.
Mientras tanto, está escribiendo un policial que va a presentar en un par de meses y ya está pensando en el siguiente proyecto que sería una road movie, porque según sus palabras “el género es lo de menos. A mi me gusta contar historias, el cine.” dice para cerrar la charla.
Alguien dijo en algún momento “Por sus obras los conoceréis” y si llegaron a leer toda la entrevista habrán visto que traté de no hacer un juicio de valor sobre la obra de Javier, porque para mi hay que verla y sacar sus propias conclusiones. Así que, si no vieron nada todavía, acá abajo les dejo algunas de las cosas que hizo que se pueden encontrar en youtube:
Trailer oficial de Parapolicial Negro:
Beinase:
El Propietario:
Trailer oficial de Aballay:
Trailer oficial de Adios Querida Luna: