martes, 16 de mayo de 2017

Logan: Despedirse con dignidad - La Columna de Logan.



En el momento en el que el film de James Mangold estuvo en boca de todos este año, aquí en Tierra Freak hicimos el “amague” de levantar una reseña sobre el mismo pero, por un lado, ninguno consiguió que FOX nos invitara a una función de prensa para poder tener preparada una entrada el día del estreno en el país, y luego de asistir como el resto de los mortales el día jueves al estreno de esta producción, justo al salir del cine supe que no estaba en condiciones de poder entregar una crítica que estuviera a la altura de esta despedida.

Este fin de semana tuve que quedarme encerrado en mi Dpto. por cuestiones de salud, y aproveché que se liberó un archivo con calidad DVD en la web de Logan (2017) para darle una segunda mirada, con la impagable posibilidad de poder retroceder y volver a ver escenas claves, y ya entrado en la madrugada, con la música de Johnny Cash de fondo en los créditos, fui directo a mi colección de DVD’s para recuperar X-Men (2000) y volver a verla, cerrando un círculo personal que comenzó hace 17 años… pero ese círculo no estaría apropiadamente cerrado si no exteriorizo mis impresiones aquí, en Tierra Freak.



Largo camino a casa

Desde que me enteré que Mangold y Jackman querían darle un cierre al personaje con esta entrega tuve fe en que podían lograrlo con altura, sobre todo porque soy de los que bancan mucho la producción anterior que los reunió, The Wolverine (2013), pero jamás imaginé que podían hacerlo tan bien. Es muy probable que, cuando se trata de películas relacionadas con personajes que nacieron en los comics books superheróicos, ningún film me haya hecho sentir de la misma forma que Logan (2017) cuando la vi en el cine por 1ra vez, excepto quizás por The Dark Knight (2008) o The Avengers (2012), otras enormes producciones que lograban interpelarme desde distintos lados, no solo como espectador de cine sino también como lector de historietas. TDK es, a mi entender, la película definitiva de Batman, es prácticamente todo lo que me gusta del personaje y su entorno trasladado a la pantalla grande, y The Avengers es la conclusión de un sueño imposible, es el primer gran paso de un plan magnánimo y ambicioso que se siguió ejecutando con muy buen pulso, y además es una gran película, por supuesto.

Pero Logan (2017) tocó algunas fibras sensibles que van un poco más allá. La reciente producción de Mangold logra darle un cierre a una historia que se viene narrando desde que este siglo comenzó su andadura, con aquella clásica X-Men (2000) de Bryan Singer. Cuando Xavier menciona la estatua de la libertad y Logan le replica que “eso sucedió hace mucho tiempo”, y ni siquiera van 15 minutos del film… uno sabe que esta experiencia va a doler. Para los terriblemente despistados, esa es una referencia directa al combate final en X-Men (2000), y hay otras un poco más evidentes, como cuando Xavier le saca en cara a su eterno amigo que lo encontró peleando en una jaula, adicto a los barbitúricos, y lo incorporó a su “familia”.

Es inevitable, al ver Logan, el film, no trasladarse a esa primer experiencia cinematográfica 17 años atrás, al comienzo de todo este recorrido. Y quiero hacerlo acá, en unas pocas líneas. Porque entiendo que no todos vivieron ese momento como lo viví yo, y quiero que entiendan porqué X-Men (2000) es importante para muchos de nosotros.

X-Men (2000) no es una película perfecta, de hecho está lejos de serlo, sobre todo como adaptación de la franquicia mutante comiquera, pero es una exquisita y muy bien presentada visión personal de estos personajes por parte de Bryan Singer, quien, por otro lado, puso toda la carne al asador para poder presentarlos de la mejor forma posible. Faltarían 2 años para que se estrene la Spider-man (2002) de Sam Raimi, y muchos más para que comencemos a saborear los primeros momentos de esta tendencia cinematográfica-televisiva donde cualquier comic, cualquier personaje, por más remoto que sea, puede tener la oportunidad de verse trasladado a la pantalla grande o la caja boba. La producción de Singer fue, para quienes ya estábamos en esto de leer historietas, un evento casi sin precedentes en esos años. X-Men (2000) no fue un blockbuster preparado para cortar entradas a lo loco, no podía valerse de alguna fórmula ingeniosa y super testeada como lo pueden hacer hoy Marvel Studios y, si quisiera, Warner/D.C. Comics, y Singer no quería presentar una película que solo pudiera ser disfrutada por el nicho de lectores de historietas. Quería llevar a la pantalla grande a estos personajes de forma tal que pudieran ser consumidos por todo el mundo, y la forma que encontró es utilizando la estética y la narrativa de la ciencia ficción liviana de esos años. Y, por supuesto, valiéndose del personaje más carismático e interesante para explotar en ese momento, Wolverine, como eje para narrar un conflicto que, en el papel, se venía desarrollando desde hacía casi medio siglo.

Como mencioné al comienzo del párrafo anterior, X-Men (2000) no puede ser leída como la mejor adaptación que se podía esperar de la franquicia mutante, pero no me cabe ninguna duda es una aproximación interesante a ese objetivo. Y es el comienzo, la piedra inicial y fundamental, de la “tendencia” actual que se corresponde con la relación entre el comic book y sus adaptaciones en carne y hueso. Un par de años atrás habíamos tenido el estreno de Blade (1998), un film poco pretencioso y bastante digno que pasó sin pena ni gloria, entre otras cuestiones porque a nadie le interesaba, en esos años, ver una película de un personaje de cuarta de Marvel que muchos ni siquiera considerarían de la segunda línea ya que cuesta encontrar comics interesantes o siquiera dignos de leer con él como protagonista. El film de Singer, en cambio, nos presentaría por primera vez a una franquicia que no sólo la estaba rompiendo en los comics –quizás no particularmente en esos años, pero casi una década atrás algunos comics mutantes llegaron a vender millones de ejemplares- sino que, además, había tenido una muy festejada versión animada que todos recordábamos con mucho cariño. Esta película, por ejemplo, es la que presenta el 1er cameo de Stan Lee, un chiste que terminaría, 17 años después, transformándose en, quien te dice, una línea argumental más dentro de la gran saga de Marvel Studios. Pero más allá de ese detalle casi insignificante, X-Men (2000) sería la responsable de trasladar decenas de problemáticas interesantes que habíamos leído durante años en el papel, protagonizadas por personajes que, al menos para el consumidor de historieta norteamericana, ya eran íconos indiscutidos del medio.

Recuerdo haber grabado el trailer en un VHS y haberlo visto infinidad de veces antes del estreno. Tal era mi obsesión con este estreno, y así de altas mis expectativas. Recuerdo haberme memorizado los diálogos de ese avance, inconscientemente, y este fin de semana mi memoria me sorprendió al revelarme que los mismos siguen ahí impresos en mi ADN, imborrables, sigo pudiendo reproducir sin mucho esfuerzo muchas de las líneas más importantes del film. El discurso de Jean Grey al comienzo del film y la réplica del senador Kelly te los saco igual. El diálogo inicial entre Xavier y Magneto también, y por supuesto lo mismo me sucede con el diálogo final entre ambos personajes que da cierre al film. La música de esta película, el main-tittle, la tengo muy arriba, mano a mano con el inolvidable opening de la serie animada de los muties, para mí, ambas versiones me retrotraen a la franquicia mutante, y hasta estoy convencido de que tienen cierta similitud.

Y X-Men (2000) no solo no falla como adaptación, en muchos casos sorprende y maravilla. Estoy convencido de que el casting estuvo afiladísimo y muy acertado, y banco a casi todos los actores en los roles que fueron elegidos. Ian McKellen era, quizás, un Eric Lensherr demasiado viejo para dar vida al personaje que generalmente leíamos en los comics, pero nadie puede dudar de su calidad como actor, y de que se desempeñó de forma brillante. Cabe lo mismo para Patrick Stewart y su Professor Charles Xavier, nadie puede imaginar otro actor más idóneo para dar vida a este personaje en esos años. Amén de que no fueron bendecidos con las mejores líneas de diálogos, Famke Janssen (Jean Grey), James Marsden (Scott Summers-Cyclops) y Halle Berry (Ororo Munroe-Storm) también estuvieron muy bien, y cumplieron dignamente con sus roles, e inclusive Toad y Sabretooth están geniales, y tienen momentos inolvidables (“scream for me”). El caso de Anna Paquin con Rogue es polémico, y abre quizás el primero de los muchos debates de esta película devenida en franquicia fílmica: su caracterización es impecable y muy emotiva pero el personaje está un poco desvirtuado, sobre todo por la relación que tiene con Logan. Lo mismo podría caber para Rebecca Romijn-Stamos y su Mystique, en menor medida: sus habilidades de camuflaje son análogas a las del personaje del comic y estuvieron muy bien retratadas por unos FX’s muy dignos, pero su sorprendente desempeño en las peleas cuerpo a cuerpo no se condicen demasiado con lo que conocemos del personaje, y de hecho con el correr de los años y los estrenos sucesivos de películas relacionadas con esta maltratada franquicia, donde llegamos a conocer inclusive el pasado de este personaje y su temprana relación con Xavier y Magneto, nunca nos terminan de explicar cómo carajo termina aprendiendo a pelear tan bien.

Con esto en contra, de todos modos nadie en su sano juicio en esos años podía elevar quejas con argumentos sólidos hacia este estreno de Singer, la realidad es que el conflicto mutantes-humanos está muy bien descripto y retratado, el peligro que representan los mutantes (tanto los villanos como los X-Men) para la sociedad se hace evidente, las sólidas posturas ideológicas contrapuestas de Xavier y Magneto también están enmarcadas y expuestas de forma magnífica, y hay al menos una decena más de elementos relacionados con esta franquicia que fueron adaptados de forma íntegra, desde la mansión de Xavier y sus alumnos hasta la tecnología que utilizan en el sub-suelo los mutantes para combatir los peligros que los esperan afuera. La saga de los mutantes comenzaba su recorrido por el cine con buen pie, el cual no tardaría en perder… pero eso es otra historia, para otra entrada.

I’m too old for this mutant shit


En Logan (2017), Mangold y Jackman se hacen cargo de todo, y eso es, quizás, lo que más me emocionó de todo el film. La película es gigantesca, enorme, y a la vez muy minimalista, ya que dispone de muy pocos elementos para narrar una muy buena historia. Tiene un clima idóneo, descendiente directo de influencias que el mismo director suele citar en entrevistas, como ser The Cowboys (1972), Paper Moon (1973), Little Miss Sunshine (2006) o The Wrestler (2008), y está escrita en función de un cierre, algo que se hace evidente desde el comienzo del film. Expone un puñado de temas desde una perspectiva que de tan anacrónica resulta fresca, pero lo que más me vuelve loco de todo esto es que realmente se plantearon, tanto los guionistas como el director, rendirle un homenaje a todo el camino que recorrió esta franquicia en el cine, reírse de forma políticamente correcta de absolutamente todos los ridículos debates que arrastró la misma en función a sus adaptaciones de los comics –y lo hacen de una forma tan natural que no podés menos que aplaudir: ¡esto es real, lo otro es historieta!-, y sobre todo darle al FAN del personaje lo que estuvo esperando 17 años.

Y no estoy hablando de la violencia, que es preciosa, exquisita y que yo la disfruto al mismo nivel que cualquier otro espectador. Tampoco estoy hablando de un par de tetas en una película “oficial” de X-Men, o del debate sobre evolución-extinción-supervivencia o de las analogías planteadas entre los límites fronterizos, los inmigrantes y la “Tierra de las libertades” que se exponen en el guión y que contrastan con la actualidad socio-política de U.S.A., no… estoy hablando de aquello que más nos ha acercado al personaje en el papel, en ese puñado de buenos comics que pudimos leer del mismo. 

Estoy hablando de un Logan abatido por el paso del tiempo, enfermo, miope, contaminado por el veneno que viene cargando en sus huesos desde hace al menos un siglo, depresivo y con ganas de pegarse un tiro, pero leal hasta la médula con aquella persona que supo abrirse y darle un lugar en su mundo, y que terminó “adoptando” casi como un padre. Estoy hablando de esa última línea de diálogo donde finalmente siente lo que es ser padre, estoy hablando de todos esos sentimientos en carne viva puestos en el asador. Estoy hablando de un Hugh Jackman gigantesco, un actor que la tuvo clara desde el minuto cero, que entendió perfectamente el tipo de personaje que tenía que caracterizar, y que le dio vida y le puso todo el carisma que Logan requería, lo agarró y lo hizo suyo, se adueñó del personaje y ahora lo suelta, para, espero, no volver a retomarlo nunca más.

Sí, porque al menos yo, no quiero nunca más una película de Logan. No al menos de esta versión del personaje. Jackman y yo recorrimos este camino juntos, el cual para él comenzó incluso antes del estreno del film, por supuesto, y entiendo que él, junto con Mangold, Stewart y el resto de la producción, quieren despedirse definitivamente de ellos, y yo quiero que eso sea posible. Logan (2017) entra en mi vida –y creo que en la mayoría de las de ustedes- para cerrar algunas heridas, para reivindicar una franquicia que tuvo quizás más tropiezos que aciertos, y me parece excelente que puedan hacerlo. Y me pareció magnífico que lo lograran con el tono que uno podía esperar de esta despedida, así, melancólico y triste, pero super digno. Hay tantas cosas geniales en este cierre que no he leído una sola crítica que pueda estar a la altura de la obra reseñada, y por supuesto que esta no es excluyente, es similar al resto, pero a mí me pareció muy importante enfocarme en el comienzo de este camino, en lo que significó para muchos de nosotros esa andadura, y en la carga que tiene este final sobre sus hombros, la carga emotiva sobre todo, la cual jamás se va a perder y va a morir con esta producción, pero seguramente podría ser levemente manchada si Jackman decidiera retomar al personaje.


No estoy particularmente interesado en seguir viendo “aventuras” de Wolverine en el cine aunque entiendo que eso inevitablemente va a suceder, lo único que espero es que, cuando finalmente se concrete, Jackman no tenga absolutamente nada que ver con esa movida. En mi cabeza y mi corazón, el camino de Logan concluye con esta producción, y soy muy feliz con esa idea. Me pone muy contento, también, ver que una productora como FOX, a la que me he casado de putear y defenestrar, puede dar los espacios necesarios para generar un producto como este, algo que no se conecta en absolutamente ningún punto con lo que está llevando adelante Marvel Studios, y es igual de genial. Un film que nadie podría leer como “otra película de superhéroes” si no fuera porque algunos de los personajes que la protagonizan fueron efectivamente “superhéroes” en producciones pasadas. Estoy super conforme, además, con las decisiones finales que Mangold y los productores tomaron, las cuales incluyeron no mostrar los eventos que catapultaron a Xavier y Logan al lugar donde se encuentran. La sutileza con la que trataron ese evento no tiene precio. Creo que, realmente, aquel imbécil que llora porque nunca pudo ver a Wolverine vestir su traje de spandex amarillo o marrón es un espectador/lector que entiende poco y nada de estos medios, y su llanto más que causarme resignación o bronca me hace reír. Si tenés 8 años podes llorar por algo así y ahí sí, te re banco… de lo contrario, me causa gracia.


Poder despedirse de un personaje de esta forma es algo que no todos los actores tienen la oportunidad de poder concretar… de hecho, al menos en lo que se refiere al cine, son más los ejemplos de franquicias que concluyeron mucho más abajo del camino que habían recorrido. Logan (2017) en cambio logra imponer un retruque a fórmulas probadas en sagas cinematográficas: esta saga es probablemente la única trilogía donde cada capítulo es mejor que el anterior, y termina con un cierre que está incluso por encima de absolutamente cualquiera de la producciones relacionadas con los mutantes, algo inaudito y único que no debería ser tomado a la ligera, y me arriesgo a decir que tiene que formar parte del análisis individual de esta producción.


Podrán salir decenas de producciones más de los mutantes, probablemente todas producidas por FOX, pero aquí algo ha concluido, este es el final de un tramo de la historia, un cierre que contradice la perpetuidad de los comics books superheróicos, que arrastran historias de los mismos personajes incansablemente hasta desgastarlos y transformarlos en una parodia de ellos mismos, y desde mi humilde lugar festejo y aplaudo de pie esta conclusión. La X marca el lugar. Nos volvemos a leer en unos días, aquí, en Tierra Freak.
 
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