viernes, 28 de febrero de 2020

Primal, la épica prehistórica de Genndy Tartakovsky - La Columna de Logan


Con esta entrada voy a inaugurar una serie de pequeñas reseñas donde me encargaré de recuperar proyectos audiovisuales e historietas que por distintos motivos no pude levantar el año pasado y que dejaron una huella en un año que realmente marcó el final de una era y el comienzo de otra, al menos en lo que se refiere a la cantidad de producciones de muy buena calidad que se estrenaron, y como no podía ser de otra forma voy a comenzar con una producción de una figurita repetida en este sitio, Primal, del genial Genndy Tartakovsky, al cual le he dedicado una entrada hace un tiempo para introducirlos en su carrera, y en el 2017 regresé a su obra con el esperado estreno de la 5º temporada de Samurai Jack, su niño mimado.


Combatir la soledad


Primal, como no podía ser de otra manera, fue estrenada en la señal de Cartoon Network para su segmento Adult Swim el 7 de octubre del año pasado, y cuenta con apenas 5 episodios de 20 minutos promedio cada uno, los cuales fueron emitidos diariamente, pero los productores prometen un segundo bloque de otros 5 capítulos a estrenarse durante este año. Cuenta nuestro querido Tarta que Primal fue una idea que manejó casi en los comienzos de su carrera, pero la desechó de inmediato porque más allá de las posibilidades que ofrecía la propuesta desde la animación, suponía que la ausencia de diálogos ahuyentaría al público, sumado al hecho de que el vínculo que une a la pareja protagonista le quitaría seriedad a la propuesta. Sin embargo, luego de trabajar en muy variados proyectos y sobre todo luego de haber concluido la 5º temporada de Samurai Jack, de repente Primal estaba ahí, llamándolo, esperando por ser reactivada y repensada.


Ya la primer escena, el plano inicial de Primal, nos presenta un montón de elementos que van a ser dogmáticos para el show: un pescado es atravesado por una lanza y la sangre roja carmesí brota del animal casi muerto hacia las manos del cavernícola que empuña el arma. La violencia y la muerte, dos ingredientes que abundan en esta producción, y la lucha por la supervivencia como motor que articula el relato. Y por debajo de esto la soledad, claro está. Nuestro protagonista podría llamarse entonces Spear, dado que su arma favorita es, efectivamente, una lanza. Spear, un cavernícola de un mundo primitivo fantástico, pasa sus días cazando para alimentar a su familia hasta que la tragedia golpea a su puerta y lo pierde todo... salvo su lanza. Su espíritu está completamente abatido e incluso podemos suponer que analiza la posibilidad de suicidarse, lo cual nos da la pauta que, primitivo y todo, tenía fuertes sentimientos por sus seres queridos, pero al final reprime esos sentimientos y regresa a la lucha por la supervivencia. En el camino se cruza con un Tyrannosaurus hembra que podríamos llamar, no se, Fang, ponele... Fang y Spear podrían haber sido enemigos, y haber acabado el uno con el otro, sin embargo el destino los posicionaría en otro tipo de relación, y ambos, golpeados por la tragedia y buscando venganza, unen fuerzas para enfrentar un mundo extremadamente hostil que jamás los va a dejar tranquilos.

Primigenia aventura


Primal es una aventura épica que a primera vista parece lineal y sencilla, con muy pocos elementos para explorar y una relación un poco ridícula entre sus protagonistas, y sin embargo no hay un minuto donde no deje de maravillarte. El mundo fantástico primitivo que nos plantea Tartakovsky es por demás excitante, con una paleta de colores alucinante que varía constantemente dependiendo de lo que necesite cada escena y una variedad de criaturas y amenazas que pondrán constantemente a prueba las capacidades de la pareja que lleva adelante del relato. Y por encima de esto están Spear y Fang, dos personajes deliciosos que van a tardar un poco en adecuarse a la compañía del otro, y en el camino lograran empatizar con el espectador y se terminaran transformando en caracteres muy queribles por los cuales vamos a sufrir un montón. El exceso de violencia no es, en este caso puntual, un ardid para llamar la atención estúpidamente sobre esta producción, es la herramienta principal con la cual se relacionan las criaturas de este mundo salvaje y peligroso. Ante la falta de comunicación verbal, los golpes y los gritos inundarán la pantalla y nos sumergirán como pocas veces un producto audiovisual lo ha logrado en un universo intransigente donde la fuerza bruta y los buenos reflejos hacen la diferencia entre sobrevivir o transformarse en la cena de alguien.


Técnicamente, como era de esperarse, Primal es sencillamente una joya. Nuestro Ruso favorito no decepciona y saca provecho de un set que le permite exprimir al máximo la fluidez y la expresividad de la animación a la que nos tiene acostumbrados, con el aliciente de un diseño de sonido soberbio y una música incidental preciosa que complementa la atmósfera imperante en cada escena. El minimalismo que predomina en la propuesta hace foco en la profundidad de los sentimientos humanos más primitivos y nos retrotrae a una relación con la naturaleza que la mayoría de nosotros hemos perdido. Y sin embargo, aquellos que tenemos la suerte de tener mascotas en nuestras vidas encontraremos un punto en común muy fuerte con lo que estaremos viendo en pantalla, y podremos compenetrarnos con situaciones críticas y decisiones extremas en pos de poner a salvo a ese extraño animal que además de ofrecernos compañía y amistad, en este caso, es indispensable para poder sobrevivir.

Este cartoon es una pieza de narración elemental que encuentra una enorme profundidad emocional sin que ninguno de sus protagonistas pronuncie una sola palabra, y eso por sí solo es merecedor de un aplauso de pie. Si aún no le diste una oportunidad a Primal, este fin de semana es tan buen momento como cualquier otro. Nos volvemos a leer muy pronto, aquí, en Tierra Freak.


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