jueves, 19 de enero de 2017

Taboo: Tom Hardy se calza la galera - La Columna de Logan.



A diferencia de lo que sucede con el fútbol, las historietas locales, los comics americanos, los videojuegos, la música, los eventos e incluso el cine hollywoodense –ningún tanque se estrena para estas fechas, solo películas que podrían ser candidatas al Oscar-, la televisión de ficción este 2017 que comenzó hace solo 2 semanas y media no te da respiro, no descansa y ya picó en punta con al menos 3 “estrenos” que darán que hablar en los próximos días: Netflix el pasado 13 de enero puso on-line los ocho capítulos que conforman la 1er temporada de Lemony Snicket's A Series of Unfortunate Events, una nueva adaptación de la novela homónima, esta vez con el protagónico a cargo de Neil Patrick Harris [How I Met Your Mother, The Smurfs (2011), Gone Girl (2014)] y Patrick Warburton (el protagonista en la versión live-action de The Tick), además el mismísimo 1ro de enero tuvimos el estreno de la 4ta y presumiblemente última temporada de Sherlock, la magnífica serie británica protagonizada por Benedict Cumberbatch y Martin Freeman que adapta libremente los relatos del detective más famoso de la literatura y que bien podría haber protagonizado la entrada de hoy si no fuera porque, por un lado, ya le he dedicado algo de espacio a la misma hace poco más de 2 años cuando festejé mis 100 columnasen el sitio, y por el otro me decepcionó mucho el 3er episodio de esta nueva entrega –no así los dos primeros que me parecieron excelentes-, razón por lo cual perdí un poco el interés en reseñar este cierre, y luego finalmente tuvimos el estreno de Taboo, una mini-serie británica de 8 capítulos emitida por la BBC y protagonizada por Tom Hardy que tiene su emisión norteamericana 3 días después por la cadena FX y que, con 2 capítulos ya emitidos, es la protagonista de la columna de hoy.



Ese que hizo de Bane

Seh, pobre Tom Hardy, ¿no? Para la comunidad comiquera es, fue y será el actor británico que caracterizó a Bane en el cierre de la trilogía del otro gran detective, pero del mundo del comic book americano, esa que fue magistralmente dirigida por Nolan y que llevó por nombre The Dark Knight Rises (2012), pero la realidad es que Tom venía trabajando en cine hace al menos una década cuando finalmente tiene la oportunidad de caracterizar un villano en un tanque superheróico hollywoodense, y sobre sus espaldas ya contaba con un personaje en la célebre Black Hawk Down (2001) del genio de Ridley Scott, y papeles de mayor o menor protagonismo en producciones como Layer Cake (2004), Sucker Punch (2008), RocknRolla (2008), Tinker Tailor Soldier Spy (2011) y un co-protagónico tremendo en la Warrior (2011) de Gavin O'Connor donde ya pelaba chapa de ser un actor físicamente preparado para desenvolverse en cualquier papel que le
exija estar en forma óptima y manejar movimientos violentos y sincronizados –en dicho film personifica a un luchador profesional de M.M.A., una de las disciplinas marciales más completas y exigentes de la actualidad-, además de, por supuesto, su protagónico en Bronson (2008) que le valió el aplauso de la crítica casi unificada, y como no su participación previa en Inception (2010), el magistral rompecabezas surrealista de Nolan, película que el director también Británico pudo estrenar entre sus The Dark Knight (2008) y The Dark Knight Rises (2012).

Como suele suceder hoy con este tipo de cine, la exposición de Hardy en este film –que más allá de las críticas dispares que tuvo, en parte por un desarrollo desacertado del villano que le tocó interpretar a Tom, sobre todo llegando al clímax de esta producción, de todos modos su caracterización caló muy hondo en nuestra cultura moderna y hoy por hoy ese personaje es recordado en prácticamente cualquier evento comiquero que tenga Cosplays y en parodias televisivas y memes de la web- fue tan grande que de ahí en adelante se le abrieron todas las puertas, y sus siguientes pasos, casi en su totalidad, incluyeron papeles protagónicos en
producciones que no pasaban desapercibidas y en muchos casos terminaban siendo grandes films o películas de culto. En estos 4 años y monedas que pasaron entre el estreno de Rises y la mini-serie que hoy nos reúne en Tierra Freak, Hardy clavó una genial Lawless (2012) bajo la batuta del maestro John Hillcoat, una muy aplaudida The Drop (2014) mano a mano con James Gandolfini, una polémica Locke (2013) donde se banca él solito 84 minutos de película mano a mano con la cámara y con la única compañía de voces que se oyen de otros personajes del otro lado de un celular, una Child 44 (2015) que nadie registra pero que es un muy entretenido relato ambientado en la 2da guerra mundial y tiene el co-protagónico de Gary Oldman, un personaje desagradable y detestable para The Revenant (2015) que funciona como contrapartida del protagónico de Leo DiCaprio, el “doble protagónico” en Legend (2015) , caracterizando a dos hermanos mellizos tan disímiles entre sí que cuesta creer sean la misma persona, y finalmente el protagónico de Mad Max: Fury Road (2015), renovando la franquicia de George Miller y reemplazando al ex-policía outsider que otrora fuera caracterizado por Mel Gibson.

James Keziah Delaney

¿Tenía necesidad de repasar toda la trayectoria cinematográfica de Tom Hardy para explayarme en la mini-serie Taboo? Si, seguro que sí, y paso a explicar el porqué: Taboo es el tipo de proyectos que busca –o en este caso desarrolla- un actor cuando se cree con la suficiente capacidad como para abordar absolutamente cualquier tipo de desafío. Es símil a cuando un boxeador de peso pesado acaba de ganar el título de campeón, en ese momento de su carrera se cree imbatible, y técnicamente hablando cabe la posibilidad de que lo sea: en un mano a mano es muy probable que no exista otro hombre sobre la tierra capaz de noquearlo. Es una posición única y muy privilegiada de macho alpha que deduzco menos de un centenar de personas deben haber experimentado en la historia moderna de la humanidad, y ahí arriba ningún desafío les parece imposible, si no tuvieran managers y personas que se ocupan de sus carreras y sus finanzas probablemente aceptarían el reto de absolutamente cualquier otra persona, en cualquier momento y lugar.

Hardy está en ese momento de su carrera, y Taboo es el desafío que se auto-impone para pelar, una vez más, chapa de actor de carácter. Y no es que ya no lo haya hecho, pero en la actuación siempre podes exigirte más, siempre podes entregar más de voz, sacrificar un poco más en pos de un personaje mucho más conflictivo y que, además, nuevamente te exija un estado físicamente al límite de la perfección humana. Taboo, como si se tratara de un traje, es un producto hecho a su medida.
Puede que no sean pocos quienes hayan utilizado esta palabra infinidad de veces sin tener claro exactamente a qué está haciendo referencia, y siendo así me veo en la obligación de comentarles que el Tabú (así lo escribimos nosotros en castellano) suele estar referido a ciertas conductas que moralmente son rechazadas por la sociedad, o en algunos casos por un grupo específico de la misma, podría ser uno religioso pero también algunas organizaciones, generalmente relacionadas con los buenos modales o la familia. Es la restricción de ciertos actos, rituales o actividades que en términos generales resultan extraños al grueso de la sociedad, y las razones para prohibir las mismas pocas veces están fundamentadas más allá de los prejuicios que muchos de nosotros tenemos, y los castigos hacia quienes “rompen un tabú” suelen estar disparados por el miedo a lo desconocido. No en todos los casos pero en su mayoría es así.

Estas conductas reprochables suelen estar relacionadas con restricciones alimenticias (el canibalismo, por supuesto, pero en cierta época de nuestra historia el vegetarianismo y restricciones similares eran consideradas tabú, y dependiendo de las regiones hay ciertos animales que son tabú para su uso alimenticio: en nuestra cultura gatos, perros, caballos y en términos generales cualquier animal considerado “doméstico”, pero en otras culturas vacas y cerdos son tabú), restricciones en el uso del lenguaje (no solo las mal llamas “malas palabras”, en ciertas culturas hay nombres propios, juramentos, poemas, canciones o libros enteros que eran –y en algunos casos lo siguen siendo- considerados tabú) y por supuesto restricciones sobre actividades sexuales, que van desde la inocente masturbación hasta el sexo prematrimonial o extramatrimonial, el uso de la pornografía y el involucrarse con esta industria, la práctica de la homosexualidad, la bisexualidad, la transexualidad y similares, y ni hablar de la pedofilia, la violación, el incesto, la zoofilia o el sadomasoquismo. Y dentro de los “rituales” es tabú la práctica de la tortura, el satanismo, el ocultismo y por supuesto los sacrificios de animales y seres humanos, y en ciertos sectores de la sociedad aún son considerados tabú los tatuajes, obviamente.

James Keziah Delaney, entonces, el personaje caracterizado por Tom Hardy, es un británico hijo, por un lado, de un transportista que se volvió loco y falleció recientemente, y por el otro de una “salvaje”, y si bien se lo consideraba muerto había estado exiliado en África durante los últimos 12 años, y en 1814 regresa a su Londres natal justo cuando su padre acaba de fallecer, en un momento político en el cual Inglaterra está en una cruenta guerra con Estados Unidos. Su retorno causará el malestar de la East India Company, una gigantesca compañía naval que ha crecido de forma desproporcionada en la última década y cuenta en ese presente con una flota impresionante y recursos que van más allá de lo imaginado, y estaba a la expectativa de la muerte del padre de James para poder echar mano a sus tierras, más precisamente a un estrecho que es estratégicamente de vital importancia no solo para el comercio sino también para la guerra que actualmente este país tiene con el gigante de América.

James cuenta con una media-hermana, Zilpha Geary, perfectamente caracterizada por la exótica Oona Chaplin (Talisa Stark en Game of Thrones), la cual estaba lista para prácticamente regalar las propiedades que heredaría de su enfermo padre, pero tristemente no figura en el testamento -documento que por otro lado relega todas las tierras a James-, y para su pesar esconde un oscuro secreto con su extravagante medio-hermano (¿GoT Style, again?), uno de los tantos tabús de la serie.
Detalles más, detalles menos, esos son los paradigmas que van a enmarcar los conflictos de esta mini-serie: un “salvaje” demasiado vivo para el estándar británico que carga sobre sus espaldas con un pasado repleto de mitos absurdos y que encima hereda tierras que son estratégicamente importantes para las 2 grandes naciones que están en guerra, que tiene un plan y piensa ejecutarlo paso a paso contra viento y marea, y que potencialmente podría obtener conocimientos sobre ciertos eventos determinados haciendo uso de herramientas y rituales de origen desconocido no solo para el televidente sino también para el londinense promedio.

Con las cartas sobre la mesa y dos capítulos ya emitidos hay que decir que Taboo no va a ser la mini-serie más recordada del 2017 –sobre todo porque se estrenó en enero, más vale- pero eso no quita que sea un soberbio producto de época con una calidad de producción digna de la mejor BBC, una dirección impecable, un remarcable clima turbio, denso y misterioso, y unas actuaciones a la altura de la propuesta. Es una de esas series para paladar fino que no hacen agua por ningún lado pero tampoco sorprenden demasiado, no aburren pero no se vuelven adictivas y están narradas con los tiempos justos y el pulso firme puesto en una edición pulida pero de todos modos avanza a paso lento. Como si le faltara algo, tiene un casting realmente envidiable, aún cuando la única estrella real sea Hardy: Jonathan Pryce, Franka Potente o Stephen Graham, por mencionar algunos, todos grandes actores europeos con papeles que sacan lo mejor de sus capacidades, y por encima de ellos está Steven Knight, el 3er firmante de la creación y el desarrollo de esta mini-serie (junto con el propio Tom Hardy y su padre), quien ya se ha lucido otras veces firmando los guiones de producciones como Dirty Pretty Things (2002), Eastern Promises (2007) o la ya mencionada Locke (2014) con el propio Hardy en el protagónico.

Estés o no de vacaciones es muy probable que la mayoría de las series de T.V. que sigas regularmente hayan entrado en receso, y siendo así, Taboo es una excelente opción para cambiar de aires mientras esperas el retorno de tus shows favoritos. Nos volvemos a leer la semana que viene, acá en Tierra Freak.
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