
1) Nacimiento y Exilio: El nacimiento del héroe solar es siempre un suceso milagroso, afirmando su naturaleza divina, sobrehumana. Este origen milagroso involucra comúnmente el nacimiento por parte de una madre virgen, encinta por un procreador espiritual (un dios, padre divino del héroe).
Al principio del relato, el niño héroe corre peligro de ser aniquilado (generalmente por su padre terrenal, un rey despótico que teme ser destronado). Para evitar su aniquilación, las fuerzas que favorecen el destino del pequeño (su madre, aliados cercanos, hadas, dioses), se ven forzadas a alejarlo para mantenerlo oculto, en secreto. En casi todas las versiones más antiguas, el niño héroe es depositado en una canasta o en un reciente similar y abandonado a su suerte en la corriente de un río o la orilla de un océano. Despojado así de su condición real/divina pero favorecido por su destino heroico, el niño héroe sobrevivirá a la oscuridad de las aguas y llegará eventualmente a una costa segura. Allí será encontrado por personas de categoría humilde y conducta bondadosa (generalmente campesinos) quienes, considerando el suceso un milagro, lo criarán como su propio hijo.
2) Iniciación: El héroe pasará por una etapa de aprendizaje y a lo largo de su crecimiento irá dando cuenta de virtudes sobrenaturales. Al llegar a la

El termino héroe solar proviene, en parte, de los antiguos rituales cíclicos de la fertilidad asociados a estos personajes como figuras de culto. En estos, la muerte y el renacimiento del héroe coinciden con los ciclos estacionales y con la “muerte” y el “renacimiento” (solsticios y equinoccios) del Sol a lo largo del ciclo anual.

Ejemplos de esta estructura arquetípica se encuentran en prácticamente todas las culturas conocidas: Perseo en la mitología griega, Sargón El Grande en la mitología caldea, Mitra en Persia, Krishná en la India, Abraham y Moisés en el Antiguo Testamento, Starkadr en la mitología escandinava, Rustam en la mitología iraní, Chandragupta en la mitología hindú, Lugh en la mitología celta… son solo algunos de los tantos y diversos ejemplos que la mitología registra.
Como explicábamos en la tercera parte, según la psicología junguiana, el héroe solar es el representante arquetípico de la consciencia colectiva abriéndose camino frente a las fuerzas regresivas de lo inconsciente. En los relatos antes mencionados, las fuerzas regresivas y

Contemplemos entonces a Superman, nuestro moderno héroe solar, y veamos como está estructura arquetípica vuelve a aparecer, refundida en simbolismos modernos. En la historia de Superman, el “mar del inconsciente” que el niño-héroe debe atravesar ya no es el océano, sino que aparece simbolizado como el espacio exterior. Esto, desde el punto de vista de la psicología junguiana, tiene gran coherencia: en la antigüedad, el hombre proyectaba sobre el mar todo lo desconocido, convirtiéndolo en el símbolo principal de lo inconsciente colectivo. En la modernidad lo desconocido (lo inconsciente colectivo) ya no está proyectado sobre el mar, que para el hombre moderno es más o menos conocido, sino sobre el espacio exterior. En esta versión

Al llegar a la tierra, el último hijo de Kripton será, como todo héroe solar, criado por una bondadosa familia de granjeros, los cuales le enseñarán el valor de la humildad, la generosidad y la responsabilidad. Al descubrir su legado cósmico (divino/celestial), su origen y sus poderes, Clark Kent pondrá estos al servicio de la humanidad, convirtiéndose en Superman. A diferencia del übersmench de Nietzsche, que se encuentra más allá del bien y el mal, el código de conducta de Superman estará implícitamente anclado en una moralidad

Antes de Superman, el último de los héroes solares de la cultura occidental fue Jesucristo. La historia de Cristo, en el Nuevo Testamento, repite la misma arquetípica estructura solar: el nacimiento de virgen, el exilio, el descenso al infierno y finalmente, la consagración, reformulándose en nuevos motivos.
Como Cristo, al final de su propia consagración, Superman se elevará por encima de nuestras ciudades, todopoderoso, iluminado por nuestro sol (el cual Byrne, más tarde y apropiadamente, convertirá en el origen de los poderes del héroe), transformándose en nuestro salvador, la bondadosa divinidad celestial que desde los cielos vela por nosotros, castigando al culpable y protegiendo al inocente.
Incluso los padres terrenales del héroe, Martha y Jonathan Kent remitirán directamente a aquellos pastores bíblicos del Nuevo Testamento que cuidaron a Jesús, el hijo celestial entregado a nuestro mundo por su padre para salvar a la humanidad. Acaso las iniciales de los

En 1978, conscientes de esta simbólica analogía, los guionistas de la primera película de Superman ponen en boca de Jor-El, el “padre cósmico” del Superman: "Pueden ser un gran pueblo, Kal-El, desean serlo. Sólo necesitan la luz que les muestre el camino. Por eso especialmente, por su capacidad para el bien... te he enviado a ellos, a ti... mi único hijo.". Su director, Richard Donner, diseñaría la nave de Superman como una estrella de Cristal, aludiendo claramente a la Estrella de Belén, signo de la llegada del salvador a nuestro

Superman Returns, la reciente película de Brian Singer que homenajea y sigue los pasos de los films originales, profundiza esta analogía cristiana, creando una película de superhéroes llena de alusiones religiosas. Singer nos muestra a Superman como un ser superior que vela por nosotros desde los cielos, pero a la vez tiene prohibido, por orden de su padre de Kripton, alterar con sus poderes la historia de los hombres, dejándolos a su libre albedrío para que elijan entre el bien y el mal. “El hijo se convierte en padre y el padre en hijo”, pronuncia Jor-El al principio de la película, haciendo referencia a la Santísima Trinidad.
Semejanzas similares entre Superman y Jesucristo (así como otros héroes solares divinizados de la antigüedad) podemos encontrar entre la muerte y la resurrección de Superman y las resonancias sociales que causaron en su momento. Como los héroes solares del mito, que morían cada invierno para renacer con el nacimiento del verano, Superman morirá solo para volver a la vida resucitado y nutrido por la matriz solar conservada en su fortaleza en el Polo Norte.

Vemos así como las semblanzas entre las figuras de Cristo y de Superman, los héroes solares más representativos de la cultura judeocristiana, a través de la propia imagineria colectiva, se

Como otra identificación explicita de Superman con los héroes solares de la mitología clásica, Morrison nos presentó en el 2009 la que ya es considerada, a juicio de muchos, una de las mejores historias de Superman de todos los tiempos, llevada ahora al campo de la animación: All Star Superman. En ella, Morrison asume sin rodeos el carácter mítico-divino del personaje poniéndolo en la tarea de realizar sus 12 trabajos o pruebas definitivos, en clara referencia a los 12 trabajos de Hércules. Hércules, héroe solar por antonomasia, y sus 12 trabajos no son otra cosa que una versión simbólica del camino que realiza el Sol a lo largo de su ciclo anual, pasando por las 12 constelaciones zodiacales, las doce pruebas de la consciencia en su camino trascendental hacia si misma.
Las vestiduras cambian, el arquetipo permanece. Alimentándose con el bagaje subterráneo de los símbolos y valores sociales de las culturas que los conforman, los símbolos arquetípicos emergen del crisol ardiente de sus épocas, y las reflejan.
A partir de la aparición de la figura de Superman en las páginas de los comics, un nuevo tipo de mito heroico se hace presente en la psique colectiva. En la quinta parte analizaremos los elementos que conforman este nuevo mito que ha llegado hasta nuestros días con una enorme fuerza vital: el mito del superhéroe.
Fuentes:
Carl Gustav Jung – Símbolos de Transformación.
Joseph Campbell – El Héroe de las Mil Caras.
Ken Wilber – Después del Edén.