miércoles, 2 de julio de 2014

La Verdadera Sangre - El Gabinete del Dr. Morholt.


La premisa es simple y sirve, como toda premisa, como un disparador para un montón de otras ideas complementarias que hasta hace olvidar la premisa: se creó la sangre artificial, entonces los vampiros ya no tienen que vivir en el anonimato y la clandestinidad porque ahora pueden comprar su alimento en cualquier supermercado. Simple y conciso. Ese es el disparador para “True Blood”.

Hace unas cuantas semanas en su gran columna “Los Pantanos de Luisiana” el camarada Logan habló muy por arriba de esta entretenida serie y le dedicó sólo 2 párrafos, lo cual a mi criterio no le hace justicia.

Y principalmente creo que no le hace justicia porque la serie comenzó hace dos semanas su temporada número 7, la última etapa de un viaje fantástico, pero principalmente un viaje que hay que emprender sin prejuicios.

Y justamente uno de los puntos que se disparan de la salida a la luz pública de los vampiros es ¿qué clase de ciudadanos son estos seres inmortales? ¿Cuáles son las distintas reacciones de la sociedad a la existencia de estas “personas” y cómo actúan los ciudadanos ante lo desconocido y distinto? ¿Cuáles son los prejuicios a los que se tendrán que enfrentar los vampiros al insertarse en la sociedad?

La historia se centra en un pueblo llamado Bon Temps, en la ficticia parroquia Renard (así le dicen a los condados en el estado yanki de Luisiana). Es decir que los prejuicios están a la orden del día para estos lugareños del sur de Estados Unidos, o como se los conoce popularmente “red necks”.

Las analogías al tratamiento que tuvieron los negros en otras épocas no son implícitas, sino bien explícitas y directas. Y el fanatismo religioso que cree que los vampiros son criaturas del demonio suma un condimento extra en este cóctel de incertidumbre social.

Pero no queda ahí la cosa, porque en una época de lobby y medios, los vampiros también tienen sus representantes y voceros que se la pasan discutiendo en programas de televisión cuáles deberían ser sus derechos y cómo en una sociedad de derecho como la estadounidense no deberían existir ciudadanos de segunda clase. Más teniendo en cuenta que muchos de los vampiros son muy viejos y con mucho dinero, es decir, son “grandes contribuyentes” (no olvidemos que es una serie yanki y tienen un sistema en donde el que más tiene, más importante es).

En este punto de la coyuntura mundial es que se nos presenta a Sookie Stackhouse, la protagonista de la historia interpretada por Anna Paquin (Rogue de las películas de X-Men), que trabaja de mesera en un clásico restaurant de un pueblo donde parece que nadie cocina ni al medio día ni a la noche.

A ese lugar es que llega Bill Compton (interpretado por Stephen Moyer, marido en la vida real de Paquin), un vampiro que vuelve al pueblo que lo vio nacer hace más de 100 años para recuperar la casa que le pertenece por derecho porque, en realidad, nunca murió sino que “lo transformaron”. Uno de los tantos derechos que los vampiros han conseguido desde que se dieron a la luz.

En seguida Sookie es atraída por este ser por lo extraño y, principalmente, por ser una novedad en un pueblo chato y aburrido como Bon Temps.

Pero a pesar de que su vida sea chata y aburrida, Sookie tiene un secreto, uno que sus más cercanos conocen y aceptan a pesar de que les parezca raro. Sookie es una telépata: puede escuchar los pensamientos de la gente, lo cual la estresa y la recluye del mundo. Y quizás por eso es que también una persona que se la ve recluida, nueva en el pueblo y con todas las miradas puestas en él, le llame la atención.

Así es que comienza una relación amorosa no aprobada por nadie en el pueblo, salvo por la abuela de Sookie. Una relación amorosa entre una joven sin experiencia en el amor y un ser inmortal de más de 100 años y que hasta hace poco tiempo se alimentaba de la sangre de los humanos.

Pero si creen que esta historia se parece en algo a las edulcoradas ideas de Stephenie Meyer y su saga “Crepúsculo” o al triángulo amoroso espantosamente estirado de la serie “The Vampire Diaries” se equivocan y por mucho.

Porque así como la premisa de la sangre sintética da pie a toda una exploración de la sociedad estadounidense y sus prejuicios, la historia romántica de Sookie y Bill da pie a una historia coral en un mundo de fantasía que siempre estuvo en este universo, sólo que muy pocos conocían. Un mundo de fantasía con cambia-formas, magos, brujas, vidas pasadas, dioses antiguos, hadas, hombres-lobo, hombres pantera y demás seres sobrenaturales, pero no a lo Disney, no un universo donde los vampiros “brillan”. En “True Blood” la fantasía es oscura, con muertes, tortura, sangre, drogas, sexo e intriga política.

Porque la sangre de los vampiros es un poderoso alucinógeno para los humanos, y entonces existe un mercado negro de sangre de vampiro. Y el tráfico y comercialización de la misma no es un mercado como el de la cocaína u otras drogas de diseño (que ya de por sí sabemos que es un negocio ilegal y peligroso) sino mucho peor, porque acá hay seres inmortales con fuerza y resistencias sobrehumanas que no van a dejar que se use su sangre como droga recreativa.

Pero también es una fantasía oscura porque la maniobra de salir a la luz del mundo no fue un hecho fortuito que los vampiros decidieron al descubrirse la True Blood, sino algo mucho más planeado y peligroso.

Pero también porque el sexo con vampiros es una de las mejores cosas que le puede pasar a un humano. Y la serie se encarga de mostrarlo de las maneras más explícitas.

Y también porque nos muestra una radiografía espantosamente real de que los “red necks” son tan influenciables que pueden ser fanáticos religiosos o no, pero seguro van a terminar participando de peligrosos grupos parapoliciales armados al grito de la “supremacía Humana”.

Y si con toda esta descripción parece una serie complicada, seria y profunda a lo “Breaking Bad” o “The Walking Dead”, acá es donde puedo agregar que también estarían equivocados, porque el tratamiento que tienen todos estos temas es en tono de comedia. Comedia negra muchas veces o drama con tonos cómicos, pero seguro que no es para tomarla en serio. Y al dejar en claro que no se la debería tomar en serio, entonces se pueden tocar todos estos temas desde otro ángulo y principalmente, en un mercado televisivo como el estadounidense, se pueden dar el lujo de abordarlos.

Y eso es lo que hace a “True Blood” especial. Y eso es la que la hizo uno de los programas de cabecera de la cadena HBO, quien también la co-produce. Y eso es lo que hizo que durara 7 temporadas, yéndose con una audiencia más que importante en estos dos primero capítulos de esta última temporada.

La serie está basada en la saga de libros escrito por Charlaine Harris que en mayo del año pasado editó el número 13, último de la saga. El creador de la serie es Alan Ball, nada más ni nada menos que el creador de la serie “Six Feet Under” y escritor de la maravillosa “American Beauty” de 1999.

Como toda serie coral los protagonistas son varios, pero se destaca la actuación de Sam Trammell (jefe de Sookie y dueño del restaurante), Ryan Kwanten (hermano mayor de Sookie), Alexander Skarsgård (vampiro de mil años), Nelsan Ellis (cocinero del restaurante y primo de la mejor amiga de Sookie) y Deborah Ann Woll (vampira convertida por Bill Compton).

Como dato extra, la serie siempre se caracterizó por su carácter transmedia, desde la campaña de marketing viral antes de ser estrenada con blogs y sitios en MySpace donde vampiros se daban a conocer y agradecían a la ciencia la creación de la True Blood, a historietas precuelas pasando por la venta de una bebida real llamada True Blood con gusto a naranja.

A todo esto se le suman la página oficial de la “Fellowship of the Sun”, organización por la “Supremacía Humana” y el VideoBlog de Jessica Hamby (la progenie de Bill, interpretada por Deborah Ann Woll) llamado “Baby-Vamp Jessica” donde esta recién convertida vampiro nos cuenta por fuera de la serie ciertos aspectos de lo que es ser vampiro, con contenidos que a veces están totalmente conectados con el capítulo emitido en esa semana, y otras con cosas más de relleno, pero que suma un montón a la experiencia transmedia de la serie.

Un tópico aparte es la música de la serie, cuidada al máximo y donde desde la secuencia de títulos al tema de cierre de cada capítulo tiene una relevancia que va más allá de ser solamente “música de relleno”. A modo de ejemplo les dejo el video de apertura, que como dijo el camarada Logan en su nota de Luisiana, es “uno de los mejores videoclips relacionados con shows televisivos que se hizo hasta el momento”.



Muchas veces tenemos miedo que las series sean como la vida de un vampiro, eternas.

Y que se vuelvan aburridas y monótonas en esa eternidad insoportable. Por eso es bueno que “True Blood” termine en su 7ª temporada, cuando todavía hay mucho que contar y disfrutar. Y principalmente cuando todavía los cuerpos de los actores y actrices están en forma, porque nadie querría que se sigan desnudando y se le caigan las cachas ¿no?
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